St. Vincent trae la gira "All Born Screaming Tour" a Barcelona y Madrid


Tras una exitosa gira por Estados Unidos y Europa (incluyendo un espectacular concierto en el Royal Albert Hall de Londres con las entradas agotadas), St. Vincent añade nuevas fechas a un tour que pasará por España en octubre. La ganadora de 3 premios Grammy vendrá a presentarnos su nuevo álbum "All Born Screaming" publicado el pasado mes de abril, un trabajo que se ganó los aplausos y el respeto de la prensa a escala internacional.  

St. Vincent, conocida por su versatilidad y su capacidad para mezclar diferentes géneros musicales, nos traerá su espectáculo hipnótico y demostrará por qué es considerada una de las artistas más importantes e influyentes de la escena indie/rock actual. Será el viernes 18 de octubre de 2024 en la sala Razzmatazz de Barcelona y el domingo 20 de octubre en La Riviera de Madrid. 

Casi dos décadas atrás, con la publicación en 2007 de su disco de debut "Marry Me", St. Vincent se convirtió rápidamente, a través de su propuesta artística audaz y arriesgada, en un soplo de aire fresco que mantendría a lo largo de los siguientes álbumes: "Actor" (2009), "Strange Mercy" (2011), "St. Vincent" (2014), disco por el que ganaría el Grammy al mejor álbum alternativo, "MASSEDUCTION" (2017), que le volvería a valer un premio Grammy, en esta ocasión a mejor canción de rock. En 2021, vería la luz "Daddy's Home", también premiado en la prestigiosa ceremonia dentro de la categoría de Mejor Álbum Alternativo. 

3 años después y con su nuevo disco "All Born Screaming" en el que han colaborado artistas de la talla de Dave Grohl, Cate Le Bon, Justin Meldal-Johnsen o Josh Freese, St. Vincent está atravesando su mejor momento profesional del que podremos ser testigos el próximo mes de octubre en Barcelona y Madrid.

Manu Chao: “Viva Tú”


Por: Txema Mañeru. 

Es totalmente cierto que estamos ante uno de los discos más esperados, al menos de los últimos 15 años. Además, lo es en el mayor número de lugares por todo el mundo que te puedas imaginar. Y es que Manu Chao ha recorrido ese mundo en muchas ocasiones y ha llegado, con o sin música, a muchos de los rincones más inesperados de este planeta. Siempre con humildad y siempre con respeto a sus gentes y a la madre tierra.

Y es que han sido más de 3 lustros los que han transcurrido desde su último disco con canciones propias y nuevas. No quiere decir que haya estado todo ese tiempo parado. Lo que sucede es que se ha seguido marcando sus propios tiempos. Lo mismo que sucederá ahora con este “Viva Tú” (Radio Bemba / Because Music / El Volcán Música) que nos viene en una preciosa edición en vinilo con carpeta doble (gatefold) desplegable y el habitual colorido y precioso artwork a cargo de Hiba Baddou y Del Nunes. Además, cuenta con unas cuantas preciosas pinturas y un espectacular encarte doble con todas las trabajadas letras. En la producción y mezclas le ha vuelto a ayudar su inseparable Chalart58, con quien recientemente editó el vinilo recopilatorio “Inna Reggae Style”, que se suma a las canciones regaladas durante más de un lustro a través de su web sus las “Free New Songs”. 

Pero ahora quería traernos temas nuevos, en su gran mayoría, y quería volver a hacer algo muy especial y lo ha logrado… una vez más. ¡Vaya si lo ha logrado! Nos hizo un gran adelanto hace ya unos meses con "Viva Tú", primer y mágico single y videoclip que irradia felicidad, amor y optimismo, con rumba, flamenco, narración y todo lo que tienen las mejores canciones de Manu Chao. Desde luego que sí, se trata de toda una celebración de la vida y la solidaridad. Una celebración del otro, del nosotros y de la comunidad. Un grito de rebeldía en los barrios para decirnos que no estamos solos. 

Luego llegó otro single muy distinto como es "São Paulo Motoboy", que, como su título indica, evoca a Brasil, en historia y en música. Constituye un homenaje a todos los repartidores de São Paulo que se juegan la vida cada día sobre dos ruedas. Canta a los peligros de la precariedad y al sacrificio de los trabajadores con olor a gasolina y a sangre. Otro canto a la libertad recordando que el también fue repartidor en París. El tema cuenta hasta con un documental y un gran videoclip.  

Pero aquí tenemos hasta 13 canciones que arrancan con "Vecinos En El Mar", cantando a la deriva del mundo actual y de muchas pateras que se lanzan a los mares para poder sobrevivir. Con la espectacular guitarra de Lucky Salvadori resulta una tonada agradable, entrañable y muy melódica. Sigue analizando el mundo en "Le Couleur Du Temps", y lo hace siguiendo querer soñando con un sonido de nuevo cálido y mayormente acústico. "River Why" contiene más crítica social haciéndonos ver que estamos ante un posible suicidio colectivo. Además de Salvadori, destacan los coros de Martita Perejil y Pupa Congo en un tema más alegre y con más arreglos.  

Tras el citado single homónimo llega una colaboración inesperada como es la de Willie Nelson en "Heaven’s Bad Day". Cabalgan juntos y quieren evitar ver un cielo que no resplandece. Con el fronterizo acordeón y su armónica tenemos a otro habitual colaborador como es Joan Garriga y la armónica de Mickey Raphael. La otra colaboración de lujo la firma la rapera parisina Laeti en "Tú Te Vas". Otro single de adelanto en el que tenemos mucho más que rap, algo que demuestra a menudo Chao pues nunca ha tenido barreras musicales… ni geográficas, ni casi de ningún tipo para dejarse caer por esas narraciones emotivas que recuerdan a su legendario “Clandestino”. Cierra la cara A con "Coraçao No Mar" y sus promesas perdidas en las olas entre Galicia y Brasil, con más aromas sonoros a Brasil, pero con buena voz en gallego. De nuevo con Garriga al acordeón y con las inconfundibles guitarras de Madjid Fahem. 

La cara B se abre con "Cuatro Calles" para volver a esos barrios marginales, que tanto le gustan y que tanta vida le han dado, con una bonita historia de amor y voces de Salvadori, en este caso, para configurar otro tema muy delicado y casi más narrado que cantado. En "La Colilla" brillan las percusiones de Chalart58 y es una rumba de esas mágicas que recuerdan a su admirado Gato Pérez, pero con arreglos más actuales y buenas guitarras y voces. Se atreve también con su querida chanson en "Tom Et Lola" con más amor en su buena historia, esta vez al resguardo de un cine de barrio. en el que no falta ese cálido acordeón arrabalero ni un alegre estribillo. Se despide, casi, con la solitaria "Lonely Night" con su sonido a soft sound system y el buen trombón de Joseph Blanes, además de otro estribillo de los suyos, ahora en inglés, para completar unos deliciosos ritmos jamaicanos entre reggae y ska. 

Decimos casi, porque no podía acabar más que con un himno de los suyos, se trata de "Tantas Tierras" y cuenta con la emotiva narración de Carina, de una Asamblea de Vecinos argentina, al comienzo y al final del tema. Los buenos efectos sonoros los vuelve a poner Chalart58. Todo, de nuevo, con ese aroma y esos sonidos de barrio. El pegadizo tema, también con algo de ritmo reggae, es el más extenso del trabajo, pero no necesita ni llegar a los 5 minutos. Hasta los extensos textos promocionales llevan la firma de otros francotiradores amigos como son Kike Babas y Kike Turrón. ¡Bienvenido de nuevo, Manu, y “Viva Tú”!

El FIZ como trinchera


Sala Multiusos del Auditorio de Zaragoza. Sábado 28 de septiembre de 2024. 

Texto y fotografías: Javier Capapé 

Un año más y un FIZ que pasa, pero como siempre, dejando un buen sabor de boca. El festival independiente zaragozano goza de una buena salud a sus veintidós años, y por lo variopinto de su cartel también podríamos decir que de gran relevancia para varias generaciones. El pasado sábado pudimos ver como se congregaban en la conocida sala Multiusos (esta vez con un sonido mucho más claro que en otras ocasiones) gran cantidad de "entrados en años" en busca de canciones más emocionales que ofrecerían Iván Ferreiro o La Bien Querida, frente a otros mucho más jóvenes que buscaban la explosividad de La La Love You o el pulso urbano de Sen Senra. Esa variedad de estilos que define el ecléctico rumbo que está mostrando el FIZ en sus últimas ediciones le sienta más que bien a su propuesta y la actualiza de cara a buscar el relevo generacional del festival más necesario de esta ciudad. 

Como en todas las ediciones, el FIZ destacó por su puntualidad británica y su buena organización con el cambio de escenario, además de la comodidad para moverse por el recinto sin demasiadas aglomeraciones. No sólo eso, el FIZ siempre nos da la oportunidad de sorprendernos con alguna formación no esperada o a la que consideramos menor, pero que nos demuestra el por qué un grupo suma enteros al verlo en vivo. En esta ocasión fue el caso de La Bien Querida. Ana Fernández se rodea de una banda que le arropa y apoya, pero sabiendo repartir el peso. Una banda muy unida en vivo, con gran profesionalidad por parte de sus miembros al servicio de la canción, donde suenan desde guitarras con aire shoegaze (en "Muero de amor") a rumbas más canallas (en "Recompensarte"), pero siempre destacando por encima de todo la calidez en la voz de Ana, que bordó "Los jardines de marzo" o "Dinamita", con un público plenamente entregado. El broche a una actuación corta pero muy efectiva lo puso la más conocida "De momento abril", donde tan sólo echamos de menos una mayor comunicación con el público. 

Antes de La Bien Querida, la tarde la inauguró el dúo explosivo de zaragozanas Lady Banana, que acometió, bien pasadas de decibelios, algunos de sus temas más potentes, como "Bipolar" o el más reciente "Bora bora". Mezclando inglés y español y mostrando un híbrido entre la guitarra de Matt Bellamy y la batería de Julia Martín-Maestro demostraron que son un dúo atípico, pero adictivo si lo que buscamos es potencia y descaro garagero. 

El verdadero reclamo de los más veteranos del festival era un Iván Ferreiro en uno de sus mejores momentos vitales y artísticos. El gallego acometió en el FIZ la cuarta cita aragonesa de su gira "Trinchera Pop", que está demostrando lo alto que está dejando el listón para superar una propuesta en directo como ésta, que mezcla intimismo con desgarro electrónico de la mejor forma posible. El repaso a su último disco casi por completo se combinó con una gran selección de sus clásicos más evidentes en solitario y con su banda Piratas. Es lógico que en el repertorio para un festival no falten "Años 80" o "El equilibrio es imposible", pero las versiones de éstas se tornaron más pausadas y comedidas, dejando al público adueñarse por completo de las mismas. Sin embargo las verdaderas protagonistas son sus más recientes composiciones, desde la introspección de "Canciones para no escapar" a la delicadeza de "Dejar Madrid" pasando por la incisiva "Miss Saigón", con ese final que es puro éxtasis en forma de rave, que desemboca en la ya clásica y totalmente necesaria "En el alambre", donde es inevitable no quedar interpelados y emocionarnos de nuevo. 

Volvimos a bailar de forma tribal con "La humanidad y la tierra" (mucho mejor ubicada en el setlist en el tramo final del concierto que en anteriores ocasiones que la encontrábamos al principio) y a mecernos con la envolvente "El pensamiento circular", para que finalmente todo cobrara sentido cuando el show de Ferreiro (medido a cada paso) desembocó en la catarsis de "Turnedo" y en su último grito generacional "En las trincheras de la cultura pop", en la que sus versos a bocajarro soltados desde la base de las cuatro estaciones de Vivaldi y arreglados para el formato directo con arreglos de banda, se convirtiesen en todo lo que resume el espíritu de este concierto, que es casi un viaje al universo personal de una de las mentes más vívidas de nuestro panorama pop. 

Sí, pop, porque esa es la cultura que nos une. La cultura del pop, por encima de otras modas, esa tan bien representada en este festival cuando cambiamos de generación en las primeras filas y son los más jóvenes los que empatizan después con otro vigués, en este caso con Sen Senra, cuya modernidad pasada por buenas dosis de autotune y playback no va mucho con nosotros, pero que nos muestra cómo es el pop, el de cada época, el que une al colectivo. En el caso de Sen Senra utilizando vegetación a modo de símbolo en el que adentrarse en su propuesta, y así todo el escenario se transformó en un vergel de plantas que llegaban a trepar por encima de un inmenso monolito dando a entender que era tan importante la música como su puesta en escena. Precisamente en este concierto, y contra todo pronóstico, vivimos el abrazo entre la tradición y la modernidad, entre lo nuevo y lo viejo, cuando Sen Senra invitó a su paisano Ferreiro a cantar juntos "Un cielo azul", la más melódica de su repertorio. 

El fin de fiesta, o el "fiz del mundo", como ellos quisieron bautizarlo, estuvo a cargo de La La Love You, que cuidaron mucho las visuales (formando parte de un todo con las propias canciones) y su acelerada actuación super vitaminada y positiva, quizá casi hasta el empacho, pero que logró que todos al unísono aceptásemos su particular propuesta de baile de fin de curso. Su power pop por momentos rozó más bien el tontipop, ya que algunas de sus letras rozan el ridículo dentro de un contexto que aspire a cierta profundidad de corte indie, aunque a esas alturas de la noche lo que todo el mundo buscaba era diversión y mucha fiesta, y eso es lo que precisamente nos regaló el cuarteto madrileño. Directos al grano y a convertir los rescoldos del festival en una apoteosis de confeti y buenrollismo. No faltaron "Más colao que el cola cao", "Que nada nos pare", "La canción del verano", "El principio de algo" y, por supuesto, "El fin del mundo", una de las mejores canciones para cerrar una velada si buscamos explosividad y positividad, que cantamos desde los más pequeños a los que ya peinamos un buen puñado de canas. Un contundente himno pop. 

Y como decíamos antes, o como trata de plantearnos el mismo Ferreiro de una manera más clara: ¿no es pop todo lo que nos acompaña?, ¿no puede ser este festival nuestra particular trinchera pop? Desde luego, si lo que queremos es definir de forma clara la velada del pasado 28 de septiembre, me quedaría con esa afirmación para despejar la incógnita recién planteada. Ojalá todas nuestras trincheras fueran realmente como una noche de FIZ en Zaragoza, una verdadera trinchera pop a la que agarrarse por muchas ediciones más.

Entrevista: Free City


“Veo la música como una fuente más de la que puede beber la gente para formar sus ideas”.

Por: Antonio Gomariz.

Más de una década ya es el tiempo que Free City llevan luchando por hacerse un hueco en la escena del rock estatal. "El Aullido del Silencio" (Dientes de Bala, 2014) marcó un ritmo frenético que los vallisoletanos no han aminorado en ningún momento, añadiendo la potencia de unas guitarras pesadas cual bola de demolición, la rabia hardcore y el espíritu punk del que quiere ver el mundo en llamas.

La banda, formada en la actualidad con Miles Blossom “Maus” a la batería, Sam Blossom al bajo, Alex Fajardo y Álex Bocos a las guitarras, Pablo Marinas “Peib” como vocalista, regresa con su sexto álbum de estudio, Ingravidez, y con una gira para la que han unido fuerzas con Ezpalak que hará temblar los cimientos de las salas de Bilbao, León. Oviedo, Madrid y Valladolid entre octubre y noviembre.

Un “extra de motivación y alegría” el que supone para Free City tener un trabajo nuevo y salir a defenderlo, tal y como cuenta el guitarrista Álex Bocos en esta entrevista para El Giradiscos.

Este 2024 se cumplen diez años desde vuestro disco de debut, aunque el germen de Free City viene de todavía antes porque vosotros sois colegas desde chavales. ¿Con qué expectativas formasteis la banda?

Álex Bocos: Lo recuerdo todo muy reciente. A veces pensamos que nos parece imposible que hayan pasado ya diez años desde el primer disco, aunque, evidentemente, ha habido un cambio bastante grande. Está claro que el fantasma del pensamiento de querer vivir de ello, por mucho que intentes negarlo, está siempre presente. Nos recordamos a nosotros mismos que hay que disfrutar del camino, pero esa idea siempre la tienes rondándote.

¿Crees que estáis en el punto en el que te hubieras imaginado hace diez años a nivel de estatus?

Álex Bocos: Yo siempre he procurado pensar en dos o tres años hacia adelante, ver cómo están yendo las cosas y cómo podemos trabajar para mejorar. Es verdad que tocamos conciertos como los de este verano en Valladolid o en Asturias, veo cómo está respondiendo el público y pienso que eso es lo que soñaba que estuviera pasando. Evidentemente, no estamos en una escala mundial, ni masiva ni nada por el estilo, pero toco madera por que por lo menos podamos mantener un momento como este.

¿Os habéis planteado realmente tirar la toalla al ver que no llegaba ese momento de poder vivir de la música?

Álex Bocos: Como banda nunca nos hemos juntado a hablar seriamente de que esto no funciona y hasta aquí hemos llegado. Si tengo que hablar por mí, estoy seguro de que cualquier otro de la banda ha tenido algún momento de decir “mira, ya está, lo hemos intentado, nos gusta la música, pero no todo el mundo puede llegar, no pasa nada”. Hay momentos que son muy duros porque los resultados no son lo que esperas y no recibes nada a cambio por todo lo que has hecho. 

Precisamente a vosotros la pandemia/confinamiento os pilló con “Visiones” saliendo al mercado el 6 de marzo de 2020… ¿Se fueron muchos planes al garete?

Álex Bocos: Fue un poco un arma de doble filo. Sacamos el disco un viernes y ese sábado teníamos un concierto presentación en una salita muy pequeña que habíamos alquilado en Valladolid y habíamos venido todas las entradas… Pues ya no pudimos dar ese concierto porque uno de nosotros era sospechoso de tener COVID. Se nos fueron a la mierda muchas cosas como nuestro primer Viña Rock o todas las salas que teníamos, pero, por otra parte, invertimos bastante en estar muy presentes en redes y en ese sentido funcionó muy bien.

Tenéis una seña de identidad muy clara, pero nunca habéis dejado de probar sonidos nuevos, como en el caso de Ingravidez (DDD Music, 2024) podría ser una canción como “Zenit”. ¿Es una evolución natural para vosotros?

Álex Bocos: Somos conscientes de que tenemos un estilo propio muy marcado y desde el primer disco hasta ahora, por mucho que haya variaciones, hay música muy parecida. De hecho, ya escucho algún grupo que puede estar influenciado por nosotros y digo “hostia, esto es muy Free City”. El sonido de cada álbum nos brota de una forma supernatural y sobre todo por la influencia de la música que escuchamos más en cada momento. Por ejemplo, un tema como “Hermano” de este último disco es punk rock al uso del que hemos mamado toda la vida, sin embargo, “Zenit” surge nuevas influencias que tenemos ahora. Concretamente, “Zenit” fue un tema por el que apostamos bastante y se ha quedado a medio camino porque a la gente no le ha terminado de entrar porque tienen una imagen muy clara sobre nosotros en la cabeza y les cojea un poquito.

¿Creéis que estáis cerca de dar con la tecla que os permita dar ese salto?

Álex Bocos: Creo que no existe la tecla que te permite saber si tu música va a funcionar. Casi todos los músicos estamos de acuerdo en que el público no sabe lo que quiere hasta que lo escucha. Quiero decir, no existe una fórmula mágica para hacer que a la gente le guste algo porque la gente no sabe que le va a gustar Nirvana hasta que lo escuchan y dicen “¡Coño, esto es lo mejor que se ha inventado!”. Entonces, creo que la única tecla que existe es hacer buena música.

Ingravidez se grabó en los Gaztain Estudioak bajo la dirección de Eñaut Gaztañaga. ¿Qué buscabais conseguir respecto a cómo veníais haciendo las cosas?

Álex Bocos: Veníamos de grabar con Iker [Piedrafita, de El Sótano Estudios] que es pura potencia que revienta los altavoces por todos lados y lo que buscábamos era indagar otras formas de producir sin renunciar a toda esa potencia. Nos interesaban mucho los discos que ha hecho Eñaut con Ezpalak o con Rodeo porque tienen muchas cosas muy ambientales, mucha reverb, delays, sonidos de guitarras un poco más especiales... Y así es justo como ha salido el disco.

Imagino que estáis contentos con el resultado y la experiencia de trabajar juntos porque más allá de la grabación con Eñaut, Ezpalak colaboran con vosotros en “Laberinto” y ahora unís fuerzas para la gira de salas.

Álex Bocos: Estos chavales son unos fieras, nos llevamos de puta madre… ¡Y encima son la hostia como grupo! En el caso de “Laberinto”, el tema ya lo teníamos hecho y queríamos que tuviera una colaboración. Hablamos con una banda a la que no les cuadró y estando allí en el estudio pensamos en Juanjo [Berasain, cantante de Ezpalak]. Dicho y hecho. Vino un día, nos conocimos, hizo las voces y metió unas guitarras. Unos días después de grabar nos invitaron a un ensayo suyo y nos quedamos locos. Les dije que menos mal que no cantan en castellano, porque si no, no hacíamos la gira juntos [risas]. Yo tengo muy buenas expectativas, la verdad.

Esta gira conjunta también será una gran oportunidad para Ezpalak, porque ya sabemos lo difícil que lo suelen tener la mayoría de las bandas que cantan en euskera para hacerse escuchar fuera…

Álex Bocos: Creo que girar juntos juega a favor de las dos partes y nos podemos ver bastante beneficiados. Ezpalak son parte de una escena mucho más alternativa como Viva Belgrado, Bala, Biznaga y este tipo de bandas a las que nosotros no estamos expuestos, y viceversa, porque la nuestra es muy de rock estatal, con todo el amor a lo estatal, eh.

Algunas de vuestras canciones son explícitamente combativas. ¿Veis en la música una herramienta para despertar conciencias y motivar cambios reales?

Álex Bocos: Más que una herramienta de concienciación, veo la música como una fuente más de la que puede beber la gente para formar sus ideas. No quiero ser yo el telediario, pero creo que está muy bien que la gente pueda escucharnos y sentirse identificada con una letra acerca de este asunto político o social. Eso me parece bonito, más que intentar adoctrinar a la gente.

¿Vuestra visión de la sociedad es tan negativa cantáis en “Odio el Mundo”?

Álex Bocos: Siempre creo que pecamos un poquito de intensos en Free City [risas]. Luego en la vida real no somos una gente tan oscura, pesimista y con esa visión tan negativa. De hecho, igual que hablamos mucho de la oscuridad, tenemos un montón de letras de motivación y de superación personal porque nos encanta. Son nuestras dos pasiones, lo peor y lo mejor.

¿Y vuestra relación con la industria musical?

Álex Bocos: No tengo ni una referencia de gente de nuestro entorno como para poder decir lo que es un trato con grandes discográficas ni con grandes empresas. Nosotros evidentemente tenemos un sello y un management, pero no con un contrato a la antigua usanza de los que se repartían un 20% para banda, el 80% para la empresa y eran un engaño. Creo que ahora mismo todo el mundo tiene esa opinión, pero también que cada vez menos gente ha tenido la experiencia con grandes discográficas como para poder contrastar. Entendería que un grupo de los 90 pueda pensar que las discográficas los arruinaron, pero ahora somos incapaces casi de decirlo porque no lo hemos vivido.

En Laberinto, precisamente, habláis de “vivir a voluntad de un algoritmo”. ¿Cuál es vuestra experiencia con plataformas de streaming o las redes sociales? 

Álex Bocos: Las redes sociales, plataformas de distribución de música y demás pueden ser el demonio, pero muchas veces son herramientas muy útiles. Si sabes utilizarlas te pueden ayudar a estar presente y a llegar a mucha gente, pero han marcado un ritmo y una forma de crear contenido, de vivir la música y el arte en general que es terrible. Las redes nos están condicionando un montón porque las bandas a veces tenemos que estar mucho más preocupadas por hacer cualquier mierda por estar presentes y que se nos vea que realmente preocuparnos de estar en los sitios. Eso me parece bastante jodido. Nosotros procuramos mantenernos al día y estar visibles, pero sin caer en lo absurdo de querer subir contenido por aparentar nada. Intento ser bastante real y transparente.

Entrevista: Bernard Butler


“Estoy feliz de que cualquiera de mis trabajos haya significado algo para la gente” 

Por: Álex Guimerá y Javier González. 

No todos los días se tiene la oportunidad de entrevistar a un mito del pop británico como Bernard Butler. Un artista con un presente espléndido como ha demostrado en su más reciente obra “Good Grief”, dueño de un pasado glorioso que no necesita presentación alguna, pues como todo nuestro respetable conoce fue parte del tándem compositivo que llevó el nombre de Suede a los altares del britpop. 

Su inminente visita a España que le tendrá el día 1 en el madrileño Café Berlín, el día 2 en Zaragoza, concretamente en Las Armas, y el día 4 en el Centre Artesà de Barcelona, se presentaba como una inmejorable oportunidad para acercarnos a su trayectoria profesional, lamentablemente el contacto se produjo a través de cuestionario y mucho nos tememos que el bueno de Bernard, desconocedor de nuestro odio hacia cualquier tipo de amarillismo y polémica, no se ha tomado con el mejor de los sentidos unas cuestiones que sólo perseguían un interés artístico y en absoluto el valor que él las ha otorgado.

Nos quedaremos con sus discos y seguiremos profesando la admiración y el cariño que su condición de gran artista merece, confiando en que la próxima vez podamos mantener un vis a vis con él, donde a buen seguro podrá percibir el respeto y cariño que profesamos hacia su persona y su obra. 

A finales de mayo de este año lanzaste un nuevo trabajo, “Good Grief”, un disco precioso y lleno de melancolía. ¿Nos puedes contar cómo fue el proceso de creación de este álbum?

Bernard: El proceso fue largo porque comencé a escribir y a grabar, pero luego lo dejé aparcado para hacer el disco con Jessie Buckley. Por supuesto, una vez que aquel proyecto se terminó, me volví a centrar de nuevo en “Good Grief”. Escribí de manera más abstracta recopilando letras y encontrando historias antes de convertirlas en letras. Escribí muchas canciones, pero sentí que era importante reunir sólo las canciones que tuvieran un hilo conductor a modo de colección. 

Después de “People Move On” y “Friends & Lovers”, el nuevo álbum es sólo tu tercer álbum en solitario al margen de las muchas colaboraciones que has hecho con otros músicos. ¿Tenías ganas de volver a hacer tu propio álbum? 

Bernard: Siento la misma responsabilidad con cada disco en el que trabajo, pero quizás si es mi propio disco siento que tengo que ser más honesto conmigo mismo y eso hace que el proceso sea más largo. 

En el disco incluyes canciones que son pura belleza instrumental como “Deep Emotions”, donde empiezas arropado por una guitarra acústica para incluir múltiples arreglos e incluso vientos que hacen crecer la canción. ¿De qué manera transformas tus canciones desde lo elemental hasta la multitud de pistas? ¿Qué te impulsa a hacerlas crecer tanto? 

Bernard: Bueno las canciones y grabaciones comienzan con la guitarra acústica y las dejo crecer con las emociones que me sugieren los arreglos y los instrumentos. Es importante sentir una dinámica creciente a medida que se desarrolla la historia y busco instrumentos que permitan que la dinámica florezca. Los músicos escuchamos música en nuestra cabeza y luego buscamos esos sonidos que escuchamos. Muchas veces no los acabamos por encontrar por eso es una alegría cuando encuentras algo inesperado. 

“Cuestiono la idea de que sólo el pasado fue un tiempo feliz, que sólo la juventud es plena” 

No pudimos evitar caer en bucle una y otra vez ante la fuerza y belleza que desprende “Living the Dream”. Del uno al diez. ¿Cuánto has disfrutado trabajando en una gran canción como esta? 

Bernard: Me encanta la letra de esta canción. Se supone que es a partes iguales honestidad y comedia modesta. El doble significado es genuino y personal, en un período de lucha con el sueño y los sueños que muchas personas atraviesan en la mediana edad. También cuestiona la idea de que sólo el pasado fue un tiempo feliz, que sólo la juventud es plena. Actualmente mi vida sigue siendo igual de confusa y desconcertante, pero mucho más satisfactoria. 

Cierras el disco con “The Wind”, reflexionando sobre el paso del tiempo con una frase que dice “I just can' t feel the wind in my soul”. ¿Cómo afecta a un artista pop la perspectiva del paso del tiempo en sus canciones? 

Bernard: La letra expresa cansancio y también mi frecuente sentimiento de incapacidad para expresar continuamente el viaje de la vida. Como escritor, mi trabajo es describir cómo me siento, y como ser humano, con una vida detrás y por delante, voy considerándolo todo. Estoy muy agradecido de no estar tan obsesionado con el pasado como todos los demás. 

Este año nos hemos dado cuenta de que muchas bandas británicas que surgieron en los 90 han publicado grandes discos. Pienso en Cast, Shed Seven, Grandaddy, James, “Good Grief”, y en general es un gran año discográfico para el pop-rock británico. ¿A qué crees que se debe este retorno a la calidad? 

Bernard: No estoy familiarizado con ninguno de estos álbumes, así que quizás deberías preguntarles a ellos mismos. En general creo que es realmente inútil seguir conectando artistas muy dispares basándose simplemente en una línea de tiempo. ¡También el primer disco de James fue en 1983! 

Ahora que han vuelto los Oasis y se vuelve a hablar del Brit Pop, ¿consideráis que Suede era una banda adherida a ese movimiento o lo era por sí solo? De hecho, fuisteis los primeros en revolucionar la escena musical británica (en 1992). 

Bernard: Me temo que todo esto no va conmigo. 

Sabemos que tu primera banda de rock favorita fueron los Smiths y tu primer guitarrista favorito fue Johnny Marr. ¿Qué otros guitarristas fueron tus referentes cuando empezaste a tocar la guitarra? 

Bernard: Crecí en los años 80 y era una época en la que escuchaba la música de aquella época. Entonces no escuchaba música más antigua en absoluto, la encontraba vergonzosa. Me gustaban todos los grupos habituales de esa época, pero diría que New Order y The Smiths eran mis favoritos. 

El debut de Suede es uno de los debuts más impactantes en la historia de la música británica. ¿Qué recuerdos tienes de esa época? Como creador. ¿Qué se siente al ver que uno de sus álbumes, “Suede”, alcanzó el número 1 en las listas británicas? 

Bernard: Simplemente estoy feliz de que cualquiera de mis trabajos haya significado algo para la gente. Para eso está ahí. 

Para muchos, “Dog Man Star” es el mejor álbum de Suede y uno de los mejores álbumes de pop-rock de los noventa. En su momento no tuvo el éxito que merecía, pero con el tiempo el disco ha envejecido fenomenal. ¿Crees que fue un disco que no se entendió en su momento? 

Bernard: No tengo ni idea. Si te gustó, ¿a quién le importa? 

Tu salida de Suede se debió a desacuerdos con Brett Anderson. Sin embargo, en 2005 ambos os reunisteis de nuevo en The Tears con el disco “Here comes The Tears” que fue muy bien recibido. ¿Qué significó ese álbum para ti? 

Bernard: Con todos los respetos, lo de los desacuerdos con Brett, es una conjetura de tu parte. No estuviste allí y no puedes hacer una valoración tan llana. Estoy seguro de que tu propia vida tiene más matices que ésta, así que ¿por qué intentar hacer que alguien que no conoces parezca tan blanco o negro? 

Como productor tienes una carrera muy prestigiosa habiendo trabajado en álbumes icónicos con grandes nombres. Estoy pensando en el debut de los Libertines, Duffy's Rockferry, pero también en tus trabajos con Tricky, Pet Shop Boys, Tim Both, Neneth Cherry... ¿Cuál es el sonido de Bernard Butler como productor? 

Bernard: Es el sonido que escuchas. No tengo la arrogancia de intentar llevar “mi” sonido a grandes artistas. Agradezco que me pidan contribuir con ellos, para explorar lo que puede pasar. Cómo suena es el resultado de esa colaboración, no de mí. 

También has tocado la guitarra para leyendas como Bryan Ferry, Roy Orbison y Bert Jansh. ¿Qué significó para ti trabajar con estos importantes músicos? 

Bernard: Lo de “leyendas” o no, no tiene mucho sentido. Siempre intento hacer una contribución que pueda ayudar a otro artista en su viaje. Tengo suerte de tener esa oportunidad, pero al final solo tengo que hacer mi trabajo.

“Considero al público como parte de la actuación y sentir la atmósfera en la sala es una parte importante a la hora de juzgar mi actuación”

A finales de septiembre y principios de octubre darás conciertos en nuestro país. ¿Qué podremos ver en estos conciertos? ¿Vendrás en formato de banda o solo con la guitarra? 

Bernard: Mis shows en este momento son completamente en solitario. Toco de forma semi improvisada y la alegría de tocar solo me permite ir de gira según me lleve el momento. Considero al público como parte de la actuación y sentir la atmósfera en la sala es una parte importante a la hora de juzgar mi actuación. Yo también estoy pasando una buena noche de fiesta. Nadie necesita sentirse demasiado valioso. La música ya hace eso por ti, así que divertirte es realmente importante. Me encanta viajar y es un placer conocer ciudades que no conozco con la gente que vive allí. 

El año pasado se cumplieron 25 años desde el comienzo de tu carrera en solitario. ¿Pensaste en algún momento que alcanzaría esa cifra? ¿Consideras que el verdadero Bernard Butler ha aparecido en los discos que has firmado hasta la fecha? 

Bernard: Nunca pensé que tendría el privilegio de hacer música para mi vida. Nunca pensé que fuera posible así que ahora no lo doy por sentado. El “verdadero” yo es la persona cambiante que experimento a diario. Ninguno de nosotros permanece estático hasta que todo termina…

Bunbury: “Radical Sonora”

Por: Javier González.

La reedición por parte de Warner semanas atrás de “Radical Sonora”, el debut en solitario de Enrique Bunbury tras la separación de Héroes del Silencio, supone una excelente oportunidad para dedicar unas líneas a un trabajo que en su momento fue recibido con frialdad y escepticismo tanto a nivel de crítica como por una parte de la siempre particular facción de seguidores de la banda aragonesa, dolidos por aquel entonces por el final de su historia, pero que visto con la perspectiva que proporciona el tiempo se antoja como un trabajo fundamental en la carrera solista del maño, pues permitió a su autor romper con viejos moldes y clichés, para acabar por firmar un álbum de búsqueda y experimentación, culpable de hallazgos que en un futuro no demasiado lejano comenzarían a tornarse en aciertos que asentarían una consistente carrera que ya abarca más de 25 años de duración defendiendo su propio nombre. 

Sabedor que el final de Héroes era un hecho, Enrique comenzó a trabajar en nuevo material con discreción a lo largo de 1996, llegando a maquetar canciones en algunos países de Latinoamérica (Puerto Rico y Guatemala), unas composiciones que tendrían un nuevo rumbo, totalmente distinto a lo que hasta entonces asociábamos a su música; sonoridades imbuidas de electrónica, tan en boga durante aquella década, donde las guitarras serían un complemento más -se dice que antes del final de Héroes hubo una reunión con Joaquín Cardiel, Pedro Andreu y Juan Valdivia, en la que Bunbury anunció que en un hipotético nuevo trabajo de la banda no habría guitarras, con el consiguiente cabreó de Valdivia quien abandonó la misma sin dar opción a terminar la conversación- y en las que la música tradicional árabe tendría cabida en un puzle novedoso, arriesgado y que habría de ser cocinado con sumo cuidado. 

Para llevar a cabo la grabación decidió rodearse de un productor cercano como Phil Manzanera, un amigo, casi un padrino, quien ya había trabajado con él en las producciones de “Senderos de Traición” y “El Espíritu del Vino”, cuyo perfil experimental a lo largo de toda su andadura profesional invitaba a caminar sobre seguro; no sería la única cara conocida en esta nueva etapa, pues de las guitarras se haría cargo Alan Boguslavsky, segundo guitarra de Héroes, completando el grupo de confianza con el círculo zaragozano, Copi Corellano, viejo camarada encargado de los teclados, y Ramón Gacias, ex-batería de Días de Vino y Rosas, mientras que la nota exótica la pondría Del Morán, músico norteamericano nacido en Ohio, que en aquella época ejercía como profesor de guitarra y acudió encantado a la llamada a filas. 

El disco fue grabado y mezclado entre marzo y junio del año 1997 en los Gallery studios, ubicados en Surrey, Inglaterra, en una maravillosa mansión catalogada como joya arquitectónica, siendo masterizado en los Metropoli studios de Londres, dando como resultado una colección de canciones irregular, donde se alternaban buenas composiciones, muchas de las cuales han acompañado a Enrique hasta en sus giras más recientes, junto a cortes menores, todo ello lastrado por una producción que no estuvo exenta de cierto malditismo, pocas semanas antes de tener que entregar el master definitivo algunos arreglos casi definitivos desaparecieron, por lo que hubo que improvisar nuevas mezclas, las cuales no ayudaron a mejorar el resultado final de la obra. 

La apertura a ritmo de samplers, sintetizadores y programaciones con “Big-Bang” anuncia parte de lo que vamos a encontrar, con la sombra electrónica de referentes como Prodigy y U2 en su trilogía noventera. Bunbury invita a “derrumbar muros”, “romper barreras” y “cortar ataduras”, la posterior mirada atrás, a su adolescencia en Zaragoza, en “Negativo”, dos composiciones en las que nos habla casi en primera persona con más nitidez y decisión que nunca las cuales dan paso a la sexualidad down tempo de “Encadenados” y “Contracorriente”, donde las guitarras cobran protagonismo antes de que los aires arábigos se abran paso en un alegato que interpela a oponerse a la norma; más tarde llega “Planeta Sur”, una canto a favor de aquella parte del hemisferio, y la gran canción de este trabajo, “Alicia” (Expulsada al País de las Maravillas), inspirada líricamente en el relato de Lewis Carroll, musicalmente deudora del David Bowie de “Rock and Roll Suicide”, como curiosidad diremos que llegó a ser número dos de los 40 Principales, cuya cúspide sí ocupó “Salomé”, tomando su nombre de la figura bíblica culpable de que rodara la cabeza de San Juan Bautista, en otro tema en el que la electrónica se mezcla con los violines de raíz árabe.

La recta final nos acerca a la crudeza de “Servidor de Nadie”, arrebato contra los tabúes que imponen los mediocres, en una composición excesivamente cañera y sin matices donde se bordea el rock industrial, los humos del hachís son palpables en “Despacio”, levantando el vuelo en otro canto a favor del dulce sabor del elixir del Magreb en la más acertada “Polen” y con la prosaica y amorosa “Nueve”, dedicada a su por entones pareja, Nona Rubio, con aquella fenomenal frase que decía: “Oro es su piel, Nueve es su nombre/ Y pongo a sus pies mis venas, para que mi sangre sirva de limosna”, cerrando con la críptica, casi psicodélica, “Alfa”, donde parece aludir de nuevo a la época en que se fraguó la separación de Héroes

El disco tuvo una acogida tibia, pese a que las cifras de ventas cercanas a las 100.000 copias fueron más que respetables, pero el propio Enrique en entrevistas posteriores achacaba las ventas a poco menos que ser “el nuevo álbum del cantante de Héroes”. Unas sensaciones que se vieron agravadas en las primeras fechas de la gira donde el artista tuvo que enfrentarse a la facción más talibán de fans de Héroes del Silencio, quienes boicoteaban las actuaciones, teniendo que tomar la determinación de retirar canciones de su banda madre del repertorio, algo que con el correr de la gira se solucionó. 

Sin embargo, la sensación que flotaba en el ambiente era la de que Enrique no quedó contento, ni con resultado final del álbum ni con la propia gira, tal y como demostró el golpe de timón que posibilitó la grabación de “Pequeño”, el trabajo con el que se jugó todo a una carta, con el que muchos le tildaron de loco, pero que verdaderamente comenzó a consolidar una carrera solista longeva y exitosa. 

Visto con la perspectiva que da el tiempo, “Radical Sonora”, de preciosa y llamativa portada -obra de Álvaro Villarrubia, engrandecida ahora con su publicación en vinilo, todo sea dicho- es una colección de canciones valiente y arriesgada, relativamente fallida y errática por momentos, pero que debe ser entendida como un grito liberador. Un trabajo de tránsito, con trazos interesantes, explotados y sublimados poco más tarde, inaugurando una forma de trabajar presente todavía hoy en día en la carrera de Enrique Bunbury, donde abundan discos que inician un viaje junto a otros con destinos más redondeados. Un primer paso en el que el maño le canta a la rebelión y a la búsqueda de nuevos caminos, resultando totalmente congruente con lo que ha sido su propuesta durante todos estos años, donde nunca se acomodó, consiguiendo que su figura siga siendo a día de hoy la más señera de nuestro rock, le pese a quien le pese.

El fin de un viaje memorable: Mikel Erentxun en el Teatro Príncipe Pío en Madrid.


Teatro Príncipe Pío, Madrid. . Jueves, 26 de septiembre del 2024.

Texto y fotografías: Guillermo García Domingo

El teatro Príncipe Pío, donde Mikel Erentxun dio su último concierto de la Gira “Septiembre”, el pasado jueves, está adosado a la emblemática estación de tren madrileña. Es un escenario hermoso y bellamente restaurado. Fue aquí donde el músico donostiarra decidió que el tren que echó a andar hace un año se detuviera al fin. Erentxun no podía ocultar su euforia. Tenía razones suficientes para estar así de satisfecho. “Septiembre” es un disco sensacional, de los más inspirados de 2023, y la banda, la que le acompaña desde hace una década, le ha sacado brillo de veras durante estos meses. 

Fui testigo del primer concierto de esta gira que ofreció en Madrid (en noviembre de 2023), en la Sala La Riviera y es indiscutible que su recreación en vivo es ahora mucho más convincente. Porque Erentxun y su banda incondicional interpretaron muchos temas del citado disco, sin dejarse persuadir por la actitud desconcertante de buena parte del público. No somos partidarios de las generalizaciones, en todo caso, el ambiente era extraño. No hace falta decir que los recintos musicales se llenen siempre es deseable. En cualquier caso, se trataba de un público de 4 o 5 canciones, ni una más, que estaba esperando algo que no terminaba de llegar. ¿Qué era lo que esperaban? ¿Eran viajeros en el tiempo? La nostalgia cultural está en alza. Para conseguir ese objetivo no habrá que esperar demasiado tiempo, cuando Erentxun recuerde y celebre como se merece el 40 aniversario de Duncan Dhu. De todas formas, el artista vasco, que es inteligente y también generoso, concedió esa media docena de canciones tan esperadas, la mayoría en la fase de los bises. Lo que provocó que los que estaban en estado letárgico volvieran a la vida. Propuso versiones de “Esos ojos negros” o “Una calle de París”, reconocibles, y al mismo tiempo, remozadas con arreglos y tempos nuevos. El pasado de Mikel es glorioso, pero su presente no lo es menos.

Dicho esto, Erentxun no se movió de su sitio y no renunció a enseñar el catálogo de grandes canciones de “Septiembre”. Entre ellas, “Cuando éramos ayer”, la última antes del ritual de los bises. Una canción que parece que no va a acabar nunca de tantos vericuetos que tiene. Tuvo el detalle de invitar a que se sentara al piano a Daniel Ruiz, de la banda Reme, que tanto ha tenido que ver en el éxito de “Septiembre”, como productor e instrumentista. Antes habíamos escuchado, por orden de aparición, “Flores y café”, “Es solo amor”, “Tren a Marte”, “Siena”, “Pensando en ti (pensando en Pau Donés)”, “Tú y yo”, en la que Marina Iñesta, su papel no deja de desarrollarse en la banda, hizo de Anne B. Sweet, y “A la luz de las farolas”. 

Nos aprovechamos de una reñida pelea entre las guitarras, estaban en mayoría, Marina, Mikel y Rubén Caballero, y los pianos de Mikel Azpiroz (Mikel se cambió de bando en un par de canciones). Las guitarras protagonizaron la inclusión sorprendente de “Tu nombre en los labios”, que parecía rendir homenaje a Lou Reed, “Tren a Marte”, “El hombre que hay en mí”, un tema que se ha ganado el derecho a ser incluida en casi todos los conciertos del músico, y sobre todo, la versión progresiva, salvaje, de “Cartas de amor (cuando no hay amor)”, uno de los mejores momentos del concierto. Debieron de estar un rato afilando las guitarras antes de salir al escenario, porque desde allí cortaban el aire enrarecido, sobrecargado de humo. Azpiroz, pese a su inferioridad, se defendió muy bien, supo otorgar su impronta a las canciones del último disco y a las que no lo eran, porque también disfrutamos de “California”, “Cicatrices” “Círculos” o “Quién se acuerda de ti”. Esta pelea sin consecuencias no habría sido posible sin el apoyo de la base rítmica infatigable formada por Fernando Neira al bajo y Carlos Arancegui a la batería.

Mikel Erentxun ha llegado al final de este trayecto, aunque todo el mundo sabe que Príncipe Pío es un nudo de transportes, un intercambiador del que salen trenes, metros, autobuses en muchas direcciones. De modo que dentro de muy poco, tendremos nuevas noticias de él, no puede permanecer quieto mucho tiempo. Bendita inquietud. Vaya donde vaya, merecerá la pena subirse a su tren. Hasta pronto, Mikel.

Doble concierto de Nick Cave en España para este octubre


Por si alguien anda despistado, desde el pasado mes de marzo Nick Cave & The Bad Seeds tienen anunciados dos conciertos en España para este mes de octubre, como parte de su nueva gira europea. El grupo presentará su decimoctavo álbum de estudio, "Wild God", lanzado el pasado mes de agosto. 

Las actuaciones españolas tendrán lugar el 24 de octubre en el Palau Sant Jordi de Barcelona y el 25 de octubre en el WiZink Center de Madrid. Además, para ambos conciertos contarán con los irlandeses The Murder Capital como banda invitada. 

Este tour marca su regreso a los escenarios europeos después de 2017 y está inevitablemente señalado por trágicos acontecimientos personales sucedidos en los últimos años en la vida de Nick. Actuaciones que prometen incluir tanto canciones del nuevo álbum de estudio como algunos de los clásicos de su carrera, un vasto catálogo en el se incluyen, por ejemplo, "Red Right Hand" y "Into My Arms". Dicha gira europea comenzará este domingo 29 de septiembre en Berlín y finalizará el 17 de noviembre en París.