Natalie Prass: "The Future And the Past"

Por: Sandra Sánchez 

Terminaba 2016 y los resultados de las elecciones generales estadounidenses otorgaban el gobierno del ¿país más poderoso del mundo? a Donald Trump. Entonces Natalie Prass tenía su segundo disco, con el desamor como temática principal, listo para salir al mercado. Pero este acontecimiento, el ascenso de Trump al poder, la removió por dentro, la desubicó y sintió que debía hacer algo al respecto, lanzar un mensaje al mundo con su música. Rehízo así gran parte de su trabajo y volvió a encerrarse en el estudio Spacebomb de Virginia, de Matthew E. White, quien también produjo su álbum de debut, a crear "The future and the past".

Lo componen doce canciones con las reflexiones y los sentimientos de la artista que a sus treinta años no se veía reflejada en las líneas que marcaba la sociedad del país en el que vivía y vive. "The future and the past" es un mensaje al mundo a través de la música de cómo el pasado puede condicionar y de hecho condiciona lo que está por venir. Un mensaje también de feminismo, especialmente claro en dos temas, "Sisters" y la bellísima "Far from you", que Natalie escribe en homenaje a Karen Carpenter, una mujer en su opinión incomprendida, y con la que dice identificarse, más allá de por cierto parecido físico por haber sufrido ambas el machismo propio de la industria discográfica. Se trata de una balada sencilla y emocionante. 

A pesar de tratarse de un disco reivindicativo y en cierta medida desafiante, paradójicamente nos presenta unas canciones muy delicadas, que fluyen con naturalidad y sin estridencias, a bordo de unos sonidos pop y, sobre todo, R&B. Los mejores temas del álbum pertenecen claramente a este género, como es el caso de "Oh My" que recuerda, incluso en la voz de Natalie, a Prince; de "Short Court Style", con sonidos noventeros del estilo de TLC, bailable y suave; o "Lost y Ain´t Nobody", que podrían estar firmadas por las mismísimas Destiny Child.

El disco pierde intensidad en algunas canciones, que resultan casi soporíferas, como "Ship Go Down" o "Never too late", y que impiden que podamos definir el disco como redondo. En todo caso, la voz de Natalie Prass las salva todas gracias a su dulzura y a su clase. Eso sí podemos afirmarlo, es un disco con estilo, incluso desde su portada, que nos muestra un universo andrógino y personal que invita a ser explorado.