Joserra Senperena: “Rafa Berrio se atrevía a hacer cosas que otros no hacían”


Por: Guillermo García Domingo y Javier González. 

Para nuestra revista fue una noticia sorprendente saber que la caja de música de Berrio todavía disponía de tesoros ocultos, que el 28 de marzo salieron a la luz en el doble disco titulado elocuentemente “No es para menos”. El artífice de este acontecimiento musical es el músico donostiarra Joserra Senperena, uno de los mejores amigos y cómplices de Rafael Berrio antes de su fallecimiento y después, habida cuenta de la dedicación que le ha prestado a este proyecto que dio comienzo en 2022, cuando Gema Amiama, compañera del músico añorado, puso a la disposición del protagonista de nuestra entrevista, en diversos formatos, canciones, maquetas, demos, improvisaciones y toda clase de audios valiosos de toda la carrera musical de Berrio (desde 1984 hasta 2018, dos años antes de su prematura pérdida).

Joserra Senperena, uno de los músicos más inquietos y polifacéticos de Euskadi, ha realizado la banda sonora de numerosas películas, como músico profesional ha grabado más de 100 discos y participado en casi 2.000 actuaciones en España, Francia, Reino Unido, América y Asia. Ha colaborado con los grupos más emblemáticos del pop donostiarra: 21 Japonesas, Duncan Dhu, La Buena Vida, Amateur y con los tolosarras Bide Ertzean. Como productor de Berrio se embarcó con él en alguna de las aventuras musicales más excitantes de este último, a saber, el período “afrancesado” como lo definió Diego Vasallo, formado por el ciclo de los discos “1971” y “Diarios”, o la ópera chica barojiana, “Adiós a la bohemia”. Nos concedió esta entrevista desde el barrio de Gros, cuyas calles fueron también decisivas en la vida de su compañero de tabernas y canciones. 

Joserra, fuiste uno de los cómplices más fieles de Berrio a lo largo de toda su larga trayectoria. ¿Recuerdas cuándo te encontraste con el pequeño gran hombre? 

Joserra: Supe de su existencia en los años noventa, concretamente en el año noventa y cuatro, cuando salió el primer disco de Amor a traición, el disco negro. Más tarde le conocí personalmente en un bar de Donosti, por medio de Diego Vasallo, quien a su vez le había conocido gracias a Cheli Lanzagorta. Precisamente Cheli se ha ocupado del diseño de este disco y de algunas otras cosas más. 

Este es un proyecto de lo más ambicioso, donde recogéis casi cincuenta canciones que van desde 1984 hasta 2018, un año antes de “Niño Futuro”. ¿Cómo ha sido el proceso desde su génesis hasta la forma final del mismo? 

Joserra: Ha sido un trabajo muy largo y verdaderamente laborioso. Arrancamos en diciembre del 2022, hemos tardado más de dos años y medio. Pasé mucho tiempo buceando en casi las 90 casetes, tres bobinas y miles de audios digitales, porque a partir de 2012 Rafael empieza a grabar sus temas en formato digital. En principio estábamos valorando hacer otra cosas, después escuché algunas de las canciones que había guardado Cheli, observando que era un material inédito por lo que me dije que lo que urgía era publicar todo esto. Habíamos hecho un homenaje muy importante dedicado a Berrio en Donost que salió en ETBi, también hubo charlas en una casa de cultura en el barrio de Amara y una exposición en la que Cheli descubrió que Berrio no tiraba nada, que había un montón de casetes y otro material que cronológicamente arrancaba en los años ochenta. No sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, creíamos que quizás unas decenas de canciones inéditas, no ochenta y pico como así ha sido. Es algo que hemos hecho, en primer lugar, porque las canciones valen la pena, son extraordinarias como casi todo lo que hizo Rafa, y por una razón personal, por el amigo que fue. Gema Amiama, la compañera de Rafa, puso todo este material a nuestra disposición, incluido su ordenador portátil y desde entonces lo tengo aquí en mi casa. 

¿Qué criterio habéis utilizado para quedaros con algunas canciones y descartar otras? 

Joserra: Había unas cuantas canciones que de sonido estaban muy mal, temblaba la cinta o estaban cortadas, como además las del segundo disco, Cabaret Utopía son demos, en algunos casos, en los que está Rafa tocando su guitarra, y pasa de estar está cantando en castellano a cantar en inglés, luego se detiene, en fin, ocurren muchas cosas, entonces no todas eran canciones presentables. Luego comprobamos que la mitad de las composiciones estaban grabadas con banda y otra mitad él solo. Había más de las primeras, con banda. Así que salían un par de CDs, podríamos haber editado alguna más, pero nos parecía que iban a ser demasiadas. Y una vez establecido el criterio técnico, intervino el aspecto musical y subjetivo. No muchas se quedaron fuera. Tal vez hoy elegiría de otra manera, sin embargo creo que lo más importante está ahí. 

Cronológicamente el primer CD, ¿qué periodo abarca? 

Joserra: Desde primeros de los ochenta hasta el año 92, y en cambio el segundo cd reúne canciones de toda la carrera de Rafa Berrio, aunque en este aparece solo con la guitarra. 

En el primer disco aparecen canciones que no llegaron a ser publicadas en un primer disco de Amor a traición. 

Joserra: También están incluidas tres canciones que Berrio ya tocaba cuando era miembro de UHF, su primer grupo. 

Estamos hablando del grupo que descubrió Santi Ugarte, ¿verdad? 

Joserra: Así es, Ugarte publicó un disco con canciones de tres grupos, Puskarra, donde tocaba Cheli, UHF, en el que militaba Rafa, y Mogollón, del que formaba parte Ricardo Aldarondo, que ha participado en “No es para menos” con un texto. Esas tres primeras canciones ya las tocaba Rafa en la época de UHF, el resto son de Amor a Traición y las tres últimas de Hola y adiós, el primer cd, son las que pertenecen a un disco inédito que no se llegó a culminar que se iba a grabar en los Estudios du Manoir en Francia, a hora y media de aquí. No vio la luz por varias razones. Algunas se grabaron para el disco negro de 1994 y estas tres que hemos recuperado para el final del disco. 

Habéis sido testigos excepcionales de la evolución de Berrio, desde el estilo punkarra de U.H.F., el grupo que encandiló a Santi, hasta el período en solitario de Berrio. ¿Qué destacarías de esa evolución musical? 

Joserra: En cuatro décadas los músicos suelen evolucionar, lo que no es habitual es que en un músico de rock se preste a tantas aventuras, porque esto es más que una evolución. Pasa del rock and roll a discos orquestales como “1971” y “Diarios”, vuelve al rock y luego se atreve a cantar una zarzuela, “Adiós a la Bohemia”. A ver qué músico de rock es capaz en su trayectoria de hacer discos tan diferentes entre sí. Siempre se cita a Rafa como un letrista extraordinario, pero es que además era un músico extraordinario. Pocos cantantes son capaces de cantar discos de rock, orquestales y una zarzuela a piano solo. O cantar “Prima Dona” donde canta en falsete, como Jagger en “Emotional Rescue”, hay otra canción que se llama “Utopía” donde Rafa se convierte en un crooner. Sus cualidades le permitieron hacer trabajos y pasar por épocas tan diferentes. 

En el libro hay dos textos, uno de Iñaki y otro de Aldarondo, creo que es éste último quien dice que primero hacía la letra y luego la música, una particularidad casi única. 

Joserra: Sí, es el único músico con el que he trabajado y que he conocido que componía primero las letras. De hecho, en “Cabaret Utopía” hemos dejado algunas de las notas que se hacía a sí mismo antes de cantar las canciones, normalmente eran consideraciones de carácter técnico, sobre las cejillas, acordes y afinación. En la previa de “Yo te Mato” dice “si no para “Mi Turno”, ¿sí para “Yo te Mato”?. Tiene unas letras y necesita ver si lo que ha encontrado puede ser la música adecuada a la letra. Rafa muestra muchas versiones de canciones editadas y sin editar, no con añadidos de un teclado y guitarra, con muchas músicas distintas. Recuerdo que cuando grabamos “La desgana” para “1971” era de una manera, luego volvimos a grabarla para “Diarios”, y era totalmente distinta. Rafa daba muchas vueltas a las letras y músicas antes de grabarlas. Las notas que hemos dejado ilustran el proceso de composición y cuentan cosas de cómo trabajaba. 

Es Warner quien licencia el álbum, que es la casa que editó los últimos trabajos de Rafa. ¿Hasta qué punto han colaborado con la edición de esta obra?

Joserra: Hablamos con Warner que nos concedió algo de dinero para digitalizar y restaurar el material, así es como nos metimos en este “berenjenal”. Cabe recordar que fue la compañía que licenció algunos de sus discos, “1971” y “Diarios”, también produjo el disco de Amor a Traición. Hay cierta relación entre Warner y Rafael Berrio. Hemos tenido un presupuesto muy limitado, la verdad. También es cierto que el disco sale en formato CD, tampoco sale en vinilo. 

Cuando pensamos en Berrio, siempre tenemos en la mente a un artista que se movía en los márgenes, pero que sin embargo, tal y como se desvela en el libreto, siempre quiso tener mayor repercusión. ¿Cuál es bajo tu percepción “el hit” del que habla Iñaki Berrio a propósito de la búsqueda del éxito que siempre quiso tener Rafa? 

Joserra: Me gusta mucho el single, “Hola y Adiós”, me parece una pedazo de canción. Hay muchas. El segundo son demos, pero muchas son completas y tal cual aparecen están muy bien. “Utopía”, “El curso de un día”, “Vivir el presente”... no sabría decirte, las he escuchado tanto. 

Personalmente nos han dejado muy buen sabor estas canciones, pero creemos que “Barrio Obrero” resume tantos matices de la obra de Rafa que nos ha encantado. En ella muestra su genialidad, el origen barrial y el punto cínico y descreído que tanto bien ha hecho a sus letras. ¿Qué destacarías del poder de la palabra que encerraba en sus composiciones? 

Joserra: Rafa era un artista único. Nadie escribía letras como él. No digo mejor ni peor, digo cómo él. Nadie. Tenía una ironía fina y no fina en otras ocasiones. Es cierto que tenía un origen obrero. En este disco hay canciones que muestran la cuestión social, algo que muy de vez en cuando trataba. En “1971” se incluyó “Es Simple”. En este trabajo hay algunas que hablan de sexo, “Amor a Traición”, “Rienda y Montura” y un par de ellas más. Igual no soy la persona más adecuada para hablar de las letras. Hablaba de cosas trascendentes, pero con humor, de otra manera, habría sido “grotesco”, que era un adjetivo que él utilizaba mucho. En canciones como “Simulacro”, “Santos Mártires Yonkis” y “María Inmaculada”, que son las que conozco mejor, donde hay un punto de humor. A veces es nihilista, pero también habla de amor de forma rotunda. En “No es para Menos” hay una cuarta parte de letras que son de Iñaki, porque él al principio no escribía, creo que parte de su influjo se nota en la obra de Rafa. 

Es sorprendente que Rafa, al principio de su carrera, le pidiera letras a su hermano Iñaki, dudando de su propia capacidad, cuando a lo largo de su trayectoria sobre todo en sus últimos discos compuso unas letras de gran calidad. 

Joserra: Sí, creo que él coge un tono más solemne y más filosófico, quizás pierde un poco el tono gamberro que tenía a los veinte, pero nunca pierde el humor. Hablar de la filosofía de la vida sin humor es imposible. 

Otras que siguen sonando a menudo en nuestros reproductores por su grandeza son “No pienso bajar más al centro” y “Santos Mártires Yonkis”, que por cierto fue grabada por ti. 

Joserra: Esa canción es la segunda de “1971” que descartó tras grabar. Y así como “La Desgana” la trajo a “Diarios” con otra melodía, “Santos” la grabamos casi tal cual, moviendo solo un par de puntos de metrónomo. Me hace pensar que había algo que no le terminaba de convencer. Desde luego la letra está en la línea floja, hablando de “yonkis” con un punto entre trágico y cómico. Es una letra muy delicada. No sé cuál es el tono de la línea delgada, es algo que pienso ahora, jamás se lo pregunté. Recuerdo que “1971” no estaba previsto que fuera un disco orquestal, me había gustado el disco de Deriva. En principio estaba previsto grabar en Madrid, con músicos de allí, en directo y con producción de José María Rosillo. Me pasó la maqueta y alguna que otra referencia como Anthony and the Johnsons, vi que había algo de cuerda y metimos un cuarteto de cuerda, muy poquito, porque no había un duro para aquel disco. Al empezar al escuchar el arreglo inicial decía “es muy pequeño”, pero claro, para aumentarlo había que contratar más músicos y apenas había presupuesto. Fue descubriendo que le gustaba el sonido de la gran orquesta, brillante y ampulosa, quería que sonara grande. Al ir montando el álbum nos reíamos, decíamos “qué disparate”. Había encontrado el equilibrio entre la solemnidad para sus textos y lo grotesco. 

Es curioso que a continuación regresara a lo eléctrico en el formidable disco, “Paradoja”... 

Joserra: Tras dos discos orquestales en “Diarios” me dijo “aquí solo orquesta y pianos”, creo que le entraron ganas de hacer una segunda parte que sería un trabajo de guitarras. 

Demostrando que era ante todo un músico sin prejuicios. 

Joserra: Ninguno, ninguno. Y muy inquieto, piensa que tras “Paradoja” hicimos “Adiós a la Bohemia”. Un salto sin red, propio de un tipo aventurero e inquieto. 

¿Cuál es el principal legado que nos ha dejado Rafael Berrio? 

Joserra: Pudiendo hacer otras cosas, siempre hizo lo que le pedía el cuerpo. Y no lo tuvo fácil. Estuvo trabajando en otros ámbitos hasta “1971”, ese disco le pone en el candelero y lo deja todo para dedicarse en cuerpo y alma a componer. Hizo canciones extraordinarias, aportando un cancionero tremendo que gusta mucho a los músicos, básicamente porque se atrevía a hacer cosas que otros no se planteaban. 

Con este trabajo sale a la luz todo el material que habéis considerado digno de mostrar de todo lo creado por Rafa. ¿Queda algo que en un futuro pueda ser evaluado para ver la luz? 

Joserra: Quedan cosas que se podrían editar, no cabían en este primer disco. Creo que lo más relevante de su repertorio inédito está en este trabajo. Permite que te hagamos una pregunta de carácter personal, ¿en qué momentos le echas más de menos? Joserra: Los dos vivíamos en el barrio de Gros. Rafa era una presencia, estaba en la calle todos los días. Hay una canción en el segundo CD llamada “Postmeridiano” que habla de la necesidad de salir a la calle a las ocho o las nueve de la noche a tomarse un pote. Creo que unía a muchos músicos. Para el concierto de 2021 de homenaje que hemos comentado antes comencé a llamar a antiguos colaboradores, y mira qué diversidad de músicos respondieron. De La Oreja de Van Gogh a Mursego, todos admiradores de Rafa. La suya es una ausencia muy relevante. Todos nos vamos a ir al otro barrio, tarde o temprano, pero Rafa era un músico fuera de la norma. 

Te emplazamos para hacerte una visita en el barrio de Gros, donde nombres como Nacho Goberna, nuestros añorados Poch y Rafa, y tú mismo, sois ejemplos del enorme talento que atesora aquella zona de San Sebastián. 

Joserra: Cuando vengáis por aquí os atenderé encantado. Has citado a Poch a quien hace como veinte años Rafa le hizo un homenaje en varios bares. En estas cintas con las que hemos trabajado había grabado un mano a mano entre los dos cantando donde interpretan una canción de Poch y otra de Rafa. No han entrado porque eran temas inéditos que hemos pensado que debían respetarse. Rafa admiraba mucho a Poch.

Luis Fercán: pasión entre cristales


Sala Rock and Blues, Zaragoza Domingo, 27 de abril del 2025.

Texto y fotografías: Javier Capapé. 

Cada vez que escucho en directo a Luis Fercán recorren mi cuerpo sentimientos muy parecidos. Fragilidad, intensidad y cruda dulzura. Puede que éste sea el reflejo más claro de un concierto del gallego a estas alturas. Fercán llegó a Zaragoza con una gira que comenzó el año pasado tras la publicación de su excelente "Postales Perdidas" y que continúa recorriendo nuestra geografía mientras va sumando adeptos a su forma de encarar la música. Esa que precisa de tiempo y serenidad para degustarse plenamente. Si hace un año disfrutamos de un concierto del santiagués en esta misma sala zaragozana en el que se presentó únicamente con la compañía de su guitarra, para esta ocasión le acompañaba Nacho Mur dando unas magníficas pinceladas de color a sus canciones. El músico burgalés de La M.O.D.A. le apoyó con sutiles toques de eléctrica (con el objetivo de crear atmósferas), acústica o mandolina (instrumento que sienta especialmente bien a las canciones campestres del gallego), en lo que bien podría ser la presentación del disco en directo mano a mano grabado en el Teatro Lara dentro de esta misma gira, que será publicado en los próximos días.

La sala Rock and Blues, que ha acogido hasta en tres ocasiones un concierto de Luis Fercán, se ha ido quedando cada vez más pequeña para él. Si contamos la primera vez que pisó la capital aragonesa allá por el año 2020, son ya cuatro las ocasiones en que hemos podido disfrutarlo, y a cada nueva oportunidad se atisba un discurso más valioso, además de una mayor aceptación (a juzgar por su público). Sus canciones son cada vez más intensas y su actitud no deja de ser honesta a pesar de su crecimiento.

Como en la última ocasión, volvió a contar solo con un micro ambiente en la sala para captar el sonido, tanto de las guitarras como de la voz. Una apuesta titánica si no se tiene el respeto necesario por las canciones. Pero el público del Rock and Blues no sólo preservó la intimidad que requieren las mismas, sino que se mostró totalmente respetuoso con ellas y sus intérpretes. El ruido en la sala era inexistente, tanto es así que en alguna canción nos vimos sorprendidos por el leve sonido del pitido de los terminales tpv para el cobro de las consumiciones. Si el concierto se hubiera producido al día siguiente, en pleno apagón eléctrico, muy probablemente hubiéramos tenido que soportar mayor ruido ambiente. Tal fue el respeto hacia esas discretas, pero grandes canciones. Justo el que requieren las mismas para encontrar su verdadero sentido. Por ese motivo, los dos músicos sobre el escenario mostraron su agradecimiento a todos los presentes, resaltando que solo pueden enfrentarse a una tarea tan compleja como la de sonorizar un concierto así gracias a la comprensión y el inestimable trato que reciben por parte de su público.00 Tras una intro de Nacho Mur con la guitarra eléctrica, creando ambiente, Luis se colgó su ajada acústica para comenzar de menos a más con "una señal" y seguidamente atacar uno de sus temas más queridos últimamente, ese "temple bar" que nos lleva directos a las calles de Dublín. A continuación presentó la canción que dijo llevar más tiempo acompañándole en su repertorio, la siempre emocionante "Dime qué hago", que hizo que los coros del público subieran en intensidad, ya que las anteriores habían sido coreadas con mayor timidez.

Con "Mesa para dos" y "Airecillo" recreó el sonido que consiguieron dar entre Nacho y él a su disco "Canciones completas desde una casa vacía", en el que la casa semi en ruinas de su abuelo también fue protagonista. Esas canciones, que en aquel disco ya eran minimalistas, se sostuvieron aquí con dos acústicas al aire y una pureza inusual, antes de atreverse a presentar un nuevo tema que acaban de grabar ambos y que anunciaron que sería publicado en formato single en junio. Estoy hablando de "Cristales", que en una primera escucha pudimos apreciar con una fuerza diferente, más espontánea y con hechuras pop.

La mandolina cobró protagonismo en la dulce "Color miel", llenó de ligereza "Frío al verte", y consiguió estremecernos con el canto ahogado de "Venecia". A pesar de estar fuera del setlist, Luis tuvo que arremeter con "Ella" debido a que, una vez más en Zaragoza, se la pidió la pareja que ya en su día nos contaron que fue la canción que decidieron bailar juntos en su boda. Cosas del directo que se van convirtiendo en anécdotas clásicas del músico en esta ciudad. Y como siempre, nos advirtió de que el concierto no tendría bises, aunque sí un buen rato para compartir con sus seguidores entre firmas y comentarios al final del mismo. Esto nos hacía vaticinar el final del concierto, al que le quedaba su buena ración de lo que pueden considerarse sus imprescindibles o su más valiosa colección de hits, que no por ello perdieron un ápice de la intimidad que se mantuvo durante toda la velada. Antes de ese final más enérgico dentro de la contención, hubo un momento más introspectivo con "tu recuerdo (verde otoño)" o "ahí atrás (miedo en el mar)", dos temas pensados para cantar hacia adentro, para terminar seguidamente, con todo el público ya más desinhibido, coreando la canción de carretera "busco", la atrevida y cercana a un himno "El Palmar", y la ya clásica "110".

Luis Fercán es nuestro cantautor más "de piel". Uno de los más creíbles. Quizá por su capacidad de interpelarnos con sus historias al interpretarlas con ese desgarro. Quizá por su manera de "bailar" o moverse de forma inquieta con las más "lentas". Quizá por ser capaz de conseguir el silencio más rotundo buscando la proximidad que requieren sus historias. O quizá simplemente por ser único, con esa familiaridad tan característica que transmite a cada palabra que nos regala, sea en forma de canción o cuando se encarga simplemente de presentarlas. Luis Fercán nunca nos deja fríos. Con él y sus canciones nos inunda un torrente de pasión compartida y abierta en canal. En cada concierto, como el que volví a disfrutar el pasado domingo como si fuera la primera vez, nos busca y nos sienta a su mesa para recorrer juntos nuestro cuerpo entre cristales.

María Guadaña: “He encontrado un grupo de mujeres poetas que me han abierto el camino a otra forma de poder expresarme”


Por: Javier González. 
Foto: Ramón Guirado.

Que María Guadaña es una mujer repleta de talento es algo que tenemos claro quienes venimos siguiendo su trayectoria desde hace tiempo. Tres años atrás maravilló a propios y extraños con el fenomenal “Latidos y Culebras”, cuyo rock de autora de sentidas letras caló hondo en nuestros corazones; un trabajo que ahora se ve continuado con la reciente publicación de “Hermana Bruja”, donde vuelve a firmar unos textos únicos en nuestra escena por ser altamente pasionales y personales, oscuros y emocionantes, pero, por encima de todo, brillantes. 

Descolgamos el teléfono para hablar con ella sobre este nuevo cancionero, preparado a fuego lento, como todo lo que implica un proyecto que gestiona de forma autónoma e independiente, demostrando que pese a las trabas y dificultades se pueden buscar fórmulas alternativas para escribir temas mayúsculos y bien arreglados capaces de sobrecoger corazones, sin por ello incluir un solo minuto de relleno, una constante en la discografía de esta jienense cercana y amable que nos atiende con todo el cariño del mundo para demostrar que las brujas buenas también existen más allá de los cuentos. 

¿Cómo están siendo los primeros días tras la publicación de “Hermana Bruja”? 

María: Bien, con un nivel de agotamiento alto, pero contenta. Creo que ha quedado un disco muy bonito y completo. Estoy muy satisfecha con la parte musical, pero claro, soy autogestionada, llevo muchos meses a tope, con velocidad de crucero y estoy cansada. Me mantiene la ilusión, aunque estoy agotada. 

Hacía tiempo que no hablábamos contigo, concretamente tres años, los mismos que hace que editaste “Latidos y Culebras”, tu primer trabajo considerado un Lp como tal, puesto que “Remedios Paganos” entraría en la categoría de Ep. Un trabajo fantástico que me dejó bastante volado. ¿Qué valoración haces de aquel trabajo? 

María: “Latidos y Culebras” era un trabajo muy digno y correcto, empecé a mostrar que no hay un concepto definido en mi música. Hay canciones más cañeras como “Amanece Alimaña”, la más rockera que he hecho nunca, que convive con el toque folk tres por cuatro de “Trinidad”. Fue un álbum que me sirvió para mostrar un espectro musical más amplio. También pienso que está mejor cantado que el primero, de la misma forma que creo que en este también hemos mejorado. Han sido etapas lógicas de mejora con las que coger más confianza en la composición, aunque pienso que ahora he subido un peldaño más en la producción. 

“Para los programadores soy una outsider que hace rock, mayor de cuarenta años y que no usa autotune”

Hubo buenas críticas, casi entusiastas, diría, sin embargo, no hubo una gran gira detrás que lo secundara. ¿A qué se debió? 

María: Tuve la gran fortuna de ser seleccionada en “Girando por Salas”, de lo contrario no hubiera podido presentarlo en una pequeña gira que me llevo a Vigo, Lugo, Valencia, Valladolid, Sevilla y Madrid. Mi gran dificultad viene cuando los conciertos son a empresa, ya que pago a mis músicos un sueldo razonable, dando de alta en la seguridad social, corriendo con los gastos de alquiler de furgoneta, gasolina, incluyendo hoteles y dietas. Cuando toco así tengo que ir a ciudades donde sé que la pérdida no es muy dramática, no te hablo de ganar dinero, si no a aspirar a pérdidas no dramáticas. En cuanto a los conciertos cerrados a caché, pagados por parte de programadores, te diría que se ve que no estoy dentro del foco. Me hace mucha ilusión las críticas que me hacéis, pero para los programadores soy una outsider que hace rock, mayor de cuarenta años y que no usa autotune. No estoy en su radar principal de contratación. Hay conciertos que me han ofrecido y he tenido que decir que no. Me han ofrecido cosas tan ridículas a las que he tenido que decir no, hay que tener límites. En redes no me gusta ser agresiva, no soy así, pero 12-15 euros por concierto no es caro. Creo que la pandemia nos metió en casa y es complicado salir ahora. Pagar 80 euros por un concierto de Bruce Springsteen no nos importa, pero hacerlo por ver a los creadores de casa parece que nos cuesta. 

Apenas hace unos días has editado “Hermana Bruja”, otra vuelta de tuerca donde ahondas en unas sonoridades ya conocidas, abriendo también paso a otras nuevas y sorprendentes. Todo ello canalizado en unos textos cuidados líricamente al milímetro, como es costumbre de la casa, escritos en primerísima persona y que se balancean entre lo erótico y carnal, el peligro y lo oscuro. 

María: ¡Qué bonito! Las letras son fundamentales para mí, tener una historia que contar. Luego se adecua el sonido a lo que quieres transmitir. Ahora, al haber dos canciones más que en el anterior disco, se abre el abanico de cosas a mostrar. A mí, como oyente, no me gusta escuchar trabajos cuyas canciones se repiten por lo que trato de no practicarlo. También he cambiado de productor, ahora dicha labor recae en Chavi Ontoria, mi teclista, creo que ambos nos hemos retroalimentado, nutriéndonos de las opiniones del otro que han sido bien acogidas. 

En las canciones hay ecos de Serge Gainsbourg y Jane Birkin, Nancy Sinatra y Lee Hazlewood, She & Him... o aquel “Frente a frente” de Jeanette que tan bien adaptaron Bunbury & Tulsa, pero también de Andrea Schroeder, Karen Dalton, Lankum, Pascal Comelade o Corcobado. 

María:
Sucede que nunca grabamos con la intención de parecernos a nadie. En cada canción preparo una lista de temas que me generan el sentimiento que quiero crear. Hay cortes donde creo que he mezclado a Idles con Corcobado. Me gusta explicar lo que quiero a través de canciones. Es como si tuviéramos un aparato que transformara sentimientos en sonoridades, algo que creo todos entendemos. Por ejemplo, las instrumentaciones que usamos en “Amor” y “Nana Huracanada” no son tan diferentes, pero el rango de frecuencias que usamos es totalmente distinto a la hora de transmitir felicidad o tristeza. Más que sonar a alguien, buscamos el instrumento y el rango sonoro mediante el que queremos transmitir. 

Otra cosa llamativa es la producción del disco, creo que se nota un sonido más orgánico y directo. ¿Era una premisa antes de comenzar a grabar? 

María: Aquí lo que ha ocurrido ha sido un “no hay mal que por bien no venga”. En principio quería que con el disco volviera a ayudarme a cerrar los temas, producir y mezclar la misma persona, Toño Martínez, pero por circunstancias personales suyas no ha podido unirse al proyecto. Empezamos a ver las canciones juntos para pre-maquetar, pero tuvo que dejar el proyecto en agosto por cosas personales. No ha pasado nada feo, que nadie piense mal. He tenido que cambiar de equipo y trabajar con tres personas diferentes para acabar las canciones, producir y mezclar, algo que ha hecho que todo sea más variado. Tres oídos diferentes acaban sacando lo más específico y mejor de cada persona que trabaja en el proyecto. Lo ha mezclado Paco Lamato de Happy Place, quien también es músico y además me conoce. Creo que en la producción ha tenido en cuenta que esto fuera una caja de herramientas muy ordenada. No buscando solo una viola, sino que esa viola tuviera que llevarse bien con la guitarra, por poner un ejemplo. Dábamos pautas para que los instrumentos no se pelearan, respetando cada plano, como en un cuadro de Monet. Creo que ha sido un trabajo brutal de todo el mundo. Masterizó Jordi Gil de Sputnik y cuando me pasó “Nana Huracanada”, recuerdo que le dije que “había perdido a Quique en la posición de la mezcla” y me dijo que era verdad, que se perdía el equilibrio. Te agradezco que me digas que suena mejor, era muy importante. 

“Pagar 80 euros por un concierto de Bruce Springsteen no nos importa, pero hacerlo por ver a los creadores de casa parece que nos cuesta” 

En esta casa somos muy fans de las buenas letristas y pocas creadoras se nos antojan más finas escribiendo que tú actualmente en nuestro panorama. ¿Qué referencias literarias te han acompañado a lo largo de los años para facturar estos textos tan potentes? 

María: Me pones la carne de gallina con esta pregunta. Me encantaría que esto pudiera salir con una pancarta a promotores para decir “Molamos mucho”. Mis referencias vienen como lectora, pero en los últimos años gracias a la editorial Torremoza he podido conocer a un montón de mujeres poetas actuales. No busco una reivindicación feminista, ni nada por el estilo, pero conecto de forma diferente con ellas porque hablan de cosas que un hombre no siente. Un ejemplo sería María Dolores de Pablo, es una escritora de época de Gloria Fuertes, tenían una tertulia que se llamaban “Versos con Faldas”. Ella habla de nuestro pecho femenino, algo que no he leído en poesías de hombres, salvo que estuvieran adulando el de la mujer que tenían al lado, ya que no saben lo que es tenerlo. O temas como el útero, el dolor menstrual o el sexo vivido como mujer. He encontrado mujeres que me han abierto otra manera de poder expresar. También soy fan de Begoña Rueda que es de Jaén, ganó el premio Hiperion de poesía. Es como si me hubieran abierto una puerta que estaba en mí, me han reafirmado. Fíjate las referencias que uso en “Amanece Alimaña” también las utiliza en sus poemas alguna de ellas, sin que ninguna hayamos copiado a la otra. Es como si hubiera una mentalidad única, una manera de sentir que está genial expresar así. 

“Todo arranca con una frase que condensa lo que quiero contar” 

¿Cómo es tu proceso compositivo? 

María: Mi proceso nace de una frase que condensa lo que quiero contar. En “Bruja” sabía que quería hablar de todas estas mujeres que han sido castigadas por querer ser libres, algo que en hombres nadie hubiera dudado y en ellas era castigable hasta el punto de ser condenadas a muerte. Tenía la frase de “Me gusta que me digas bruja”, a partir de ahí dibujo el tronco del árbol, voy poniendo raíces, ramas y flores. Y luego soy muchísimo del diccionario etimológico. “Leído”, que abre el disco, tiene palabras que hacen referencias a cosas de literatura. Hago estudios de significado y miro la sonoridad, tenemos tantos fonemas que pueden sonar bonitos y otras que pueden hacerlo más desagradables. Busco escoger lo que mejor suene. Así escribo yo. Mi momento de corrección de letras es en el duermevela, allí tomo las decisiones finales. No sé qué tendrá dicho momento. 

Me ha llamado mucho la atención que hayas incluido apenas 9 canciones, una constante la de hacer pocas composiciones que parece costumbre en tu trayectoria. ¿Crees en la máxima que dice “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”? 

María: Por supuesto. Cada uno se relaciona con el arte como desee y cada forma es adecuada. Soy respetuosa con el arte y con el tiempo y el oído de la gente. Había más canciones, pero han quedado fuera. Busco composiciones que sean compactas. No tengo que dar explicaciones a nadie, si acaso a mi pareja con la ruina que traigo con cada disco. Creo en la máxima calidad a la que puedo llegar con mi tiempo y recursos. Mi idea original era llegar a once, pero se ha quedado en nueve porque había dos temas que no llegaban a cuajar. 

Musicalmente “Bruja” es una canción que impacta, tiene un toque andino, folk, muy cercano a una ceremonia apegada a la tierra y referencias en gallego. ¿Cómo surgió este tema? 

María: Este tema lo puse el otro día en el cumpleaños de un amigo y me decía que “esa no era Guadaña” y yo decía “¿Por qué? Si la he hecho”. Fíjate, casi siempre que tocamos en directo interpretamos el “¿Qué he sacado con quererte?” de Violeta Parra. Me flipa el ritmo que te apega a la tierra, sale nuestra parte más ancestral y primitiva. Era el ritmo que tenía que tener “Bruja”. Buscando la conexión con los elementos de la tierra, el estribillo habla de los cuatro elementos. La gracia con la conexión gallega es que quería un pandeiro. Fíjate, bruja en castellano suena rechazable, pero meiga es más entrañable. El año pasado hice un curso de muchos meses online y había muchos artistas gallegos con los que compartía pantalla, entre ellas Lidia India que toca la guadaña, cosa que no sé hacer. Al llegar el momento de grabar este tema pensé en ella, a la que por cierto no he visto nunca en persona, el día que nos veamos nos partiremos del abrazo. Le escribí para enseñarle la canción y decirle que quería un “pandeiro” y me dijo “me encanta, déjame que juegue”. A los cuatro días empiezo a recibir audios con un montón de instrumentos grabados y coros suyos. Le dije “quiero todo”. Tenía que ser ella, entendió la canción y ha hecho que crezca. En el puente quería que metiera jaleos y de pronto escucho sus voces y dije “qué cosa tan bonita”. Era preciosa, me encantó. Se quedó todo lo que mandó. 

“Nick Cave es un maestro y un semidios” 

Uno de los singles que ha servido de adelanto al disco ha sido “Mi Cuello”, una composición mayúscula que tiene unas innegables referencias al “Red Right Hand” de Nick Cave and the Bad Seeds. ¿Es una versión? 

María: No es una versión, me lo han dicho varias personas. Es curioso porque llevamos usando campanas bastante tiempo en un montón de canciones, por ejemplo, en “Al Viento”, aunque esa era de iglesia y esta es tubular. Date cuenta lo que es el cerebro, nunca pude imaginar que tanta gente pudiera tener la campana tubular asociada al “Red Right Hand”. No es un homenaje, pero al menos es una referencia que te lleva a un sitio bonito, si me dijeras que te recuerda a Ojete Calor pensaría que nos hemos equivocado en el arreglo. Nick Cave es un maestro y un semidios. Es una casualidad de usar una campana, no tiene más. 

“Nana Huracanada” parte de un texto que te ha cedido Kike Ganso, de quien dices que “es una especie de Rafael Berrio lucense”, donde os marcáis una auténtica “Murder Ballads”. ¿Cómo surgió la idea de que te cediera esa letra? 

María: Hay unos hermanos que vinieron jovencitos a Jaén desde Lugo y resulta que son íntimos de Kike Ganso. He conocido su música gracias a ellos. De hecho, Kike viene un par de veces al año a Jaén, donde por cierto muere de calor, pero todos le adoramos. Es un letrista flipante como Rafael Berrio y Honky Tonk Sánchez, artistas que no sé porqué no son escuchados por más gente ya que fliparían. Me tiene mucho aprecio a mí como Guadaña y yo a él. Un día en una fiesta le dije “Kike, me encantaría cantar una letra tuya” y el contestó “dalo por hecho”, ahí quedó la cosa. A los meses me llega un correo con dos letras, abrí la primera y ni fu ni fa, no sentí nada. En el segundo comencé a leer y ya estaba sonando la música en mi cabeza, como si estuviera la canción escrita y yo la recogiera. Siempre canto mis letras, pero fue tan flipante para mí la sensación que corriendo grabé la melodía. Era bonita y cuadraba. Lo único que se cambió del tema fue una cosa de la segunda parte que era complicada acompañar. Solo se ha cambiado una frase respecto al momento en que la abrí. Esa es la historia de “La Nana”. En esta canción quería un serrucho y se lo pasé a un amigo que toca la viola, a los días me pasó el serrucho y me dijo “he grabado una viola porque oía una viola”, elemento que ha sumado muchísimo. Creo que hay algo por encima nuestra y la música lo que hace es conectarnos. Es tan mágico todo que no encuentro explicación lógica. 

Has citado a Rafael Berrio de quien hace unos días se cumplían cinco años desde su fallecimiento. Qué dolorosa sigue siendo su partida, ¿verdad? 

María: Qué lástima, totalmente. Me enteré a posteriori del disco homenaje y pensé “que lo vuelvan a hacer y me llamen”. Y te juro que no es por visibilidad, sino por aprecio y respeto hacia ese hombre. No puedo entender porqué no triunfó en nuestro país. Qué uso del lenguaje tan maravilloso y qué capacidad de ser certero en sus críticas y descripciones. Me da rabia porque ahora tiene más oyente que cuando estaba vivo, algo similar a Jeff Buckley. Por qué no habrán podido disfrutar del éxito en vida. Se lo merecían. 

“Corcobado afectó al imaginario de las personas que nos criamos escuchándole” 

Como fan que eres de su trayectoria quiero preguntarte algo muy concreto. ¿Has tenido la oportunidad de escuchar la “Canción de Amor de 24 horas” de Javier Corcobado? 

María: No. De hecho, te cuento, le escribí para invitarle a participar en “Se-pulcra”. Me contesto y fue muy educado, me dijo que tenía la agenda muy ocupada porque tenía que ir a México y que no podía. No somos conscientes de lo que afectó en nuestro imaginario a todas aquellas personas que nos criamos escuchando a Corcobado. Había muy poca gente en aquella época que usara aquellas imágenes.

¿Y el último de Lobison? ¿Lo has oído? 

María: Es gracioso, pasé la pandemia sola con mi perro, pues bien, un día por la mañana me llega whatsapp que ponía “Hola, soy Lobison”, fue una sorpresa porque soy súper fan. Me encantan sus letras y el tono de voz que tiene, aunque confieso que este último disco me cuesta más porque tiene un sonido más agresivo. El caso es que me decía “que si quería cantar un tema con él”. Evidentemente le dije, “no me podía imaginar que tú supieras que existía como María Guadaña”. Me parece otro tipo que no sé cómo no le va mejor. No entiendo, no entiendo. Juamba y Berrio tenían una relación muy especial. Me invitó a cantar “Docilidad Fingida” en “Enemigos de lo Auténtico”. Alguna vez que ha venido a Jaén y nos la hemos cantado juntos. No te voy a decir que es mi mejor amigo, pero sí que nos escribimos de vez en cuando y nos damos ánimos y cariño. Hace poco leí una entrevista y me hizo referencia. Nos apoyamos mutuamente, aunque sé que él está más arriba que yo. 

Dada la calidad del proyecto. ¿Te has planteado apostar más fuerte por el mismo y tratar de romper la barrera de llegar a un público más mayoritario? 

María: Creo que la barrera se puede romper de diferentes maneras, una sería hacer otro tipo de música para llegar a más gente, pero no estoy dispuesta a ello. No me voy a traicionar a mí misma, ni tengo que dar explicaciones a nadie. Esto no es mi trabajo desafortunadamente, me encantaría vivir de ello, sería mi sueño. No hablo de ganar miles de millones, solo tener un sueldo como el de un trabajo cualquiera. Pero no soy Rigoberta Bandini ni algo que le guste a mucha. Sí que me he esforzado en llamar a puertas de agencias, pero no soy un plato fuerte en un festival, se busca otro perfil, quizás más joven o actual. He conseguido que la diputación de Jaén me pague parte de la grabación del disco, vi que se lo habían hecho a Carmen Linares y dije, “voy a intentarlo”. Presenté el proyecto y el presupuesto en la diputación y lo he logrado. Estoy planteando hacerme sitio en un corral lleno como el de la música, así que porqué no buscar hueco en un mercado alternativo centrado en el poder de las letras, certámenes de poesía y libros. Este es el objetivo que tengo con este disco, abrir un mercado en el que quizás pueda funcionar mejor la cosa. 

Tenemos muchas ganas de verte en directo. ¿Nos puedes adelantar algo de la gira? 

María: Ahora mismo tengo conciertos presentación a empresa. El 29 de mayo estaremos en Madrid y el 1 de junio en Sevilla. También hay otro en Jaén, pero no puedo hacer pública la fecha hasta que no lo haga la diputación. Todos sabemos que lo maravilloso sería acompañar la salida del disco con una potente tanta de conciertos, pero al hacer todo el desarrollo por mi misma materialmente no podía llegar. Ahora, con el álbum editado, tocará llamar a programadores y promotoras, pero tú ya sabes que lo normal es que se trabaje con seis meses de antelación, así que ojalá haya suerte de cara al mes de octubre para empezar a cerrar cosas. Si hay alguna agencia interesada en mí que responda a la llamada. (Risas)

Los Idiotas: “En las sombras se mueven mucho mejor”


Por: Txema Mañeru. 

A pesar de su nombre, estos Idiotas no tienen nada que ver con la obra de Dostoievski. Son muy listos, puro rock’n’roll, y les gustan las sombras e incluso la oscuridad. Sobre todo la de los garitos de conciertos más infectos donde les gusta descargar toda su violencia sónica. Son un súper trío o un power trío, aunque se formaron como dúo en Holanda a comienzos del nuevo milenio. En aquellos tiempos eran Lissa y Pelayo y antes estuvieron bien guardados dentro de Estuches. Desde entonces y hasta ahora con sus guitarras Danelectro, les gusta el garage-punk rock’n’roll y el rhythm and blues más prehistórico y agresivo. Les encantan bandas tan macarras como Zeke, The Dwarves o The Gories y también sellos como Crypt, Folc, In The Red o Slovenly. Allá por 2007, tras alguna maqueta previa, creo, sacaron un single a 45 rpm en vinilo con su sello, Slovenly Recordings y el gran título de “The Blob”. También editaron otro artefacto titulado “Tengo Una Biblia En Casa” y hasta un disco compartido con Las Nurses en forma de tributo a otra de sus bandas de cabecera, The Oblivians. Aunque publicaron alguna referencia más, los teníamos olvidados desde entonces.

Algunas de sus bandas y majaras preferidos han grabado para el mítico sello de Nevada, Slovenly Recordings, al igual que ellos y puedes conseguir estos y otros espectaculares vinilos en www.slovenly.com. Gran presentación en blanco y negro y con cuidado encarte interior con todas las letras (amplia mayoría en castellano) y buen artwork de Alejandro Antoraz con imágenes vintage de tabaco negro con marcas como Kruger y Ducados y hasta con un teléfono de ruleta giratoria. 

El trío está encabezado por la voz, la guitarra y todas las composiciones de Ignacio Lissarrrague (“Lissa”). Le secundan en la base rítmica y con sus voces (o alaridos según el momento) Pelayo y Flaco. Lo han producido ellos mismos aquí, pero el sonido está muy logrado con la buena masterización del prestigioso Dave Anderson en Rochester. 13 temas que arrancan con su amigo "Paco", machacona y pegadiza, tras una intro locura marca de la casa y característica de sus breves, pero acelerados conciertos. Se suben a un volante, también en blanco y negro, en su "Mi Seat Ritmo". Se trata del lógico single y tiene hasta un divertido arranque con el anuncio del vehículo de la época. Raca- raca en las guitarras y voz de Lissa de ultratumba un poco en la loca onda de Los Paniks. ¡Una macarrada en toda regla y en toda vena! Seguro que ambos grupos se gustan y les gustaría compartir cartel, bien fuera en Valladolid o en Bilbao, o mejor, en ambos lugares. Se pelean, entre ritmo Ramones y Zeke, con los vecinos en "La Comunidad" por la marihuana y otras cuestiones, y con todo el mundo en "La Pelea", todavía más salvaje y peleona. Definen lo que son, también en inglés, en una muy pegadiza "Fuckin’ Rock And Roll", ideal para corear o incluso berrear. Cierran la cara A, otra vez a vueltas con la marihuana, alumbrándonos con sus "200 Focos". Un tema pegadizo y de nuevo ideal para alumbrar los momentos más oscuros de sus actuaciones.

La cara B la arrancan machacándonos y friéndonos nuestros cerebros con la urgente y breve "Fried Brains". Hay más instrumentos vintage en el citado encarte interior. Es el caso de "La Navaja de Albacete" a la que luego le cantan en otro tema pegadizo y con aires incluso Ramones. No saben si son de pueblo o quieren volver a él en la aldeana e instantánea "Me Vuelvo Al Pueblo", con otro buen estribillo y momentos para los gritos más desaforados. No les importa nada lo que pensemos y lo cantan en la historia más larga del disco que nos traen con "I Don’t Know And I Don’t Care" en la que Flaco mete hasta un apropiado y sorprendente Fender Rhodes. Son malos y macarras, más que idiotas, y por eso nos cantan "Me Llevan a Villanubla" en un tema carcelario y oscuro casi a lo Parálisis Permanente. También les gusta la noche y el alcohol como nos cantan en la agresiva y sucia "Los Idiotas Tienen Sed". 

Finalizan en inglés, y no sé si se acuerdan de Dead Boys (en el sonido, sí) o de Grateful Dead en su historia, con una "Dead Head" que finaliza con la sentencia “Of a fair trade, so fuck off!!”. Otro himno salvaje con potentes coros para follarnos plenos de locura. Pues eso, que les den… y que nos den pronto uno de sus repasos en directo porque esto es totalmente una bruta idiotez.

Pablo Und Destruktion: “Te quiere todo el mundo”


Por: Javier González. 

Hablar de Pablo Und Destruktion es hacerlo de un cantautor electrificado de largo recorrido cuya trayectoria viene jalonada por varios discos notables en los que ha mostrado independencia y sobrada personalidad. En los mismos siempre ha hecho gala de un particular uso de la prosa con la clara intención de sonar claro, vehemente y visceral, alejado de modas y pleitesías, elementos que le han convertido en el mejor de los francotiradores musicales con los que contamos en nuestras filas actualmente. 

Estas características se ven amplificadas ahora con la publicación de “Te quiere todo el mundo”, un cancionero donde lejos de autocensurarse propone doce temas que son arte que conmueve, remueve e invita a pensar. A través de las mismas pone en el centro de la diana muchos males comunes de esta vida disipada y carente de interés inherente al cochambroso siglo XXI que nos toca vivir, plagado de postureo y amor burgués; repleto de moralistas, doctrinarios y biempensantes varios al interesado servicio de poderosas y oscuras fuerzas. Contra ellas, Pablo canta con orgullo a las cosas aparentemente sencillas, no sin ciertas dosis de cinismo y sorna, todo sea dicho. Elementos a los que alude casi desde la misma portada donde un lobo es atacado por un rebaño de corderos, clara alegoría a todas aquellas personas que eludiendo discursos precocinados, pensados para ser repetidos como mantras, osan hablar por sí mismos, eligiendo la tercera vía como modus operandi, a pesar del consabido escarnio público con el que serán recibidas sus opiniones.

Todo ello presentado entre sonoridades propias del rock de autor y ramalazos folks traídos hasta nuestros días que por momentos retrotraen por igual a Javier Corcobado, David Bowie, Nick Cave and the Bad Seeds y a la primer época de Roxy Music, antes de que Brian Eno abandonara la nave; o a paisanos tan loables como Nacho Vegas y Víctor Manuel, pero encerrando la capacidad de emocionar y tocar la fibra sensible que siempre mostró la magia del inmenso Paco Ibáñez en “La poesía es un arma carga de futuro”, original de Gabriel Celaya, o “La mala reputación” de George Brassens, por citar solo un par de ejemplos a los que se acerca con total acierto y personalidad el espíritu punk con sello propio de Pablo

Interpela desde la primera frase de “Un propósito decente” al oyente, cantando en primera persona al amor mientras observa el mundo arder, enfrentando a un Occidente decadente contra el valor de los sentimientos puros, continuando con la crepuscular y ácida “Soy una persona tóxica”, azotando a la sociedad y fantaseando con apretar el botón del pánico; “Artistas contra la cultura” escocerá a unos cuantos compañeros de profesión, básicamente a todos aquellos que se vendieron a los peores postores posibles a cambio de buenos sueldos, renunciando a la independencia que debería ser obligatoria a cualquier proceso artístico, la maravillosa “La higuera de las vanidades”, un medio tiempo pleno de intensidad en el que se aboga por vivir el amor plenamente desde su refugio en una pequeña aldeíta, y su diatriba acerca de la pureza de las relaciones y el corazón que tan bien cose en la maravillosa “La reacción sexual”, con palito incluido al aburguesamiento marital, cerrando la primera parte con una abrasiva “Dementocracia”, cuyo certero título no hace falta tan siquiera comentar. 

Los aires calmados de “Violácea” rompen el silencio antes de llevarnos por un oscuro y sinuoso sendero cargado de minimalismo y aspereza, mientras resuenan unos acertadles arreglos de viento y Pablo nos mira con fuego en los ojos en un auténtico temazo, perfecto anticipo para “Sé lo que eres camarada”, composición con hechuras de himno para una república de trabajadores ajena a las clases; resuena majestuosa, patriótica y punzante, popular y orgullosa, sin enarbolar banderas ni atar a la muñeca pulseras con logos de partidos repletos de parásitos, ajena a absurdas militancias, donde la mera referencia a sus estrellas y nuestra fe marcan el camino a seguir. Descarga medianamente el ambiente los aires livianos de “Mujer” y “La tormenta”, un vals burlón y sentido con referencias a Gardel que nos encamina al final representado por la acústica “Esa foto” y la reivindicación personal de “El que vive a su manera”, tras cuyo final esbozamos una sonrisa en el rostro mientras procedemos a volver a perdernos por los recodos de estas canciones repletas de individualismo que sin embargo buscan reconfortar para bien de una comunidad cuya deriva actual duele a nuestro protagonista, no cabe duda. 

Pensando y repensando a la hora de buscar un broche a esta reseña, me vino a la cabeza el genio de Oscar Wilde en “El alma del hombre bajo el socialismo”, donde comentaba que “una obra de arte es el resultado único de un temperamento único”, frase que resulta muy adecuada cuando uno piensa en este “Te quiere todo el mundo”, puesto que no resulta complicado imaginar a Pablo Und Destruktion leyendo el periódico con la ceja levantada en modo escéptico, mientras busca fórmulas para no ser devorado por el rebaño, resistiendo el envite de un mundo decadente desde una aldea asturiana, alejado del mundanal ruido, a modo de terreno aún no conquistado por el enemigo, huyendo de dogmas y frases vacías de contenido, sin duda un lugar utópico donde esperemos que permanezca muchos años escribiendo canciones tan rotundas como verdaderas e incómodas para aquellos que en su disidencia vemos afán libertario y sana camaradería.

Si a usted, querido oyente, le gustan estas canciones, le damos nuestra enhorabuena. Ha llegado a la tercera vía, a partir de este momento su vida se complicará y será acusado de cosas grotescas por la policía de lo correcto. A cambio podrá disfrutar de la libertad de un paraje en el que el pensamiento no delinque y la razón sigue siendo digna de admiración. Y donde cierto tipo de fe quizás no mueva montañas, pero ayuda a mantener la esperanza en un futuro más halagüeño, independiente y libre. Frente al yugo de los poderosos, el firme alegato de un destructor.

Repion: Vinieron a pasárselo bien


La Lata de Bombillas, Zaragoza. Viernes, 25 de abril del 2025.

Texto y fotografías: Javier Capapé. 

Las hermanas Iñesta entregaron el pasado 2024 el que fue, a mi modo de ver, el más acertado EP de nuestro panorama. Ahora han repetido la hazaña con esas fantásticas cuatro canciones que forman "Entre todas lo arreglamos", pero incluyendo invitados que les han dado un nuevo enfoque sin perder su esencia. Ahí están Rufus T. Firefly, Cora Yako, Shego y Tulsa. De nuevo les ha quedado un EP brillante, imprescindible, pero no venían a ofrecernos solo eso el dúo Repion. Su anterior disco tomó gran parte del protagonismo en el tremendo concierto del viernes pasado en la mítica Lata de Bombillas de Zaragoza, dentro del ciclo Artistas en Ruta (AIE).

Algunos las definen como grunge-pop, pero desde luego lo que no les falta es actitud y cierta reivindicación del espíritu espontáneo de la música de garage. Impulsiva y directa a la yugular. Sus letras claras, sin dobles sentidos, y su música potente y bien engrasada da cuenta de que han nacido para esto, como así lo demuestran también, al margen de la formación, dentro de Aiko el Grupo o la banda de Mikel Erentxun.

En directo se presentan como trío para no olvidarse del bajo, que sujeta el ritmo mientras Teresa se impulsa con gran pegada y Marina hace lo propio a las seis cuerdas. Aunque no hay que olvidarse de destacar las voces de las dos hermanas, un lujo escucharlas al unísono en directo. Su sonoridad explosiva les define, pero lo que verdaderamente les hace destacar son sus armonías, y eso que en la parte delantera del escenario de la pequeña sala no es donde mejor se aprecian los matices.

La velada comenzó pasada por agua. Una potente tormenta sorprendió a los viandantes que nos encontrábamos por el centro de Zaragoza antes de comenzar el concierto, pero encontramos refugio a la luz de las bombillas de la lata que corona el escenario de la sala. Repion se hicieron esperar lo justo para que todos los presentes entráramos en calor y pudiéramos disfrutar de toda la energía que desprendieron desde su arranque con "Qué hay de ti". A pesar de que todos esperábamos el resto de las canciones de su reciente EP, el grueso del concierto, como ya he mencionado, se centró en su anterior disco, que no el primero, de título homónimo. De ese disco escuchamos todos sus temas, desde la muy bien recibida "La madriguera", que puso a todos en alerta de lo que estaba por venir, a la arrolladora "Pronto", con su contundente ritmo de batería, y la más cercana a los Pixies "Qué soy yo para ti". "Canto a la luna" logró emocionar gracias a una interpretación vocal sobresaliente, y la más naïf "Una sonrisa" también tuvo su importancia, dedicándola a aquellos que tras un mal día no tienen por qué mostrar su sonrisa de forma obligada, en una posible crítica de las caras siempre amables que parece que solo podamos mostrar en las tan necesarias redes sociales actuales. En "Monstruos de río" se mostraron desbocadas y explosivas por los cuatro costados, animando a todos los presentes a gritar junto a ellas, porque confesaron que son de aquellas que también necesitan gritar a pleno pulmón.

Presentaron una nueva canción, "El sueño dura una semana". Muy sugerente, de esas que tan bien manejan, con letra costumbrista y lanzada como un dardo. Formará parte de un nuevo disco que ya están preparando y la verdad es que nos dio muestras de que su inspiración sigue en buena forma. También tuvieron aproximaciones al mainstream, ofreciendo una acelerada versión del "Inevitable" de Shakira, muy coreada por todos (de esa época en la que la colombiana aún tenía algo que decir), y su libre interpretación del "Canadá" de los Lori Meyers.

Uno de los mejores momentos de la noche, y quizá también de los más esperados, es cuando Teresa se colgó la guitarra para interpretar de una forma más serena "Vienen de pasárselo bien", con Marina prestándole sus coros esta vez. Ese intercambio de papeles se mantuvo también con "Ciudad de Vacaciones" (nunca pensábamos que Marina D'Or fuera a darnos un producto tan atractivo), donde Teresa tomó el mando del trío con una interpretación desbocada (con Marina defendiéndose a la batería).

La recta final sería un crescendo continuo en el que dejaron de lado los bises y atacaron con toda la fuerza posible la generacional "Los Noventa", el hit con tintes más pop "Viernes" y la más punk "En todo momento", con Teresa marcando unos breaks en la batería de órdago. "Barrio Somavilla", la que fuera una de sus canciones más interesantes, épicas y positivas de su primer disco, dio paso a dos auténticos bombazos con unas cotas de calidaz y gancho a las que pocos grupos de su generación han conseguido llegar. Estoy hablando de la arrebatadora "El día no me da" y de la tan romántica como desbordante "Brillante". Un colofón infalible para un concierto eficaz en forma y fondo. Repion no se entregan a medias tintas. Lo dan todo. Las guitarras de Marina no pierden su afilada marca (¡cómo disfrute comprobando el manejo de sus pedales de efectos a solo unos centímetros de mí!) y los golpes secos de batería de Teresa otorgan una contundencia tan precisa como espontánea.

¡Qué pegada! ¡Qué potencia! Y a la vez ¡cuánta magia y cercanía con su público! Así terminaron las jóvenes hermanas nacidas en los noventa, fundidas con su público entre abrazos, firmas de discos y sincera camaradería. Todo su potencial compartido, como su música. Que les llamen grunge o pop, me da lo mismo. Que las comparen más con Green Day o Dover carece de importancia. Repion son nuestra joya escondida, o no tanto, a juzgar por su entregado público. Aunque puedan pensar que "su día no da para más" os puedo asegurar, después de disfrutar de su directo, que el futuro es suyo.

Bunbury: “Quería hacer un disco mucho más centrado y con el foco muy claro”


Por: Javier Capapé. 

El último disco de Enrique Bunbury obedece al sugerente título de “Cuentas Pendientes”. Una colección de canciones en las que indaga con más clase que nunca en el folclore latinoamericano. El zaragozano se ha rodeado de músicos de gran calibre, auténticos maestros en los géneros arraigados al otro lado del Atlántico, para ofrecer la mejor versión de un cancionero en el que se muestra abierto en lo personal y muy generoso con un público que disfruta de cada nueva vuelta de tuerca en su extensa discografía.

Tras varios discos cercanos a la experimentación tecnológica, con un sonido muy contemporáneo, Bunbury vuelve hacia los pasos sembrados con “El Viaje a Ninguna Parte”, del que celebra ahora su veinte aniversario, o “Licenciado Cantinas”, con los que ya miraba hacia Hispanoamérica, pero esta vez desde un prisma mucho más purista en la interpretación y con una lírica en la que apreciamos cierta reflexión sobre su larga trayectoria y experiencia vital.

El disco le embarcará de nuevo en una gira con los músicos del Huracán Ambulante, formación con la que se presentó en directo durante los primeros años del milenio y con los que a buen seguro recalará en parte de ese cancionero tan especial con el que consolidó su carrera en solitario. 

En una charla a distancia, mail mediante, Bunbury mostró su mejor cara a El Giradiscos. Entregado en cada respuesta, sin prisas y atendiendo a los detalles de un cuestionario que pretendía indagar en el sentido de estas diez nuevas canciones, además de en su inminente gira con el Huracán Ambulante o incluso deteniéndose en alguna reflexión sobre el camino recorrido hasta el momento. Disfruten, como lo hemos hecho nosotros, de un músico en un excelente momento, tanto en lo profesional como en lo personal, y hagan recuento de sus “cuentas pendientes”. 

Lo primero de todo, ¿cómo te sientes ahora que se ha hecho realidad el lanzamiento de este disco?

Enrique Bunbury: Me siento mejor haciendo los discos que publicándolos. Disfruto mucho del proceso de grabación y poco del de exposición. Siempre temes que no se entienda o que se entienda y no guste. Además de la ronda de explicaciones, que no es que me disguste, pero abruma un poco. Demasiado tiempo hablando de ti mismo y tus motivaciones que, a veces e incluso para ti, son inexplicables. 

Después de tus últimos álbumes, nos tenías algo descolocados con esos primeros lanzamientos tan cercanos a la raíz latinoamericana, pero viendo que celebras a la par el vigésimo aniversario del lanzamiento de “El viaje a ninguna parte” todo cobra sentido. ¿Están estos dos álbumes unidos de alguna manera? 

Enrique Bunbury: En realidad, no estaban unidos. Ha sido el tiempo y el azar quienes les ha situado en un mismo lugar. Primero fue la reunión con el Huracán, que llevó un tiempo concretar. En principio, pensando en la caja del XX aniversio de “El Viaje a Ninguna Parte”. Pero luego, me di cuenta de que en este 2025 haríamos veinte años desde la disolución de la banda y entonces coincidió que salía el nuevo álbum que había ido cocinando mientras tanto. Así que al final esta gira, se puede decir que junta la presentación del álbum con la conmemoración de ese XX aniversario. 

Vienes de una gira muy especial, con los Santos Inocentes, encumbrándote en tus “Shows Únicos”, que resultaron tremendamente efectivos y conmovedores. Y vuelves para dar de nuevo un giro completo. ¿Hasta dónde puede llegar tu exploración sonora incansable? 

Enrique Bunbury: Supongo que en esta nueva etapa en la que las giras que realizo son tan puntuales y con pocos shows, lo que pretendo es buscar ciertas excusas, reducir el marco del repertorio, darles a los shows un carácter que no tiene por qué ser exclusivamente el promocional de un álbum. Así que espero seguir dándole vueltas a las opciones para no hacer exactamente una gira en la que incluya cuatro o cinco canciones nuevas a una colección de canciones más o menos hits. No sé si me explico, pero yo lo tengo muy claro. Son menos shows, pero espero que sean más especiales y distintos. 

En lugar de buscar el continuismo de tus últimos discos, que podríamos definir como rock contemporáneo, vuelves a la raíz, esa con la que te identificaste en los primeros años del milenio. ¿Qué te quedaba de esa corriente que te consolidó como solista a mediados de la década de los dos mil para ofrecérnoslo ahora? 

Enrique Bunbury: Entiendo lo que dices y es cierto que este disco, en caso de buscar una conexión, lo más obvio es pensar en la trilogía con el Huracán (“Pequeño”, “Flamingos” y “El Viaje a Ninguna Parte”) y también en “Licenciado Cantinas” con los Santos Inocentes. Pero esos discos primeros no eran discos de raíz, había pinceladas de música latinoamericana o hispana, pero buscaban definir el sonido de una banda tan compleja y completa como el Huracán Ambulante. Son discos en los que lo latino cohabitaba con el rock and roll, el cabaret, el mediterráneo, el country & western y otros palos, pero siempre buscando la mezcla, no son para nada puristas. “Cuentas Pendientes” no tiene esa necesidad de dar personalidad a una banda. Es un disco con músicos de estudio, especializados en la música tradicional, tocando música de raíz popular. En mi opinión, aquí no hay pinceladas, es la materia de la que está hecha el álbum. 

“Esta gira va a ofrecer un abanico interesante de distintas etapas musicales de mi carrera” 

De hecho, este disco viene acompañado de una gira en la que vuelves a contar con los músicos del Huracán Ambulante, banda que te acompañó de 1999 a 2006. ¿Qué podemos encontrarnos los seguidores de siempre con el regreso de esta banda que está generando tanta expectación? 

Enrique Bunbury: Creo que va a ser una gira muy emotiva, por distintas razones. Pero también creo que musicalmente va a ofrecer un abanico interesante de distintas etapas musicales de mi carrera. El presente dando la mano al pasado. Además, estoy trabajando en un show a un nivel que no estaba en mis posibles hace 25 años. Así que va a haber sorpresas que espero disfrute el público que vio entonces al Huracán y tantos que no lo vieron nunca. 

Contar ahora con el Huracán Ambulante, después de tanto tiempo con la solidez de los Santos Inocentes, es en sí mismo un riesgo. Mucho tiempo de desconexión con esos músicos (salvo con Ramón Gacías, que ha estado en las dos formaciones). ¿A qué se debe este regreso veinte años atrás? ¿Es una vuelta para seguir avanzando o una manera de redimirte tras ese final truncado que supuso tu última gira con ellos? 

Enrique Bunbury: Es una gira puntual. El futuro está por escribirse y es difícil e inadecuado anticiparse. 

Al escuchar “Cuentas Pendientes” me viene a la cabeza “Hijos del Pueblo”, ese maravilloso directo que publicaste tras tu gira conjunta con Andrés Calamaro en México. ¿Reviviremos parte de ese cancionero tan emotivo y eterno en tu próxima gira? 

Enrique Bunbury: Bueno, la gira con Andrés, estaba dividida en tres partes. Cada uno hacía un set y luego nos juntábamos para el set común. Fue una maravilla poder compartir con Andrés esos conciertos y el disco es una pequeña muestra de lo que pasaba en esos conciertos. Esas canciones que tocábamos juntos partían de una selección que realizamos entre los dos para encontrarnos y juntar nuestras voces, con el apoyo de los Santos Inocentes. No creo que tenga ninguna conexión con esta gira ni creo que haya canciones que aparezcan en estos nuevos shows con el Huracán. Otro tiempo y otro lugar. 

Ese cancionero se ha quedado en el aire casi desde entonces o desde que te acercaras más en profundidad a él con “Licenciado Cantinas”. ¿Qué paralelismos podemos encontrar entre aquel disco que miraba a la tradición folclórica latinoamericana y este último, que también lo hace en parte? 

Enrique Bunbury: Son dos discos que están conectados por la mirada a la canción popular y la tradición, pero con dos grades diferencias. “Licenciado” era un disco de versiones y además partía de un acercamiento a ese repertorio desde la perspectiva de una banda de rock que eran Los Santos Inocentes. “Cuentas Pendientes” es un disco de repertorio propio, grabado con músicos de sesión, maestros y conocedores de los géneros. Es un disco mucho más homogéneo y purista, intentando conservar mi personalidad y enfoque, pero con esa búsqueda de arreglos y sonoridades más cercanas a la raíz. 

“Cuentas Pendientes” ha supuesto un aprendizaje y un reto importante para mí, a nivel armónico, rítmico y melódico” Vayamos al disco. ¿Qué cuentas tienes pendientes en este momento? 

Enrique Bunbury: Conforme vas cumpliendo años eres más consciente de que los discos que te quedan por hacer son menos de los que ya has hecho, así que el enfoque no solo se concentra en el género, sino también en los músicos, interpretación y estudio de grabación donde quieres vivir una experiencia que te sorprenda y te enseñe. Este disco ha supuesto un aprendizaje y un reto importante para mí, a nivel armónico, rítmico y melódico. Quizás la música de raíz popular pueda parecer o sonar sencilla para un oído ajeno, pero tiene una complejidad y un nivel de exigencia musical que ha supuesto un desafío maravilloso del que salgo con mucho aprendido. 

Empezar con una afirmación como ésta puede llegar a cuestionarnos, y después, cuando escuchamos las canciones, quizá conseguimos encontrar sentido a esas “cuentas pendientes” con el folklore y el continente americano como respuesta. ¿Podría entenderse así? 

Enrique Bunbury: Podría. No es necesario explicarlo todo. Me gustan las interpretaciones ajenas. Las prefiero a las propias, desde luego. 

Entre estas diez canciones encontramos chacareras, cumbias, corridos, sambas, valses y tangos. Una auténtica mezcla de estilos con una raíz común: mirar a nuestros orígenes. ¿Qué te ha llevado a bañarte en todos esos estilos para definir un disco tan ecléctico? 

Enrique Bunbury: Empecé a escribir algunas de las canciones paralelamente a la composición de “Greta Garbo”, pero estaba claro que pertenecían a distintos proyectos. Cuando terminé de grabar Greta, continué componiendo, esta vez con la mirada puesta en continuar una senda que parecía clara y podía ser interesante. Componer canciones con la mirada puesta en la tradición hispana y latinoamericana. Siempre he grabado discos muy eclécticos, buscando mezclas imposibles y quería esta vez hacer un disco mucho más centrado y con el foco muy claro. Dices que es ecléctico, sí, pero dentro de unos parámetros muy definidos. 

¿Cómo has trabajado la producción esta vez? ¿Qué músicos te acompañan y dónde has dado forma a estas canciones? 

Enrique Bunbury: Desde “Greta Garbo” y como contraposición a mis discos anteriores (“Curso de Levitación Intensivo”, “Posible”, “Expectativas” y “Palosanto”), que eran discos mucho más contemporáneos y centrados en las posibilidades tecnológicas, he vuelto a grabar de forma muy orgánica, eliminando instrumentación digital, centrándome en los arreglos de músicos tocando juntos en una sala. En este disco profundizando todavía más, centrándome en la percusión, el contrabajo, el piano y la guitarra española como centro de todo. Para ello contamos con músicos experimentados como el maestro chileno de la guitarra Sebastián Aracena, el percusionista Johnny Molina, el contrabajo de Luri y las aportaciones de Jorge Rebenaque en el piano y Ramón Gacías en la batería y ayudándome en la producción del álbum. 

Abres con el corrido “Para llegar hasta aquí”. Sonidos ya bien testados por tu espíritu inquieto, pero que se transforman en esta ocasión en toda una declaración de intenciones. ¿Qué es todo lo que te ha hecho llegar hasta este lugar? 

Enrique Bunbury: Es una canción bastante idónea para iniciar el álbum, una declaración de intenciones, como bien dices. En realidad, nada de lo que haces surge de la nada, todo tiene un origen y unas causas. Es obvio que he dado pasos en mi carrera que me han ayudado a llegar hasta este lugar en el que estoy. Aciertos y errores me hicieron quien soy y me enseñaron para poder hacer este disco y, en general, lo que hago y cómo lo hago hoy. 

En “Loco” manda el piano y remite a las Romaphonic Sessions de tu amigo Andrés Calamaro, con el cual has sido compadre revisionando parte del cancionero clásico latinoamericano en la ya mencionada gira de 2014. ¿Cuánto hay en este tema, de corte más pausado, de reivindicación y asunción de esa locura que persigue a todos los románticos? 

Enrique Bunbury: Es una canción sobre un homeless. Una de mis favoritas. Escrita mano a mano con Pedro Guerra. Creo que es un gran tema. 

Aprovechando esta conexión con el músico argentino, ¿qué puntos de unión podemos encontrar entre vosotros como músicos incansables e investigadores de la tradición? 

Enrique Bunbury: Considero a Andrés Calamaro y a Santiago Auserón dos grandes de la canción en nuestro idioma, sin géneros ni etiquetas. Creo que nos une la pasión por la música y el interés por saber de dónde surgen las músicas que nos apasionan. Hay una parte importante de estudiosos de la musicología que, creo, podemos tener en común. 

“El futuro no está escrito, ni siquiera en las líneas de mi mano” 

“Te puedes a todo acostumbrar” es fronteriza y nos lleva hasta el desierto de California. Suena a western, aunque a la vez la dotas de un hammond que le da un color inesperado. ¿Es ésta una manera de afirmar que estás definitivamente acostumbrado a tu vida a orillas del Pacífico? ¿Sientes que ese se ha convertido definitivamente ya en tu hogar? 

Enrique Bunbury: Bueno, yo no situaría esa canción en California, pero no te llevaré la contraria, me parece bien cualquier interpretación. En cuanto a lo de definitivamente, no me atrevería a decir eso. Llevo quince años viviendo en California y me gusta mucho. En todo este tiempo mucho es lo que me ata a esta tierra, pero el futuro no está escrito, ni siquiera en las líneas de mi mano. Me gustaría vivir en Japón y ¿quién sabe? 

Con “La hiedra” te vas hasta Brasil, una novedad dentro de tu cancionero que le aporta nuevos matices. ¿Qué te atrae de ese país americano, que aún te quedaba por explorar, que te ha hecho acercarte hasta allí? 

Enrique Bunbury: Me gusta mucho la bossa nova y es un género muy complejo para el que no me siento capacitado, así que un pequeño acercamiento me ha dado un poco de confianza. Hace años toqué un par de veces en Brasil y me hubiera gustado ir con mayor frecuencia. Como no parece que los promotores se animen, viajaré con mi música y con mis discos en casa. 

El tango vuelve a ser protagonista en “Como una sombra”, con la particularidad de que las guitarras eléctricas refuerzan su toque distintivo más allá del exquisito piano y las cuerdas de la guitarra clásica. Una canción cruda y conmovedora en la que te muestras directo en tus mensajes, como en el conjunto global del disco, donde se imponen algunas de las letras más directas de tu cancionero. ¿Los años te han alejado definitivamente de las imágenes más crípticas y los rodeos a la hora de contar aquello que te impulsa a escribir? 

Enrique Bunbury: “Como una sombra” en realidad es una copla, que tiene sus conexiones con el tango, pero con sus particularidades. He grabado canciones más y menos crípticas, como dices. Creo que el valor de este disco está en encontrar ese punto de equilibrio en los textos entre lo popular y lo literario. Son canciones, como decía José Alfredo, “Pa que el pueblo me las cante”. Pero también quiero que tengan un giro, una lectura un poco más profunda que no sea necesariamente fácil de entrever en una primera escucha. No sé si conseguí mi propósito, pero ese era mi reto. 

“Quiero que las letras tengan un giro, una lectura un poco más profunda que no sea necesariamente fácil de entrever en una primera escucha” 

Una vez más, te mueves como pez en el agua con el vals, presente en el tema titular y en el cierre de “El baile de los disfraces y la tentación”. ¿Cómo consigues sacar lo mejor de ti y estremecernos cada vez que afrontas este estilo? 

Enrique Bunbury: Ay, muchas gracias. Supongo que me resulta fácil y natural, para mi voz y mi carácter. Creo que son dos canciones emocionantes e intensas y el tres por cuatro es muy disfrutable, la verdad. 

“Saliendo del Arrabal” suena a chacarera y, en este momento, me lleva al espíritu de Mauricio Aznar y a la imprescindible película de Javier Macipe “La Estrella Azul”. ¿Cuál ha sido para ti el papel de esta magnífica obra a la hora de reivindicar el espíritu luchador de una figura tan esencial en la música como Mauricio, que consiguió unir en su particular travesía ambas orillas del Atlántico? ¿Son los dejes estilísticos de esta canción un homenaje también a su figura? 

Enrique Bunbury: Me he acercado a la música criolla en distintos momentos de mi carrera, pienso en “Canto” (en “El Viaje”) o en “Vida” (en “Licenciado Cantinas”), que son valses criollos, o “La chacarera de un triste” y “Que tengas suertecita”. Me gusta mucho la música criolla, debería grabar más. Hubo un acercamiento hace años a los Guardianes de la música Criolla en Lima, Perú. Para hacer alguna grabación juntos. La película de Macipe, sí es magnífica y está muy bien la reivindicación de la figura de Mauricio. Ojalá se publiquen o remastericen sus álbumes con Almagato, sería una buena noticia. 

Hace unos meses te escuchamos colaborando en el tema “El futuro casi está aquí” de la última incorporación a los Santos Inocentes, además de una de las artistas más interesantes que hemos descubierto en los últimos años en el mundo del rock, Erin Memento. A ella te unen muchos lazos, pero ahora os une también una canción de factura impecable, sonoridades americanas y gran belleza. ¿Cómo llegas a esta maravilla de canción que podría formar parte perfectamente de tu repertorio más personal? 

Enrique Bunbury: Es una gran canción y el disco que ha sacado Erin es fantástico. Muchas ganas de que publique más y escuchar más material suyo, que seguro está muy bien. Me puso esa canción en casa, la escuché y le dije, guárdame esa y la cantamos juntos. Tenía la intuición de que funcionaría muy bien con las dos voces. Muy agradecido porque me la reservara. 

A lo largo de tu carrera en solitario has ido mostrando letras confesionales (“Pequeño”), otras más combativas (“Palosanto”) e incluso algunas reveladoras (“Curso de levitación intensivo”), pero en estas “Cuentas pendientes” se respira un tono muy personal en el que te desnudas y pareces hablar siempre en primera persona de vivencias y reflexiones muy pegadas a la piel. ¿Podría decirse que este disco nos muestra la cara más íntima de Bunbury, en la que podemos encontrar una mayor reflexión interior o incluso una visión global de tu trayectoria y vida? 

Enrique Bunbury: En este disco hay más personajes de lo que pareciera a primera vista. Muchas canciones no hablan necesariamente de mí, aunque incluso cuando hablas de otros, se trasluce una forma personal de ver y reflexionar sobre la vida y sus circunstancias. Pero sí, es cierto, que el tema social que aparece en discos como “Palosanto”, “Expectativas” o “Levitación”, incluso alguna de “Greta Garbo”, no tiene cabida en este disco. 

¿Hay en estas letras también cierta cavilación hacia tus “cuentas pendientes” con el mundo que deje atrás algunos aspectos de tu personaje para acercarnos definitivamente a Enrique como persona? 

 Enrique Bunbury: No sé. No lo entiendo de esa manera. Yo creo que eso del personaje es un poco una visión externa. Yo escribo como individuo que siente y que padece o disfruta. Pero, entiendo que una lectura exterior, la tuya, puede ser mucho más afortunada que la mía. Yo escribo de forma muy intuitiva y muchas veces tengo que releer y reflexionar sobre lo que canto para darme cuenta de que en realidad estaba hablando de esto o de lo otro. Incluso, muchas veces es el tiempo el que me otorga una mayor claridad al respecto. 

Sin duda, has parido un disco con mucha clase y elegancia. Además, te has ajustado a las modas y entregas un disco más conciso en tiempos, al que no le sobra nada. ¿Tienes la sensación de que presentas algo suficientemente novedoso y atractivo a pesar de pisar terreno conocido? 

 Enrique Bunbury: Muchas gracias, me alegro de que consideres que no le sobra nada. Es un gran halago. Me preocupa mucho hacer discos aceptando el timing del vinilo. Un máximo de cuarenta y dos minutos. Creo que es la medida exacta de lo que debería durar un disco. Sé que en otras épocas me excedí. Pero los últimos cuatro o cinco discos creo que se ajustan a estos tiempos. Siempre hay discos concretos que merecen una mayor profundidad por una motivación artística, pero deberían ser una inmensa minoría. También me parece que en algún momento se darán cuenta los del cine que dos horas y veinte de película tienen que estar muy justificadas, si no cansan. Para mí una película debería durar hora cuarenta y cinco, máximo dos horas. Y una serie, no más de una temporada y no más de diez capítulos. A partir de eso, estamos hablando de Santa Bárbara o Falcon Crest. 

“Soy un músico, un compositor de canciones, y el género o el ropaje y arreglos, son un tema accesorio” 

Bunbury ha sido siempre sinónimo de rock con mayúsculas, pero ¿te sientes más cómodo desde la contención que te ofrece la raíz latina? Porque nos da la sensación de que con este tipo de repertorio disfrutas más que nunca. 

Enrique Bunbury: Básicamente he tenido tres orientaciones en mis discos: el rockanrol, la mirada hacia las posibilidades tecnológicas y la incorporación de elementos de la electrónica y, la búsqueda de la raíz latina e hispana. En esos tres baremos está toda mi discografía. Y me siento cómodo en todas las vertientes. Sé, de todas formas, que para muchos soy un músico de Rock. No pasa nada. Acepto la visión de todos. La mía es que soy un músico, un compositor de canciones, y que el género o el ropaje y arreglos, son un tema accesorio. Pero sí, estoy disfrutando mucho en esta etapa, es cierto. 

Como buen devorador de la música más actual, siempre buscando estar al día y descubrir nuevos valores, nos regalas con cierta periodicidad recomendaciones sobre los últimos discos que estás escuchando e incluso configuras tus propias listas con lo mejor del año. ¿Qué bandas o artistas, especialmente del panorama en castellano, te han llamado la atención y crees que merecen una escucha? 

Enrique Bunbury: Todo lo que recomiendo trimestralmente en mis redes, son discos que me interesan o me gustan por un motivo u otro. Encuentro cosas interesantes en muchos músicos que se salen de la tendencia algorítmica. Hay mucho talento interesante y válido en nuestra lengua, bandas jóvenes y no tan jóvenes. De España me gustan mucho Depresión Sonora y Alcalá Norte, de Argentina Barbi Recanati y los Winona Ryders, de México me gusta Ed Maverick y David Aguilar. 

Nos gustaría cerrar con una pregunta que puede sonar tan incómoda como necesaria. A estas alturas de la vida y con una carrera tan extensa, granada y camaleónica, ¿sientes que te queda todavía algo nuevo que ofrecer? ¿Le queda todavía mucha cuerda al “aragonés errante”? 

Enrique Bunbury: No me incomoda, no te preocupes. Algo me queda, desde luego. Espero.