Wilco: Uno de los nuestros


Poble Espanyol, Barcelona (Alma Festival). Jueves, 26 de junio del 2025. 

Texto y fotografías: Àlex Guimerà. 

Lo tengo muy claro: Wilco es una de las grandes bandas contemporáneas de rock. Una formación que ha marcado (y sigue haciéndolo) toda una época, no solo por haber creado el Alt-Country, sino por haber aportado mucho más al género en los últimos treinta años, trascendiendo dicha etiqueta. Una labor llevado a cabo con discos icónicos como "Yankee Hotel Foxtrot", con el que abrieron el milenio rockero a fogonazos indie, y también con sorpresas recientes como el excelente "Cousin", del año pasado, en el que introdujeron instrumentos orientales para manufacturar un elepé muy interesante. Hallazgos que no impiden que todavía algunos nostálgicos insistan en recordar que los mejores días de los de Chicago quedaron atrás hace tiempo.

Por todo ello, no cabe duda de que la propuesta que el Alma Festival de Barcelona nos brindó para el pasado 26 de junio era una de las mejores del verano barcelonés, lo cual se confirmó con la buena afluencia de público al evento, que una vez más intentó trasladar la sofisticación del Festival de Pedralbes al recinto de Montjuïc. Lo decimos sobre todo por su zona Village, con esa oferta gastronómica a cargo de food trucks, y por aquel escenario refrescante con los madrileños Gold Lake amenizando la velada. La banda, liderada por Lua Ríos a la voz y Carlos Del Amo a la guitarra, forjada en Nueva York, fue un apetecible entrante musical al plato principal que nos esperaba, con ese sonido americano y cristalino que, por momentos, recordaba al dream pop de Beach House.

Un poco más abajo y un poco más tarde, puntuales a las 22:00, el sexteto de Chicago aparecía en un escenario coronado por un letrero con el nombre “WILCO”, que evocaba al que The Who utilizaron en la portada del disco en directo de su concierto en la Isla de Wight. Wilco es una enorme banda de músicos. Desde sus ensayos en The Loft hasta los escenarios que pisan por todo el mundo, siempre demuestran compenetración, versatilidad, talento y capacidad de improvisación a través de un repertorio inigualable. Su cancionero es imbatible, pero el modo en que desarrollan algunas de sus canciones —con improvisaciones que nadan entre el jazz y las jam sessions— nos remite al espíritu musical de los enormes Grateful Dead.

Al timón, un Jeff Tweedy cantando formidablemente con su voz quebradiza, pero también tocando sus guitarras acústicas (cambió varias durante el bolo) o eléctricas. Con estas últimas llegó a demostrar su virtuosismo con sonoridades desgarradoras y solos intensos. Simpático aunque poco hablador, no entendimos por qué llevaba chaqueta de manga larga con el calor que hacía. A su lado, Nels Cline. Aunque ya lo sabíamos, es un guitarrista sin rival: polifacético y capaz de ejecutar los solos más imposibles. Fue una de las alas de la banda, en este caso situado en el lado izquierdo, y también demostró ser un as con la slide guitar. En el lado derecho, encontramos a otro grande: Pat Sansone, quien alternó guitarras y teclados para llenar esos efectos instrumentales tan complejos que recrean en el estudio. La banda la completaban John Stirratt, responsable de una estremecedora línea de bajo; el enérgico batería Glenn Kotche; y un discreto Mikael Jorgensen a los teclados y piano.

El concierto transitó por muchos de los grandes éxitos de la banda. Nos deleitaron con la "lennoniana" "If I Ever Was a Child"; una "Via Chicago" en la que una batería atronadora se intercalaba en la dulce melodía; la bonita "One Wing" de su álbum homónimo; una luminosa "Hummingbird", la rítmica "Heavy Metal Drummer" y las nuevas "Evicted", "Annihilation" y "Meant to Be", esta última con toda la épica sonora. Para "Jesus, Etc.", Jeff nos invitó a cantarla junto a él; "Impossible Germany" trajo un alargado y alucinante solo de Nels, y con "Box Full of Letters" nos recordaron los orígenes de la formación.oo Menuda es, también, "Spiders (Kidsmoke)". Esa oda de más de diez minutos en la que la cadencia inmóvil del bajo sirve de base para un viaje eléctrico impresionante de las guitarras. De corte "velvetiana" y experimental, es una pieza estremecedora que supuso una rúbrica perfecta al primer set del concierto.

Para los bises, el sexteto abandonó fugazmente el escenario para volver a golpe de cronómetro —y cuadrar con las agujas del reloj a las doce en punto, por aquello de los permisos municipales y el ruido del vecindario— con una de las piezas más esperadas: la inmensa "California Stars", que publicaron junto a Billy Bragg en "Mermaid Avenue" (1997). Le siguió el piano saltarín de "Walken" para cerrar con la stoniana "I Got You (At the End of the Century)", un poderoso rock que nos llevamos a casa junto a la imagen de la banda celebrando el encuentro, con Tweedy alzando los puños y recordándonos que él es, sin duda, uno de los nuestros.