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Entrevista: Free City
Por: Antonio Gomariz.
Más de una década ya es el tiempo que Free City llevan luchando por hacerse un hueco en la escena del rock estatal. "El Aullido del Silencio" (Dientes de Bala, 2014) marcó un ritmo frenético que los vallisoletanos no han aminorado en ningún momento, añadiendo la potencia de unas guitarras pesadas cual bola de demolición, la rabia hardcore y el espíritu punk del que quiere ver el mundo en llamas.
La banda, formada en la actualidad con Miles Blossom “Maus” a la batería, Sam Blossom al bajo, Alex Fajardo y Álex Bocos a las guitarras, Pablo Marinas “Peib” como vocalista, regresa con su sexto álbum de estudio, Ingravidez, y con una gira para la que han unido fuerzas con Ezpalak que hará temblar los cimientos de las salas de Bilbao, León. Oviedo, Madrid y Valladolid entre octubre y noviembre.
Un “extra de motivación y alegría” el que supone para Free City tener un trabajo nuevo y salir a defenderlo, tal y como cuenta el guitarrista Álex Bocos en esta entrevista para El Giradiscos.
Este 2024 se cumplen diez años desde vuestro disco de debut, aunque el germen de Free City viene de todavía antes porque vosotros sois colegas desde chavales. ¿Con qué expectativas formasteis la banda?
Álex Bocos: Lo recuerdo todo muy reciente. A veces pensamos que nos parece imposible que hayan pasado ya diez años desde el primer disco, aunque, evidentemente, ha habido un cambio bastante grande. Está claro que el fantasma del pensamiento de querer vivir de ello, por mucho que intentes negarlo, está siempre presente. Nos recordamos a nosotros mismos que hay que disfrutar del camino, pero esa idea siempre la tienes rondándote.
¿Crees que estáis en el punto en el que te hubieras imaginado hace diez años a nivel de estatus?
Álex Bocos: Yo siempre he procurado pensar en dos o tres años hacia adelante, ver cómo están yendo las cosas y cómo podemos trabajar para mejorar. Es verdad que tocamos conciertos como los de este verano en Valladolid o en Asturias, veo cómo está respondiendo el público y pienso que eso es lo que soñaba que estuviera pasando. Evidentemente, no estamos en una escala mundial, ni masiva ni nada por el estilo, pero toco madera por que por lo menos podamos mantener un momento como este.
¿Os habéis planteado realmente tirar la toalla al ver que no llegaba ese momento de poder vivir de la música?
Álex Bocos: Como banda nunca nos hemos juntado a hablar seriamente de que esto no funciona y hasta aquí hemos llegado. Si tengo que hablar por mí, estoy seguro de que cualquier otro de la banda ha tenido algún momento de decir “mira, ya está, lo hemos intentado, nos gusta la música, pero no todo el mundo puede llegar, no pasa nada”. Hay momentos que son muy duros porque los resultados no son lo que esperas y no recibes nada a cambio por todo lo que has hecho.
Precisamente a vosotros la pandemia/confinamiento os pilló con “Visiones” saliendo al mercado el 6 de marzo de 2020… ¿Se fueron muchos planes al garete?
Álex Bocos: Fue un poco un arma de doble filo. Sacamos el disco un viernes y ese sábado teníamos un concierto presentación en una salita muy pequeña que habíamos alquilado en Valladolid y habíamos venido todas las entradas… Pues ya no pudimos dar ese concierto porque uno de nosotros era sospechoso de tener COVID. Se nos fueron a la mierda muchas cosas como nuestro primer Viña Rock o todas las salas que teníamos, pero, por otra parte, invertimos bastante en estar muy presentes en redes y en ese sentido funcionó muy bien.
Álex Bocos: Somos conscientes de que tenemos un estilo propio muy marcado y desde el primer disco hasta ahora, por mucho que haya variaciones, hay música muy parecida. De hecho, ya escucho algún grupo que puede estar influenciado por nosotros y digo “hostia, esto es muy Free City”. El sonido de cada álbum nos brota de una forma supernatural y sobre todo por la influencia de la música que escuchamos más en cada momento. Por ejemplo, un tema como “Hermano” de este último disco es punk rock al uso del que hemos mamado toda la vida, sin embargo, “Zenit” surge nuevas influencias que tenemos ahora. Concretamente, “Zenit” fue un tema por el que apostamos bastante y se ha quedado a medio camino porque a la gente no le ha terminado de entrar porque tienen una imagen muy clara sobre nosotros en la cabeza y les cojea un poquito.
¿Creéis que estáis cerca de dar con la tecla que os permita dar ese salto?
Álex Bocos: Creo que no existe la tecla que te permite saber si tu música va a funcionar. Casi todos los músicos estamos de acuerdo en que el público no sabe lo que quiere hasta que lo escucha. Quiero decir, no existe una fórmula mágica para hacer que a la gente le guste algo porque la gente no sabe que le va a gustar Nirvana hasta que lo escuchan y dicen “¡Coño, esto es lo mejor que se ha inventado!”. Entonces, creo que la única tecla que existe es hacer buena música.
Ingravidez se grabó en los Gaztain Estudioak bajo la dirección de Eñaut Gaztañaga. ¿Qué buscabais conseguir respecto a cómo veníais haciendo las cosas?
Álex Bocos: Veníamos de grabar con Iker [Piedrafita, de El Sótano Estudios] que es pura potencia que revienta los altavoces por todos lados y lo que buscábamos era indagar otras formas de producir sin renunciar a toda esa potencia. Nos interesaban mucho los discos que ha hecho Eñaut con Ezpalak o con Rodeo porque tienen muchas cosas muy ambientales, mucha reverb, delays, sonidos de guitarras un poco más especiales... Y así es justo como ha salido el disco.
Imagino que estáis contentos con el resultado y la experiencia de trabajar juntos porque más allá de la grabación con Eñaut, Ezpalak colaboran con vosotros en “Laberinto” y ahora unís fuerzas para la gira de salas.
Álex Bocos: Estos chavales son unos fieras, nos llevamos de puta madre… ¡Y encima son la hostia como grupo! En el caso de “Laberinto”, el tema ya lo teníamos hecho y queríamos que tuviera una colaboración. Hablamos con una banda a la que no les cuadró y estando allí en el estudio pensamos en Juanjo [Berasain, cantante de Ezpalak]. Dicho y hecho. Vino un día, nos conocimos, hizo las voces y metió unas guitarras. Unos días después de grabar nos invitaron a un ensayo suyo y nos quedamos locos. Les dije que menos mal que no cantan en castellano, porque si no, no hacíamos la gira juntos [risas]. Yo tengo muy buenas expectativas, la verdad.
Álex Bocos: Creo que girar juntos juega a favor de las dos partes y nos podemos ver bastante beneficiados. Ezpalak son parte de una escena mucho más alternativa como Viva Belgrado, Bala, Biznaga y este tipo de bandas a las que nosotros no estamos expuestos, y viceversa, porque la nuestra es muy de rock estatal, con todo el amor a lo estatal, eh.
Algunas de vuestras canciones son explícitamente combativas. ¿Veis en la música una herramienta para despertar conciencias y motivar cambios reales?
Álex Bocos: Más que una herramienta de concienciación, veo la música como una fuente más de la que puede beber la gente para formar sus ideas. No quiero ser yo el telediario, pero creo que está muy bien que la gente pueda escucharnos y sentirse identificada con una letra acerca de este asunto político o social. Eso me parece bonito, más que intentar adoctrinar a la gente.
¿Vuestra visión de la sociedad es tan negativa cantáis en “Odio el Mundo”?
Álex Bocos: Siempre creo que pecamos un poquito de intensos en Free City [risas]. Luego en la vida real no somos una gente tan oscura, pesimista y con esa visión tan negativa. De hecho, igual que hablamos mucho de la oscuridad, tenemos un montón de letras de motivación y de superación personal porque nos encanta. Son nuestras dos pasiones, lo peor y lo mejor.
¿Y vuestra relación con la industria musical?
Álex Bocos: No tengo ni una referencia de gente de nuestro entorno como para poder decir lo que es un trato con grandes discográficas ni con grandes empresas. Nosotros evidentemente tenemos un sello y un management, pero no con un contrato a la antigua usanza de los que se repartían un 20% para banda, el 80% para la empresa y eran un engaño. Creo que ahora mismo todo el mundo tiene esa opinión, pero también que cada vez menos gente ha tenido la experiencia con grandes discográficas como para poder contrastar. Entendería que un grupo de los 90 pueda pensar que las discográficas los arruinaron, pero ahora somos incapaces casi de decirlo porque no lo hemos vivido.
En Laberinto, precisamente, habláis de “vivir a voluntad de un algoritmo”. ¿Cuál es vuestra experiencia con plataformas de streaming o las redes sociales?
Álex Bocos: Las redes sociales, plataformas de distribución de música y demás pueden ser el demonio, pero muchas veces son herramientas muy útiles. Si sabes utilizarlas te pueden ayudar a estar presente y a llegar a mucha gente, pero han marcado un ritmo y una forma de crear contenido, de vivir la música y el arte en general que es terrible. Las redes nos están condicionando un montón porque las bandas a veces tenemos que estar mucho más preocupadas por hacer cualquier mierda por estar presentes y que se nos vea que realmente preocuparnos de estar en los sitios. Eso me parece bastante jodido. Nosotros procuramos mantenernos al día y estar visibles, pero sin caer en lo absurdo de querer subir contenido por aparentar nada. Intento ser bastante real y transparente.
Entrevista: Bernard Butler
Bunbury: “Radical Sonora”
El fin de un viaje memorable: Mikel Erentxun en el Teatro Príncipe Pío en Madrid.
Texto y fotografías: Guillermo García Domingo
El teatro Príncipe Pío, donde Mikel Erentxun dio su último concierto de la Gira “Septiembre”, el pasado jueves, está adosado a la emblemática estación de tren madrileña. Es un escenario hermoso y bellamente restaurado. Fue aquí donde el músico donostiarra decidió que el tren que echó a andar hace un año se detuviera al fin. Erentxun no podía ocultar su euforia. Tenía razones suficientes para estar así de satisfecho. “Septiembre” es un disco sensacional, de los más inspirados de 2023, y la banda, la que le acompaña desde hace una década, le ha sacado brillo de veras durante estos meses.
Fui testigo del primer concierto de esta gira que ofreció en Madrid (en noviembre de 2023), en la Sala La Riviera y es indiscutible que su recreación en vivo es ahora mucho más convincente. Porque Erentxun y su banda incondicional interpretaron muchos temas del citado disco, sin dejarse persuadir por la actitud desconcertante de buena parte del público. No somos partidarios de las generalizaciones, en todo caso, el ambiente era extraño. No hace falta decir que los recintos musicales se llenen siempre es deseable. En cualquier caso, se trataba de un público de 4 o 5 canciones, ni una más, que estaba esperando algo que no terminaba de llegar. ¿Qué era lo que esperaban? ¿Eran viajeros en el tiempo? La nostalgia cultural está en alza. Para conseguir ese objetivo no habrá que esperar demasiado tiempo, cuando Erentxun recuerde y celebre como se merece el 40 aniversario de Duncan Dhu. De todas formas, el artista vasco, que es inteligente y también generoso, concedió esa media docena de canciones tan esperadas, la mayoría en la fase de los bises. Lo que provocó que los que estaban en estado letárgico volvieran a la vida. Propuso versiones de “Esos ojos negros” o “Una calle de París”, reconocibles, y al mismo tiempo, remozadas con arreglos y tempos nuevos. El pasado de Mikel es glorioso, pero su presente no lo es menos.
Nos aprovechamos de una reñida pelea entre las guitarras, estaban en mayoría, Marina, Mikel y Rubén Caballero, y los pianos de Mikel Azpiroz (Mikel se cambió de bando en un par de canciones). Las guitarras protagonizaron la inclusión sorprendente de “Tu nombre en los labios”, que parecía rendir homenaje a Lou Reed, “Tren a Marte”, “El hombre que hay en mí”, un tema que se ha ganado el derecho a ser incluida en casi todos los conciertos del músico, y sobre todo, la versión progresiva, salvaje, de “Cartas de amor (cuando no hay amor)”, uno de los mejores momentos del concierto. Debieron de estar un rato afilando las guitarras antes de salir al escenario, porque desde allí cortaban el aire enrarecido, sobrecargado de humo. Azpiroz, pese a su inferioridad, se defendió muy bien, supo otorgar su impronta a las canciones del último disco y a las que no lo eran, porque también disfrutamos de “California”, “Cicatrices” “Círculos” o “Quién se acuerda de ti”. Esta pelea sin consecuencias no habría sido posible sin el apoyo de la base rítmica infatigable formada por Fernando Neira al bajo y Carlos Arancegui a la batería.
Mikel Erentxun ha llegado al final de este trayecto, aunque todo el mundo sabe que Príncipe Pío es un nudo de transportes, un intercambiador del que salen trenes, metros, autobuses en muchas direcciones. De modo que dentro de muy poco, tendremos nuevas noticias de él, no puede permanecer quieto mucho tiempo. Bendita inquietud. Vaya donde vaya, merecerá la pena subirse a su tren. Hasta pronto, Mikel.