Tachenko: Discotecas acústicas para iluminar la tarde


Sala Luis Galve, Auditorio de Zaragoza. Jueves, 4 de febrero del 2021

Texto y fotografías: Javier Capapé

El ciclo "Vuelve al Auditorio" se llenó de dulces melodías pop con la llegada de Sebas Puente, Sergio Vinadé y compañía a la sala Luis Galve del auditorio maño. Tachenko se presentaron en formato acústico tras un año sin conciertos, aunque con un nuevo proyecto entre manos, “Las discotecas de la tarde”, su nuevo álbum en avanzado proceso de grabación del que se dieron el lujo de presentar un par de canciones. Sin embargo, el grueso de esta hora y media de concierto lo ocuparon sus grandes conocidas. La sonoridad acústica hizo que el grupo se inclinara por repasar en mayor medida algunas de las canciones de su último disco en clave más íntima, “El don del vuelo sin el arte hermano del aterrizaje”, junto a otras de las revisiones desprovistas de artificio que formaron parte de su inmediato predecesor “Misterios de la canción ligera”.

Piano de cola, bajo eléctrico y varias guitarras acústicas formaron el set con el Sebas Puente y Sergio Vinadé, el alma de Tachenko, arroparon sus voces. Con la ausencia de la batería de Alfonso Luna, pero acompañados en la mayoría de la velada por el bajo de “Libi” y el piano de “Pit”, todos pudimos ver como sus suaves melodías vistieron con ligereza un escenario íntimo a la par que detallista, convenciendo y emocionando a partes iguales. Los músicos zaragozanos se sintieron arropados en todo momento por amigos y familiares, deseosos de volver a escuchar sus canciones en vivo tras mucho tiempo de obligado parón, y el grupo demostró que su creatividad no se ha detenido, pues las futuras “Ídolos” y “Oso de plata” fueron de lo mejor de la noche, y eso que la mayoría de los presentes las escuchábamos en la sala Luis Galve por primera vez. El sentido del humor estuvo muy presente siempre que Sergio Vinadé se dirigía al público. No frivolizando, pero sí aligerando la carga pandémica para prestarse fresco y encarar el futuro con cierta esperanza, siempre que no dejemos de mirar la vida con las necesarias dosis de optimismo. 

El setlist se abrió con “Pulseras” y “Armagedón” con Sebas al piano y Sergio afrontando las primeras tonadas. ¡¡Cuántas ganas de volver a escuchar esa voz tan familiar y qué maravilla poder hacerlo con esa cercanía!! Inmediatamente volvieron la vista a su pasado más granado con “Hacia el Huracán”, donde salió a acompañar a la pareja su bajista habitual “Libi”, y con “Entrada de artistas”. La guitarra de doce cuerdas nos dejaba cierto regusto a los Byrds en el ambiente, pasando a continuación a adornar con el piano de “Pit” la sutileza de “Domingo de resurrección” y la más trotona “El tiempo en los Urales”. Cierto toque ochentero vistió “Mi Amor, las Mayorías” antes de dejar de nuevo solos a la pareja protagonista para deleitarnos con “Mordekay”, con un aire al estilo del Unplugged de R.E.M., junto con las preciosas armonías vocales de “Nuestra especialidad”.


De nuevo como cuarteto asumieron el resto del concierto, no sin antes reparar en una de sus canciones más preciadas para el que esto escribe. “La Resistencia” me emocionó como nunca antes, y estoy seguro de que yo no fui el único. Este tema se adaptó perfectamente a este contexto gris que nos está tocando vivir consiguiendo salir más reforzados y seguros al escucharla, funcionando como esa necesaria medicina frente a cualquier contratiempo. Las más livianas “Rápido”, “Dos extraños” y “Suerte y relámpago” pasaron como un suspiro antes de frenar y hacernos meternos un poco más adentro de nosotros mismos mientras Sebas nos deleitaba con “La Pena Capital”. 

Hubo momentos para muchas dedicatorias, ya que hacía demasiado tiempo que no se encontraban con su público y había ganas. De hecho, dudo que se dejaran a muchos de sus más cercanos por mencionar. Todo antes de afrontar los dos temas nuevos que antes comentaba, con los que se les augura un futuro continuista con su fantástico catálogo al que tan mal acostumbrados nos tienen. El estribillo marca de la casa de “Ídolos”, con cierto toque jazzy al final al piano, y el crescendo emocional de “Oso de Plata”, nos sedujeron y sirvieron de invitación para volver a escuchar estas nuevas canciones lo antes posible en la mítica “Lata de Bombillas”. Poco le quedaba a la velada antes de que el toque de queda hiciera acto de presencia, por lo que era el turno de las despedidas con “Más madera” y “Amable”, que dejaron totalmente en éxtasis al público de la sala.

Tiempo justo para dos canciones en los bises. Una con el recuerdo de Sergio Algora muy presente al interpretar de forma muy emotiva “Lourdes”, del cancionero del Niño Gusano, y otra con la enérgica “Dame una pista”, para no olvidar que estos zaragozanos tienen ganas de seguir dando rienda suelta a sus deseos de volver a congregarnos más pronto que tarde a todos sus fieles. Esperemos que esas canciones de “Las discotecas de la tarde” lo consigan cuanto antes.