(Sandy) Alex G: "House of Sugar"

Por: Pepe Nave

Alex Giannascoli es un músico precoz, 26 años y éste es su noveno disco. El primero, "Race", data de 2010, lo grabó en su casa tocando todos los instrumentos y lo editó en cassette y en formato digital. Sacó varios discos más siguiendo más o menos este esquema hasta que fichó por la compañía británica Domino en 2015 con los que ha sacado los tres últimos, que pese a contar con un sonido más profesional, han sido grabados inicialmente en casa y rematados en estudio por el ingeniero de sonido Jacob Portrait. Alex cuenta en las entrevistas, de forma que resulta casi cómica, que para este nuevo disco ha actualizado su versión del programa de grabación Garageband y se ha comprado un micrófono nuevo. El caso es que vía redes sociales y con giras de conciertos cada vez más extensas, se fue ganando un grupo de seguidores, siendo al principio un músico de culto y llegando actualmente a tener 775.000 oyentes mensuales en la plataforma Spotify, con lo que había altas expectativas para este nuevo álbum.

Su voz filtrada cantando "Some day I’m gonna walk away from you, not today, not today" abre la primera canción, "Walk Away", donde al piano y guitarra acústica inicial, se suma una batería pesada arrastrando consigo una maraña de sonidos, en los que se distinguen coros de voces tratadas, violín, piano, que no obstante dejan escuchar el mantra sobre salir pitando, pero otro día. A Giannascoli le gusta presentar las canciones de forma que el oyente requiera de varias escuchas para descifrarlas, por eso a veces las enrarece con capas y elementos que parece que no encajen. Al mismo tiempo no le gusta atarse a una fórmula por eso la siguiente, "Hope", suena a nítido folk melódico que lo emparenta con su influencia más citada, la de Elliott Smith, y por tanto con Big Star, The Beatles, The Byrds, ya que aunque pueda ser arriesgado en las formas de grabar y producir, sus melodías son clásicas. La letra es la más clara, cuenta la historia de un amigo con el que compartió apartamento en Hope Street , Philadelphia, y que murió por una sobredosis de fentanilo. La canción acaba abruptamente pasados los dos minutos; solo una canción pasa de los cuatro. Un piano machacón despista al inicio de "Southern sky", que pronto toma el mismo camino que la anterior, mecida por el piano, el violín de su compañera Molly Germen y los coros de Emily Yacina. Tiene un aire country a la manera del Neil Young de "Harvest Moon". Esta letra es más evocativa que concreta, según dice le gusta dejar huecos y cabos sueltos para que el oyente se forme su propia idea.


Para el primer single eligió "Gretel", una pieza en la que conviven coros de voces con el “efecto helio”, una guitarra acústica algo noventera y otros sonidos simulando aullidos. Es una versión del cuento de Hansel y Gretel, en la que se cita el título del disco ("House of sugar", la casa de dulces de la bruja) y en la que repite tanto en el adictivo estribillo que no quiere volver a la casa que muestra que la tentación por hacerlo es muy grande. "Taking" y "Near" siguen la misma estela, guitarras acústicas, coros alucinados, voces filtradas y teclados que generan una atmósfera extraña pero melódica en poco más de dos minutos en ambos casos.

Entre dos cortos instrumentales, que no son meros interludios, "Bad Man" parece una canción infantil pasada por su filtro, pero con una letra críptica en la que menciona cuantos años tenía el protagonista cuando cayó la bomba. En la recta final del disco vuelve al sonido más clásico y directo, sin filtros ni juegos. "In my arms"  trae a la memoria a los Red House Painters, una canción sobre conversaciones con un amigo en el coche en la que deja una curiosa frase: “sabes que la buena música hace que haga cosas malas”. "Cow y Crime" son dos bonitos temas de pop folky con las influencias que hemos citado al principio. La letra de la segunda es inquietante, una letra de amor obsesivo por una tal Lena en la que deja caer :“le mataron por el crimen, pero sé que están equivocados, era yo todo el tiempo”.

Para añadir algo más a esa heterodoxia en la producción y el sonido de las canciones, la que cierra el lote es una nueva grabada en directo el invierno pasado en Saint Louis. "SugarHouse", que hace referencia a un casino del mismo nombre en Pennsylvania y a toda la gama de personajes que lo frecuentan, tiene algo del romanticismo a lo Springsteen, con un saxo acentuando la melodía de la canción.

Aunque se trate de un trabajo corto, queda la sensación al acabar de escucharlo de haber atravesado muchas estancias diferentes y aun así con cierta coherencia interna. Además, como a Alex G le gustaría saber, con cada escucha se van detectando nuevos matices y la percepción del disco va creciendo.

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