Cruiïla 2019: Entorno ideal para la música ideal

Parc del Fòrum, Barcelona. Viernes y Sábado, 5 y 6 de julio del 2019 

Por: Àlex Guimerà
Fotografías: Desi Estévez

La décima edición del Festival Cruïlla de Barcelona confirmó el éxito de este evento que ha sabido conectar con un público y engancharlo entre la variada (y a veces excesiva) oferta festivalera de verano. Con una propuesta artística abierta a todas las tendencias y culturas musicales, la diversidad de estilos, géneros, lenguas y etiquetas que han ido cruzándose en el espacio del Forum de Barcelona desde que nació en el 2009, junto con sus propuestas culturales alternativas, reivindicativas y de cooperación, han dotado al evento de cierto carisma y elemento diferenciable que le augura un largo recorrido en el futuro.

VIERNES 5 DE JULIO

Los ingleses Bastille (Escenario Estrella Damm ) protagonizaron el primer gran concierto de la jornada a base de su indie pop con tintes de synth, con un entregado Dan Smith ejerciendo de perfecto frontman (y disimulando sus problemas con su garganta) y haciendo sentar a todo el público antes del subidón de su "Of The Night", una mezcla de dos temas de synth pop de los ochenta, y tras defender con solvencia sus exitazos "Quarter Past Midnight", "Joy" y la final "Pompeii", no falta de sus "o-o-oh". En una banda en la que los sintes y las percusiones marcan las pautas, las melodías eurovisivas encajaron a la perfección ante un público festivalero entregado a la diversión a plena luz del día.

Tras el buen sabor de los británicos fuimos directos a unos clásicos del pop en catalán, Els Pets (Escenario Time Out), artífices de grandes clásicos populares desde los 90 , y famosos por su carácter festivo. No obstante, el giro de la banda hacia sonoridades más maduras, de clara referencia indie anglosajona (Real State, Tha Shins,...) nos trajo un muy buen directo a base de los trabajados nuevos temas de su último disco "Som" (2018) como "Wittgenstein"o la preciosa "No vull que t agradi aquesta cançó", a las que se sumaron éxitos más reconocidos como "La vida és bonica (pero a vegades complicada)", con dedicatoria a los presos políticos catalanes, y "Tantes coses a fer" ( ambos del disco "Sol" de 1999), o piezas de su  disco "Agost" (2004), como la propia "Agost" y "Soroll". La única concesión a su fornido cancionero más lejano llegó con la final "Jo vull ser rei", dejando la sensación de que a pesar de ser concierto con nota se alejó al carácter festivo y espontáneo que antaño tanto les caracterizó. Lástima, pues la ocasión lo merecía.

Y del Camp de Tarragona hacia Madrid con las ya mega-estrellas del indie que son Vetusta Morla  y su pop tremendista a base de guitarras feroces, efectos de los sintetizadores a tope, percusiones dobladas y festival de luces. De nuevo, a la cabeza del sexteto el bueno de Pucho desplegando toda su humildad y simpatía que adornó dirigiéndose al público en un perfecto catalán (gesto muy agradecido) y cantando a lo bestia sus conocidos hits como “Golpe perfecto”,  “Mapas”, “Sálvese quien pueda”, “Copenhague” o “Valiente”, junto con piezas de su último trabajo ”Mismo sitio, distinto lugar" (2017) . Para el final la majestuosa “Los días raros”, un auténtico temazo que les hizo de nuevo salir por la puerta grande (y entre confetis y pirotecnia) de un festival al que volvían tras su paso en 2014. Unos que nunca fallan.

Tras todo ello, directos hacia los cabezas de cartel Garbage, comandados por una carismática Shirley Manson, de estrafalario (y siempre pelirrojo) peinado, ataviada con un impactante vestido plateado y con sus poses y estilismo punk, afrontó un directo que se basó (al menos en la parte que estuvimos) fundamentalmente en sus dos primeros discos "Garbage" (1995) y "Version 2.0" (1998), con una compenetración con el público que les sentó de maravilla. Por cierto, anunciaron nuevo disco y gira para el año que viene. Así, los más nostálgicos gozamos con las míticas "Stupid Girl", "Temptation Waits" y la perfecta cascada final "Push It", "Only Happy When It Rains" y "When I Grow Up".

Interrumpiendo a los americanos nos acercamos al Escenario Time Out  para ver a una leyenda del indie nacional como es Xoel López, cuyo concierto se solapaba con los anteriores pero que la proximidad de los escenarios nos permitía repartir. En un escenario plagado de músicos y ante un ferviente público el gallego dio un impactante directo para pasarlo a lo grande con tres concesiones a sus legendarios Deluxe, como la grandiosa "Que no" coreada y bailoteada por todo el que se movía por allí, y su repertorio en solitario en el que metió una final "Ojalá que llueva café" agradecida por los amantes de la cerveza a altas horas que por allí asomamos.

SÁBADO 6 DE JULIO

La jornada del sábado arrancó para muchos con uno de los grandes platos fuertes de la edición, el neerlandés afincado en Londres Michael Kiwanuka, quién venía a presentar en directo su "Home Again" (2012) y sobre todo "Love & Hate" (2016), posiblemente uno de los mejores álbumes de la década. Y el directo no defraudó.

Armado con una extraordinaria banda con guitarra, bajo, teclados, batería y coros, Kiwanuka desplegó su Soul modernizado evocando el espíritu del Marvin Gaye del "What' s Goin On", pero también de Otis Redding, Curtis Mayfield y otros adalides de la mejor música negra. Con su voz ronca y poderosa el solista se entregó guitarra en mano a las canciones con toda el alma puesta en ellas. Humilde y de pose cándida, interpretando demostró ser un monstruo de la música. Por allá desfilaron joyas como la inicial y bailonga "One More Night" (una declaración de intenciones), la reivinidicativa y tarareada "Black Man in A White World" (invitando a dar palmas), la recién estrenada "Money", que va directa a su próximo disco, el baladón "The Final Frame" y sus dos joyas de la corona: "Cold Little Heart", en su versión corta, y los "pa-pa-ra-rás" de "Love & Hate". Entre medio grandes desarrollos instrumentales de la bandaza, coros imposibles de las solistas, ritmos, emociones, y soul, mucho soul del bueno y del de ahora.

Cambiando de chip cien por cien el festival nos llevó directos hacia el escenario estrella Damm  y hacia la mítica Kylie Minogue con su pop de MTV y su trabajadísima escenificación. Tras varias décadas encima de los escenarios la australiana se desenvuelve a la perfección, moviéndose al son de la coreografía, cantando notablemente y mostrando una proximidad que, a pesar de la multitud y el enorme escenario, se hizo patente. Con hits conocidos por todo aquel quien ha puesto la radio desde finales de los 80 como " Can't Get You Out of My Head" o "I Should Be So Lucky", se sucedieron cuatro escenificaciones, media docena de vestidos de la rubia (chandal, vestido largo y corto, vestido retro,...) y la banda postrada en la parte trasera y superior del escenario; unos solventes bailarines adornaron un concierto que se presentó muy teatralizados y en el que la coreaografía fue parte esencial. Para el final de su espectáculo tuvo parada en "Where The Wild Roses Grow" de Nick Cave, en una divertida versión de "Loco-Motion" y en una "Spinning Around" alargada entre agradecimientos y confetis.

Y para que no nos tacharan de "mainstream" interrumpimos un rato a la diva para comprobar cómo el dueto punk Cala Vento lo petaba en el Escenario Radio 3. Con solo batería y guitarra, tal y como Black Keys o White Stripes, nuestros Joan Delgado y Aleix Turón mostraron que a pesar de sólo llevar cuatro años de carrera (y 3 discos a sus espaldas), se desenvuelven a la perfección a base de coros, aporreos a la batería y distorsiones de guitarra. Y es que los de L' Empordà presentaron su flamante "Balanceo" al público barcelonés con todo su poderío.

Para bajar tanta entrega, era momento para un Jorge Drexler que desde las gradas del Escenario Time Out nos hizo disfrutar de su pop de cantautor de ritmos latinos, letras ingeniosas y melodías pegadizas. Para ello contó con temas como la oscarizada "Al otro lado del río" o " Pongamos que hablo de Martínez", con la que recordó su llegada a Madrid y a su primer encuentro con Sabina. Pero por encima del buenrollismo el uruguayo nos removió la conciencia cuando recordó las muertes en el Mediterráneo y la noble labor del Open Arms. Una buena agitación moral para un concierto y un festival que tiene un entorno tan cálido como ese mar tan maravilloso.