"Agitar culos y conciencias a la vez es algo por lo que siempre nos hemos sentido atraídos"
Por: David Marsé
Si de alguna manera habría que definir al combo Fundación Tony Manero, es sin duda bajo el calificativo de pioneros a la hora de desarrollar unos bailables sonidos negros. Un contexto musical al que todavía no estábamos acostumbrados, salvo los paladares más conocedores, por aquella década de los noventa en la que irrumpieron.
Desde aquel entonces no han dejado de enarbolar la atmósfera funky a través de trabajos que, eso sí, han sabido malear tal concepto para ofrecer diversas acepciones. "Disco para adultos", su nuevo álbum, supone la inmersión, tras un paso anterior más intimista, en los preceptos más bailables y ochenteros. Fiesta asegurada que además no rehuye una reflexión, cargada de sentido del humor, sobre el paso del tiempo y el modo de amoldarse a él. Enfundados en nuestros lustrosos zapatos de baile y las mejores camisas de chorreras, hablamos con el guitarrista de la formación, Lalo López, y su carismático cantante, Miguelito Superstar.
"Disco para adultos" es un trabajo con el que recuperáis vuestra faceta más ochentera y discotequera, ¿de alguna manera ese repunte en vuestro estilo es consecuencia de venir de un disco más intimista como fue "Lugares comunes"?
Lalo López: Correcto. Cuando echamos un vistazo a nuestra discografía creo que la constante es que combinamos discos más personales en los que nos salimos de nuestra zona de comfort –y la de nuestras fans- como “Pandilleros” o “Lugares Comunes”, con discos en los que volvemos a nuestro espacio natural, la pista de baile y el disco, como “Superficial” o este “Disco Para Adultos”. Se trata de seguir divirtiéndose y buscando nuevos retos después de casi 25 años, resulta algo necesario.
¿Y cambiar el tono, de uno reflexivo a otro más movido, ha supuesto diferencias en las maneras de trabajar los temas, su producción, su composición..?
Miguelito Superstar: En ese sentido no demasiado, el método de composición y trabajo de los temas es básicamente el mismo.
Hay en este disco una recurrente reflexión sobre la manera de conciliar cierta madurez, y las obligaciones que conlleva, con seguir disfrutando de esa manera de vivir más hedonista, ¿es un relato de alguna manera autobiográfico?
Hay en este disco una recurrente reflexión sobre la manera de conciliar cierta madurez, y las obligaciones que conlleva, con seguir disfrutando de esa manera de vivir más hedonista, ¿es un relato de alguna manera autobiográfico?
L.L. Totalmente. ¡Y no es fácil haciendo música disco! Cuando empezamos a pensar en el concepto del disco tuvimos claro que no tenía sentido tirar de tópicos fiestero si no los compartíamos vitalmente. Me encanta ir a bailar, y estoy seguro que volveré a ello en cuanto mi hijo pequeño crezca un poco... Pero ahora mi vida gira alrededor de optimizar el poco tiempo que me deja la paternidad para la música y poder disfrutar (o sobrevivir) de la dinámica familiar.
Así que el reto ha sido hablar en las canciones de las interferencias entre nuestra nueva vida y nuestro amor por el baile y el disco, y hacerlo de una manera natural y optimista. Manero siempre pretende sacar lo mejor de nosotros mismos, es una de las enseñanzas de la música disco: la búsqueda de la felicidad.
Lo que es consustancial a vuestra manera de entender la música es utilizar la ironía e intentar plasmar ciertas reflexiones a través de ella. En vuestro caso parece claro que bailar no tiene porqué estar reñido con poder hablar y pensar sobre ciertas cosas...
MS: ¡Para nada! La idea de poder agitar culos y conciencias a la vez no es por supuesto nuestra, pero siempre nos hemos sentido atraídos por ella. Ahora bien, encontrar el tono adecuado para no resultar moralista o pesado es siempre complicado y en ese sentido el humor y la ironía nos sirven para mantener una cierta distancia con el mensaje.
En “Nos une el boogie” cantáis: "baila para no perder aquello que nos une y nos hace inmunes". Al final de todo, y pese a todas las reflexiones que se puedan hacer, la música es un lenguaje universal que supera cualquier condición del individuo para crear lazos..
L.L.: Efectivamente. Y hay que bailar. Desde la primera vez que pisé una disco (fue la sala Apolo de Barcelona cuando tenía 19 años) comprendí la capacidad sanadora del baile. Y la música disco está hecha para el baile, es su razón de ser, hacer bailar a la gente. Y nació a la par que la cultura de clubs, de la idea de crear un espacio en el que la gente se juntase para disfrutar de una experiencia común de baile, música, luz y sonido. ¿Por qué todos los viejos rockeros o estrellas del momento pasaban por Studio 54? Porque era algo nuevo, algo que no se había visto antes. Era algo democratizador, ya que en la pista de baile todas somos iguales. Y el ponerse ciego bailando hasta las tantas... Ese estado de felicidad es único.
En "Muñeco analógico" mostráis una opinión crítica respecto a las redes sociales, ¿las sentís a veces como una nueva dictadura de las apariencias?
MS: La dictadura de las apariencias siempre ha existido y probablemente siempre existirá, simplemente cambia las formas para que las nuevas generaciones la puedan abrazar como algo que les es propio y les aleja de las generaciones anteriores (y realmente lo hace). Criticar las redes sociales entrado en los 40 es tan fácil como aburrido, yo simplemente no las entiendo: ni el funcionamiento ni los contenidos. Y lo que es más, no tengo ningún interés en entenderlas.
El disco cuenta con varias voces invitadas, al margen de la aportación en dos piezas de Lalo López, Joel Sarakula y Cimafunk también interpretan sendos temas, ¿que buscabais o que creéis que han aportado al resultado final esas diferentes apariciones?
L.L.: Ambas colaboraciones nacen de nuestra admiración por ambos artistas. Joel es un artista con una sensibilidad y personalidad únicas, y nos parecía la persona y el momento adecuados para probar algo nuevo: ver como sonaría nuestra música con una voz distinta y que fuese anglo-parlante. La colaboración fue súper fluida, yo y nuestro batería Marc hemos estado girando con él en sus bolos por el Estado, le gustó la base y en una tarde esbozó la melodía y planteó la letra, fue muy fácil y estemos muy contentos con el resultado.
Cimafunk es casi un opuesto a Joel, es un huracán de energía funk con el sabor de Cuba corriendo por sus venas. Conocer su música fue un gran descubrimiento y nos pusimos en contacto con él para tratar de hacer algo juntos, y dio la casualidad de que había descubierto nuestra música hacía poco y la admiración era mutua. Encontramos el tema adecuado para que aportase su talento y todo fue rápido y sencillo. Su frescura es un soplo de aire fresco.
Tuvisteis un éxito muy notorio en vuestros inicios con “Super sexy girl”, visto con el paso del tiempo, ¿creéis que fue positivo todo aquello o no tanto a la hora de consolidar vuestra identidad?
MS: Sin duda fue positivo a la hora de consolidar nuestra carrera. En lo que concierne a nuestra identidad creó un marco del que nos ha resultado difícil salir, si es que lo hemos logrado, que no lo sé.
Da la sensación de que la música negra tiene una mejor aceptación por parte de la crítica cuando es interpretada desde su faceta más setentera, más profunda, que cuando adopta formas más bailables, no sé si compartís esa percepción y cómo la valoráis..
L.L.: Es cierto que la relectura vintage funciona muy bien entre el público europeo. Quizás se deba a que nos gusta imaginar como era la sensación de vivir esa música en su momento, tratar de emular esa experiencia que se nos escapa... Y la verdad es que hay bandas excepcionales que emulan perfectamente el sonido de los 60 y 70, hay mucha calidad. Da la sensación de que en los Estados Unidos ven esos estilos como parte de su historia, pero siguen evolucionando desde esos orígenes a los que respetan muchísimo.
Los 80 supusieron una verdadera revolución sonora en la música afroamericana, y la llegada del Hip Hop también transformo la cultura musical generando sinergias con el funk y el soul que todavía hoy producen proyectos con vocación contemporánea y texturas añejas. Pero tienes razón que quizás lo más bailable se ha dejado a la electrónica en sus diversas formas y encontrar proyectos orgánicos dedicados a la pista cuesta más... Nosotros tratamos de hacer música festiva que no esté reñida con la calidad musical, y además en nuestra lengua materna. A veces nos saldrá mejor, a veces peor, pero es indudable que hemos trabajado duro para tener nuestro espacio propio dentro del panorama.
A pesar de vuestro sonido festivo y divertido no sois una banda ni que sea pasto de las discotecas ni de festivales, ¿Cómo lleváis esa situación?
MS: A estas alturas lo tenemos plenamente aceptado, aunque no comprendido. Probablemente la suma de música de baile “alternativa”, en el sentido de no estar enfocada a un público masivo, y letras en castellano es algo que no funciona, aunque hay algunos casos en los que si, así que no acaba de ser una buena teoría… tal vez simplemente caemos mal…
Son ya 25 años de historia cuando empezasteis sin que hubiera demasiada actividad en nuestro entorno relacionado con los sonidos negros, ¿cómo habéis vivido esa evolución de esa escena y de qué manera os sentís dentro de ella?
L.L: Nos sentimos parte de algo mayor que hay que respetar. Somos conscientes de que no fuimos los primeros en hacer lo que hacemos. Antes estuvieron los pioneros en introducir el jazz, el soul y el funk en España, bandas como Los Canarios, Barrabás o músicos y compositores como Juan Carlos Calderón. En los 80 grupos de la Movida como Radio Futura, o todo el Italo-Disco que se produjo en Cataluña, y en los 90 la llegada del Acid Jazz con Los Sencillos y otros proyectos de mucha calidad. Nosotros somos un eslabón más, aparecimos en un momento en el que nuestra propuesta fue muy bien recibida por una nueva generación que asumió la música Disco y Funk como la banda sonora de sus noches de fiesta. Desde ese momento –y no digo que gracias a nosotros- surgió una hornada de músicos y músicas que adoptaron la música afroamericana como su lenguaje musical, y surgió una prolífica escena de Funk en Madrid y Barcelona que se ha mantenido hasta nuestros días. Nosotros nos sentimos parte de una escena un poco deshilachada, pero en la que todos y todas valoramos que existan proyectos que sigan trabajando para generar una expectación y un público alrededor de estas músicas.
El hecho de haber creado todo un organigrama, también estudio de grabación, alrededor del grupo como es esa Nación Funk, ¿crees que ha sido clave, y hasta imprescindible, para el desarrollo y la estabilidad del grupo?
MS: Probablemente si. Desde luego sin tener nuestro propio estudio de grabación seguir produciendo discos hubiera sido mucho más caro y, en consecuencia, complicado. Hace ya muchos años que las bandas de nuestro nivel suelen verse obligadas a asumir el gasto que supone producir un disco con la esperanza de recuperarlo con los conciertos derivados de la salida de un nuevo disco. Es un equilibrio precario que, en nuestro caso al menos, suele funcionar pero siempre con unos márgenes muy ajustados. Si la inversión debiera ser mayor, esto es, si tuviéramos que pagar un productor, un arreglista, un estudio…, complicaría mucho o directamente imposibilitaría el seguir sacando discos.