The Tambles: Un milagro en un tiempo equivocado.

Sala Fun House, Madrid. miércoles, 26 de febrero del 2020 

Texto y fotografías: Skar PD 

Que salgan bandas como The Tambles es un milagro. Que un grupo de jovenzuelos holandeses veinteañeros decida montar una banda deudora de registros clásicos de géneros que abarcan la historia del rock´n´roll, desde los irresistibles 60´s, el pub rock más soul, la agresividad del punk más melódico y las melodías y armonías del power pop, parece un milagro. Y más clásicos aun, desde el nombre extraído de una canción de la Creedence, hasta esos acordes de clara influencia stoniana o los estribillos en falsete del soul.

Apenas 40 personas en la Fun House para ver a los autores de un disco ecléctico, relleno de canciones efectivas, armoniosas y sugerentes, moviéndose elegantemente a través de todas sus influencias. Es lo que tienen los milagros, que no son muy populares en los tiempos que corren. Y es que hasta el estilo que se gastan, melenas al viento, les da ese aspecto de banda clásica. De banda dispuesta a comerse el mundo de garito en garito hasta que....

Solo con ver la disposición del escenario, los setlists preparados, las guitarras de reserva ante imprevistos...se tiene la sensación de que van en serio. Todas esas cosas que, en mi opinión, le dan un plus de credibilidad a las bandas. Y desde la primera nota quedó palmario que era así, que iban en serio, que el sonido era excelente, que las voces se oían (coros a tres voces), que la base rítmica era solvente y que, ya que están en su primera gira por España, y puede que la primera fuera de su país natal, lo iban a hacer bien y que por falta de actitud no sería.

Los primeros acordes de "Slidin' Away", de su primer y lejano EP y el crescendo de la batería lo dejaron claro. ¿Cuántas veces hemos visto eso? Muchas, y en todas ellas nos hemos emocionado, ¿no? Con "Let You No More" y su infeccioso "aaaahhhh aaaahhhh" los aromas del garaje aparecieron por primera vez, no sería la única, al igual que los acordes y coros stonianos de "Steady Love", que es una de esas canciones irresistibles, de las que irremediablemente acabas haciendo los coros: "¿eres constante a la hora de amar?"

Y del "No quieres conocer a The Tambles" título de su primer larga duración al "Quieres saberlo",, nombre con el que han bautizado a esta gira, la conclusión es "Pero nadie sabe", y así, con este estribillo en español, se marcaron un agradecido y entrañable cover del "Poison Ivy" de The Coasters.

Los aromas más americanos asomaron con esa maravilla que es "Take Is Slow", con Freek Struijs asumiendo la voz principal, sin desmerecer la solvencia vocal del vocalista y guitarra Ruben Drenth, porque además los holandeses tienen la virtud de cuidar las voces y tienen ese tono de voz, ese registro universal, eso tan importante, que te permite cantar las canciones. 

"One More Time" y el blues sirvieron de puente directo hacia la recta final. ¿Hay algo más satisfactorio que el blues para para encarar una recta final? A estas alturas, justo es decirlo, la escasa y privilegiada concurrencia ya se había fusionado emocionalmente con la banda. "What If", y ese riff de guitarra deudor del influjo de Brinsley Schwarz, se adueñaron del pequeño espacio que pudiera quedar en la simbiosis banda/audiencia. Si es que quedaba algún espacio por rellenar. Y para cuando atacaron el final con "I See Lies" el espíritu del punk melódico de finales de los 70's, se adueñó de los asistentes, y que cantaran como posesos que mentiras las vemos todos y todos los días, era más que previsible.

Amagaron con irse, pero directamente no se les dejó. No tenía sentido, ya éramos todos amigos y nos estábamos divirtiendo así que directamente "Wont't Be Me", y esa chulería innata que aparece en los buenos conciertos de rock´n´roll, continuó la fiesta casi privada en que se había convertido el primer concierto de The Tambles en la capital del reino. "Can't Get Enough" fue el cierre definitivo, y qué mejor que una armónica para resaltar el homenaje a las gloriosas bandas británicas del rhythm and blues que es, en definitiva, esta canción.

The Tambles son un milagro en un tiempo equivocado. Pero a veces los milagros ocurren, aunque sea para mantener la fe en esta especie de "resistencia" en que se ha convertido la música que en su momento fue piedra fundamental en el progreso emocional de gran parte de la humanidad.