Coque Malla: Revolución y resistencia

Sala Momart Theatre, Cádiz. Sábado,28 de diciembre del 2019 

Texto y fotografías: J.J. Caballero


La revolución que pone en duda el gran Coque Malla en el título de su fantástico nuevo disco tampoco será televisada. Ni siquiera somos conscientes de que ha empezado ya, y solo podemos ser conscientes de que algunos de sus síntomas viven en las canciones y en la forma de cantarlas. Al dar forma en vivo a sus nuevos himnos, este pequeño gran artista se plantea el hecho de que ya que no podemos hacer nada por evitarlo, lo mejor es bailar y proclamar que “Solo queda música” para que sea esta la que infecte de nueva vida a todo lo establecido. Le falta el apoyo que en el estudio le dio Kase.O pero le sobran tablas para hacer de “Un lazo rojo, un agujero” uno de los temas más contagiosos de su directo en este nuevo tour que lo trajo a la coqueta sala Momart Theatre un sábado post navideño. Encajar algunas de las piezas recientes, de claro perfil orquestal como “América”, entre otras más inclinadas a la propagación de su leyenda como rockero fundamentalista, dígase “Escúchame”, “Todo el mundo arde” o “Una moneda”, es algo que hay que saber hacer muy bien para que el ritmo del concierto no decaiga en ningún momento. Y eso Coque lo domina a la perfección, como el escenario en sí mismo, que preside con una elegancia basada en el estampado de su camisa. Otra cosa que no está al alcance de cualquiera, por mucha chorrada que parezca.

Hay otra cosa que nunca cambiará en el perfil de un solista que ya acumula muchos más méritos en solitario que en compañía de sus antiguos compañeros de travesía: La capacidad de resistencia. Cada concierto es una constatación de poderío y una convocatoria a la reivindicación artística de una figura que ya puede enorgullecerse de ser uno de los pilares del despegue del rock hispano hace apenas tres lustros. Máxime cuando él tampoco olvida que varios de sus trabajos no fueron entendidos en su momento y que llenar salas hoy en día no es sinónimo de venganza sino de justicia. Como el “Extraterrestre” –una de las mejores canciones que ha escrito jamás- que aún podría ser, entrega en público maravillas como “Berlín”, “La carta”, “El último hombre en la tierra” y “Me dejó marchar”, con el guiño necesario a su amigo Iván Ferreiro que clavó la interpretación en ese directo inmaculado que fue “Irrepetible”, y se apoya en las teclas de David Lads en la tensión de “Un ángel caído”, las guitarras de su fiel escudero Toni Brunet, especialmente brillante en la delicadeza de “El gran viaje a ninguna parte”, el seguro de vida que representa para cualquier banda el bajo de Héctor Rojo y la fiabilidad del maestro Gabriel Marijuán en la batería, haciendo de la intro de “El árbol”, ya en los bises, uno de los momentazos de la noche. Los otros serían el brindis al sol de la tradición que encarna el señor Jaime Urrutia, certero en el recitado de “Polvo cósmico” y autor de la versionada “La sangre de tu tristeza”, y el tramo ronaldiano que sigue sin poder ni querer evitar, en la actualidad representado por “Quiero que estemos pegados” (mucho más blues que de costumbre), “Guárdalo” y “Por las noches”, amén del inevitable colofón con “No puedo vivir sin ti”, probablemente el título que más réditos le ha dado a Malla en los últimos veinte años. Antes, “La señal” y su belleza infinita ponen el punto y aparte a un bolo que se disfruta “Hasta el final” sin que nadie desee marcharse del local durante esas dos horas ni unas cuantas más.

Es imprescindible, y cada vez más, asistir a la reinvención en directo de algunos de los nombres más importantes de nuestra música, tan ninguneados por ese sector de público que nunca soltará el lastre que los mantiene anclados a una época y un lugar concretos y que no asume que lo de hoy es lo mismo que lo de ayer pero mejorado y ampliado. Afortunadamente, Coque Malla y otros grandes que juegan en su misma liga lo tienen claro: Están en un momento de forma envidiable recién cumplidos los cincuenta, y no aprovecharlo y hacer que lo aprovechemos sería ciertamente reprobable.