Moritz Festival'Era: El indescriptible placer de ser pequeños

Masia de Can Gascons, Llagostera, Girona. 22 de julio del 2017

Texto y fotografías: Blanca Solà 

Hay festivales que te sorprenden por sus actuaciones, otros por su localización y los más auténticos por todo. Así es el Moritz Festival'Era, un festival boutique por excelencia repleto de alma. El pasado 22 de julio, en la Masia de Can Gascons, en la Llagostera (Girona), se celebró la quinta edición de este festival para seguir impregnando de ambiente bucólico tanto a artistas como asistentes. Para los melómanos, poder estar en un festival rural, de música alternativa y electrónica, en el que respirar con espacio entre cuerpos y, escuchar, ver y oler de cerca a los grupos asistentes es saborear el cielo. No siempre ocurre. De hecho, a estas dimensiones, nunca. 

El festival empezó por la tarde, cuando el sol quería presenciar la belleza acústica de las primeras bandas como Renaldo & Clara con canciones de su último disco "Els afores" (2017) o Nico Roig en el Escenario Era entonando sus características letras de su tercer disco, "Vol.71" (2016) llenas de pasión y delicadeza. Seguidamente llegó el turno del grupo catalán Barbott encabezado por Guillem Sala. Indie rock cercano que se iba arropando con la atención del reducido público que estaba presente. Algunos seguían montando sus tiendas en la zona de acampada sedientos de música.  Anímic, con su electrónica tan esencial gracias a la voz de Louise Samson, se apoderó de la tarde que iba cayendo para animar al público que empezaba a tambalearse con gracia y ritmo. Canciones como "Gem" de su último disco "Skin" (2017) engrandaban el escenario, acompañado de luces rojas, para transmitir ritmos personales y ganas de conversar melódicamente con la gente. 

Con su energía juvenil y su rock emotivo, Cala Vento, Joan y Aleix, el dueto de dos amigos de Figueres y Torroella que comparte admiración por las formaciones que utilizan solamente batería y guitarra como mínima unidad indisoluble, se entregaron con sus mejores armas. Dando todo lo que sabían y demostrando que no hace falta ser muchos para llenar de calidad sus directos con temas como "Sin apenas conocernos", "Isla desierta" o "Historias de bufanda" de su último disco "Fruto panorama" (2017). Adrenalina pura para seguir, en un ambiente inmejorable, con los conciertos más exquisitos. 

Después, uno de los grupos más esperados cabezas de cartel del Moritz Festival'Era encandiló a todos los asistentes. Eran Manel. La banda catalana consiguió mantener las sonrisas y bailes de la gente que se entregó al segundo y querían morir de amor con impaciencia. El buen rollo se palpaba en el aire y las ganas de pasarlo bien se entonaban con las canciones de su último álbum "Jo competeixo" (2017). No pudieron faltar "Al mar!", "Benvolgut" o "Teresa Rampell" de sus anteriores discos que nos recordaron que su estilo, tan característico, sigue en auge y enamorando a nuevos adeptos. "Sabotatge" y "La serotonina" fueron las ganadoras del directo ya que, sin dudarlo, todos los asistentes alzaban los brazos, ligeramente, bailándolas como si fuera la última vez que los pudieran ver. Un sinfín de emociones que se conectaban al ritmo de pop y folk. 

Para coger fuerzas y seguir disfrutando de buenas guitarras, Triángulo de amor bizarro. La banda gallega se entregó, como en todos sus conciertos, interpretando algunas de las canciones de su cuarto proyecto “Salve Discordia” (2017). Notas de punk-rock limpio en canciones como "Gallo negro se levanta" al reggae más evidente con "Desmadre estigio". También pudimos escuchar la esperada "Barca quemada" donde destacaba la dulce y fría voz de Isabel Cea. Miscelánea de buen hacer con ganas de comerse el festival. 

Y si queríamos electrónica de la buena, el festival finalizó con artistas y bandas como el dúo de Mataró Playback Maracas y su pop electrónico latino, los londinenses Dark Sky, el dueto americano Octave One y el dj catalán, Begun, para dar la bienvenida al sol. Actuaciones en directo que solo los más amantes de la música electro podían sentir y disfrutar en un paraje tan idílico y motivador. Para verlo. Un festival irrepetible, cuidado y cercano. Un festival inigualable en un entorno único. Un festival de los que no existen y se agradecen. Esperemos que siempre siga y se mantenga igual. Porque ser pequeños también es un placer indiscutible.