Sala BBK, Bilbao. Miércoles, 22 de octubre del 2025.
Texto y fotografías: Sergio Iglesias.
Qué bien lo pasamos siempre que vemos a Burning, o a Johnny Burning, único miembro en activo de la banda de La Elipa, que, sin darnos cuenta, llevan toda una vida a nuestro lado. Sin duda uno de los grupos estatales que mejor ha sabido envejecer. Porque es encomiable la labor de Johnny para mantener vivo un legado tan imponente, sin acomodarse y limitarse a ser, como tantas otras bandas de su generación, un simple combo para amenizar esas “fiestas de la nostalgia” que tanto proliferan por nuestras ciudades y pueblos.
Sin embargo, el músico madrileño tenía claro que no podía dejar morir lentamente a Burning y por eso, tras una gira de despedida que, finalmente y para suerte de los y las que les adoramos, no fue tal, decidió probar un breve camino en solitario, para recuperar el repertorio de la banda matriz junto a un puñado de brillantes músicos pertenecientes a otras generaciones posteriores, para sacar lustre a todo ese catálogo de himnos, que ya forman parte de la banda sonora de muchos y muchas de nosotras, y traerlos renovados a este siglo XXI, sin que, por el camino, pierdan un ápice de su encanto inicial.
Así, regresaban a Bilbao para tocar en una Sala BBK que presentaba un aspecto bastante decente a pesar de que era día de fútbol, algo que en Bilbao es casi como decir que es día de misa para los beatos.
Pero para los y las que no profesamos otra religión que la “misión sagrada del rock and roll”, tal y como lo denominó el líder de la banda casi al finalizar el bolo, teníamos la obligación casi moral de ir a disfrutar de estos Burning actuales que, sin menospreciar todo lo anterior, es una de las mejores formaciones que ha tenido en sus más de 50 años de vida… aunque por supuesto, Toño y Risi siempre serán, junto a Johnny, el alma de una banda inmortal.
Lo reconozco, no puedo ser objetivo cuando hablo de los Burning, a pesar de que también me han decepcionado, como cuando hicieron casi una verbena de aquella gira de despedida fallida que mencionábamos anteriormente. Pero, como también comentábamos antes, el bueno de Johnny ha sabido reconducir su camino para dignificar al más alto nivel la marca.
Y sin más preámbulos, pasemos a analizar lo que dio de sí una noche de ROCK así, en mayúsculas, que comenzaba con un “No pares de gritar” que dejaba bien claro que iba a ser una velada para disfrutar, más aún cuando el vocalista y pianista se levantó de la banqueta para empezar a arengar a un público entregado desde el primer instante, y que tuvo un segundo de descanso en las dos horas que duró el concierto.
“Jim Dinamita” sonó como un tiro con una banda que se presentaba en amplio formato de septeto, y donde cada uno de los músicos tenía su protagonismo, destacando en este sentido, la actuación memorable de un Nico Álvarez, brillante no sólo a las seis cuerdas, sino también a los coros, y también la presencia sonora del saxo de David Charrito Pérez, pero sin menospreciar al resto del grupo, como ya hemos comentado más arriba, todos excelentes músicos.
Sin parones innecesarios, sonaron los primeros acordes de “Bestia azul”, perteneciente al sobresaliente “Pura Sangre”, el último trabajo discográfico bajo la denominación de Burning hasta el momento. Y de eso ya hace más de una década, así que habrá que darle continuación, algo que parece un hecho esperamos que más pronto que tarde, si tenemos en cuenta que en el concierto hicieron sitio a composiciones nuevas como la trepidante “Algo está ardiendo”, justo antes de una ochentera “Coge la onda”.
Pero el repertorio se basó principalmente en sonidos honky tonk y boogie, a los que la banda iba añadiendo otros sonidos, como la revisión que hicieron de “Las chicas del drugstore” pasada por el filtro de un Billy Idol del 2025 y con un cambio de ritmo hacia el final de la canción que servía como lucimiento para todos los músicos, o los ritmos fronterizos de “Demasiado sucio”, también de “Pura Sangre”, con largos desarrollos instrumentales, que hicieron las delicias de todos y todas.
“Jack Gasolina” sonó como nunca, comenzando con un ritmo country que se iba envenenando hacia el hard rock más puro , justo antes de revisitar “Chueca”, una de esas composiciones gamberras y macarras “marca de la casa”.
Tampoco faltaron medios tiempos como “Tú y yo” o “Corre conmigo”, así como alguno de los temas del notable disco que Johnny sacó con su nombre –aunque, prácticamente con la misma banda con la que ofició en Bilbao- en ápoca postpandémica: “Hagámoslo”, del que sonaron “Sé cómo vivir (No cómo morir)” y el rock and roll descarnado de “Un duro invierno”, quizá una de las mejores piezas de la tarde-noche.
Pero sin duda, los momentos más mágicos se vivieron con temas inmortales como la extraordinaria “Es decisión”, “Ginebra seca”, con el inevitable recuerdo a sus queridos y admirados Stones –acordes de “Satisfaction” incluidos”-, “Esto es un atraco” –dedicada a todas las mujeres- o “Mueve tus caderas”, que puso fin a la primera parte del concierto, tras una fallida revisión de “Es especial”, que quizá se vio perjudicada por el exceso de estímulos sonoros, que hizo que sonara demasiado embarullada… cosas que pasan y que no emborronan un concierto sobresaliente que finalizó con un bis en el que incluyeron otros dos himnos como “¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?” y la emotiva “Una noche sin ti”, el homenaje que Risi hizo para su amigo Toño y que, paradójicamente, ha quedado para la posteridad como un homenaje también propio.
Un fin de fiesta tras el cual Johnny expresó su intención de irse “a dar un rulo por Bilbo”, mientras preguntaba al personal dónde se podía ir de fiesta después del concierto… pobre infeliz, todavía no se ha enterado de que, entre unos y otros, se han cargado la noche bilbaína, convirtiéndolo en el lugar más aburrido y con menos vida nocturna del estado, y probablemente de Europa. Pero bueno, esa es otra historia que tampoco tiene por qué empañar el espectáculo mayúsculo que pudimos disfrutar, y que convirtió un miércoles cualquiera en una manera inmejorable de enfilar el fin de la semana laboral con otro ánimo.
Sin duda, uno de los mejores directos que, en la actualidad, se pueden disfrutar a nivel estatal. Algo que no dice mucho de la escena actual, pero que demuestra que la edad no es más que un número, como atestiguó, una vez más, Johnny Burning, sin duda uno de los tipos con más actitud del planeta rock y que, sin miedo, ha asumido esa “Misión sagrada del rock and roll”, a lo que yo añadiría la misión de mantener vivo un legado único.
Objetivo cumplido.