Tahures Zurdos: Una noche de amor (al rock)

Sala BBK, Bilbao. Viernes, 28 de febrero del 2020 

Texto: Sergio Iglesias 
Fotografías: Edu Gascón 

Tahúres Zurdos volvían a Bilbao, a su “casa”, como ellos mismos reconocieron, después de más de 15 años de inactividad, para volver haciendo lo que mejor saben hacer: un rock temperamental en castellano y en el que destaca la fuerza innata de la lideresa indiscutible de la banda, Aurora Beltrán que, en todo este tiempo de silencio tahúr, ha pasado un calvario que concluía hace más de un año con un trasplante de riñón. Así que, con los puntos aún frescos, y como buena navarra que es, Aurora tenía claro que iba a volver a reclutar a los chicos para regresar justo en el punto lo dejaron (o lo aplazaron hasta ahora), y siendo exactamente los mismos que en 2004, esto es: Lolo Beltrán a la guitarra, Javier Lizarazu a la batería y Juan Manuel Ugarte al bajo, a los que ahora se ha unido el teclista José Ignacio Moreno.

La velada comenzó tranquila con "Five years", el homenaje que la banda navarra rindió a David Bowie en su primer disco, "Tahuría"; la calma siguió con "Como el humo", que precedió al primer saludo de Aurora antes de empezar a desgranar su interminable catálogo de hits inmortales, empezando por el ochentero sonido de "Mis hijos me espían", con especial protagonismo del bajista, y a la que siguió "Invisible", del último disco de la banda hasta el momento, "El tiempo de la luz".

Pronto empezaron los alegatos, siempre necesarios, y el primero fue contra la trata de mujeres, dirigida a los puteros, con "La puta", en la que la cantante cambió la letra original de la canción para gritar “tu puto aliento me provoca asco”… tan solo era la primera reivindicación feminista de una banda que siempre ha puesto a la mujer, merecidamente, en el centro de sus canciones y de sus mensajes, ya que después vendría otro de los grandes himnos de la banda como es "Chicas fuertes".

También hubo tiempo para reivindicar esa utópica y, a la postre hipócrita carta de los Derechos Humanos en "El Manual" y tuvo un recuerdo para el maestro de tantos, Rosendo, quien fuera el autor del punteo original en "Lo Peligroso", incluida en su momento en el álbum "La caza". Tras este inicio, hubo un parón obligado, debido a una breve indisposición de Aurora Beltrán, que, tal y como reconoció, estaba recuperándose de una bronquitis, por lo que el mérito de todo lo que sucedió esta noche se multiplicó por mil. Y es que, tras las disculpas pertinentes y el apoyo incondicional del público, la banda atacó "Nieve negra", sembrando la duda de si la cantante nos estaba vacilando porque, si la voz de Aurora Beltrán siempre ha sido una de las mejores del rock estatal, ahora, 15 años después suena aún mejor que cuando lo dejaron, impresión que se confirmó con "Azul", con la que la banda daba paso a un pequeño break acústico en el que la cantante se quedó a solas con su guitarra para interpretar junto al teclista "Horas" y la mágica y archiconocida "Afiladas palabras". 

Tras este breve e intenso paréntesis que suponía la calma que precedía la tempestad que se avecinaba, comenzando precisamente con "Llueve", la banda continuó dando rienda suelta a su vena más rockera con temas como "Lujuria", en la que la cantante protagonizó un bonito duelo de guitarras con su hermano, "La noche es (Because the night)", versión del inmortal tema que Patti Smith escribió a pachas junto a Bruce Springsteen ya hace más de 40 años, y a la que siguieron los coreados "Amor tóxico" y la ya mencionada "Chicas fuertes". Para el final de fiesta no se dejaron nada en el tintero y sonaron "El naufragio" y dos de sus temas más punks, la visionaria "Planeta Ruido" y "La caza", donde la cantante navarra mostró su odio exacerbado hacia los cazadores: “Vamos a cazar hijos de puta”, gritó. 

"Nada que decir" daba fin al concierto, aunque todos sabíamos que todavía quedaban temas que no podían faltar en una noche tan señalada, así que, tras los “beste bat” de rigor, la banda regresó al escenario para la gran traca final en la que, como no podía ser de otra manera, sonaron grandes clásicos como "El chico de la mirada asustadiza", "Una noche de amor" y "No dispares", que precedía a "Tocaré", con la que concluía una noche perfecta en la que, durante más de dos horas de concierto, disfrutamos de la magia de un grupo que puede presumir de tener una de las discografías más completas del rock estatal, un grupo que tiene, sobre todo, algo que no tiene ningún otro y que lo hace único: tienen a Aurora Beltrán, una de las mejores voces de este país, una cantante invencible cuyo carisma y actitud es insuperable y que el pasado viernes dio una lección de superación y un golpe en la mesa que retumbó en la boca de todos aquellos que vendían este reencuentro de la banda como una maniobra únicamente para sacar pasta, y demostrando que, si el público lo quiere, Tahúres Zurdos han vuelto para quedarse.