Por: Juanjo Frontera.
Manolo Rock Aguilar es canario, pero está unido de forma irrenunciable a Valencia y a su cultura, sobre todo musical. Desde finales de la década de los setenta fue el promotor, comunicador, programador de salas, manager de bandas (como Surfin’ Bichos, Comité Cisne o Transfer), propietario de sello discográfico y hasta músico. Su fama de incansable, insobornable y amante de la onda más subterránea de la cultura pop siempre le precedió.
Y quizás por ello, harto de tejemanejes industriales que nada tenían que ver con su ética, decidió retirarse, hace ya años, a la tranquilidad de la vega baja del Segura, en Alicante. Desde allí ha ido llevando un blog y de cuando en cuando se ha ocupado de algún interesante asunto musical (el fantástico disco de la banda 3 CóMPLICES, por ejemplo), pero nadie esperaba que volviera él mismo al asunto.
Su proyecto como Huevos Duros no fue, en sentido estricto, un divertimento. Fue su grito de furia durante sus años más hirvientes ante una escena musical que él había ayudado a formar, pero no siempre respondía a su visión. Un intento de decir las cosas claras. Partir del do it yourself para comunicar una versión libre e iconoclasta del rock, con letras ácidas y sin pensar en absolutamente nada más que hacer lo que le diera la real gana. Una gamberrada hecha desde las tripas para molestar un poco, divertir y divertirse.
En ese contexto, tiene sentido que en un momento dado se haya planteado resucitar el proyecto para volver a hacer exactamente eso: lo que le dé la gana, sin necesidad de continuar nada, de dar explicaciones a nadie excepto a sí mismo. El germen de todo, además, supongo, de las canciones, fue conocer por pura casualidad al vocalista británico Gerard Fletcher un día en Torrevieja. Él actuaba en la calle y su voz encandiló a Manolo y a su pareja, Teyma, que también forma parte esencial de este proyecto.
Como siempre, las canciones empezaron a fluir de una forma libre, pero esta vez no tan gamberra, más al contrario: desde una tendencia bastante introspectiva y con ecos al post-punk y la cold-wave electrónica. En su propio estudio casero, Cox Home Studios, y de una forma completamente autogestionada, durante el verano de este 2025 y con Gerard a la voz y guitarra, Teyma al bajo, Manolo a todo lo demás y la hija de los dos últimos, Ángel, ayudando con las letras en inglés la cosa se fraguó de forma natural.
Lo primero que salta al oído es el sonido atmosférico, oscuro e hipnótico, con gusto a Depeche Mode, Nine Inch Nails, Sisters Of Mercy o Lebanon Hanover. Pero esas referencias, la verdad, no describen con fidelidad el sonido grande, amplio, tremendamente personal, logrado aquí. "Emotional Intelligence" es toda una sorpresa, la bienvenida a un mundo introspectivo, obsesivo, pero a la vez luminoso y bello.
Ideado con una especie de hilo argumental, parece llevarnos de viaje desde el vacío y la oscuridad hacia la luz y la redención. A base de eso atrapa al oyente con un listado de canciones tan bien ensambladas y ejecutadas como “Nightmares on my mind”, “Silent steps”, la estupenda y en su mayoría instrumental “Life with you” o “Work home drink sleep”, con su groove fantasmal y bella atmósfera, seguramente lo mejor de un lote que, la verdad, funciona en conjunto como una bala. Así que déjate disparar. Pocos productos tan ciertamente underground y tan bien hechos desde lo totalmente artesanal encontrarás este año.



