Menta: “Un Momento Extraño”


Por: Javier González 

Amagar y no dar es pecado mortal, eso decían algunos de mis amigos más mayores, aquellos que estaban acostumbrados a salir por los garitos más infames de la capital, siempre bien cargados de sustancias químicas que degustan sin remilgos y que solían tener que defenderse con los puños en riñas tumultuarias que no siempre acababan bien. 

Traigo a colación esta estúpida reflexión para hablar del primer disco de los madrileños Menta, “Un Momento Extraño”-Sonido Muchacho-, donde tras dos buenos amagos en formato Ep, “El Apartamento” y “Não Não”, han conseguido plasmar un efectivo conjunto de canciones que oscilan entre el pop-rock guitarrero, con unos textos escritos a corazón abierto que destilan una crudeza no exenta de dramatismo juvenil con el que es difícil no sentirse identificado, independientemente de la edad que a cada uno nos contemple. 

El auge de la banda ha sido impresionante en estos dos años, comenzaron a coger fama en plena pandemia y quizás parte de la rabia contenida por no poder disfrutar en las condiciones idóneas de un momento dulce ha sido canalizada en un puñado de canciones rabiosas que hablan de ausencias, ya sean amorosas, afectivas o directamente aludiendo a un futuro denegado que sigue pintado en tonos grisáceos para la mayoría de una generación que vive el día a día con desesperación y al que su vocalista, Meji, canta con pura poesía de extrarradio y un cierto arrebatamiento carente de técnica pero que resulta más que notable a la hora de transmitir un mensaje que la coloca como una de las prosas más afinadas y certeras de la nueva generación. 

El caso es que el disco funciona a las mil maravillas con sus ramalazos noventeros y “dosmiles”, capaces de retrotraer de igual modo a The Jesus and Mary Chain, The Cure, The Strokes y a la mala baba de Los Planetas, desde la caña inicial de “Fatal, Gracias”, radiografía del aquí y ahora que nos ha tocado lidiar con unas voces literalmente desgañitadas y que por sí misma vale más que diez sesiones de psicólogo, “Lo que me Falta”, una fantástica y exacerbada declaración de amor a mitad de camino entre Camela y “Perlas Ensangrentadas”, el shoegaze con reivindicación personal de “Ya no te Quiero Más”; la brutal “Perro Dolor”, cruda y potente, enorme en frases como “uso como vía de escape el sexo y el alcohol, no hay resaca que me mate ni que pueda con el Perro Dolor”, a ver quién está a la altura hoy en día, ligada a la perfección con “Segunda Parte”, mucho me temo que dos himnos que van a perdurar en su discografía. 

La segunda parte del álbum no baja el pistón gracias a “Ibuprofeno Normon 600mg”, otra certera fotografía de la insatisfacción en que vivimos tratando de encontrar nuestro sitio, “Algo Incómodo”, donde se acercan al Jota más incómodo de “Segundo Premio”, rematando la jugada con el pop de “La Última que te Hago”, la oscuridad de “Consecuencias”, única en voz masculina, y el toque etéreo y atmosférico de “Un Llanto” que nos muestra a una banda versátil sin miedos de ningún tipo a la hora de ampliar una paleta de sonidos cruda y aguerrida sin por ello estar exenta de sutilezas. 

Si a esto le añadimos lo visto hace pocos días en la madrileña Sala “El Sol” con un lleno hasta la bandera, gente saltando y coreando algunas frases como si ya conformaran parte de un imaginario colectivo, mucho nos tememos que Menta se convertirá en poco tiempo en una de esas bandas cuyo límite no nos atrevemos a aventurar pero que parece apuntar bastante alto. Ojalá sea así.