Isma Romero: “Luminiscencia”

Por: Javier González 

Los que escuchamos música con la sana intención de encontrarnos con algo de verdad, quizás una melodía que nos haga emocionar, tal vez un riff que se instale en nuestra cabeza sin remedio, o tan solo un estribillo infalible que nos persiga día tras día, echábamos mucho de menos tener noticias del bueno de Isma Romero

Sentíamos desde hace demasiado la necesidad de encontrarnos con la continuación de aquel notable “Antes de que Esté Prohibido”, un trabajo que nos hizo imaginar al valenciano como la cabeza visible de una nueva hornada de jóvenes creadores, llamados a ser el relevo generacional de nuestro adorado pop-rock nacional al que los inflexibles años comienzan a acuciarle de manera urgente. 

Un disco que llegó semanas atrás a nuestras manos con el título de “Luminiscencia” y al que hemos mimado como la joya que es, regalándole períodos de escucha activa, reposos necesarios e instantes de dedicación absoluta, con la idea de hacerle un sesudo examen, ya que según marcan los cánones no escritos del mundo de la crítica, éste álbum debería servir como consagración absoluta y definitiva del músico en la primera categoría de nuestra música. 

En el mismo nos encontramos con un puñado de canciones cargadas de vitalidad, sinceridad y buenas melodías, instantáneas y directas, al menos en algunos instantes, aunque no efímeras, sino de aquellas que ganan con las escuchas; y en otros casos nos topamos con temas realizados con afán de avanzar, en la búsqueda de ensanchar caminos musicales, cuyo denominador común es una comercialidad bien entendida, nunca exenta de calidad, que fija sus miras en la mejor tradición del rock facturado en lengua castellana. 

Abre la colección “No sé como Llamarte”, con su lluvia de guitarras cristalinas y su ritmo trepidante, jugando la baza de enganchar al oyente desde el primer acorde hasta hacerlo enloquecer con el estribillo, y siguiendo en una línea similar con “Héroes”, cercana en su cadencia a los ritmos de Fito & Fitipaldis y Los Secretos, un corte que sabemos positivamente que ha tenido una mutación desde su génesis más que interesante; ahondando en la profundidad hasta emocionar, y casi cortar el aire, continua con la maravillosa “Fogonazo”, una composición que es pura vida, a la que sigue “Todo lo que Espero”, un medio tiempo de guitarras desbordadas donde la sombra del mejor rock americano asoma sin remilgos, anticipo de “Carlota” con su estribillo ideado para ser cantado a voz en grito, carne de radiofórmula de las de antes, de las buenas y de verdad, algo que demuestran sus más de 50.000 reproducciones en Spotify, casi nada.

La segunda parte del álbum se abre con el aire stoniano de “Entre un Millón”, un bonito tema de aire canalla lleno de amor que da paso a una joyita delicada como es “Sin Frenos”, que de una manera disimulada acaba por erigirse en una de las grandes canciones de éste “Luminiscencia”; quizás la que más marque un cambio con la tónica general del disco por su letra de sangre caliente, casi latina, sea “Cerca del Corazón” con un innegable sabor porteño de guitarras valientes. 

Encarando la recta final encontramos las guitarras cercanas a Tom Petty and the Heartbreakers con que se inicia “Demasiadas Cosas”, un corte que refleja la juventud de un Isma que ha tenido que vivir muchas cosas en su carrera, pese a su corta edad, que le han hecho forjarse un carácter aguerrido y vehemente, y los pianos relucientes de “Sensacional”, con una letra vital y valiente que habla de miedos e incertidumbres invitando a vivir una vida repleta de satisfacción.

Tras la escucha de “Luminiscencia” debemos confesar que nos enfrentamos a un disco que anuncia inmediatez y estribillos arrebatadores que exigen ser cantados a voz en grito, elementos que a la vez conviven en absoluta armonía con otra serie de composiciones llenas de mensajes con mucha madurez, sorprendentemente vitales y efectivos, escritos y defendidos con plena convicción por un jovenzuelo llamado a derribar la puerta de nuestro pop-rock más pronto que tarde hasta situarse en lo más alto del cartel.

No le olviden, se llama Isma Romero, próximamente en las mejores salas de mediano aforo de su ciudad.