Gerard Alegre lleva dotando a El Último Vecino de una extraña aura mítica desde sus comienzos. A lo largo de este tiempo ha sabido elaborar su propio discurso, basado en letras relativamente atormentadas y de lo más personales, sustentadas en arpegios y sintetizadores de clara herencia ochentera que han conseguido lo que pocos artistas son capaces de hacer, polarizar a una audiencia que se divide entre los que aman la propuesta de forma incondicional y la otra facción, la de aquellos que poco menos que consideran al músico catalán una broma de mal gusto, dando pie a un curioso debate en el que lo único que queda claro es que las canciones que propone no dejan indiferente a nadie.
Pues bien, mucho nos tememos que a raíz de la publicación de “Riqui” la cuestión seguirá moviéndose en unos parámetros similares, principalmente por dos motivos; el primero responde al propio Gerard, quien no se va a mover un ápice de su forma de ser y componer, ya que no es el tipo de creador que busque arrastrar más público deliberadamente tras de sí, quien desee subirse a su carro, deberá hacerlo en marcha y bajo los dictados que él proponga, algo que le honra; el segundo viene dado por las propias canciones que incluye en este nuevo trabajo, donde a grandes rasgos continúa la senda que ya había mostrado en “Voces”, su mejor disco hasta la fecha, o en el más reciente “Juro y Prometo”, construyendo canciones en las que es evidente una reconocida familiaridad que a buen seguro harán las delicias de sus acólitos.
En lo que concierne a lo estrictamente musical, la realidad es que todo funciona desde los compases iniciales de “Era de Esperar”, donde la insatisfacción y la soledad salen a relucir en un texto aderezado entre sonoridades y bases ochenteras, “Cinta”, un evocador corte en que las sombras de la pareja Marr/Morrissey son más que evidentes dando forma a un temazo en toda regla; el innegable sabor pop sintetizado de “Lo que Quise saber”, donde quizás no en la forma, pero sí en el fondo es inevitable pensar en Family; “El último Día” supone una de las cotas líricas de Gerard, pues presenta una historia trágica con un gran desarrollo narrativo, algo similar ocurre en “Mi Chaqueta Gris”, resuenan ecos de bandas como La Mode y Roxy Music, con la introducción de un saxofón que dota de gran calidez a la canción.
Apostamos a que “Libreta de los Recuerdos” será una de las favoritas de entre toda la colección del bueno de Gerard, con ese runrún juguetón que resuena de fondo, antes de dar paso a la denuncia por bullying que encierra “Lo que tuvo que Aguantar”, con esa guitarra tan deudora del “Still Ill” de The Smiths, “Metropolitano” una surrealista electro-rumba que hará las delicias de aquellos fieles de El Último de la Fila que disfrutaran con “Cuando la pobreza entra por la Puerta, el amor salta por la Ventana”, encarando el final con las oscuras “Tus Oraciones” y “Era de Esperar II”, acercándose en formato down tempo a las atmosferas de bandas como Depeche Mode y Siouxsie and the Banshees.
De la mano de “Riqui”, El Último Vecino continúa transitando una acertada senda que hace que sus trabajos puedan seguir siendo disfrutados de principio a fin, presentando canciones que llevan el sello del personal universo atormentado de Gerard Alegre, plagado de dudas, desamor y soledad (llevado aquí hasta las últimas consecuencias, pues a lo largo de todo el minujate apenas nos abandona la idea del suicidio); secundadas por unas acertadas melodías, cuyo principal debe sería el de ser familiares para cualquier amante del pop, synth-pop y post-punk ochentero, algo que personalmente creemos importa poco, pues a estas alturas de la película uno no espera innovación musical, sino un discurso sólido y personal, además de canciones que permitan ser abrazadas. Y de eso saben bastante en El Último Vecino, algo que podemos confirmar una inmensa minoría de desubicados que en encontramos refugio en sus letras.