Natalia Lafourcade: “De todas las flores”


Por: David Vázquez. 

Llegó a un punto en que necesitó parar, encontrarse y regresar al jardín de su infancia, en Veracruz. Este proceso corresponde a un tiempo anterior a "Cancionera", donde la mexicana fue consciente de la vida como tránsito y cambio: "En cada día estoy naciendo. En cada día estoy partiendo de mí", canta en "Vine Solita". Este tiempo es el "De todas las flores". Desde la creación hasta la escucha, el disco empuja a la silla, apartando de la prisa a quienes se zambullen en todo el puzle que es este trabajo. Así, Natalia Lafourcade documenta el proceso en un mosaico inacabado, desmenuzado en el hoy, con la distancia y la perspectiva del tiempo, con el fin de explicar cómo se llega al resultado final. Y compartir, haciendo que el proyecto pase de pertenecer a uno a ir siendo parte de cada colaborador, músico, ingeniero y oyente. Una invitación a cruzar el puente desde la grieta al jardín, como explica la veracruzana.

La presente lectura abre las puertas al proceso de creación del disco, a los intervinientes. Recorre "el dónde nace" hasta su liberación, transitando el proceso, las dudas... de una manera visual, en silencio, completando la trama el lector (para lo que añade los espacios entre sus páginas donde tomar sus propias notas cada uno). Por eso, la narración se encuentra en lo visual, en lo que transmite, en los silencios. Característica que resalta la relevancia de este proyecto hermano. Es por ello que este volumen es inseparable, no sólo del LP, sino de la parte audiovisual que acompaña las canciones; en un énfasis sobre la multidisciplinaridad de la obra. Al que añadir para ser completada, un podcast.

«Al final parece que todo fuera muy fácil, pero en realidad cada paso toma mucho tiempo, dedicación, pasión y amor». Lafourcade confronta así su yo y lo despoja, o se despoja, de su lenguaje, de sus preguntas. Sin embargo, dado el el extracto usado en la introducción, la entrevista a cargo de Elvira Liceaga queda falta de profundidad, de detalles. Y, si por espacio fuese, se podría haber omitido la parte en inglés, no tan necesaria.

Este libro es una mirada incompleta a la intimidad de la grabación, si bien el contraste de las fotografías, entre la parte artística del libreto y las Polaroids, dotan de valor las notas y, además, abren una serie de ventanas a distintas perspectivas. Se hecha en falta alguna nota más, un texto que desgrane o hable del proceso, de lo vivido. Fuera del proyecto que conforma junto a las partes mencionadas: el podcast, el LP y la parte audiovisual, "De todas las flores" (el libro) es un cuaderno bonito, pero inacabado. Quizá la esencia de la vida, sentir que siempre dejamos partes incompletas, pese a que como canta "Me tomé de mis propias manos, para nunca más soltarme" y, en ese inicio, este libro se esclarece cuando se es consciente y uno empieza a sanar el corazón y limpiar sus raíces. Esta es la clave para la reinvención, como concluye Elvira Liceaga.