Ornamento y Delito: "El Glamour de las Provincias"

Por: Javier González

Llevaba rondando mucho tiempo en nuestras cabezas una pregunta muy sencilla. ¿Qué sería de los chicos de Ornamento y Delito tras tanto sin saber de ellos? Afortunadamente dicha cuestión encontró la mejor de las respuestas semanas atrás en un intercambio de e-mails y la posterior escucha de "El Glamour de las Provincias", el nuevo artefacto sonoro de estos bilbaínos afincados en Madrid

Más de tres años de silencio y algún que otro cambio a bordo, sobre todo en lo relativo a compañía discografía, abandonan el barco de Limbo Starr y ahora se suben al de Fikasound. Además de una clara apuesta por el sonido que entendemos más natural y afín al grupo, aunque esto tenga más que ver con la reafirmación de unos parámetros ya existentes que con un viraje radical, preconizando quizás ahora su vertiente más pop, en lo que supone volver a encontrarnos con la franca sonrisa de una banda amiga que nunca nos ha defraudado lo más mínimo. 

Comienzan de forma inmejorable con la cara amable de "Confía en el Amor", un corte relajado lleno de cristales, con una atmósfera delicada y sugerente, que habla de las dobleces, aristas y riesgos de una relación, continúan con "Milton", teclados amables y querencia galopante, casi épica, en contraste con las áspera voz de Gari, en otro corte de temática amorosa, encaran el camino de la ironía con "Red Bull", tonos más densos, raigambre post-punk y, sobre todo, crítica afilada hacia colectivos muy concretos. 

En "Hacia la Eternidad" dibujan otro trallazo incontestable que habla de melomanía, de tradición y herencia, esa pasión por la música que se transmite de padres a hijos con una línea de guitarras, batería y bajos maestra, con ramalazo a lo Pixies, de las más efectivas del álbum, contrapunto a la crudeza de "Canción para Europa", mensaje contrario a la cantidad de desgracias que vive el continente con la inmigración en la actualidad.

"La Mitad del Cielo" nos devuelve a unos Ornamento cercanos a los Gabinete Caligari que tanto adoran, más que nada por concepto, relatando de manera costumbrista la historia de la película del mismo título, dirigida Manuel Gutiérrez Aragón y que en su día fue Concha de Oro del Festival de Cine de San Sebastián, un drama narrativo contando en tercera persona que pese al tono lúgubre y decadente, muy cercano a Décima Victima, logra emocionar hasta el extremo; en "Asma" (Homeschooling) firman un corte más críptico aunque musicalmente tiene un toque muy fino, ambientada en la infancia, quién sabe si de Gari, asumiendo un pasaje oscuro colegial y quizás enmarcando de fondo un amor con alguna joven de aires muy naif.
  
Nos acercamos al final con "Soledad", un término demasiado actual en la sociedad aparentemente avanzada en la que vivimos, que roza los temas de la adicción, la ausencia de moral y en definitiva la opulencia de recursos y la ausencia de un corazón más real, en otro corte de base potente, enérgico, que muestra la cara más afilada de Ornamento y Delito, antes de que se baje el telón con la sintomática "Experiencia y Pobreza", con algún ramalazo a lo Blur o Pulp y reminiscencias a Bowie, sí, sabemos que suena sorprendente, siendo éste tema de cadencia reposada que cierra a las mil maravillas otro gran disco de los vizcaínos. 

Apenas nueve canciones, servidas en bandeja de plata, con historias que miran desde dentro hacia afuera, totalmente aplicables a terceros, y a casi todo el conjunto de la sociedad actual, envueltas en los habituales condimentos, rock, post-punk y quizás más pop que entregas anteriores, que nos siguen mostrando a unos Ornamento y Delito consagrados como una de las bandas más interesantes del panorama estatal. 

Lo dijimos hace mucho y lo reafirmamos; nos gustan porque son únicos, especiales y esenciales. Ellos, entrega a entrega, se encargan de demostrarnos que no fallamos en la apuesta y ahí están sus discos para darnos la razón a ambos, con las cartas hacia arriba nos hacen ver que beben de la mejor tradición de la música estatal, actualizándola con sabor a siglo XXI para el deleite de algunos oídos selectos que saben buscar más allá de lo evidente.