Entrevista: Samuel Reina


"En mí siempre está presente una sensación de constante cambio"

Por: Kepa Arbizu

Pocos calificativos asociados al mundo de la música, y sobre todo en ciertos ambientes, cargan con tanta controversia, e incluso rechazo, como el de cantautor, un término que aunque estrictamente solo haga referencia a aquel intérprete realizador de sus propia creaciones, en la mente colectiva suele estar asociado a un tipo de estilo y de actitud. Y es que aunque en este tercer disco ("Prohibido hacer fuego") de Samuel Reina, crudo y minimalista heredero de estos tiempos de pandemia, aparezcan en sus maneras ecos de nombres como Luis Eduardo Aute, Javier Krahe o Ismael Serrano, su hecho diferencial reside precisamente en tomar ese aprendizaje para llevarlo a terrenos renovadores y sorprendentes, tanto en unos textos que navegan entre el costumbrismo y el surrealismo, como el de unos dibujos sonoros en los que a la estructural presencia de la guitarra acústica se añaden otras decoraciones más atípicas.

Nos enfrentamos así ante un álbum de esos que surgen con la intención de impactar con el oyente y causar agitación en su interior, propuesta conseguida con gran solvencia en lo que se refleja como un dibujo deformado pero al mismo tiempo inteligente y veraz de la realidad de la España actual y de los desvelos de sus habitantes. Experiencia chocante a la par que fascinante sobre la que hablamos con su creador... 

Tu tercer disco, “Prohibido hacer fuego”, nace “condicionado” por el contexto de la pandemia y sus restricciones, algo que que se ha manifestado en un sonido mucho más sobrio y crudo, ¿ese tratamiento musical ha sido solo consecuencia de las necesidades del momento o tenías ya pensado dirigirte hacia ese tipo de ambientes? 

Samuel Reina: Llevaba desde hace tiempo sintiendo la necesidad de hacer algo más desnudo e inmediato. Es extraño pero el confinamiento fue una tierra fértil para fortalecer esa decisión. La posibilidad narrativa y expresiva que me brindó esta manera de trabajar me permitió llegar donde deseaba e incluso encontrar nuevos métodos de formulación compositiva. 

En ese sentido cada disco tuyo, y especialmente éste, representa una faceta diferente de ti, ¿ves tu carrera como un camino evolutivo hacia un destino claro o más como una sucesión de diversas caras? 

Samuel Reina: No sé… en mí siempre está presente una sensación de constante cambio y creo que eso responde a un deseo de querer empezar siempre de nuevo, de girar la cara a lo desconocido. El miedo a lo desconocido siempre será dominado por ese deseo humano hacia la exploración. La curiosidad es el riesgo, cuyos obsequios a menudo dan sus frutos. Supongo que mi intención es seguir esa exploración hasta que deje de ser divertido. 

La base musical del disco parece estar muy ligada a ese tipo de intérpretes que se engloban en lo que llamaríamos “cantautores”, pasando de Aute, a Krahe o Ismael Serrano, pero a los que aplicas un tratamiento personal y renovador, ¿ves en esos nombres, o parecidos, el terreno del que has partido?

Samuel Reina: Sí, por supuesto. De esa tríada de nombres que mencionas tengo cierta fascinación por Krahe. Su método exhaustivo de trabajo en cuanto a las letras y su calidad literaria y poética creo nunca se valoraron en su justa medida. No hay más que escuchar canciones como "Abajo el Alzheimer" o "Piero della francesca" para acabar concluyendo que se trata de un autor absolutamente brillante. 

En una canción como “Gloria” por su parte se trasluce un dibujo de guitarra muy "bluesero", ¿también estos géneros más tradicionales americanos tiene influencia en tu música actual?

Samuel Reina: Absolutamente. De hecho la primera canción que aprendí a tocar en la guitarra fue "The Thrill Is Gone" de BB.King. El blues y el "fingerpicking" han marcado fuertemente mi ejecución como guitarrista y siempre he conjeturado la posibilidad de grabar un disco crudo de blues. Quizás algún día...

Las estructuras de las canciones son muy llamativas, huyendo de un desarrollo que llamaríamos clásico y jugando con diferentes capas, incluso dando la sensación de que cada tema contiene en sí mismo varios diferentes, ¿cómo fue ese proceso compositivo, como una especie de realización de un puzzle? 

Samuel Reina: Sin duda siento que en este disco me he liberado de ciertas ataduras que extrañamente me sometían y quería huir de mí mismo como de la peste, es decir, buscar sorprenderme. A veces no lo conseguía y era frustrante. Hay un porcentaje aberrante de canciones comerciales que son karaoke de exactamente los mismos lugares comunes. Para mi la creatividad es la inteligencia queriendo divertirse un poco. Por eso decidí dar rienda suelta a una escritura que no estuviera atenazada por lo tantas veces ya escuchado. Pienso que escribir es darse cuenta de que va esa palabra y no otra. Tiene que pasar sólo una vez. Con cada palabra. Buscaba canciones, como tú bien dices, con distintas capas y que no estuvieran condenadas a morir de literalidad. 

Tus letras son esenciales en esta propuesta, y especialmente en este álbum, ¿cuál es tu forma de trabajar, tienes primero los textos y en función de ellos creas un soporte sonoro o lo primero siempre es la melodía, la música..? 

Samuel Reina: No hay un método férreo y preciso. A veces una cadencia me suscita un ritmo o arreglo y otras una línea de guitarra me exhorta hasta la letra adecuada. La comunión exacta entre letra y música rara vez es inmediata en mí. Le doy muchas vueltas. Puedo estar en mi cuarto tocando y escribiendo hasta que me den las uvas pero si no tengo algo que contar es inútil y ,en ocasiones, eso te lo da la situación más insólita y azarosa. Algo que miro desde mi ventana o una palabra escuchada en la radio puede desencadenar toda una letra. Hacer una canción es un maldito misterio pero cuando lo consigues hay pocas sensaciones parecidas 

Esas letras parecen sufrir un desarrollo similar al musical, quiero decir, partes de la observación cotidiana, de lo costumbrista, para rodearlas de un lenguaje luego mas vanguardista y criptico... ¿Es así? 

Samuel Reina: Sí, intento cercar la realidad con un lenguaje quizás más directo que en mis anteriores trabajos y jugueteo con las imágenes que este me suscita. Hay un deleite singular cuando encuentras la construcción que deseas y, en muchos casos, eso te da toda la canción. Son temas escritos durante  el confinamiento. Yo aún debía haber rodado más con mi anterior trabajo pero la crisis sanitaria lo paralizó todo. Mi única opción fue explorar material nuevo y amortizar mis horas de lector empedernido. Así surgió "Prohibido hacer fuego". 

Y unos textos como los tuyos, que desde luego parecen huir de lo explícito y evidente, ¿qué papel juegan las posibles interpretaciones que el oyente pueda darles? 

Samuel Reina: Ahí está lo divertido. El que escucha siempre completa con su experiencia y eso no significa que deba precisar acerca de lo que está escuchando. A mi me interesa el arte con capacidad de extrañamiento. A veces esquivo algunas canciones con una precisión quirúrgica precisamente por eso, por el poder evocador y nostálgico que encierra la música. 

¿Y el hecho de que ya en el anterior disco pasaras a cantar en castellano crees que ha influido decisivamente tanto en lo que cuentas como en la manera de contarlo? 

Samuel Reina: La posibilidad narrativa y expresiva del castellano es tierra fértil para llegar donde deseo; una poética sin aparente formulación pero que encierra muchas horas de meditación. Creo que la lección más importante en este cambio viene por la sensaciones que me ofrece el crear en soledad. Pienso que la soledad es la auténtica independencia y para que algo sea verdadero, nos debe costar. Nos debe doler. Nos debe vaciar de nosotros mismos. Supongo que eso favoreció el cambio de enfoque y de cómo contar las cosas. 

  Aunque a lo largo de tus canciones aparecen referentes y citas claras a nuestra época y a la situación que estamos pasando, al mismo tiempo también reflexionas sobre temas más universales y atemporales, lo que parece indicarnos que no pretendías hacer solo un disco que fuera un relato de este tiempo -aunque en mi opinión lo logres- sino partir de ese aspecto para llegar a una mirada más global...

Samuel Reina: Son canciones escritas durante una pandemia mundial y considero que la realidad opresiva que te da el no poder salir de casa son la clave de todo. Me sirvo de lo cotidiano, de lo inmediato pero hay sangre tras la música. En realidad, le canto a los muros y a la distancia de una época brutal. Cada vez construimos más muros y no suficientes puentes y creo que uno de los grandes problemas del mundo es que los estúpidos suelen estar casi siempre seguros de todo mientras los inteligentes están llenos de dudas. Quiero obstinarme a seguir pensando que el arte conserva su poder transformador y legitimador. Vivir sin él puede ser peligroso, porque obliga a conformarse con la vida. 

En muchas de tus canciones haces referencia a las nuevas tecnologías y todo el sistema de relaciones que generan, ¿entiendes que este es un elemento esencial en nuestras vidas contemporáneas? ¿Y hasta qué punto lo ves como algo beneficioso o lo contrario? 

Samuel Reina: Soy un fanático de hardware. Adoro la tecnología e internet me parece el mayor descubrimiento desde el fuego pero a veces solo la utilizamos para mirarnos el ombligo. En nuestro bolsillo llevamos toda la sabiduría de la biblioteca de Alejandría, sin embargo a veces solo lo utilizamos para ver cuantos likes tiene la última foto que publicamos. Ese vacío me parece fascinante.

Otro aspecto muy relevante a lo largo de todo el disco resulta tu voz, la que trabajas y modulas en muy diferentes tesituras, parece que la has tratado como si de un instrumento más se tratase… 

Samuel Reina: Sí, la voz está tratada como un instrumento más. A veces la utilizo para crear texturas o colchones armónicos y otras para darle a todo un aspecto de "cosa rota". Me gusta oscilar entre registros muy distintos para luego no quedarme con la sensación de haber abarcado solo un color de la paleta. Por eso hay temas en los que canto muy grave y otros con más aire y agudos. 

Tanto la portada como algunas de las fotografías que has presentado son igualmente muy impactantes y crudas, ¿has pretendido construir más allá del propio contenido del disco todo un concepto global que transmitir?  

Samuel Reina: Estaba algo cansado de las fotos promocionales al uso, por eso, el trabajo de Marina Cenacchi es importantísimo. Era importante que las fotos tuvieran cierto "realismo sucio" que conjugase con la lírica del disco. Es fascinante cómo se vive a merced del reconocimiento, esa entelequia que las redes alimentan de manera constante. Hay como una extraña obligatoriedad de registrar momentos de pretendido éxito y felicidad, para luego exhibirlos al que crees tu público. No es ninguna aventura pensar que nuestro yo virtual termine por suplantar a nuestro yo real. Creo que la búsqueda permanente de la felicidad parece haber hipnotizado a medio mundo y eso es una insensatez. Buscar la serenidad me parece una ambición más razonable que buscar la felicidad. Y quizá, la serenidad sea una forma de felicidad. Frente a lo que se muestra yo elijo la condición del anonimato. Esto me llevó a la idea de omitir mi rostro. Hay fotos que Marina y yo decidimos descartar por su dureza pero que quizás pueda mostrar algún día. 

Y ahora.. ¿has pensado si un disco como éste, generado por unas circunstancias particulares, te ha abierto un camino artístico inesperado y nuevo o retomarás aquello que tenías en mente antes de que pasara todo esto?

Samuel Reina: Este viaje solo tiene billete de ida. Es un viaje de donde no se vuelve.