¡Hasta pronto, Joy!

Por: El Giradiscos

Fotografías: Skar P.D.

La indefinición y la incertidumbre son sensaciones que se han convertido en moneda común durante estos últimos tiempos. Un panorama que se vuelve todavía más trágico para ciertos sectores, como, por ejemplo, el de la cultura, y especialmente cuando se trata de su representación sobre los escenarios. Así, esos templos, demasiadas veces excesivamente despoblados, a los que se les llama sala de conciertos viven momentos realmente difíciles, en los que se futuro parece estar pendiente de un hilo y uno piensa que cada concierto, a pesar de su expresión capitidisminuida, podría ser el último. Y eso, se mire por donde se mire, es un drama, aunque algunos no quieran comprenderlo.

En este contexto nos sobrecogió recientemente la noticia, mas tarde desmentida por los propios afectados, del cierre de la mítica sala madrileña Joy Eslava. La realidad, comunicado mediante, nos habla de simplemnte una serie de reformas y la reformulación de su futuro. Esperando la llegada de esa nueva cara, no hemos podido evitar que esta situación nos haya aflorado, junto con la preocupación, muchos recuerdos y sentimientos. Por eso, nos parece un bonito homenaje a todo lo que nos ha obsequiado hasta este momento dicho lugar, recapitular aquellas experiencias vividas de forma especial por parte de nuestros redactores durante las noches de la Joy. 

Lee Perry. 25 de abril del 2009 Por: Oky Aguirre

Fue en 2009, enfrente de la puerta de la Joy Eslava. Estábamos fumandonos un joint, antes del concierto del gran putoamo del reggae, Lee Perry. De repente apareció justo delante de nosotros para entrar en la sala. Recuerdo ir corriendo como un colegial de 38 años para poder tocarle, lo que conseguí. Esa noche en la Joy me acompañará siempre. He estado en todos los conciertos y escenarios posibles (estadios, teatros, festivales...), pero la sensación de ir a la Joy, con tu entrada y tus birras y tus cigarritos, y tus novios y amigas, mientras disfrutas de conciertos de tu vida, es como una experiencia religiosa, aunque no crea en Dios. Jah bendiga a la Joy y a todas las salas. Ánimo.

Imelda May. 14 de noviembre del 2010. Por: Juanjo Ordás 

Había visto a Nick Curran hacía pocos días con un directo arrollador y sudoroso. Así que acudí a ver a Imelda May con pocas expectativas. Ambos músicos tocaban un rock and roll clásico similar pero estaba claro que Imelda, más sofisticada ella, iba a perder la batalla frente a Nick. Pero resultó que aquella noche, cuando la irlandesa se subió al escenario de la Joy, se armó la de dios. ¿Sofisticada? Sí, y encantadora, pero también una jodida bestia. A la primera canción ya tenía a toda la sala a sus pies, con una banda que más que banda parecía familia (no en vano entonces estaba casada con su guitarrista, Darrel Higham). Si entonces tenía muy presente su reciente y maravilloso “Mayhem” (2010), al salir del concierto lo único que mi chica y yo queríamos era hacerlo sonar una y otra vez. Empate técnico con Nick. 

Los Enemigos. 4 de julio del 2012. Por: Jorge Bravo Crespo "El Gurú"

Han sido muchos y emocionantes los conciertos vividos en la Joy, pero pocos mas intensos que la vuelta de los Enemigos tras 10 años de parón. Para promocionar el lanzamiento de su caja recopilatoria se premió a sus compradores con una invitación a un concierto en la mitica Joy. Una gran raspa preside el escenario. Y a allí están de nuevo, más mayores, pero como si nada hubiera cambiado. 

Tras el emocionante inicio con “John Wayne” continuaron con "Esta mañana he vuelto al barrio" y "Paracaídas", canción que durante años quedó fuera del repertorio pero que recuperaron en sus últimos conciertos. Como era habitual, las canciones sonaron una detrás de otra, sin concesiones. Fino seguía ejerciendo de interlocutor de la banda cuando corresponde y los temas continuaban: "Quillo", "Por la Sombra", con Fino haciendo la segunda voz, y "Me sobra Carnaval", en la que Manolo releva a Josele como guitarra solista. 

Tras un abrumador comienzo recurren a canciones mas sosegadas reforzadas por el apoyo coral de Manolo, Chema y Fino. Así caen “La Otra Orilla” y la celebrada “An-tonio”. Repasan "La Vida Mata" con “Desde el Jergón” y “Septiembre”. Y como antaño, con “Dentro” encaran la parte final del concierto. Arremeten con “La cuenta atrás” y dedican “Complejo” a Artemio, su primer bateria y miembro fundador. Casi sin tiempo hacen dos bises sin llegar a salir del escenario. De "Un tío cabal" recuperan otro de sus grandes manifiestos de su viejo repertorio, la sureña “Soy un ser humano” y finalizan con la delirante “No amanece en Bouzas”. Irrepetible.

Revólver. 27 de febrero del 2013. Por: Javier López Romo 

Miércoles 27 de febrero 2013. Es una fría noche de invierno, la gente se concentra frente a la puerta del Joy Eslava de Madrid. En la taquilla las entradas agotadas, la gente expectante ante lo que iban a vivir en esa gélida noche de rock and roll. La sala está hasta la bandera, no busco primeras filas, ya no soy un veinteañero, y busco un lugar más cómodo para mi bloc de notas y mi cámara Canon II Marck, se trata de una bonita sala donde puedes verlo bien desde cualquier ángulo. El ambiente es festivo, como si sus fans esperasen un directo arrollador, acostumbrados a esos acústicos bajo la fórmula de Básicos. 

Que Carlos Goñi es el alma de Revolver es cierto, más de 40 años sobre los escenarios de la vida dándolo todo. Se presenta elegantemente vestido de negro, como los buenos rockeros. Detrás de él dos genios más, el batería Julián Nemesio y al bajo Manuel Bagües, más dos coristas arropándole, Cristina Narea y Maite Pizarro; eso es todo lo que hay sobre un escenario bellamente decorado para la ocasión, con alfombras turcas como piso. Su voz gana con la edad, es más melódica y afinada, y sobre sus hombros una guitarra eléctrica bien afilada. 

Su set-list espectacular, se inclina sobre sus grandes clásicos de siempre y más rockeros para dar juego esa noche; tener que elegir entre más de 150 canciones para este disco supuso que se le viniera el mundo encima, hasta el punto de no saber decidir qué cantar o que no. Abrió una encuesta para que todos aquellos que fuesen al concierto, eligiesen lo que querían oír y bailar, así se quedaron en 25 y ya todo fue más fácil. Y como un ciclón que te arrasa, empieza en vivo una gran noche de rock. Ahí están sus canciones de siempre, “El roce de tu piel", "Malvarrosa affaire", "Tiempo pequeño", "Si no hubiera que correr", "Dos x Dos", con la colaboración de Miguel Ríos, devolviéndole el favor de que juntos cantasen “A pleno pulmón”, "El dorado"... 

Noche perfecta, única, en la que se grabó un Cd + Dvd, con canciones distintas en ambos formatos, bajo el sello discográfico Warner Music y que salió a la venta el 27 de agosto de 2013. Aquella noche, después de lo vivido y bailado, comprendí porque se le coloca el sobrenombre del Springsteen español.

The Impressions. 21 de Marzo del 2013. Por: Jon Bilbao 

Si una institución del soul como The Impressions toca en tu país tú vas. De cabeza. Sucedió en 2013 en la fantástica sala Joy Eslava de Madrid, con Leroy Hutson como cantante (ya lo había sido a comienzos de los setenta) y con la presencia y voces de dos esenciales del grupo: Fred Cash, que entró en 1960, y Sam Gooden, que puso los cimientos en 1958. Difícil no sentir la magia ante los sonidos dulces de “I´ve Been Trying”, “I´m So Proud” y “Gypsy Woman” o de himnos como “People Get Ready” e “It´s Alright”. Todo el grupo sonaba engrasado y que cerrasen con el “Move On Up” de Curtis Mayfield fue toda una declaración de intenciones y de raíces, un bonito homenaje a su mentor. 

Aquel fue uno de los conciertos que más recuerdo con una sonrisa, por el entorno, por la química que desprendían los tres a la vez que interactuaban con sus voces , por la cita histórica y por unas canciones que transmiten una tremenda alegría por vivir. Incluso un colega que me acompañó y que no iba demasiado convencido o interesado conectó con el show y terminó disfrutando y bailando. Después me confesó que le habían volado la cabeza y que, de paso, se había deshecho de un par de prejuicios. Ya lo he dicho: magia en movimiento.

091. 10 de Marzo del 2016 Por: Javier González 

Yo estuve allí. En Joy. En Madrid. Aquel Jueves 10 de Marzo de 2016. El día en que 091 ejecutaron su “Maniobra de Resurrección” en la ciudad que me vio nacer, veinte años después de que dieran su adiós capitalino en la no menos mítica sala Revólver. Aquella noche sentí el pellizco y la emoción de ver a una banda grande de nuestro país. De las pocas que hay. De las que tienen actitud, poso rockero y un puñado incontestable de canciones que te golpean para quedarse a tu lado de por vida. Aquella noche saldé una particular cuenta pendiente con la música estatal, puesto que por edad jamás había podido ver a los cero en directo. A mi lado Jorge Bravo Crespo “El Gurú”, el mayor loco de la música que conozco. Uno de los dos hombres con los que en una madrugada indeterminada decidimos montar El Giradiscos, entre otros factores por devoción a la banda granadina. Me embargó una reconfortante sensación al escuchar los primeros compases de “Palo Cortao” y al borde de las lágrimas agradecí a la vida poder estar en Joy. Sinceramente, debo muchas emociones regaladas a Joy Eslava. Una sala que estará siempre en mi memoria y en mi corazón. Gracias. 

King Gizzard & The Lizard Wizard. 8 de junio del 2017 Por: Skar P.D. 

Al parecer habían tenido problemas de transporte, avería de furgoneta, en Zaragoza, pero fuera como fuese llegaron a la Joy Eslava casi con el tiempo justo y de hecho montaron el equipo y probaron sonido al finalizar la actuación de los teloneros. Delante del público, claro. A todo esto la sala presentaba un lleno absoluto con mil y pico personas en estado de absoluta ebullición para ver a King Gizzard & The Lizard Wizard en su primera presentación en los escenarios madrileños. Ya era impactante que la sala presentara ese lleno para ver a una banda que desde luego no gozaba de las primeras páginas en las revistas británicas ni americanas de referencia. 

Los australianos, prolíficos ellos donde los haya, venían presentando los deslumbrantes "Nonagon Infinity" y "Flying Microtonal Banana", y con los primeros acordes de "Rattlesnake" se desató una locura colectiva coreografiada por uno de los pogos más salvajes que uno recuerda, de tal modo que por momentos parecía que la olla a presión en que se había convertido la Joy Eslava iba a saltar por los aires de un momento a otro. El concierto tuvo muchísimos problemas técnicos, una regleta en mal estado e incluso un apagón hicieron que se parara hasta tres veces. Pero eso, contra todo pronóstico, elevaba aún más la excitación colectiva y la temperatura ambiente, y no hablo de grados que también, y los King Gizzard, con precisión matemática, y absolutamente avasalladores, dejaron para el recuerdo uno de los conciertos más memorables, arrolladores, salvajes y entregados que haya pasado nunca por el escenario de la sala y con una sensación, cierta, de que el futuro de la música estaba en manos de tipos como ellos. Imborrable en el recuerdo. 

Lagartija Nick. 28 de Septiembre del 2018. Por: Jesús Elorriga 

Uno de mis conciertos favoritos de la Joy fue el de Lagartija Nick en septiembre de 2018. Resultó emocionante estar tan cerca de ellos y sentir toda la energía que trasmitieron en un directo eléctrico, mágico y potente. Las tres plantas repletas cantando al unísono la canción que me unió a ellos, “Satélite”, el silencio contenido y respetuoso durante el inicio de “La leyenda de los hermanos Quero” o la emoción agónica de la interpretación de Antonio Arias en “La curva de las cosas” son sólo algunas pinceladas gourmet de aquella noche. Repasaron todas sus vidas durante casi dos horas, con actitud pero también derrochando cercanía, desde Inercia hasta Crimen, Sabotaje y Creación pasando por "Omega" o "Val del Omar", en unos bises antológicos. Por otro lado, nunca olvidaré el último directo que vi allí, el de otros granaínos, los 091, el pasado enero. Ajenos, todavía, a las turbulencias que vendrían poco después, recuerdo ese momento con sincero agradecimiento a la vida y a la música por hacernos creer que somos jóvenes, libres, infinitos en esa dichosa conexión que sólo sucede durante un concierto.