Por: Txema Mañeru.
La verdad es que el asturiano Nacho Vegas a comienzos del nuevo milenio era un cerebro en ebullición creativa con un genio difícil de parar. Poco después de finalizar con sus Manta Ray fue la gran sorpresa del 2011 con un “Actos Inexplicables” que todavía tratamos de explicar por la gran transformación que supuso. Pronto siguió (igual hubo alguno esos golosos EPs por medio que están englobados en la espectacular colección “Los Hermanos Pequeños”, también en Limbo Starr) otra obra mayor aún (fue doble compacto y casi 2 horas de magia y poder) que fue, muy merecidamente, disco del año en Rockdelux y, posteriormente, tercer mejor disco de toda esa década. ¡Casi nada! Si a esos 20 temazos sumas el bonus track con la preciosa "El Fulgor", te acercas casi a esa duración citada. Más de 7 minutos de pausada paz que aparecieron, en su día, en el “Canciones Inexplicables 2001-2005”.
Pues bien, dicha maravilla la tenemos en una especial y lujosa edición en triple vinilo de color verde oscuro y con un sonido muy finamente remasterizado. Por cierto, el citado debut con “Actos Inexplicables”, "Desaparezca Aquí" y el recopilatorio doble "Canciones Inexplicables 2001-2009" o "El Manifiesto Desastre" también tienen chulas y cuidadas ediciones limitadas en vinilo que puedes conseguir en www.limbostarr.com, al igual que otro buen material del asturiano. Es una buena idea la de sacar ahora esta joyita en triple vinilo. Y es que tiene a punto su nuevo y esperado disco y otra de sus grandes y emocionantes giras.
La magna obra comienza de manera impecable con la psicodélica, expansiva y opresiva "Noches Árticas", moviéndose entre los mejores Bad Seeds de Nick Cave y los Swans de Michael Gira y con la ayuda vocal de J, de Los Planetas. Bien es cierto que, sobre todo, en sus temas más reposados y cercanos al folk eran muy buenas referencias las citadas en su sello de Townes Van Zandt y Leonard Cohen (a los que ya había versionado traduciendo al castellano) o Smog y Will Oldham (Palace Brothers). Seguía con "N.V. Por La Paz Mundial" con una de sus preciosas melodías, el destacado piano de Iker y ese acordeón tan presente y destacado a lo largo de todo el disco a cargo de Diego. También destacan los teclados de un Paco Loco que tocó en varios temas más y que fue el brillante productor de la obra.
"Todos Ellos" era uno de esos vals alucinados que le siguen gustando crear y "Sólo Viento" se trata de un himno con esos coros que te llevan al firmamento y más arriba ayudado por los buenos coros de Jairo e Iker. "En El Jardín De La Duermevela" vuelve a provocar inquietud y desasosiego. Algo más de paz y aires a Townes Van Zandt trae con "Tu Nuevo Humificador" mientras que "La Plaza de la Soledá" es otro de sus himnos mágicos y melódicos. Brilla otra vez ese acordeón y el piano, además de una guitarra math-rock realmente matemática. "Por Culpa De La Humedad" es otro lento espectral, desolador y tristísimo. Le sigue el tema que cerraba el primer compacto (en dicha edición) y uno de sus clásicos absolutos. Te hablamos de una "En La Sed Mortal" (creo recuperada de un EP anterior) que supura tristeza con una melodía que ya empezaba a ser marca de la casa.
"El Salitre" es una tormenta que pica y va en crescendo. Destacan las preciosas cuerdas, además del sempiterno acordeón y tiene un apoteósico final recordando a El Capitán Ahab y superando los 8 minutos. El nadador "Mark Spitz" nos trae aires al folk americano, pero con un violín casi de sonoridades clásicas. Vuelve a sonar pausado y con toques de vals en "Gang-Bang". "Stanislavsky" es un huracán eléctrico al estilo de los Bad Seeds del “Tender Prey”. No nos cansamos de beber la preciosa y evocativa melodía vocal sólo tarareada de "La Sed" en su estribillo. Paco Loco se sale con la pedal steel y le insufla aires country a "Monomanía". Es fácil acordarse de nuevo de su adorado Townes Van Zandt o de Guy Clark. Me encanta la delicadeza vocal y el combate entre guitarra y piano de "Etcétera", donde al sumarle las cuerdas es fácil acordarse del “The Boatman’s Call” del australiano. "Historia de un Perdedor" es otro tema a cámara lenta (¿sadcore?) con toques de vals y, de nuevo, con evocativo acordeón.
El álbum se cerraba con la música folk asturiana de "La Canción De La Duermevela", que la transforma en apoteósico y explosivo folk-punk y era un excelente colofón a uno de sus mejores y más completos trabajos. Ha sido una auténtica gozada regresar a él mientras esperamos su inminente próximo disco.



