Shane MacGowan (1957-2023): El trébol irlandés pierde una hoja


Por: Oky Aguirre 

 “Toma mi mano y seca tus lágrimas; Toma mi mano y olvida tus miedos; No hay dolor, no hay más tristeza; Se han ido con los años” ("The Broad Majestic Shannon", The Pogues)

¿Por qué voy llorando en el metro como un niño desconsolado? ¿Cómo es posible sentir tanto la pérdida de alguien a quien nunca conociste? Las canciones tienen la respuesta a nuestros sentimientos más enfrentados. El fallecimiento de Shane MacGowan, líder y alma de The Pogues, ha teñido de negro la verde Irlanda, llenando de lágrimas el mundo de la música, huérfana de uno de los más grandes "songwriters" y "frontmans" que nos han brindado las musas de las bellas artes. Las mías, y las vuestras, son igual de verdaderas y sentidas que las de Bob Dylan o Bruce Springsteen, visitantes asiduos cada vez que pisaban Dublín para ver a su poeta preferido; el hombre de cuya boca podrida salían algunas de las letras más hermosas jamás escritas.

Shane nació un día de Navidad en Kent, Inglaterra, durante una visita familiar, pero se crió en Tipperary, Irlanda, donde creció junto a unos padres que le arengaban a cantar, sabedores de la sensibilidad de su hijo a la hora de entonar viejas canciones tradicionales, muy lejanas a sus hábitos de estudio, donde nunca destacó en algebra ni matemáticas, pero sí en la buena redacción y lectura, leyendo a Dostoievsky y a Joyce con once años. Fue entonces cuando llegó a formar parte de esa diáspora de irlandeses que llegaron a Londres en busca de oportunidades sin saber que la guerra estaba perdida. Hasta que llegó el punk, siendo la oreja ensangrentada de MacGowan en la portada de NME uno de sus más recordados iconos.  

En ese concierto de The Clash comenzó la leyenda de este santo bebedor; católico no practicante, campeón del mundo de pecados, que le fueron absueltos bajo la extrema unción en el St Vincent’s Hospital de Dublín, antes de dejarnos plácidamente en su casa, junto a su fiel esposa Victoria Mary Clarke. 

En Tipperary sonará “I'll Take You Home Again, Kathleen", la canción que pidió para su funeral, hermosa balada popular (aquí os dejamos la versión de Elvis) dedicada a los emigrantes, colectivo que sufrió como muchos de sus compatriotas, que alzaran su copa recordando a uno de sus tesoros más valiosos: la voz de Shane fue el grito de todo un país en décadas llenas de problemas. En sus canciones, las putas, los borrachos y los maricones compartían gloria lírica con la realeza y los cuentos de hadas, regando de whisky sus bellas palabras con una voz rota por la vida. Como bien dijo su compañero Philip Chevron, guitarrista de The Pogues también fallecido: “Shane lleva desde los 19 años muriendo”.

Realmente todos sabíamos que este duende irlandés tenía los días contados. La fulminante vida de excesos queda respetuosamente retratada en la biografía “Una Furiosa Devoción” de Richard Balls. Su país ya le rindió tributo, en 2018, para celebrar su sesenta cumpleaños. Allí fue donde vimos por última vez a Shane en silla de ruedas, con copa de vino y cigarro incluido, recibiendo el adelantado adiós de su amada Irlanda en un concierto memorable al lado de Nick Cave, Johnny Deep, Sinéad O´Connor, Bono o el primer presidente Michael D. Higgins.

Habrá un último adiós de la nación de los verdes valles para despedir a una de las tres hojas de su trébol, símbolo de la Trinidad. Mientras el féretro de Shane MacGowan sea paseado por las calles de Dublín, probablemente en algún lugar de Australia sonará “Waltzing Matilda” y en Almeria “Fiesta”, a la vez que alguien en Minnesota escuchará entre lágrimas “Dirty Old Town” o en Nueva Jersey se oigan por los balcones “Sally MacLennane”, cerca de un puerto que posea un “Old Main Drag”, junto a la esquina del bar donde el dueño siempre deja “Streams of Whiskey” como última canción. 

Lo que seguro haremos todos estas navidades, pudiendo por fin este año desbancar del número uno en villancicos a Mariah Carey, es lo que venimos haciendo desde hace treinta años:  Ponernos “Fairytale Of New York”, la más hermosa canción navideña compuesta por el más carismático de los personajes, que ahora, por fin, ha logrado el milagro de descansar en paz. ¡¡Jah Bless Shane MacGowan!!! 

“No quiero decirte nada que no quieras oír; ¿por qué simplemente no me llevas a donde nunca he estado antes?; sé que quieres oírme y recuperar mi aliento. Te amo hasta el final”.