Iván Ferreiro en directo o nuestra trinchera hecha canción


Festival El Bosque Sonoro, Mozota, Zaragoza. Viernes 23 de junio de 2023. 

Texto y fotografías: Javier Capapé 

Estar dentro y ser uno más. Intentar pasar de puntillas pero dejando que las cosas fluyan. Pequeñas conversaciones, bromas en corro, saltar del backstage al frente del escenario. Sentir la concentración, los nervios previos al arranque. Subir esas escaleras al escenario, que es el cielo por un breve espacio de tiempo. Nuestro tiempo. El Bosque Sonoro me brindó este gran presente (Manolón mediante) y un pequeño sueño se hizo realidad. Ser y estar ahí. Desde dentro y para todos vosotros. Haciendo que esta "Trinchera Pop" se convierta en historia viva de mi presente y también del vuestro.

Iván Ferreiro dejó que sus máquinas condujesen la noche para lograr emocionarnos ampliamente con su particular visión de la electrónica. El escenario fue su trinchera, y el claro del bosque mozotino la nuestra. La forma en la que la banda se dispone alrededor de Iván, como formando un retablo, hace de la propia presentación una revisión de la escenografía clásica. Todo alrededor de un músico y unas canciones que renuevan el pop, que le dan una asombrosa vuelta de tuerca, alimentada también por una iluminación del escenario cautivadora, que muestra en cada momento lo que se necesita, y que invita a concentrarse en lo que verdaderamente importa.

Cuando en un festival, con sólo 75 minutos de set por delante, se apuesta por el último disco casi por completo sin recurrir en exceso a los éxitos más esperables, nos queda muy claro la importancia que los Ferreiro dan a su obra presente. Mirar al pasado no es lo que buscan ni quieren ofrecer a su público, que los entiende en este planteamiento. El presente es lo que cuenta. Dar espacio a estas canciones que son, casi desde su concepción, tótems en el historial de los gallegos. Desde que "Canciones para no escapar" abre la ceremonia hasta que las "Trincheras de la cultura pop" la cierran, todo parece que encaja. Las programaciones y bucles entre los que Iván se mueve como pez en el agua se complementan a la perfección con los arpegios a las seis cuerdas de su hermano Amaro o con la distorsión que encabeza Emilio Sáiz, integrante de la banda desde hace ya tres lustros. Y es que la banda que acompaña a los Ferreiro es también una gran familia, como pude constatar de primera mano. La experiencia y serenidad de Pablo Novoa se mezcla con el carácter de Ricky Falkner o la precisión artesanal de Xavi Molero. Sergio Martínez Puga se une durante esta gira a la trupé y parece haber formado parte siempre de la misma. Uno más de este combo que va encajando una y otra canción con la intensidad que necesitan, para hacer de "La Humanidad y la Tierra" el himno ecológico de nuestro siglo, de "Dejar Madrid" una experiencia cargada de emotividad o de "Pinball" un experimento vibrante. Y entre medio de estas nuevas gemas no desentonan lo más mínimo "M" o "Santadrenalina" (porque siempre es más interesante hacer escala en el pasado menos evidente). 

"El pensamiento circular", uno de sus clásicos más rotundos a pesar de contar con una estructura que nada parecía evidenciar que lo llegara a ser, pero con la que todo el público sube a lo más alto en su crescendo, supone uno de los puntos álgidos de la noche, escoltada por la grandeza de "El equilibrio es imposible" o la inmensidad de "Miss Saigón", que consigue, pasada de vueltas, renovar todo el espectro electrónico del gallego. Su parte final explota en un pulso adictivo que desemboca en la canción que da sentido a la necesidad de dejarse caer y volver a empezar que tanto reivindica su autor en este momento. "En el alambre" es pura poesía que canaliza la catarsis colectiva. Con canciones así no son necesarios otros himnos. Son nuestros himnos y es imposible no rendirse a ellos. Estas nuevas canciones tienen tal capacidad de atracción que no sería necesario ni incluir "Años 80", aunque sea tan bien recibida por el respetable, que se desgañita hasta ese "ya terminé". Puede que ni siquiera la echáramos de menos entre tan exquisita selección, donde no faltó tampoco su obligatoria parada en "Turnedo", la mejor canción en castellano de los últimos veinte años.

La trinchera pop en Mozota se clausuró con el experimento revisionista de la primavera de Vivaldi de Max Richter (a estas alturas ya tan familiar) remozado en el particular universo de los Ferreiro, reivindicando el lugar de estas canciones, que son sus actuales trincheras, esas por las que se dejan la piel cada noche, por las que vale la pena caer y volverse a levantar. Y nos las ofrecen con un nivel de entrega fuera de lo común. Todos a una, como una máquina imparable, precisa, desbocada y en total conexión emocional. Iván Ferreiro y su banda son el orgullo de nuestra música. Tienen un don, al que ansiamos encontrar explicación, pero que nunca adivinamos. Sin embargo, nos atrapa una y otra vez, nos engancha sin saber exactamente el motivo. Pero está claro que no podemos vivir sin esa sensación, la de sentir que esas canciones han sido construidas en exclusiva para cada uno de nosotros. Un auténtico manual para los fieles que sin entender bien el por qué nos hace desear volver una y otra vez a él. No sé cómo podría concebir a estas alturas mi pasión por la música sin las canciones de Iván. El Bosque Sonoro me dio la llave para formar parte, como uno más de la familia, de una experiencia sin límites, siendo testigo de la gran capacidad humana de todo lo que rodea a esta gran persona, que es el alquimista de nuestros sueños hechos canción, de nuestros sueños entendidos como esa trinchera desde la que construir, que une más que separa, que es espacio de diálogo y comunión. Esa trinchera pop compartida por cada uno de los que quieren bajar al barro y formar parte de ella. Compartir, experimentar, vivir. Puede que mi vida sea sencillamente esa trinchera.