Por: Kepa Arbizu.
David DelRío, quien cede su apellido para dar nombre al proyecto musical que le define, pertenece a esa estirpe heredera de los tradicionales "songwriters", una categoría que incluiría por igual a Dylan, Tom Petty o Quique González. Una condición avalada por sus canciones que si bien nunca se han desprendido de ese identificativa delicadeza melódica cada vez se han escorado más, sin sobresaltos ni zambullidas repentinas, a las raíces americanas. Un espacio que alcanza su esplendor con un nuevo trabajo, "Jerseys & tejanos", sumergido en un halo melancólico que recorre y recoge aquella vieja pasión que llevaba a nuestro protagonista a postrarse y suspirar por los discos que veía en las tiendas.
Una búsqueda de ese espíritu primigenio que descansa en un repertorio de elasticidad estilística y hecho de la materia orgánica que dicta el canon roquero. Pequeños relatos intimistas que configuran un álbum sigiloso pero emotivo, resultado de un diálogo sincero que toma destino hacia unas exquisitas canciones sobre las que hablamos con su autor.
Los discos suelen tener un tema que encapsula el concepto global de dicho disco, “Veracruz” parece un perfecto resumen del espíritu melancólico que inunda el álbum con ese verso de “mi cargamento de tristezas y una puesta de sol”...
David DelRío: Sí, tal vez sea algo que atraviesa varias de las canciones de este trabajo. Cuando empecé a plantearme la grabación de estos temas no tenía claro un hilo común entre ellos, al menos no de forma tan clara como en otros trabajos anteriores. Pero cuando lo acabamos y lo iba escuchando durante las mezclas sí que iba percibiéndolo. Es curioso que "Veracruz" fue la canción que grabamos el primer día de estudio, así que igual es verdad que nos marcó el camino.
Son varios los acentos nostálgicos con que se expresa el disco, uno principal es el que alude a la infancia, a los primeros y excitantes descubrimientos musicales, ¿es un homenaje a esos tiempos o son el resultado de un momento personal en el que te veías necesitado de recuperar ese instinto primigenio?
David DelRío: Hay un poco de ambas cosas. Por un lado nacen de un momento vital en el que sentía la necesidad de preguntarme qué queda de aquella esencia en mí, buscaba un chispazo en el motor que me hiciera seguir en esto y acabar de escribir este trabajo. Aquellos fuegos artificiales de las primeras veces son irrepetibles, pero algo permanece, y ahí está un poco la clave: mantener la ilusión juvenil desde la perspectiva que da la madurez. Así que por ese ranura se cuela el homenaje a aquellos tiempos.
Probablemente éste sea tu disco más ligado a la tradición americana y con un formato muy orgánico, ¿sientes que cada vez te sientes más identificado y ligado con este tipo de sonoridades a la hora de componer?
David DelRío: Siempre he tenido muy presente esas influencias en mi trayectoria, pero con el paso de los años las he ido afianzando más de forma natural. Es todo parte de un proceso de crecimiento. A veces, sin ser muy conscientes, cada trabajo nuevo ya está empezando en el anterior. Por ejemplo, sin "Alce, Indio" no hubiera existido "Jersey & Tejanos". En aquel ya había una alta dosis de esas características desde la composición hasta los arreglos.
El rock clásico siempre ha estado en continuo conflicto con la llegada de nuevas modas, usos y costumbres, predicando sobre que cualquier tiempo pasado fue mejor, ¿de qué manera sientes que tu concepto musical convive con el contexto actual?
David DelRío: Pues aunque desde un punto de vista más comercial o popular el rock haya vivido en el pasado sus décadas de gloria, igual tampoco es tan negativo esa vuelta a las trincheras, donde vuelva a primar el verdadero amor por el oficio de las canciones sin tanta pretensión de éxito inmediato. Evidentemente lo difícil es buscar ese equilibrio, nadie quiere perderlo todo por el camino invirtiendo en su proyecto. Yo hace tiempo que rompí esa balanza y sigo escribiendo y publicando por mera necesidad vital, "la ganancia de la pérdida" que decía aquel.
Pese a todo ese clasicismo y herencia de la “vieja escuela” que conlleva tu sonido, sigues recurriendo a la producción de Germán Mingote , miembro de Puño Dragón, una banda que ha sabido a la perfección aunar el pasado y presente en su concepto, ¿hasta qué punto te ha aportado una mirada actual su presencia?
David DelRío: Germán Mingote es el productor de mis últimos cuatro trabajos. Comenzamos a colaborar hace ocho años y ha sido la persona más importante en mi trayectoria, ayudándome en cada paso, incluso acudiendo a mi rescate en los peores baches. Un tipo con una visión musical y unas capacidades diferenciales. Como bien dices, tiene el radar puesto en cosas que a mí se me escapan. Lleva dentro todo lo bueno de los clásicos pero siempre buscando un toque de frescura que queda patente en su gran trabajo con Puño Dragón, y que extiende al resto de sus producciones sabiendo adaptarse, siempre sumando y, sobre todo, respetando la canción.
Al mismo tiempo es un disco especialmente versátil, que va del honky tonk al rock and roll pasando por el blues o el folk evocador, acentos algunos poco o nada presentes en tu carrera y que sin embargo abordas desde ese ya identificativo tono tuyo tan sutil y melódico, ¿hubo un ejercicio porque esa heterodoxia no desnaturalizara tu personalidad?
David DelRío: Sí que ha habido esa intención de explorar territorios intransitados en mi carrera, de dar una vuelta de tuerca a algunas canciones que ya tenía escritas. Esto es importante, es decir, no me dije voy a escribir un blues o un rocanrol. No es mi manera de componer, y más cuando se trata de estilos tan marcados.
Yo creo que la canción es un género de por sí. Una vez la tengo puedo probar a llevarla a un sitio u otro. No todas las composiciones resisten todos los trajes, hay que saber escuchar bien lo que pide en cada momento.
Todo eso me lleva a que el disco parece manejar más nunca que también un concepto de “banda”, aunque te presentas como un proyecto personal y hasta cierto punto individual, ¿de qué manera entiendes o se desarrolla esa unión con otros músicos?
David DelRío: Pues, aunque el sello es de autor, en estos últimos trabajos sí que hablé mucho con Germán Mingote sobre que quería buscar un espíritu de banda, ese aire de unos tipos detrás aportando su toque y ampliando esa sensación orgánica que tanto persigo. Esto, junto a la forma de grabar que empleamos (una canción terminada por sesión), creo que es lo que da ese punto de espontaneidad y frescura que puede evocar a una banda en el garage.
Muchas veces los músicos tienden a rechazar o a esconder las influencias que les marcan, presiento al escuchar tus canciones que no pretenden eso, casi diría que lo contrario, ¿a la hora de componer desechas o rechazas canciones que de manera insospechada puedan acercarse sonoramente a las de otros músicos?
David DelRío: No, para nada. Y en este trabajo hasta en la portada se pueden observar muchas de esas influencias, desde el título que hace referencia a New Jersey o Texas, hasta el diseño de la tienda con varios discos que me fueron marcando. Todos somos deudores, hay un camino que empezaron otros mucho antes, yo sólo trato de seguirlo de alguna manera, siempre de forma honesta y natural y con la canción por bandera. Sin canción no hay nada.
De hecho en este disco versionas y adaptas el tema de de Justin Townes Earle “Christchurch woman" para dar forma a “Esperando a alguien”. ¿Qué tiene de especial para ti dicho tema para ser la primera vez que incluyes un tema ajeno?
David DelRío: Soy un gran admirador de la obra de Justin Townes Earle, también de la visión que tenía de la tarea de un escritor de canciones y de su compromiso con el oficio. Cuando falleció fue un golpe. Es increíble cómo podemos llegar a conectar con una persona sin conocerla más allá de su música. Le escribí una canción homenaje en el anterior trabajo, "Para JT", y éste me decidí a grabar una de mis canciones favoritas. La elegí porque, además, me sentía muy cómodo y esa onda Tom Waits que también tiene la original me parecía muy interesante para trabajar.
Para alguien que mima tanto sus letras y busca, y creo encuentra, una forma lírica muy atinada de reflejar su interior, ¿es complicado usar la letra, y por lo tanto las emociones, de otra persona, o al final se trata de recoger el sentimiento universal que hay en ellas y hacerlo propio?
David DelRío: Muchas gracias por esta apreciación, porque para mí la lírica es la base. Sobre ella voy construyendo la canción.
Y en cuanto a tomar o adaptar una letra ajena creo que se trata de lo segundo que dices. Una vez César Pop me dijo que al final no es tan relevante quién escribió la canción, si no que sea cantada.
Acostumbrados a que muchas colaboraciones en algunos discos supongan poco artísticamente, en este caso la presencia de Nadia Álvarez o Alfredo García, por ejemplo, creo que se implican mucho y bien con el carácter propio de las canciones en las que aparecen, ¿buscaste nombres que creías podrían aportar a ciertas canciones aquello que tú no alcanzabas?
David DelRío: Te agradezco mucho esa opinión porque es así como yo entiendo las colaboraciones. Para mí tienen lugar cuando hay en ellas un sentido real que tiene que ver solamente con la canción. Tanto Nadia como Alfredo lo entienden también así, como buenos compositores que son. Fue un placer enorme contar con ellos y con el resto de colaboradores del disco, les admiro desde hace mucho tiempo. Para mí, hay pocas cosas mejores que escuchar tu canción en otras voces distintas, y ver cómo la hacen crecer y ensancharse.
Hay un par de temas, como “Accidente en el aserradero” y “Clase trabajadora” que se acercan a ese tono social a través de la mirada hacia el individuo cotidiano que lucha contra su espectro laboral, ¿además de musicalmente, esos clásicos songwriters también te han marcado en esa forma que tenían de relatar la vida de esos personajes “poco ilustres”?
David DelRío: Sí, mucho. Y cada vez me adentro más en esos autores que son capaces de narrar con tanta destreza y brillantez lo cotidiano, describiendo situaciones y sentimientos con los que conecto plenamente. Se me vienen a la cabeza trabajos de Chris Knight, John Prine, Steve Earle o la propia Lucinda Williams.
En este par de canciones no hago otra cosa que plasmar algunas reflexiones desde mi experiencia personal laboral saltando de un trabajo a otro para sobrevivir desde que tenía 22 años.
En “Clase trabajadora” hablas de esa pérdida de conciencia colectiva, de pertenencia a una clase, ¿una de las mejores formas de desactivar una lucha común es hacernos creer que no pertenecemos a esa clase trabajadora?
Esta canción la empecé a escribir tras varias lecturas sobre el tema, especialmente "La trampa de la diversidad" de Daniel Bernabé. Un libro ya de 2016 que da, bajo mi punto de vista, en la diana del asunto. El movimiento se ha ido desconectando y disolviendo, muy descuidado por los partidos que tradicionalmente lo apoyaban y se han arrojado en manos del neoliberalismo salvaje y una serie de causas, muchas nobles, que a veces dividen y distraen al individuo.
Por primera vez has decidido sacar el disco en formato vinilo, y es más, editarlo de momento exclusivamente en formato físico, pese al riesgo que ello conlleva, ¿es una declaración de intenciones en cuanto a la búsqueda de revalorizar el concepto de álbum frente a la escucha atomizada que se estila ahora?
David DelRío: Es toda una declaración, por supuesto. Comprendo los tiempos actuales y los ritmos salvajes de consumo, pero no los comparto en absoluto. Para empezar porque vengo de la cultura de los álbumes, que es donde más aprecio el desarrollo y mensaje de cada artista. Así que por eso he hecho la mayor inversión de mi carrera en grabar y editar este disco con un cuidado formato en vinilo obra del fantástico Marc Bello. Y no subirlo a plataformas en estos primeros meses es mi manera de dar la oportunidad de premiar al seguidor fiel que me apoya y va a descubrir esas canciones por primera vez como hacía yo en aquellas tardes de los noventa cuando salía con mi preciado tesoro de alguna tienda de discos de mi ciudad.