Por: J.J. Caballero.
La escena power pop nacional tiene en los asturianos Feedbacks uno de los nombres más destacados, aunque no sobradamente admirados, no sólo de su entorno artístico sino de su más pura historia. Músicos veteranos dotados del don especial para la melodía y el arrebato rítmico que se le supone a cualquier militante del género, en este regreso discográfico tal vez expanden la mirada hacia horizontes cercanos al punk, siempre poniendo el acento en los arreglos más que en la fiereza. La importancia de estos veteranos (su primer single apareció hace la friolera de treinta años) es aún mayor al llevar toda una década esperando el registro de nuevos temas con la expectación con que tradicionalmente se aguarda un manojo de canciones hipervitaminadas, repletas de luz y brillo en las guitarras. Nada nuevo bajo el sol, pero nada viejo al mismo tiempo.
Feedbacks vuelven al estudio y a darle vueltas a su universo de letras de aparente intrascendencia más allá de relatar las cosas que a ellos y muchos otros nos pasan. Cantan en inglés porque siguen pensando que es así como consiguen expresar mejor todos los detalles incluidos en los temas, sin consideraciones de estilo ni ejercicios de militancia recalcitrante. Es una cuestión de principios, y estos los llevan a dotar de un amplio espectro a una propuesta ya repleta de rincones adorables. Digno de ser degustado con calma es el medio tiempo “punkeado” de “Tell me that it’s over” o el melancólico ir y venir de la base rítmica en “My tragic summer”, sendos apuntes de autoafirmación ampliados hasta el canon en “Telephone” o elevados a potencias de incierta belleza en “1995”. Sí, otra vez la nostalgia contada de manera simple y efectiva, y calando en brotes de new wave con “Hate is all around” para demostrar que no todo en esta vida depende del amor y que sus apóstoles Elvis Costello o Plimsouls ya lo vaticinaron con la misma alegría y despreocupación.
“Mindblowing”, “Wrong dips” o el perfeccionismo de “Back to the sun”, encajado en el marco retórico de los venerados Teenage Fanclub, los delatan sin ningún tipo de reservas. Y ellos, obviamente, encantados de seguir perteneciendo a una generación perdida de músicos de los que el mundo conocido jamás tendrá el menor conocimiento. Por eso sigue siendo a veces un lugar tan inhóspito e incomprensible.