"Bohemian Rhapsody", Bryan Singer

Por: Àlex Guimerà 

Mucho se está hablando estos días del estreno de "Bohemian Rhapsody", el biopic de Queen y sobre todo de Freddie Mercury, cosechando opiniones dispares tanto por los detractores de la banda, quienes consideran innecesaria la película, como por sus fans, quienes están encantados de que la fiebre de la "Reina" vuelva a la palestra. Los primeros, muchos de ellos grandes eruditos del rock, siempre han mostrado una animadversión irracional que cuesta bastante de entender, se mire por donde se mire Queen fueron una formidable y original banda que publicó grandes discos (sobre todo en los setenta) y que también tuvo grandes fracasos creativos, con un carisma abrumador de sus miembros y en especial de su irrepetible solista, lo que les arrojó durante años a ser centro de la fama musical y a ser absorbidos por el "mainstream" con las peores de sus consecuencias. Para los segundos les diría que no se pierdan la película, está hecha para su disfrute.

Dirigida por Bryan Singer (director de la saga "X-Men" y de "Superman Returns"), quien fue despedido hacia el final del rodaje y sustituido por Dexter Fletcher en la dirección, el proyecto arrancó en 2010 con la supervisión de Brian May y Roger Taylor, y en el que en su inicio el papel de Freddie Mercury lo encarnaría el humorista Sacha Baron Cohen, quien finalmente declinó el proyecto por diferencias creativas.

Aunque precisamente uno de los éxitos del metraje es la elección final del actor Rami Malek para encarnar el difícil personaje de Mercury. El reto no solo se planteaba en emular los gestos, sino ante todo, en hacer olvidar al espectador de que se trataba de una interpretación y no del propio icono del rock. Inteligente la elección ya que a priori el protagonista de "Mr. Robot" no se parece al gran vocalista, pero en realidad sus rasgos físicos -y su ascendencia egipcia- no están alejados de aquel. Luego está sobre todo el formidable trabajo de gesticulación del actor, quien en las escenas de conciertos borda el papel, lo cual se junta con una caracterización espectacular (prominencia dental, peinados, vestuario....) que logran trasladar la esencia del personaje al celuloide. Algo aplicable también a los secundarios, con sus grandes parecidos físicos y formidables caracterizaciones logran el paralelismo buscado. Son los falsos Brian May (Gwilym Lee), Roger Taylor (Ben Hardy) y John Deacon (Joseph Mazzello), prácticamente clones de los rockeros reales. 

Si bien la trama está plagada de clichés ampliamente conocidos (las dudas de la homosexualidad, la incomprensión artística, los choques de valores generacionales y culturales,...), el visionado se hace muy entretenido en sus 135 minutos de duración y logra captar la esencia del grupo y de su vocalista. Especialmente sobre éste versa el argumento, sobre sus luchas internas, la soledad con la que tuvo que vivir mientras era adorado por miles y miles de fans en sus conciertos, su doble vida con una lujuria sexual sin freno, su especial relación con Mary Austin... Así, vemos pasajes muy agradecidos, como los inicios de Smile tocando en un club universitario ante su futuro y extravagante solista Farrokh Bulsara (luego Freddie Mercury); las bonitas escenas de intimidad entre Freddie y Mary; las reuniones familiares en casa de los Bulsara; el complejo y divertido proceso de grabación de "A Night At The Opera", y del tema que titula la película; o la historia de amor tardía de Freddie con Jim Hutton. También hay escenas desagradables como la tóxica relación de Freddie con el manager Paul Prenter y la entrada en ambientes sórdidos, el refugio de las drogas, la aparición del SIDA o el distanciamiento de la banda por la individualidad de su frontman.

Aunque el eje del film y las escenas de mayor impacto son las maravillosas recreaciones de los conciertos de la legendaria formación, igual que las de sus giras japonesa y americana de los setenta, su aparición en el Top Of The Pops, sus conciertos multitudinarios de los ochenta y sobre todo su histórica participación en el Live Aid en Wembley que en 1985 organizó Bob Geldof (clavadito su actor, por cierto), erigido como clímax anticipado al principio de la película. Unos conciertos en los que la música de Queen se recrea al máximo en un formato audiovisual perfecto para sus seguidores y en los que los movimientos, gestos y detalles quedan fabulosamente empaquetados. 

Para ponernos un poco quisquillosos, los anacronismos también salen a palestra, seguramente por necesidades de ritmo y de guión. Los vemos en la recreación de la etapa de Smile, en su primera aparición en televisión y descaradamente cuando Brian idea junto a la banda (y sus chicas) el "We Will Rock You" con fecha de 1980 cuando en realidad ésta se compuso tres años antes.

Cierto es que "Bohemian Rhapsody" es una película con grandes ansias comerciales, sus primeros resultados de taquilla lo confirman, y que con ella se busca con descaro vender por enésima vez con la música del cuarteto, pero lo cierto es que mientras otros biopics con similares objetivos fallaron en sus resultados -"The Doors" de Oliver Stone (1991) , "Gran bola de fuego" (1989) o "I' m Not There" (2007), por poner ejemplos-, éste es entretenido, bien cerrado argumentalmente, visualmente impactante y logra captar bastante la realidad de la historia de una banda que no se puede negar, ha dejado huella.