Pixies en Granada: ruido, gloria y tablas


Palacio Municipal de Deportes, Granada. Viernes, 9 de mayo del 2025. 

Texto y fotografías: Begoña Serralvo. 

Salvaje, sucio y hermoso. Los Pixies volvieron a demostrar por qué siguen siendo una leyenda viva, y esta vez lo hicieron con un concierto cargado de intensidad y de hasta de un pequeño tropiezo resuelto con la mayor profesionalidad. El Palacio de los Deportes de Granada hervía desde antes de empezar. Gente de todas las edades —algunos con camisetas raídas de la gira del 2004, otros descubriendo a la banda por primera vez— compartían esa anticipación eléctrica que solo una banda como los Pixies puede provocar. Salieron sin rodeos, fieles a su estilo, y arrancaron con “Wave of Mutilation” desatando la mejor de las tormentas.

La energía fue creciendo tema tras tema, hasta que, a mitad de “U-Mass”, ocurrió lo inesperado: Frank Black, en un momento de pura entrega, resbaló al dar un paso hacia el monitor. Fue un segundo de silencio incómodo, una fracción de tiempo en la se contuvo la respiración. Pero ahí estaba él, desde el suelo, sonrisa ladeada, lanzando un gesto a la banda y retomando la canción como si nada. El público respondió con una ovación espontánea, entre risas nerviosas y respeto absoluto. Porque caerse así y seguir como si no importara… eso también es punk.

El resto del concierto fue pura entrega. “Monkey Gone to Heaven” sonó como una invocación, “Hey” nos agarró del pecho y “Where Is My Mind?” desató el éxtasis colectivo, con todo el mundo coreando, móviles en alto (demasiados), ojos cerrados. La banda venía con cambios en la formación, con bajista nueva que estuvo a la altura de la celebración y a quién se le dedicó a tiempo completo el último tema.

No fue un concierto perfecto, y eso lo hizo aún más memorable. Fue humano, crudo y auténtico. Ver a una leyenda desde el suelo y seguir cantando como si el mundo ardiera fue, en cierto modo, una metáfora: el rock no necesita pulirse, solo necesita ser real. Granada tembló, los oídos zumbaron y el corazón latió a mil. Tardaremos tiempo en procesarlo.