Joana Serrat: "Dripping Springs"

Por: J.J. Caballero 

La pregunta más obvia para los no iniciados en la interesantísima discografía de Joana Serrat es: ¿qué hace ahora una chica de Vic, uno de los corazones de la divina tierra catalana, grabando un disco en Texas, cuna de los sonidos fronterizos por excelencia? La respuesta para los adeptos a su música y sus inquietudes es: Simplemente, puede hacerlo. Bastaría esa frase en la descripción teórica del sonido pulido, trabajado y sensual que extrae la chica de una colección de canciones redonda y destinada a pulir aún más una carrera aún de corto recorrido pero extraordinariamente enfocada. 

Y puede hacerlo porque "Dripping springs", el trabajo que lleva el nombre de la ciudad en el que fue grabado, es un álbum reposado, compuesto con tiento y casi con la escuadra y cartabón que dibujan el plano del country alternativo actual, más cercano a la psicodelia y la convivencia con otros estilos menos amables que lo abren a aires de cambio frescos y necesarios. La batuta la lleva un cantautor desconocido prácticamente por estos lares, Israel Nash (busquen sus trabajos en la red o echen un vistazo a algunas de sus recientes producciones y adéntrense en una nueva adicción), que acogió en su rancho a la autora de los temas durante unas cuantas semanas y la hizo acompañar de una banda de músicos de su mismo círculo. El folk asequible, algo más alejado del pop ensoñador de sus anteriores trabajos, se hace fuerte en letras nostálgicas pero nada tristes, con los fraseos de la pedal steel (tremenda faena de Dennis Love en varios temas) como nexo y el recuerdo de las labores al respecto de otros grandes nombres como Mojave 3 como referencia evidente. No hay más que escuchar la preciosa "Lost battles" para darse cuenta de que la buena de Joana lleva tiempo interiorizando sus preceptos, y bien que ha hecho. 

En "Dripping springs" se encuentran varios de los ríos que han mecido su barca sonora en los últimos tiempos, acercándola a orillas insospechadas, como la del rock progresivo en el que se baña "Western cold wind" –apenas mojándose los pies, pero calando sin dificultades-, un prototipo de nueva música americana; o las sombras oscuras con que la niebla de "Trapped in the fog", elocuente título, trata de ensombrecer un clima estable y poco propenso en general a la borrasca. Después de todo, la faceta onírica e inasible que ha hecho tan deseable a esta artista sigue ahí, plasmada en unos boscosos y amplios desarrollos instrumentales que la hacen crecer con cada nuevo arpegio. Afilando y afinando su perfil musical, Joana Serrat es una seductora nata, sin necesidad de dar ni una sola nota de más. Tampoco de menos, y eso hoy en día es un bien bastante escaso de encontrar.