Entrevista: Manuel Cabezalí (Havalina)


“Ha sido un viaje precioso” 

Por: Javier González.
Fotografías: Maite Nieto.

No es fácil decir adiós a Havalina por varios motivos, algunos están ligados a la ética de trabajo de una banda underground que siempre mostró pasión por lo que hacía. Nunca faltó empeño, tenían buenas canciones y actitud. Ver su nombre en el cartel era sinónimo de noches grandes, conciertos en salas llenas y mucho cariño, el que siempre les demostró la parroquia madrileña, quienes convirtieron al trío en profetas en su propia tierra. 

Otros motivos son puramente sentimentales, las primeras andanzas de El Giradiscos tienen muy presentes la música de Havalina, recordamos nítidamente aquellas veladas que discurrían de martes a sábado donde creíamos que otro Madrid era posible; la juventud nos hacía sentir intocables, los garitos te sorprendían cada noche con un ambiente inmejorable y una nueva escena parecía intentar abrirse camino; por aquel foro pululábamos un montón de “wannabies” en busca de 15 minutos de fama, algunos desaparecieron cuando las ansías de arribismo se toparon con la triste realidad, los menos se abrieron paso y consiguieron mal vivir cerca de la música, otros, los más románticos, quizás los menos talentosos, seguimos haciendo lo mismo por el mismo precio, se llama masoquismo. 

Aquel Madrid ardió, quizás nunca llegó a brotar, quién sabe si sigue permaneciendo en algunas salas del centro con más solera que futuro, la realidad en definitiva es que nos dispersamos, batimos en retirada, y dejamos de quemar la noche para encontrar trabajos semi esclavistas y formar familias, el verdadero legado que vamos a dejar y no un puñado de textos escritos para nadie, sin perder nunca de vista a Havalina, cuyos discos siempre teníamos a buen recaudo, reseñados debidamente a cada lanzamiento, fieles a la cita, reconociéndonos como iguales en la ardua labor de picar piedra sin un objetivo vital claro.

Así hemos llegado hasta aquí, cuando semanas atrás nos enteramos que Havalina había decidido parar su maquinaria; aquello fue otro bofetón de realidad, otra hoja muerta más de un árbol yermo que tocaba tierra. Entendemos sus motivaciones y las respetamos con muchas dosis de empatía,  esta carrera de raras tiene que acabar un día, tarde o temprano. Se van y nuestro respeto por la banda sigue intacto, es más, no vamos a esconder que su adiós se lleva una parte de nuestra historia con ellos bajo el brazo. Muchas noches, recuerdos y vivencias, grandes canciones y buenos conciertos quedarán enterrados en el cajón junto a ellos. 

Este adiós merecía ponernos en contacto con Manuel Cabezalí, preparar el cuestionario fue duro -el sabor de las despedidas es tan amargo como darnos cuenta que la vejez se acerca a pasos agigantados-, pero siempre quedará el poso de lo mucho que nos ha brindado Havalina. La extensión de la charla no casa mucho con los tiempos modernos, es larga e intensa, pero aseguramos al intrépido lector que merece la pena, cada frase encierra una enseñanza y decálogo sobre lo que es vivir el underground desde dentro sin imposturas ni afectación.

Mil gracias, chicos, se os va a echar mucho de menos. 

En unas semanas comenzaréis la gira con la que Havalina se despedirá de los escenarios. ¿Cómo afrontáis en el seno de la banda estás últimas trece fechas que tenéis por delante? 

Manuel: Con ilusión. La respuesta de nuestro público al anuncio de despedida ha sido muy bonita y conmovedora. Estamos ahora ensayando duro porque queremos tocar canciones de todas las épocas de Havalina, de Havalina Blu no tocaremos nada, y sobre todo no repetir el mismo set de canciones de un concierto a otro, sino que cada uno sea ligeramente distinto. Suponemos que habrá bastante gente que quiera venir a más de uno y estaría bien poder ofrecerles algo nuevo cada vez. Y también a nosotros nos da la oportunidad de tocar más canciones; está siendo bonito recuperar algunas que hace años que no tocábamos. 

¿Cuáles son los motivos que os han hecho decidir que era el momento de parar más adecuado? 

Manuel: Para mí, el sentimiento de que ya he cumplido este ciclo y de que necesito hacer otras cosas, levantarme por la mañana y contemplar un horizonte nuevo. El otro día me crucé con Xoel López en la ceremonia de entrega del Premio Ruido, y estuvimos hablando sobre la necesidad del ser humano de tener cambios periódicos en algunas áreas de nuestras vidas. Decíamos que es como si hubiera cosas que tuvieran que ser sólidas y mantenerse siempre estables, en mi caso, mi familia y el amor a la música, y otras que necesitan dar un vuelco cada cierto tiempo. Xoel empleaba una metáfora muy acertada: es como pivotar jugando al baloncesto, una pierna se queda fija en el suelo, la otra se mueve. Así es como avanzas. 

Este sentimiento empezó a invadirme hace unos años, un poco antes de la pandemia, cuando empezamos con los ensayos de composición de “Maquinaria”. Me di cuenta que había días que me daba pereza ir a ensayar, y esto era algo que nunca me había pasado; hasta entonces siempre había tenido como una energía infinita para todo lo relacionado con la banda. Un proyecto como Havalina se sustenta principalmente en la ilusión y el empuje de sus componentes; si pierdes esto, me parece difícilmente sostenible. Para mí Havalina siempre ha sido un refugio donde verter mi creatividad, pero es verdad que ha llegado un momento donde el proyecto ya deja de ser tuyo y cobra una identidad propia, que no sólo depende de nosotros, sino también del legado que la banda ha ido construyendo, y de cómo el público ha ido recibiendo lo que hemos hecho. Supongo que ahora necesito quitarme el apellido y dar salida a un Manuel distinto. 

También creo que los años de ser una banda relativamente underground al final son como piedras en una mochila que siempre llevarás. Es verdad que somos una banda que se siente muy querida, pero la realidad es que el proyecto siempre ha exigido mucho de nosotros, y económicamente es difícilmente rentable. Esto se traduce en que paralelamente a todo el trabajo que requiere la banda -ensayos, conciertos, reuniones, horas de estudio...- tenemos que mantener todas nuestras demás responsabilidades, como nuestro trabajo y nuestras familias. Llevar todo eso adelante desgasta mucho. Ha habido días que después de una jornada de grabación de nueve horas con otro artista, me he tenido que ir a ensayar otras tres horas, cuando lo que más quería era estar en mi casa con mi familia. Por mucho que ames la música, a veces es demasiado. 

Respecto al momento concreto de tomar esta decisión, para mí también ha tenido que ver el hecho de que creo que “Maquinaria” es un muy buen disco. Prefiero despedirme en un buen momento que andar estirando un final más agónico. 

En cualquier caso, creo que al final es un cúmulo de motivos, pero para mí el síntoma inequívoco -y el que me ha hecho tomar esta decisión- es el hecho de que sistemáticamente no me apeteciera ir a ensayar. Curiosamente, ahora que estamos ensayando para nuestros últimos conciertos, sí me está apeteciendo mucho y lo estoy disfrutando; creo que es porque ahora tiene un fin delimitado y tengo un propósito claro en mi mente: despedirme y honrar a este proyecto que me ha llevado más de la mitad de mi vida. 

Pienso que en la historia de Havalina podemos establecer varios períodos, quizás haciendo un trazo grueso podríamos hablar del cambio definitivo del idioma con “Junio”, como una nueva etapa el salto del inglés al castellano, aunque quizás las distintas formaciones también pueden hacer que esas épocas varíen. ¿Qué supuso para ti como creador aquel cambio? 

Manuel: Para mí supuso ver la luz, y le dio un propósito a mi existencia como creador de canciones que antes no tenía. Sinceramente me hubiera gustado haber tomado esa decisión mucho antes; seguramente si hubiera dedicado todos esos años de Havalina Blu (y los grupos de antes de éste) a escribir canciones en castellano ahora sería mucho mejor letrista. A día de hoy no puedo escuchar las canciones de Havalina Blu, me parece absurdo y súper impostado ser quien soy y escribir canciones en inglés. 

Me gustaría que brevemente dieras tu particular visión de lo que supusieron los siguientes discos para vosotros: 

“Uncoloured Song” 

Manuel: “Uncoloured Songs” fue un bonito e ilusionante comienzo para nosotros. Como suele pasar con muchos primeros discos, es un disco muy heterogéneo y además creo que se nos notan demasiado las influencias. Pero aún así, guardo muy buen recuerdo. Por aquel entonces sólo hacíamos conciertos en Madrid, pero recuerdo que teníamos una buena pandilla de amigos y seguidores que venían a todo. Tocábamos en todas partes: bares de barrio, concursos de grupos, salas de conciertos, fiestas de instituto... Fue una época de mucho aprendizaje. 

“Junio” 

Manuel: “Junio” para mí es un disco de transición: del inglés al español y de ser un cuarteto a ser un trío. Charlie Bautista dejó la banda por aquel entonces, y nos llevó un tiempo cubrir su hueco. Personalmente no me parece un buen disco, la verdad. No me gusta como canto ni cómo escribía letras por aquel entonces. Tiene algunos momentos mejores, pero creo que todavía estábamos buscando nuestra identidad como banda. 

También recuerdo aquella época como una en la que sufrí mucha frustración de ver cómo el proyecto no terminaba de arrancar. Empezamos a dar conciertos por España, pero fuera de Madrid no venía prácticamente nadie a vernos; hubo uno que directamente no vino nadie y ni siquiera tocamos. Creo que fue el momento más bajo de la banda a nivel de popularidad, porque estábamos en ese punto en el que tus amigos ya no van a tus conciertos, pero tampoco has conseguido un público propio basado en tu música, sobre todo cuando sales a tocar fuera de tu ciudad. 

Lo cierto es que, aunque en su momento no podía verlo, ahora echo la vista atrás y entiendo por qué era así: lo que hacíamos no tenía una identidad sólida. Sí es verdad que hacíamos muy buenos directos; siempre hemos sido una banda con un buen directo, en este sentido la experiencia y la pasión que le poníamos a todo me parece que ayudaban mucho. Tocábamos y sonábamos bien, mucho mejor que la mayoría de bandas de nuestro entorno, pero creo que las canciones no estaban a la altura. Lo cierto es que esa falta de repercusión me quitaba bastante el sueño. También se juntaba con que ya llevaba bastantes años intentando dedicarme a la música, pero no conseguía hacer de ello una fuente de ingresos estable. Pero no todo fue malo: con “Junio” nos enfadamos con el mundo y en cierto modo renunciamos a ser una banda de éxito que hacía canciones pop, y ese enfado y esa renuncia fueron el caldo de cultivo perfecto para lo que vino después. 

“Imperfección” 

Manuel: Para mí es el primer buen disco de Havalina. Creo que aquí fue donde por fin encontramos un sonido y una personalidad propia. Ojo, estamos hablando del quinto disco de la banda. Supongo que para otras bandas todo este proceso sucede antes, pero a nosotros nos llevó todo este tiempo. Curiosamente, para las canciones de “Imperfección” recuperé muchas de los recursos que habíamos hecho en la banda que teníamos Charlie Bautista y yo antes de Havalina Blu, se llamaba Sugar Kane. Principalmente el uso de afinaciones abiertas, y en general el concepto de canciones con desarrollos largos, muy alejadas del pop y mucho más oscuras. Creo que esto sí sabíamos hacerlo bien. 

“Las Hojas Secas” 

Manuel: Para mí “Las Hojas Secas”, junto con “Imperfección” y “H”, forman una trilogía que define muy bien una época muy concreta de Havalina. Creo que estábamos en un momento creativo muy bueno. Las canciones salían de mis manos y de mi cabeza con una facilidad pasmosa. Fue un momento convulso para mí a nivel personal, atravesaba una especie de crisis de los treinta años, y supongo que de los momentos convulsos muchas veces nacen las mejores canciones -o al menos las más crudas y sinceras- y así fue con las canciones de estos discos. 

Además de mi momento personal como compositor, la banda estaba en un momento muy bueno. “Las Hojas Secas” fue el primer disco que hicimos con Ignacio Celma al bajo, y lo interesante de Ignacio es que aparte de ser un gran bajista que compone líneas de bajo memorables, también es un músico muy completo que sabe entender la canción como un todo; mejoraba mucho las canciones en cuanto a letras y estructura, y en general creo que su presencia trajo cosas muy buenas a las composiciones de la banda. Y al margen de eso, el trío musical entre Javi, Ignacio y yo estaba fluyendo de maravilla. Guardo muy buenos recuerdos de todos aquellos conciertos que dimos con este disco.

“H” 

Manuel: Sería la culminación de esa trilogía que he comentado antes. “H” vino en un momento bueno de la banda, teníamos la moral muy alta y muchas ganas de hacer cosas. Curiosamente, el título del disco y el sonido y el concepto del mismo fue algo que decidimos antes de haber hecho ninguna canción. Me acuerdo que fue en viaje en furgoneta -creo que volviendo de Galicia- que Ignacio me dijo “deberíamos hacer un disco furioso y oscuro en la onda de “Imperfección”, pero aplicando todo lo que hemos aprendido en estos años”. Aquel día decidimos llamarlo “H”, y supongo que es lo más parecido a un disco homónimo que tenemos. 

Creo que con “H” vino nuestro momento de mayor popularidad y reconocimiento. Además de tocar mucho por toda España y conseguir llenar salas pequeñas y medianas, también nos programaron en bastantes festivales de verano, cosa bastante inaudita si tienes en cuenta que nuestra propuesta musical estaba muy alejada de ser “festivalera”. También nos dieron el Premio MIN al Mejor Disco de Rock, editamos el disco en México y estuvimos por allí tres semanas haciendo algunos conciertos y promoción... fue momento dulce para la banda, y además creo que supimos disfrutarlo: recuerdo estar a gusto en nuestra piel y no estar pensando en que deberíamos estar más arriba, vender más tickets o tocar en más festivales. Estábamos contentos y agradecidos de lo que estaba pasando. Desde luego que lo nuestro nos había costado. 

“Maquinaria” 

Manuel: Con “Maquinaria” tengo sentimientos encontrados. Por una parte, creo que es un disco muy bueno, creo que probablemente sea lo mejor que hemos hecho los últimos diez años. “Maquinaria” toma muchas de las ideas que comenzamos a explorar en “Muerdesombra” y las lleva a un nivel superior. También es un disco cocinado a fuego lento y cocinado en varias etapas, en parte por el parón de la pandemia y en parte por el parón que tuvo la banda cuando nació mi hijo en 2018. Lo de hacerlo en varias etapas creo que nos permitió alejarnos de él en varias ocasiones y tomar perspectiva para luego volver y mejorar ciertos aspectos. Ha sido un disco hecho con tiempo y con cariño, y con el que hemos sido muy exigentes a todos los niveles. Creo que todos estamos muy orgullosos de él. 

También ha sido un disco muy coral, en el sentido de que mis compañeros han aportado mucho a nivel creativo. Hay de hecho dos canciones que son íntegras de Ignacio (“Himno nº9” y “La Palabra”) y en general todo el mundo ha participado en los diferentes aspectos de la creación, creando una dinámica de trabajo en equipo muy buena y que ha dado muy buenos resultados. Conozco muchas bandas desde dentro, y hay muy pocas que puedan llegar a funcionar en el clima de armonía que hemos tenido con la creación de Maquinaria. De hecho, con este disco yo he querido dar un paso atrás consciente para dejar que mis compañeros den un paso adelante, y creo que esto se ha podido ver en los conciertos de presentación que hemos dado, con mucha más participación de todo el mundo, e incluso en nuestra colocación en el escenario conmigo a un lado. Alguna gente me ha dicho que le parece extraño que la persona que debería estar en el centro se coloque en un lateral, y que dejemos el centro del escenario vacío. Lo entiendo, pero a mí me gusta lo que pasa cuando un grupo es un grupo y nadie demanda poderosamente tu atención. Me pasa, por ejemplo, cuando he visto a Stephen Malkmus en directo con su banda The Jicks, Stephen se coloca en un lado. Thurston Moore también se colocó siempre a un lado cuando Sonic Youth seguían juntos. Son personas con un talento y un carisma apabullantes, pero no están queriendo llamar tu atención sobre ello constantemente, sino que es algo que si te interesa puedes ver por ti mismo. A mí me gusta esa gente que hace las cosas bien desde la discreción y la autenticidad, y que no necesitan de la aprobación del prójimo, o al menos no constantemente. Me gusta pensar que soy así. De hecho, me gusta lo que simboliza ese centro del escenario vacío. En este sentido creo que Havalina ha sido un grupo más que nunca en esta última época de su existencia, y me siento muy orgulloso de ello. 

Mis sentimientos encontrados vienen porque también ha sido un disco gestado y publicado en una época de mi vida en la que ya andaba en ese declive de mi ilusión e implicación en el proyecto que comentaba antes. Paradójicamente también creo que esto ha hecho que mis compañeros se impliquen más y tiren más del carro que nunca, pero al final supongo que este grupo en última instancia depende de mí y de mi estado anímico. Parafraseando “Fue” de Soda Stereo: “he llegado hasta el fin con los brazos cansados”. 

También tengo sentimientos encontrados con la repercusión que ha tenido. Creo que ha calado bonito entre nuestro público, y de hecho diría que es posible que haya hecho que crezcamos a nivel de audiencia de manera orgánica y respetable. También ha funcionado relativamente bien a nivel de medios. Sin ir más lejos, quedar elegido entre los 12 mejores discos del año para la PAM ya me parece una gesta muy importante. Pero, por otra parte, ha sido un disco muy ignorado por un sector representativo de la industria musical. Recuerdo una conversación con nuestro mánager, dos meses después de que hubiera salido el disco, donde nos decía textualmente “no ha llamado ningún promotor de festival para contratar a Havalina este verano, y de las aproximadamente 50 propuestas a las que he tirado la caña, sólo he obtenido palabras bonitas y en algunos casos algunas ofertas irrisorias donde directamente saldríamos a perder dinero”. Tengo sentimientos encontrados con esto porque, por una parte, creo que es negativo para una banda saber que no vas a poder hacer nada entre los meses de mayo y septiembre, porque los festivales lo copan todo en esas fechas y los conciertos en salas no funcionan. Pero, por otra parte, en el fondo nunca me ha gustado tocar en festivales, o al menos no en los festivales grandes, de los pequeños hechos con cariño sí tengo mejor opinión. Odio la sensación de pertenecer al McDonalds de la música, ofrecer conciertos cortos con prisas y condiciones subóptimas para nosotros y para la audiencia. Me gusta tocar en salas para un público que me escucha, hacer conciertos largos y generosos, y tener las horas necesarias de prueba de sonido y montaje para hacer el mejor show posible. 

La primera referencia que hay en nuestro histórico de Havalina data de febrero del 2009 en la sala Taboo en el marco de una fiesta de Origami, pocos meses después de que fundáramos la web. ¿Qué recuerdas de aquellas noches míticas donde un martes o jueves Madrid todavía tenía audiencias considerables para la música underground? 

Manuel:
Guardo un recuerdo precioso y emocionante de aquellos años. Todo era nuevo y brillante, no nos importaba tocar en cualquier antro con el equipo y los medios que fueran, sólo queríamos poner los amplis al 11 y hacer música.

“No estoy seguro de si la ciudad ha cambiado, o somos nosotros los que hemos cambiado” 

¿Crees que parte de dicha magia que encerraba la ciudad se ha perdido durante esta década y media? 

Manuel: No estoy seguro de si la ciudad ha cambiado, o somos nosotros los que hemos cambiado, o una mezcla de todo. O sea, claro que la ciudad ha cambiado, pero no necesariamente a peor. Supongo que ha perdido algunas cosas, pero ha ganado otras, como todo en la vida. Lo que sí tengo claro es que muchas de las cosas que en ese momento eran nuevas, brillantes y emocionantes para la gente de nuestra generación, poco a poco se fueron convirtiendo en repetitivas, y terminamos buscando otros estímulos y otros horizontes en nuestras vidas. Por eso cuando escucho a la gente de mi edad decir eso de que “antes todo molaba más”, siempre pienso que los que hemos cambiado somos nosotros, y que obviamente no podemos esperar que la vida nos deslumbre como nos deslumbraba hace 15 años. Mi hijo tiene ahora cinco años y todo es nuevo y emocionante para él; el otro día fuimos al punto limpio de mi barrio a dejar unas cuantas cosas que no queríamos en casa, y estaba flipando con los contenedores y los carteles, maravillando corriendo de un sitio a otro. 

A mis casi 42 años todavía la vida me deslumbra muy a menudo, lo que pasa es que me deslumbra con cosas distintas a las que me deslumbraba con 27. Las pocas veces que voy a bares me aburro muy rápido y no le encuentro sentido alguno, por eso no puedo opinar de la ciudad a ese respecto, porque yo mismo ya he perdido el interés en eso. Sigo yendo a conciertos, pero incluso en eso creo que me he vuelto mucho más exigente, no solamente con el apartado estrictamente musical y artístico, sino también con el contexto, el sonido, la visibilidad... 

“El capitalismo también se ha instaurado en la música, donde la desigualdad de clases es mayor que nunca” 

Personalmente pienso que aquellas citas fueron los rescoldos finales de una gran fiesta a partir de la cual la música, las salas y la propia ciudad cambió para siempre. ¿Tienes la misma percepción?

Manuel: Desde luego la cultura de bandas se ha visto muy resentida. La sociedad se ha vuelto mucho más individualista y menos necesitada de espacios donde compartir. Sólo hay que ver las listas de la música más escuchada: apenas hay bandas y son casi todo solistas. El capitalismo también se ha instaurado en la música, donde la desigualdad de clases es mayor que nunca. Supongo que todo esto no ayuda en absoluto a la cultura de salas que mencionas. 

Echo la vista atrás con cariño hacia esa etapa donde los conciertos de Havalina eran todo un acontecimiento, llenando hasta los topes salas míticas como “El Sol”. ¿Qué recuerdas de veladas tan potentes como aquellas? ¿Qué supone para una banda underground de la ciudad vivir noches así? 

Manuel: Recuerdo que eran eventos súper importantes de nuestras vidas, que preparábamos y anticipábamos durante semanas, que vivíamos con tremenda intensidad y que después dejaban un regusto que duraba días y días. Las noches así eran el alimento para nuestras vidas. 

Hablando con la gente parece que todo el mundo estaba presente en aquellas noches, cosa imposible porque el aforo de algunas salas jamás superaba las 450 personas. ¿Qué crees que le faltó a Havalina para llegar a los oídos de más gente? 

Manuel: Quizá es que no estuvieron todos en la misma noche, pero dado que hubo muchas noches, es posible que toda esa gente con la que has hablado se pasara por alguna de ellas. También es verdad que a la gente le gusta presumir de vivencias y poder decir eso de “yo estuve allí”. El caso es que yo me alegro de que lo recuerden con cariño, porque yo lo recuerdo como algo irrepetible en mi vida. 

Respecto a la pregunta de qué creo que le faltó a Havalina para llegar a los oídos de más gente: no creo que sea la persona que tenga la respuesta para esto, y no creo que haya una única respuesta sino un cúmulo de las mismas, pero esto que te comenté antes de que somos muy mala banda haciendo pop, pero muy buena banda haciendo canciones oscuras con desarrollos largos, ya sería una pista de lo que pienso al respecto. 

“El éxito no es sólo “petarlo” con tu grupo” 

Ahora que sabéis que el final ha llegado. ¿Qué valoración hacéis de toda la trayectoria de la banda? 

Manuel: Creo que los tres estamos muy orgullosos. Y los que estuvieron en algún momento, pero se fueron creo que también lo están. Mi valoración personal es que todo lo que pasa en esta vida pasa por algo, y si Havalina ha llegado hasta donde ha llegado y como ha llegado, ha sido por un buen motivo. O al menos, yo he intentado sacar siempre buen provecho de cómo venían dadas las cosas. El día que anunciamos nuestro final, un amigo mío, Rober, de la banda Arenna, de Vitoria, me escribió un mensaje que decía: 

“A pesar de que las métricas que dan los números nunca os han subido a un pedestal, quizás y solo quizás sea lo mejor que pudo pasarte. No hay más que conocerte un poquito para ver la gran persona que eres. Fuerte abrazo y a disfrutar del resto de tu vida”. 

Recibí muchos mensajes preciosos en esos días. Éste representa una de las muchas utilidades que para mí han podido tener estos 23 años de victorias y derrotas con Havalina. También hay muchos otros comentarios de amigos y conocidos en mi perfil de instagram, de ese mismo día, que creo que están llenos de sabiduría y amor verdadero. El éxito no es sólo “petarlo” con tu grupo, y por eso yo sí creo que Havalina ha sido un grupo de éxito, porque ha traído muchísimas cosas buenas bajo el brazo. 

¿Crees que ahora más que nunca cobra sentido la canción “Noches sin Dormir”? 

Manuel: (Risas) Pues sinceramente no. O yo no lo veo, al menos. Nunca me gustó esa canción, y lo cierto es que sigue sin gustarme. Es un claro ejemplo de aquello a lo que me refería con que somos una mala banda de pop. Supongo que esto es discutible, claro, hay gente a la que en su día llegó está canción. Lo cierto es que creo que es bastante del montón y que hay muchas otras bandas y artistas que hacen pop bueno con canciones mucho mejores que “Noches sin Dormir”. 

“Me gustaría hacer algo humilde y bonito que no espere ni necesite absolutamente nada a cambio” 

¿A qué se va a dedicar Manuel Cabezalí el día después de terminar con Havalina? 

Manuel: Aparte de mi trabajo como productor y como músico para otros artistas, quiero seguir creando mi propia música, pero me gustaría hacer algo que no implique todo el aparataje de una banda: pagar el local de ensayo y la gestoría, hacer coincidir las agendas imposibles de varias personas, etc. Y sobre todo, me gustaría hacer algo humilde y bonito que no espere ni necesite absolutamente nada a cambio, y que pueda sobrevivir con muy poco del mundo exterior. 

Nos da mucha pena el final de Havalina, como decimos durante una época de juventud os seguimos por las salas de Madrid y desde nuestro comienzo hasta hoy habéis estado presentes en El Giradiscos. ¿Sois conscientes que os lleváis un pedacito de alguno de nosotros con vuestro adiós? 

Manuel: Sí, y supongo que esa es una de las grandezas de esta banda, que en quien ha calado, lo ha hecho muy profundo. También nos llevamos un pedazo enorme de nosotros mismos, prueba de ello es que estoy seguro que para mucha gente seré “el de Havalina” hasta el día que me muera. 

Deseamos que te vaya muy bien en tus próximos pasos y ojalá podamos seguir disfrutando de tu particular forma de tocar la guitarra. Un abrazo grande y mil gracias por habernos encontrado en el camino. 

Manuel: Gracias a vosotros, ha sido un viaje precioso.