Entrevista: Honky Tonky Sánchez

"Lo que para muchos es algo triste y oscuro para mi es de alguna manera bello y entrañable"

Por: Kepa Arbizu

Honky Tonky Sánchez nace hace casi ya diez años, a pesar de que este "De la piel del Diablo" suponga solo su segundo álbum, aparecido tras siete años desde su debut, "Esta tierra hostil". Tras ese seudónimo se encuentra Carlos Sánchez, componente en su momento de Mercromina y hoy metido en el cuerpo de un songwriter sombrío y polvoriento. Una sonoridad de folk-country-blues que recoge distintas tradiciones, desde Tindersticks Tom Waits pasando por el Nacho Vegas más sórdido e incluso la lírica de Juan Rulfo. Todo para conformar un paisaje que pese al minimalismo con el que se cincela se manifiesta con una instrumentación rotundamente visible, hecho todavía más remarcado con la entrada en este álbum de los vascos Inoren Ero Ni como banda de acompañamiento. Sumergirse en la música del madrileño afincado en Albacete es todo un placentero dolor, por lo que nadie mejor que el propio autor para poner palabras a esa sensación por medio de esta entrevista. 

Las canciones de Honky Tonky Sánchez, las de este disco también, son por lo general lúgubres, trágicas, dramáticas... ¿Es la forma de ver el mundo de Carlos Sánchez o la expresión únicamente de Honky Tonky Sánchez? 

Honky Tonky Sánchez: Digamos que para mí escribir una canción es como una especie de terapia, quizás sea mi lado más oscuro y a la vez lúcido de ver mi vida y lo que me rodea. Me expongo demasiado, no tengo ningún pudor en hacerlo porque alivia y me hace fuerte de una manera u otra. Escribir es algo que empecé hace ya mucho tiempo y no siempre por tener mucho que contar, pero de repente me encuentro con la necesidad de hacerlo y me es muy gratificante cuando veo que esas vivencias, recuerdos y estados naturales son compartidos y entendidos por algunas personas. Simplemente vomito en el papel ese estado de ánimo, y lo que para muchos es algo triste y oscuro para mí es de alguna manera bello y entrañable...y sobre todo positivo en su finalidad. 

En siete años has editado dos discos ¿es señal de un método pausado y detallista de componer o el ritmo que naturalmente te impone tu relación con el mundo de la música? 

Honky Tonky Sánchez: Es mi manera natural de hacer las cosas, sin prisas pero sin pausa como se suele decir, y haciendo las cosas con pasión, dedicación y a fuego para que todo quede realmente como yo quiero para el bien de la canción . No quiero decir con eso que tarde siete años entre disco y disco, un disco se suele fraguar en año o año y medio, según la necesidad de escribir y la exigencia de cada uno por su trabajo. En mi caso sí soy bastante exigente con mis sentimientos a la hora de escribir una canción. En realidad, cuando tengo algo que escupir, me cuesta muy poco tiempo. 

La pintura elegida para la portada, con su tomo sobrio y decadente y su punto surrealista, creo que escenifica muy bien el ambiente musical que contiene el álbum, ¿pretendía tener ese carácter representativo? 

Honky Tonky Sánchez: Totalmente, la idea de la portada la tenía desde el primer momento. En principio iba a ser una fotografía de mi amigo y fotógrafo Emilio Fernández, y la llegamos hacer, pero el local y algunos elementos no terminaban de convencerme así que decidí que a raíz de esa fotografía mi buen amigo y pintor José Enguídanos la pintara. Creo que fue un acierto ya que la obra cobra más significado por el humo y la oscuridad que le aporta . El bar es un club de carretera donde solía tomar café al lado del local de donde ensayaba por entonces, en un polígono industrial a las afueras de Albacete. 

En este segundo disco te acompañas de miembros de la banda vasca Inoren Ero Ni, estupenda formación pero de un estilo a priori alejado del tuyo, ¿cómo les descubres y qué ves en ellos que crees que puedan encajar contigo? 

Honky Tonky Sánchez: Inoren Ero Ni son una banda de verdad, y cuando digo de verdad es que suenan diferentes a cualquier cosa que haya escuchado antes. Suenan a inmensas piezas de tetris que van cayendo y encajando a bloque en su finalidad, desconcertando y jugando con el sonido a su antojo. Son amigos desde hace ya muchos años, pensé que era la banda perfecta para este disco por su pasión cariño y buen hacer. Nos entendimos a la primera y es realmente fácil trabajar con ellos, ya que aunque no hagamos la misma música si nos gustan las mismas, por el hecho de no tener prejuicios musicales y tener realmente claro lo que no nos gusta. 

Aunque siempre ha estado presente en tu música el gusto por la instrumentación dentro de ese contexto sobrio, en este disco se observa un trabajo magnífico en ese aspecto, además de lo más variado, habiendo desde episodios donde está muy presente ("Santa Semana" o "De la piel del diablo"), otros de mayor sutilidad ("El invierno de las cerezas"), o ambientaciones más patibularias ("Creo") Parece un aspecto que has cuidado especialmente... 

Honky Tonky Sánchez: Es la canción la que manda, siempre lo he dicho y siempre lo diré, ella es la que te pide más o menos detalles . En mi caso parte del ambiente, de un estado de ánimo, un arreglo ...no te sabría decir de dónde vienen las canciones, supongo que de una vida, infancia, amistades, amor, locura y sobre todo vivencias. Nadie lo sabe. Y como te decía antes tener muy claro lo que no te gusta o no funciona. Ellas me van diciendo y yo intento darles todo lo que me piden 

Grabas este disco en los prestigiosos Estudios Garate de Kaki Arkarazo pero lo haces con su hijo, Martxel, ¿Cómo llegas hasta él y qué te ofrecía para elegirlo finalmente? 

Honky Tonky Sánchez: Martxel es el quinto Inoren Ero Ni, es parte fundamental. Es un puto titán del sonido, porque no sólo sabe manejar los aparatos y colocar los jodidos micros, tiene lo que hay que tener, sensibilidad para la música, vive y muere por ella, por y para el bien de ella. Es como debe de ser y él es un grande. Le gusta quitar, poner, reventar, estrujar y dejarlo todo ardiendo en rojo analógico. Todo por el bien de la canción, sacándole a los estudios Garate toda la dinámica de sangre a la vez que él también se desangra. Y ver lo joven que es y cómo trabaja es realmente maravilloso y profesional. 

Estamos ante un disco que en general está plagado de elementos antitéticos:, ruido-silencio, Dios-Diablo, día-noche, … ¿Tu música, o cuanto menos este álbum, es una respuesta a esas sensaciones contrapuestas? 

Honky Tonky Sánchez: Supongo que creo en el todo y en el todo están todos esos elementos contrapuestos a los que te refieres. No son nunca respuestas, sólo son pensamientos en voz alta. Yo no tengo el poder de la verdad y nadie la tiene, que yo sepa, pero sí creo en la mía, que es con la que convivo y la que me hace reflexionar ante todo. 

En "Creo" Okene recita: "Creo en el silencio entre nota y nota". Actualmente la música, y el arte en general, tiende a apelotonar información, demostrando una especie de horror vacui. Tu propuesta parece casi apostar por lo opuesto… 

Honky Tonky Sánchez: Sólo es mi credo, todo el mundo debería probar a escribir uno, es bastante terapéutico y ayuda a conocerse uno mejor así mismo. Solo es un credo, no tiene demasiada importancia y quise quitarle más al no recitarlo yo, sino Okene Abrego voz de Inoren Ero Ni. 

Me llama la atención una canción como "Dos caballos", en la que pareces ir añadiendo diversos estilos o representaciones a modo de capas superpuestas, desde una base rítmica trepidante de aire sureño, guitarras blues, coros gospel.. ¿Cómo se fragua un tema así? 

Honky Tonky Sánchez: Supongo que por las diferentes músicas que he escuchado a lo largo de mi vida y me han influenciado: el rock, blues, góspel o country... parece todo uno y es muy fácil que las piezas encajen, siempre lo han hecho, no he inventado nada nuevo, pero lo que sí intento hacer es pasarlo por mi licuadora para que se convierta en algo personal, y creo que poco a poco lo voy consiguiendo, de ahí la exigencia de la que te hablaba antes.

En tus letras tienen mucho peso los paisajes, los elementos de la naturaleza... ¿es el reflejo de aquello que te inspira o mecanismos de escritura? 

Honky Tonky Sánchez: Supongo que el secreto de la inspiración está en todos esos elementos como la luz, la naturaleza y el entorno donde has vivido o te gustaría vivir. No es algo premeditado, simplemente observo y lo cuento lo mejor que sé, porque creo que es algo natural y fácil de ver si abres los ojos... 

¿Y crees que tu entorno es definitivo, o por lo menos decisivo, para el tipo de música que realizas? Dicho de otra manera, ¿viviendo en un sitio que no fuera Albacete veríamos al mismo Honky Tonky Sánchez? 

Honky Tonky Sánchez: Estoy seguro de que todo tiene que influir si te ciñes a la verdad que estás contando. No puedes hablar de cielos abiertos con tanta claridad si vives en Madrid por ejemplo, o en una gran ciudad, supongo que hablaría de otras cosas, seguramente ... 

En tus textos, pese al intimismo que parecen expresar, utilizas otras personas verbales que no son la primera, tiras de personajes, de descripciones…. ¿Todos estos mecanismos te sirven para hablar también de lo ajeno o siguen siendo subterfugios para hacerlo sobre ti? 

Honky Tonky Sánchez: No, las personas que aparecen han sido y fueron gente real, yo sólo intento contar su historia. Se ve claramente cuando hablo de mí, creo, no tengo porque esconderme si es lo que me viene bien exponer. 

Y para alguien que poseé un repertorio como el tuyo, que transmite potentes y crudos sentimientos, ¿cómo se afronta el hecho de tener que defenderlo y ofrecerlo durante repetidas actuaciones, supone un desgaste emocional especial o es algo más rutinario de lo que pueda parecer desde fuera? 

Honky Tonky Sánchez: Soy de las personas que piensan que las canciones se gastan no por escucharlas si no por el mero hecho de interpretarlas una y otra vez, por eso me gusta variarlas y cambiar sus tiempos si les sienta bien. No suelo tocarlas mucho, o cuando las ensayo no me vuelco tanto en el sentimiento de la letra porque me causan algunas mucho dolor. Solo en el escenario es cuando vuelvo a revivir esos momentos e intento desligarme de todo y simplemente disfrutar del recuerdo, muchos dolorosos pero en su finalidad bellos.