Entrevista: José Ignacio Lapido


“En mis canciones planteo dudas con acompañamiento eléctrico” 

Por: Javier González 
Fotografías: Nacho García González

José Ignacio Lapido nunca defrauda. Ahí está su extensa discografía para mostrar lo que muchos defendemos con pasión: El granadino es actualmente el letrista más en forma de nuestro rock, no nos cabe la menor duda. Disco a disco y composición a composición se encarga de mostrarnos que cada una de sus dudas, hechas canción, se sustentan gracias a la certeza del artesano, aquel que ha moldeado la materia prima original hasta convertirla en una nueva obra de arte, otra más en su más que dilatada carrera. 

En esta ocasión vuelve con “A Primera Sangre”, una esmerada colección de temas “lapidarios”, repletos de dulces trampas y un amplio abanico de matices, que no hacen más que mostrarnos la capacidad de José Ignacio para sorprender al oyente con su inabarcable catálogo de ases bajo la manga, elementos que de nuevo harán las delicias de los fieles seguidores del maestro, al que tras tantos años de silencio en su carrera solista había más ganas que nunca de hincarle el diente musicalmente hablando.

Nos ponemos en contacto con José Ignacio Lapido, el tipo que un día sin mayor pretensión nos voló la cabeza. El mismo hacia el que profesamos una admiración reverencial. El único artista que al pensarle nos hace evocar los Evangelios: “Señor no soy digno que entres en mi casa; pero una palabra tuya bastará para sanarme”. Palabras de mito, palabras de Lapido

Nueve discos en solitario y casi un cuarto de siglo después de lanzarte a la aventura de cantar y contarnos tus historias. Has vivido períodos de incertidumbre y otros momentos más dulces en tu trayectoria, llegado este momento. ¿Te sientes un superviviente o un guerrero de la palabra y las seis cuerdas?

Lapido: Vaya alternativa que me planteas… Parece un spin off de “The Last of Us”. Te puedo decir que voy capeando el temporal conforme llegan las tormentas, pero no está mal quitarle un poco esa pátina de heroísmo que nuestro oficio puede tener de cara al exterior. Sólo soy un músico profesional que se dedica a componer, a grabar y a tocar. En España, eso ya es un gran logro, sobre todo si llevas cuarenta años en el gremio, como es mi caso. Y cuando te dedicas a esto ya sabes que vas a tener unos pocos periodos de bonanza y largas temporadas de vacas flacas. Ser artista del alambre está bien pero no todo el tiempo. Llegados a una edad, esa incertidumbre no es del gusto de nadie. El estoicismo ayuda. Ya sabes eso de “la felicidad no consiste en desear cosas sino en ser libre”. Y sin embargo todavía conservas ases en la manga y la capacidad de sorprender a tu público, haciéndolo desde el mismo título. 

El álbum se llama “A Primera Sangre”, una referencia que hasta ahora creo que es novedosa en tu trayectoria. ¿Por qué motivo decidiste utilizarla? 

Lapido: Que yo sepa, la expresión viene del mundo de los duelos. Me gustó desde la primera vez que la leí porque tiene ese carácter polisémico que busco para los títulos de mis discos. Los duelos pueden ser “a muerte” o “a primera sangre”, que son los que terminan cuando uno de los dos contendientes es herido, aunque sea levemente. Buscando el título, me di cuenta de que para terminar estas canciones no me había tenido que desangrar anímicamente como en otras ocasiones, y que todo había sido más fácil. Desde la composición de las canciones a la grabación. Esta vez no he tenido que morir en el intento.

¿De qué tiene que protegerse José Ignacio Lapido? ¿A qué le atacaría con ganas? 

Lapido: Desde muy joven tengo visión de rayos x para detectar horteradas. Eso me ha servido mucho en estos tiempos en los que el blanqueamiento de la horterada de toda la vida es una constante que llega por tierra, mar y aire. Vivimos tiempos de chándal y ripios, y todos corremos el peligro de contagiarnos. Esto es como la película aquella de Don Siegel, “La invasión de los ladrones de cuerpos”. Como no estés alerta te conviertes en uno de ellos. 

De la producción se encarga el gran Raúl Bernal, un tipo con un bagaje espectacular y uno de tus hombres fuertes desde hace años, por si alguien no le conoce. ¿Qué podemos decir de Raúl que no hayamos dicho ya? ¿Qué te aporta su sabia visión y sapiencia? 

Lapido: ¿Que no hayamos dicho ya?... Pues voy a decir algo que ya he dicho muchas veces: Raúl es un tipo con un grandísimo talento musical ¡y literario! Es paciente, sabe escuchar y sabe meterse en la piel del artista que va a producir. Pero lo más importante: Raúl es mi amigo. Pero, claro, tú no te llevas a un amigo para que te produzca el disco por el hecho de ser tu amigo, sino porque confías en que te dé la perspectiva necesaria para darle forma a tus nuevas canciones. Raúl me ha animado a enfrentarme a estas canciones, me lo ha puesto todo más fácil y se ha encargado de que la grabación discurriera de la forma más placentera posible. En esto han ayudado también los músicos. Aparte de Raúl con las teclas, Popi González con la batería y Jacinto Ríos con el bajo han derrochado talento y generosidad. La labor de técnica a cargo de Carlos Díaz en sus estudios ha sido también fundamental. 

Llevo años siguiendo tu trayectoria solista, plagada de grandes discos y canciones, pero escuchando este “A Primera Sangre” muchas veces, con cascos para no perder ni un solo detalle. ¿Crees que estamos ante tu mejor trabajo en solitario? O en su defecto, el que más pequeños detalles esconde para bien del conjunto. 

Lapido: Decir de un álbum recién sacado que es tu mejor obra hasta la fecha es un clásico en la promoción de discos. En el cine pasa lo mismo. Oye a los directores y a los actores cuando estrenan película y hay que promocionarla: “Esto es lo mejor que he hecho nunca”, etc. Luego, cuando hacen la siguiente, ya empiezan a decir que no quedaron muy contentos con su anterior obra y toda esa mierda. Que si el productor era un cabrón o que el director no entendió el mensaje subliminal del guion. Normalmente son comedias perfectamente olvidables. Yo no voy a caer en eso. Los discos necesitan tiempo para ser valorados en su justa medida. Pero sí te diré una cosa totalmente cierta: este disco es el que más he escuchado, con diferencia, después de haberlo grabado. Y lo escucho con gusto, sin esa agonía con la que he escuchado otros anteriores. Sin falsa modestia, ¿puedo decir que es un disco cojonudo? 

Por cierto, ¿has vuelto a escribir los textos en los últimos quince días de la grabación? ¿Cómo pueden tener tanta calidad siendo escritos casi contra las cuerdas?

Lapido: No, no… Esta vez no. Ha sido todo un acontecimiento. Es la primera grabación en la que he aparecido en el estudio con todas las letras acabadas, al menos en un 90%. A falta de retocar alguna rima o cambiar algún verso, las letras estaban escritas. Iba levitando por el estudio, sin ese peso en mi conciencia que me hacía no disfrutar del proceso de grabación. Las letras siempre han sido un motivo de sufrimiento a la hora de acabarlas. Nunca das con la palabra adecuada para finalizar una estrofa. Esta vez, desde que le canté por primera vez las canciones a Raúl, prácticamente todas las tenía listas. No sabes qué tranquilidad da eso. Las letras hacen que una melodía y un ritmo se conviertan en canción. Y si das con las palabras y las rimas adecuadas te puedes dar con un canto en los dientes. Mira mi paleta rota. (Risas) 

En “De Cuando no había Nacido” cantas que “todo es igual aunque parezca distinto”. ¿Qué podemos hacer para luchar contra la gran farsa en que vivimos instalados? 

Lapido: Mi querencia por la historia me ha llevado a leer libros sobre la vida cotidiana en distintas épocas del pasado. Y si quitamos lo anecdótico y lo superficial, la vida es muy parecida desde los asirios a nuestros días. Unas sociedades más agrícolas, otras más tecnológicas. Pero lo básico, el tener que ganarse la vida, la lucha por el poder, tener que comer y reproducirse, sigue siendo igual desde el inicio de los tiempos. Todas las generaciones piensan que su época es totalmente nueva y no es así. Para empezar, los sentimientos son los mismos. La piedad, la ternura, la codicia o la crueldad. Hace 3.000 años existían y existen ahora. En cualquier caso, y abusando de tu generosidad, he de decir que ni en mis letras ni en la vida real se me ocurriría aconsejar a nadie sobre cuál es la causa justa por la que luchar, cuál es el camino correcto o cuál es el equivocado. Intenciones moralizantes, cero. ¿Cuánto bosques se han talado para editar los miles de libros de autoayuda que hay en el mercado? Una autentica pena y una pérdida de tiempo. Cada uno debe encontrar sus respuestas y cada uno debe hacerse sus preguntas, que es lo que hago yo en mis canciones: plantear dudas con acompañamiento eléctrico detrás. 

Me ha flipado “Nadie en su Sano Juicio”, donde repartes a diestro y siniestro, con referencia a “La Neurastenia” de Los Salvajes incluido… ¿Cómo de a gusto se queda uno al hacer una canción así donde radiografías a la sociedad, a los políticos e incluso a las fuerzas vivas? 

Lapido: Las referencias a músicos a los que admiro en mis canciones es una costumbre que empecé hace muchos años. Seguro que se me olvida alguno, pero por mis letras han aparecido nombres como Muddy Waters, Elmore James, Howlin’Wolf, Little Willie John, Jimi Hendrix… son pequeños homenajes. Los Salvajes, que aparecen en este tema que me mencionas, fueron fundamentales para mi cuando era muy joven. Sus adaptaciones de canciones de los Stones eran fabulosas y las suyas propias, también. En cualquier caso, esta canción es como un paseo por la fina línea que separa la cordura y la locura de la mano de la ironía y el sarcasmo.
 
¿Qué o quién le genera a Lapido “Malos Pensamientos"? Por cierto, pedazo de canción… 

Lapido: Muchas gracias. Es un blues con un sonido muy añejo. Me encanta. Al componerla me rondaban dos nombres en la cabeza, Otis Rush y Big Mama Thorton. La letra está hecha en el estilo de las viejas letras de blues, donde se mezclan consideraciones profanas y religiosas. El viejo tema del deseo y del pecado. Por ejemplo, “My Babe,” la famosa canción que popularizó Little Walter y que escribió Wllie Dixon. En sus orígenes era una canción de iglesia que se llamaba “This Train”, creo que la cantaba Sister Rossetta Tharpe. Dixon cambió las metáforas sobre la salvación y el Cielo por otras más carnales. Aquí hago lo mismo. 

Otros caramelitos son “Antes de que Acabe el Día”, un corte de ritmo optimista, y “Creo que me he perdido Algo”, donde pones en una balanza aspectos positivos de la vida y frente a ellas parte de la locura del día a día y del destino. ¿Qué opinión te parece este mundo de locos que se nos está quedando?

Lapido: Yo creo que los australopitecos pensaban lo mismo cuando se despertaban en su cueva y no tenían nada que echarse a la boca: “vaya mierda de mundo”. Pero salían a cazar, qué remedio. A nosotros nos pasa lo mismo, encendemos la radio o la televisión y pensamos “vaya mierda de mundo, ¿y qué hacemos? Hacernos un selfie bailando para Tik tok. Exhibicionismo pueril a mayor gloria de la vulgaridad. Ojalá tuviéramos que ir a cazar Mamuts, así nos dejaríamos de gilipolleces. 

“El repertorio de esta gira va a ser imbatible” 

Con el permiso de Ilegales, vuelves a salir de gira con la mejor banda de rock del país: Popi González, Raúl Bernal, Víctor Sánchez y la incorporación de Jacinto Ríos. ¿Cómo te sientes al mirar atrás y a los lados? 

Lapido: Que soy muy afortunado. Mis compañeros derrochan clase y saber hacer. Llevo con ellos muchos años y me han demostrado con creces su fidelidad. Es una verdadera suerte contar con ellos. Los primeros ensayos para la gira ya suenan increíbles. Espero que la gente se anime porque el repertorio va a ser imbatible. 

Te lo he dicho en privado varias veces, de entre las cientos y cientos de entrevistas que he hecho, la única a la que fui temblando y totalmente superado fue a la primera que te hice en los camerinos de “El Sol” hace ya demasiados años. Más tarde descubrimos que eras un tipo afable y de lo más cercano. ¿Por qué crees que la gente tiene esa sensación de que eres extremadamente serio?

Lapido: (Risas) Ya me imagino la escena. Tú pensando que te tenías que enfrentar a un pedazo de cabrón que a lo mejor te echaba a patadas de los camerinos. (Más Risas) No sé qué sensación tiene de mí la gente. Intento ser amable y educado con todo el mundo. Desde que he dejado de fumar soy un pedazo de pan. 

“Tener una industria discográfica potente y saneada es bueno para la música” 

¿No crees que es un insulto a la cultura de este país que nuestro mejor letrista activo se tenga que autoeditar? ¿Crees que algún día dejaremos de ser esta piel de toro cainita y descerebrada? 

Lapido: La autoedición fue la forma que encontré allá por el 2005 para poder seguir en el negocio. Se me habían cerrado todas las puertas de la industria convencional y no tuve más remedio que liarme la manta a la cabeza y tirar para adelante. Si no hubiera contado con la imprescindible y amorosa ayuda de María del Mar González, mi mujer, no habría sido posible, porque ella se encarga de muchas cosas que a mí se me escapan. A lo largo de los años, desde que empecé con esto, he visto caer y desaparecer a muchos de los que no quisieron saber nada de mí cuando lo necesitaba. Ahora ya no necesito a nadie y sigo aquí. Eso no me da ninguna satisfacción, todo lo contrario, porque creo que. Pero una industria con un criterio artístico fundamentado, que es de lo que carece, y por eso su decadencia. 

Llevas bastante tiempo sin salir con una gira programa con banda al completo. ¿Cómo se presenta la misma en un momento tan complicado para el rock de sabor añejo de buena añada como el tuyo? 

Lapido: Pues se presenta complicado. Salir a tocar por salas se ha convertido en un ejercicio de alto riesgo. Los costes han subido una barbaridad y la afluencia de público, por lo que me cuentan, ha bajado significativamente. La proliferación de festivales tiene sus consecuencias. Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos. Espero que bien y que dé pie a seguir tocando en más sitios. Hace cinco años que no salgo con mi banda al completo, con Raúl, Popi, Víctor y Jacinto. Y todos tenemos muchas ganas. 

El tiempo no está perdonando, poco a poco nos va dejando sin los viejos y grandes referentes. ¿Qué sensación te produce este hecho? ¿Ves un relevo generacional que venga desde el underground?

Lapido: Es una cuestión biológica. Primero murieron todos nuestros ídolos del blues, luego los del rock’n´roll primigenio, los últimos fueron Chuck Berry y Jerry Lee, y ahora están palmando nuestros héroes de los 60 y 70. Wilko no hace mucho; Jeff Beck el otro día, y ayer mismo Gary Rosington y Jim Gordon. El goteo de necrológicas en el rock va a ser continuo porque todos están cumpliendo los 80 y a partir de ahí cualquier día te puede llamar el buen Dios a su lado. ¿El relevo? Pues supongo que en un futuro habrá jóvenes que hereden la colección de discos de sus padres y abuelos y tengan esa necesidad de imitar aquellos viejos sonidos y les surja esa necesidad de gritar unas palabras que ahuyenten su frustración y su furia. Así ha sido y así será. 

¿Qué bandas emergentes de Granada nos recomiendas no perder de vista? 

Lapido: Bueno, no son emergentes, son bandas que tienen ya cierta experiencia y que creo que son muy buenos en lo suyo: Elemento Deserto y The FIxed Trio.