Por: Javier Capapé.
La experiencia terminó. La gira de reunión de Oasis puso su punto final hace menos de un mes tras cuarenta y un conciertos entre julio y noviembre recorriendo las Islas Británicas, Japón, Corea del Sur, Australia y una buena parte del continente americano. Noel y Liam Gallagher no defraudaron y dejaron la puerta abierta a una futura nueva vuelta a los escenarios con lo que ellos llamaron una pausa seguida de un periodo de reflexión.
El año 2025 ha sido sin duda para ellos. La tan esperada reunión se hizo realidad y convocó a una buena legión de seguidores de todas las partes del mundo para volver a abrazarse en comunión con un cancionero imperecedero e infalible. No hubo nuevas canciones ni concesiones para los fieles más exigentes. Sus conciertos fueron una sucesión de clásicos incontestables que demostraron el por qué Oasis ocupan un lugar muy destacado en el Olimpo del rock.
Además, esta gira se produjo coincidiendo con la efeméride de uno de los discos más importantes del rock británico. "(What's the Story) Morning Glory" cumplía treinta años desde su publicación y como símbolo de su etapa dorada ocupó la mayor cuota dentro del setlist de estos conciertos. Un álbum que siempre ha estado entre mis discos de cabecera, que se convirtió en referencial desde su primera escucha y que me ha acompañado muy de cerca desde entonces.
En el segundo trabajo de los de Manchester, sus canciones estaban en las cotas más altas, tanto a nivel compositivo como interpretativo. Noel recopiló varias de sus composiciones más redondas (y eso que venía de entregar tan solo un año antes una cosecha tremenda) y la banda, con un Liam inspiradísimo al frente, las presentó con gran contundencia y calidad en su ejecución. Lo que faltaba por pulir en algunas canciones de su debut aquí se perfilaba con mucho más tino para no dejar espacio al descuido. Todos y cada uno de los diez temas (más un par de extractos instrumentales) que se paseaban por sus surcos eran dignos del mejor disco de rock para las masas. Sucesores de los Beatles, pero con el descaro de los Who o los Stones, Oasis sembraron una colección de obras maestras de las que evidentemente no han podido prescindir en sus presentaciones en vivo de este 2025. Treinta años después, pero tan necesarias y urgentes como entonces. Su arranque, con el descaro particular que desprende "Hello", les ha servido para abrir sus directos más recientes, como queriendo decir: "¡qué grande es estar de vuelta!". Pero a este particular himno que pone todo patas arriba le seguía una acelerada "Roll with it", con un Liam provocador y desbocado, y el que fuera su single más celebrado, la acústica y sublime "Wonderwall". No hay nadie que conozca que no haya entonado los versos de este estribillo en alguna ocasión. Simplemente perfecto. Por eso no podía faltar en la recta final de estos conciertos, al igual que ocurría con la muy Beatle "Don't look back in anger", quizá la mejor interpretación vocal del bueno de Noel, a un nivel tan intenso y sobrecogedor como su hermano pequeño.
El espíritu de los Stone Roses también se dejaba notar en su segundo largo, particularmente en "Hey Now!", aunque ésta sea una de las pocas canciones que han preferido no rescatar en su vuelta al ruedo. Algo que no ha ocurrido con "Cast no Shadow", una tonada delicada y con cierta repetición de patrones que la podrían emparentar con "Wonderwall", pero que siempre ha funcionado por mostrarnos su cara menos agresiva. Dedicada desde su concepción a su compañero y amigo músico Richard Ashcroft que, además, les acompañó como telonero en su round británico, muestra toda su energía contenida en un estribillo que presenta unas armonías vocales sobresalientes que se apoyan en unos arreglos de cuerda apabullantes. Es soberbia y épica, aunque quizá demasiado bien resuelta para un grupo al que también le gustaba revolcarse en el barro y buscar sonoridades más ásperas, algo que sí ocurre en "Some might say", que enarbola la actitud más descarada y directa de los hermanos con un estribillo redondo y una estructura perfecta para alzarse como himno.
El disco contenía una pequeña delicia sesentera llamada "She's electric" que quedó también fuera de los setlist de este verano, pero que no debería faltar en ninguna fiesta de la década dorada del pop británico, a pesar de que fuera compuesta muchos años después de ese escenario. Es fresca y cada vez más atractiva, aunque pasen los años, porque es totalmente atemporal. Por el contrario, "Morning Glory" tuvo siempre una actitud más ruda, buscando cierto punto de desasosiego y arrebato bien manejado por sus rugientes y distorsionadas guitarras, algo que quizá haya hecho que la canción se mantuviera en sus directos a pesar de su crudeza.
Tal vez el cénit de su carrera se encontrase al final de este disco, en la lisérgica y siempre necesaria "Champagne Supernova". La canción eterna, cuyo solo de guitarra desearíamos que no terminase nunca y cuyo estribillo contiene los versos que mejor definen a una generación. Apadrinados y acompañados en esta obra maestra por Paul Weller, "Champagne Supernova" se ha convertido en su canción reverencial, la que pervivirá por siempre. Es perfecta, y por eso mismo ha servido una vez más para cerrar los conciertos de esta gira que quizá tenga continuación, pero que en este año que termina nos ha regalado la actualización de unos clásicos imperecederos. Aunque Oasis se han limitado a reproducirlos tal y como eran. Reactualizarlos no ha significado cambiarlos, porque estas canciones se sienten y disfrutan mucho mejor tal y como son. Sin florituras ni arreglos del siglo XXI. Directas y con el mismo semblante de la cuna a la tumba.
"How many special People change?" Tal vez los mismos Noel y Liam hayan cambiado en estos más de quince años en los que aparcaron a su banda madre, pero su música nos acompañará siempre, como así se ha demostrado al resucitar al monstruo. Esta reciente gira no sólo ha sido un éxito en todos los sentidos, arrastrando nuevamente a masas enfervorecidas de fans a lo largo y ancho del mundo, sino que ha despertado de nuevo las ansias del rock de siempre, la necesidad de compartir esta música eterna, imprescindible e imperecedera.
Hace no demasiado tiempo trataba de explicarle a un amigo por qué son tan importantes Oasis para mí, y aunque no podía describirlo con facilidad sí que llegué a la conclusión de que son una de las pocas bandas que escucho prácticamente todas las semanas del año. ¿Añoranza o magnetismo? No puedo asegurar si es la nostalgia la que me lleva a esto, pero es un hecho. Por eso mismo, me dolió no volver a ver a los hermanos Gallagher encima de un escenario, pero también sé que siguen tocando en mi escenario particular con asiduidad y que sus canciones (tal y como me encanta escuchar en sus versiones originales) no han perdido ni un ápice de su autenticidad inicial. No estoy seguro de si escribo esto para rememorar el éxito de la gira de Oasis de 2025 o más bien por el treinta aniversario de su disco más laureado, pero lo que sí sé es que lo que me mueve a escribirlo es mi ferviente pasión por unas canciones que nunca han dejado de ser mis compañeras de viaje y una banda que, pase lo que pase, nadie podrá negar que han escrito una parte de nuestra historia.





