M. Ward: “A Wasteland Companion”

Los últimos proyectos en los que M. Ward ha estado inmerso, sobre todo el dúo junto a la actriz Zooey Deschanel (She & Him) y en menor medida el supergrupo del “americana” Monster of Folk (completan la formación Conor Oberst, Yim Yames y Mike Mogis) parecen haber sido el detonante para que su carrera haya alcanzado cotas relativamente importantes de popularidad y reconocimiento.

A pesar de ello hay que reconocer que este músico californiano lleva casi quince años facturando discos de gran calidad y creando algo tan complicado, y a la vez esencial, como una “voz” particular y casi reconocible al instante. Algo que no conlleva necesariamente, o por lo menos en este caso no es así, que su propuesta sea repetitiva ni marcada por unas férreos cánones, al contrario, el músico ha sido capaz de moverse en terrenos variados, sobre todo en los últimos años,  pero siempre dejando su impronta.

Su nuevo disco “A Wasteland Companion”, un título extraído de los versos del poeta inglés T.S. Elliot, podría ser definido como itinerante en el sentido de que ha sido grabado en diferentes ciudades, y en otros tantos estudios de grabación, y con un amplísimo elenco de músicos entre los que destacan Zooey Deschanel, John Parish, o Howe Gelb por ejemplo. Unas características que en un principio podrían llevar a que el trabajo sonara deslavazado o falto de unión pero que para nada es así.

En lo estrictamente musical nos encontramos ante un disco que vuelve al M. Ward primigenio por un parte (aquel sobrio, contenido y con su constante ambiente “retro”)  y por otra el que introduce otros estilos o ritmos en su particular mundo. Ambas sensibilidades quedarán compensadas y compatibilizadas a la perfección en este nuevo álbum.

Folk y country melancólico en un ambiente de ensoñación, en la que destaca una guitarra slide concisa y sublime, se dan cita en “Clean Slate” el homenaje que el norteamericano hace a su amigo y músico fallecido hace un par de años Alex Chilton. En “The First time I ran Away” utiliza esas mismas armas, incrementando la instrumentación, recordando a esos compositores de los años sesenta como Harry Nilsson donde la melancolía impregnaba toda sus música.

La parte más sosegada del disco se completa con temas como “A wasteland Companion”, un minimalista y oscuro (también psicodélico en su parte final) acercamiento al country-blues primitivo o “Crawl After you”, composición elegante en la que se viste de crooner trazando una línea que une a Frank Sinatra con Richard Hawley, algo que también se trasluce de alguna manera en “I Get Ideas”, la versión anglosajona del “Adiós muchachos”, repleto de swing y con un claro sonido clásico.

Hasta aquí el recorrido por el lado íntimo, en cuando a su forma, de un disco que también guarda su cara más desenfada. “Primitive Girl” por ejemplo destila un pop rock vivaz sustentado en el sonido de un tintineante piano, sin que falte ese poso nostálgico inherente al autor. Más arrebatador todavía se muestra en el excelente folk pasado de vueltas que es “Me and me Shadow”, en la que sobresalen los coros de Zooey Deschanel. “Sweetheart” es el nuevo acercamiento que el músico hace al particular mundo de Daniel Johnston, en este caso implementado ritmo y fuerza a la original, a base de rock and roll cincuentero y glam, pero manteniendo el aire “naive”.

M. Ward, con este nuevo disco, ofrece un nítido ejemplo del momento de plenitud que vive y demuestra que su personal forma de interiorizar las formas clásicas puede adoptar aspectos diferentes y todas ellos mantener su sello personal, que hoy por hoy significa principalmente crear embriagadoras canciones atemporales.

Kepa Arbizu