Belle & Sebastian, compactos y cercanos

Festival Jardins de Pedralbes, Barcelona. 18 de junio del 2017

Por Àlex Guimerà 

Que los Belle & Sebastian se han aficionado a los festivales de nuestro país es toda una evidencia. Sin ir más lejos, de sus 11 visitas por tierras catalanas solo una ha tenido lugar en sala de conciertos. Debe ser por eso de que vienen de tierras escocesas y buscan el buen tiempo... Además la elección de formar parte del cartel del Festival dels Jardins de Pedralbes demostraba que el evento era demasiado elitista para su público y para ellos, pues el elevado coste de las entradas dejó muchos huecos en platea, así como incomodó a la mayoría de los asistentes resignados a tener que gozar del concierto sentados en sus butacas, algo que fue advertido por el propio Stuart Murdoch en los primeros compases del directo. Aunque a decir verdad, la cosa duró poco ya que a mitad del concierto todo el mundo se levantó para bailotear hasta el final. 

 En cualquier caso hay que valorar la buena organización del festival, que en un entorno inmejorable  han montado una acogedora infraestructura para desarrollar este festival musical veraniego Deluxe, con amplios y agradecidos espacios para cenar o tomar una copa. Con un escenario plantado justo delante del Palacio Real de Pedralbes, la banda salió al completo para arrancar la esperada actuación. Un total de hasta 11 músicos cuyos ejes centrales son la multinstrumentista Sarah Martin y su inseparable bolso, el anti-rock star y guitarrista Stevie Jackson y, cómo no, el carismático y genial frontman Stuart Murdoch. Así, las primeras notas del "Act Of the Apostle" sonaron entre la cálida brisa de (casi) verano, dando muestra del sonido compacto de los directos de los B&S y de los buenos equipos de sonido y luces que les arropaban. 

Quizás, tanto el grupo como el respetable comenzaron algo fríos, para despegar al cabo de un rato gracias a los divertidos comentarios de Stuart y a la melodía saltarina de "I' m A Cuckoo", del disco con el que saltaron definitivamente a la fama "Dear Catastrophe Waitress" (2003), del que también sonaron a las mil maravillas la melancólica "Piazza, New York Catcher" o la coreada "Stay Loose". Para el repertorio como siempre optaron por combinar temas antiguos con otros más recientes, ninguneando su notable último trabajo "Girls In Peacetime Want To Dance" (2015) - como son las embriagadoras "Nobody' s Empire" y "The Power oF Three" o la bailonga "The Party Line"- testimoniado solo con la repetitiva "Allie". Quizás porque ya tienen el punto de mira puesto en  el que será su nuevo álbum previsto para finales de año y del que presentaron (era la segunda vez que la tocaban en directo) "Sweet Dewelee", de aromas funkies y cantada por Stevie

Del cancionero más clásico surgieron piezas "menores" como "Mayfly" , "Seing Other People", "The Stars Of Track & Field" ( las tres del "If You Feeling Sinister", 1996), "Woman' s Realm" ("Fold Your Hands Child, You Walk Like A Peasant", 2000) y para la recta final la que nunca falta "The Boy With The Arab Strap" (1998), con la que hicieron su habitual performance de hacer subir a una veintena de fans para bailar con ellos encima del escenario, con el trozo final improvisando la letra. Los improvisados coristas también pudieron gozar al lado de sus ídolos de la rockera "The Blues Are Still Blue" antes de abandonar las tablas para que los de Glasgow se pusieran electrónicos con la gloriosa "Sleep The Clock Around" ("The Boy With The Arab Strap", 1998), que ponía punto y aparte al show. 

Para los bises la retro "We Are The Sleepyheads" con sus "parapapás" a cargo de la tímida de Sarah y los bailoteos de Stuart. Del mismo disco ("The Life Pursuit", 2006) Stuart hizo el amago de la pluscuamperfecta pieza pop "Another Sunny Day" para dejarnos tirados y abordar otra también muy buena "Judy & The Dream Of Horses". Con ella ponían el punto y final a un show que sonó de fábula y mantuvo un loable nivel musical pero en el que muchos lamentamos su setlist, pues aparcaron demasiadas de sus mejores piezas. Seguramente es lo que tiene tener un cancionero tan extenso y de gran calidad como el suyo junto a un directo tan compacto y cercano: el listón estaba demasiado alto.