Cuando Bunbury conoció la realidad

Hay gente que se esconde detrás de un vestuario. Otros, detrás de una borrachera”. Con ideas tan claras como esta, Josu Lapresa –redactor jefe de Rolling Stone- se decidió a contar la historia de uno de los discos decisivos en la carrera del excantante de Héroes del Silencio. Con Pequeño, el disco que salvó a Bunbury (Lengua de Trapo, 2014) Lapresa ha reconstruído una etapa vital y profesional muy importante en la vida del músico maño. Importante, sobre todo, porque las sombras relucen con énfasis: la discográfica cierra el grifo del presupuesto, su público de HdS le ningunea –especialmente en Alemania-, siente una soledad constante y su hermano, Rafael, fallece en circunstancias violentas. Sin caer en el piropo fácil de quien forma parte de un séquito, el periodista pamplonés pone las cartas encima de la mesa para diseccionar la transición de un artista cuya cáscara se ha tachado de estrafalaria y caduca. 

Parece que en España la excentricidad sigue siendo un motivo para ejercer la crítica despiadada. Se castiga a quien se ocupa de construir un personaje – con su vestuario, su tono de voz y su actitud en el escenario- y no a los artistas que pecan de simples: “La concepción que tiene Bunbury de sí mismo y de su música ya te indica que va a haber un extra de show y experiencia en sus actuaciones. Esto, es una cosa que él también admira en otros artistas. Para mantener esa persona escénica tienes que vivir en el extremo. Por eso, te expones a ser caricaturizado. El propio Bunbury en el libro, lo dice: ‘solo me gustan los artistas que podrían ser imitados por Martes y 13’. Lo que él te da en cada LP es un concepto distinto que algunos llaman pose pero yo prefiero hablar de ello como ‘escenificación’. Bowie, por ejemplo, en cada álbum tenía un personaje distinto y no le valoraban únicamente el peinado que llevaba. A veces no se ha tenido en cuenta que el artista ofrece al público más cosas que su imagen. Y, en España, se han quedado con la anécdota. Ahora, pasa al revés. La media de grupos nacionales, sobre todo de rock indie, escuchan lo mismo, visten igual, tienen puesta en escena nula y es totalmente respetable”. 

Leyendo el libro se plantea la dicotomía de si está escrito desde la posición de un fan a quien Pequeño le marcó y ha visto maltratado a un músico que admira o desde la posición de un periodista que considera que no se contaron todos los detalles relativos al álbum y al momento personal que atravesaba el artista maño en ese momento: “La verdad es que desde la posición de fan no lo he escrito. Si es verdad que aprecio la música de Bunbury y eso quizá hace que aprecie lo que ha hecho; lo cual, supone que se presuponga lo que me has planteado. La única pretensión del libro es dar un toque de atención porque Pequeño tiene cosas interesantes y creo que no se le ha prestado suficiente atención. El libro es un reportaje periodístico largo. Existía la intención, de la editorial y mía, de hacer un libro sobre un disco de Bunbury. Se manejo este y otro trabajo [El viaje a ninguna parte], pero, al final fue este. Se trataba de poner en relieve la personalidad de la artista y la soledad que en el momento de la composición”. 

La cuerda que separa el pop del rock en nuestro país se pone flácida  con solo mirarla. Difícil tarea la de clasificar a roqueros blandos y a poperos que parecen los malotes del colegio: “Es una diferencia que podía estar clara en la primera mitad de los sesenta, pero ahora es prácticamente imposible. El pop puede ser electrónico o tocado con la formación básica pero lo que es evidente es que Héroes del Silencio hacían rock. Lo que ha hecho Bunbury en solitario no es tan guitarrero, pero tampoco es pop. Quizá lo que marca la diferencia entre géneros es la actitud, la manera de componer y las influencias que se utilizan, más que el disco resultante. Pueda haber poca diferencia entre el sonido de dos músicos, pero sus influencias en cuanto a la ejecución de la música sí que son distantes. Pero en la música española, exceptuando lo que suena en la lista de 40 Principales, no hay nada que realmente identifique a un estilo español”. 

Las malas críticas hacia Bunbury a raíz de su primer disco –Radical Sonora-le sirvieron como cura de humildad y como toma de tierra ante el endiosamiento que había experimentado años atrás: “Hay que tener en cuenta que él venía de una banda muy grande y se pasó años sin dejar de tocar. Ahora todo está hecho una mierda. No hay cachés, no hay ventas millonarias y no hay grandes giras si no están patrocinadas. Entonces, claro, su inercia de los últimos 10 años le llevó a pensar que todo iba a ser igual. Hasta después de Radical Sonora creo que no tuvo tiempo de pensar. Y sí, ahí se lleva varios golpes de realidad como tener menos dinero o tener dificultades en Europa. De hecho, no ha vuelto a tocar en Europa a nivel de gira. Una buena parte de los fans también le reprochaban su cambio. Él también vivía en la incertidumbre. Pero esta época, en realidad, le ayudó muchísimo y le hizo grabar el disco que tenía dentro. Se sinceró consigo mismo y dejó de pensar en su carrera y en el estrellato para parar y decidir qué hacía con su futuro

Mary Purple.