Lo que El Giradiscos y sus lectores anhelaban desde hace unas semanas se ha hecho realidad. Una de las bandas que ha irrumpido con más fuerza este curso, shego, nos concedió una larga entrevista en el intervalo entre los conciertos de su exitosa gira nacional. Resulta que ha llegado su momento, sin embargo, auguramos que van a permanecer mucho tiempo. Sus nuevas canciones, incluidas en “No lo volveré a hacer” (2025), pisan muy fuerte, dejan una huella perdurable.
Casi todas ellas aluden al desconcierto que provoca el amor en la edad contemporánea, como si ellas mismas estuvieran representadas en la chica que, en el grafiti del artista urbano Banksy, deja que el globo se vaya con forma de corazón o quién sabe, únicamente se le ha escapado contra su voluntad. Es imposible saberlo. Nos encontramos con dos de sus componentes, Maite Gallardo y Charlotte Augusteijn (la tercera es Raquel Cerro) en la bonita terraza de la taberna El Viajero, en el bullicioso barrio de La Latina, enfrente del castizo Mercado de la Cebada. La fiera actitud artística de la que se enorgullecen no está reñida con la extrema amabilidad con la que nos atienden y la modestia con la que se toman el éxito que les ha proporcionado su más reciente trabajo.
Habéis entrado en la habitación con una fuerza inusitada, y los invitados se giran a miraros, tal y como le ocurre a la protagonista de “Manifesting”. Hace unos días se dio a conocer vuestra nominación a Mejor Nuevo/a Artista en los Premios de la Academia de la Música en la edición de 2025. Llenáis las salas, las escuchas se han disparado. ¿Os ha sorprendido el recibimiento de “No lo volveré a hacer”?
Maite: Creo que toda la intención era que fuera lo mejor posible, evidentemente, pero claro, tampoco estamos ni acostumbradas, ni preparadas, ni estábamos mentalizadas para lo que podía pasar. Había una intención de hacer el trabajo lo mejor que podíamos, había unas aspiraciones de hacerlo más grande y girarlo más, hacer que llegara a más gente, también de puro perfeccionismo con el trabajo que estábamos haciendo para llevarlo al nivel más chulo que pudiéramos, sin saber muy bien la posible respuesta.
Charlotte: Tampoco nos paramos a pensar en la posible recepción después de la edición. Estábamos súper metidas en dar todo el mimo y dedicar todo el trabajo posible a este proyecto para sacarlo adelante. Lo que ocurriera después ni se me pasaba por la cabeza y estaba tranquila. Al empezar a girarlo me di cuenta que cantan más el nuevo disco que el antiguo, es algo que me sigue sorprendiendo a día de hoy. Es increíble.
“Los artistas no deberíamos tener vergüenza en defender lo que hacemos y explotarlo”
En las semanas previas al lanzamiento, os habéis mostrado ilusionadas con el presente disco, dejando de lado esa falsa displicencia con que algunos artistas se enfrentan a la publicación de sus proyectos. Como si no fuera con ellos. Esa naturalidad nos ha parecido hermosa y digna de agradecer. ¿A quién no le gusta que lo que hace sea apreciado por los demás? ¿Qué supone para vosotras la estima del público?, y ¿cómo estáis sobrellevando este protagonismo que estáis adquiriendo?
Maite: Sí. Me imagino que habrá de todo, gente que esté en la cima muy pendiente del recibimiento de los trabajos que saca, que le emocione y entusiasme. Y luego habrá otra gente que tenga una concepción más individual del arte, lo saco, pese a quien pese. Nosotras siempre hemos estado bastante en contacto con el feedback. No es lo mismo tocar ante una sala donde nadie canta, que hacerlo donde cantan cien personas. Es recíproco.
Charlotte: Se nota que somos personas súper sensibles, a la mínima estamos llorando, viviendo las cosas con muchas emociones. Supongo que será en parte lo que habrás notado.
Maite: También puede tener que ver con esa tendencia que había en redes sociales a la hora de hacer promoción dando la imagen de estar despegado y ser más cool, sin querer hacer promo, parecer despegado, rollo no me entusiasma, no quiero hacer promo, parece que te iba a ir mejor por ser más profesional. Nosotras estamos en una discográfica independiente, lo hemos estado desde el principio, y aunque no lo estés, creo que los artistas no deberíamos tener vergüenza en defender lo que hacemos y explotarlo. Al final es un trabajo igual de válido que cualquier otro, merece la pena ser visto, reconocido. Si inviertes tiempo, energía, dinero y talento en materializar algo y de pronto solo pones una historia. Hay gente a la que le sale muy bien, quedan de chulis, a mí me encantaría. A Sen Senra le funciona muy bien por ejemplo, no hace promo súper bestia, pero tiene una gente muy fiel y le funciona muy bien. Creo que nosotros tenemos otra forma de comunicar. La imagen de shego es otra.
No sé si es apropiado aludir a una evolución, es un tema controvertido. Pero, ¿qué cambios significativos, relevantes habéis introducido deliberadamente entre el primer disco y el segundo?
Maite: La manera de hacerlos fue muy diferente. Veníamos de la experiencia previa del primer disco, en cuya grabación se veía que nunca habíamos hecho uno. Fue bastante locura y actuamos como pollos sin cabeza, a ver cómo se hace esto. Viniendo de esa experiencia supimos lo que no queríamos hacer. Igual no teníamos claridad sobre lo que sí, pero sabíamos lo que no queríamos. Buscamos un mimo, un orden y una pausa, tratar las canciones de forma individual pero formando parte de un proyecto, no como singles, buscando el color en la producción que queramos. Tuvimos mucho mimo y cuidado en cómo queríamos que sonaran, las referencias que teníamos y la temática, para dar una carga de producción u otra. A canciones como “Backstage”, por ejemplo, se le dio muchas vueltas a la producción, tenía un mensaje muy denso y cargante, a diferencia de otras canciones más ligeras del disco. La coproductora (Asha Lorenz) nos dijo que quizás habría que añadir cosas para acompañar a la profundidad de la canción. Durante la grabación del primer disco nos gustaba y entusiasmaba todo, así que para adelante, la idea entonces era pasárnoslo bien, en este caso creo que hemos aprendido de los errores.
Charlotte: Creo que ha sido fruto de esa experiencia, literalmente.
Uno de estos cambios, a buen seguro, es el que ha sufrido la formación, ¿no es así? En el concierto observamos una gran complicidad entre las tres (las cuatro, si tenemos en cuenta a la la shego encubierta, Elena, que tanto favorece a la banda).
Maite: Hemos pasado por muchas fases, un grupo no es sencillo. Hubo que hacer una reestructuración cuando cambiamos de batería, nos lo tomamos de otra manera cuando nos quedamos las tres. Pensamos en la experiencia previa y buscamos qué nos iría mejor trabajando. Luego, vino Elena, que, en principio, vino a hacer la sustitución y finalmente se quedó. Después de los conciertos le paran para decirle “qué bien tocas” y “qué cambio ha pegado el grupo”. Trae una energía chulísima, no es solo que sea la mejor tocando.
Charlotte: Es que mi niña no es nada conflictiva, ha traído a shego el humor y las risas.
“El trabajo de un músico es ir descubriendo en su carrera cómo seguir haciendo buenas canciones”
Sois una banda a la que no le disgusta la provocación, habéis venido a sembrar la discordia, sin embargo, no sostenéis vuestra propuesta exclusivamente en la irreverencia (risas). Habéis compuesto desde 2020 casi una treintena de grandes canciones, muy breves y directas, al estilo de los Ramones. ¿Tenéis un método para generar estas piezas tan perfectas, y lo más importante, nos lo podéis contar?
Maite: Creo que no lo hay.
Charlotte: No lo sabemos. Maite trae muchas canciones, escribe casi todas las letras. Luego hay otros casos en que nos hemos juntado todas, cada tema tiene un poquito de eso. Esa sería la base, pero cada canción es un mundo.
Maite: No hay una fórmula. Creo que también el trabajo de un músico es ir descubriendo a través de los años de su carrera cómo seguir haciendo buenas canciones. Recuerdo que después de “Suerte Chica” me acojoné, no sabía si iba a escribir mejores canciones. Me cagué porque tampoco había hecho 800 canciones. Me quedé un poco en bragas. Pensaba: “Sabe Dios qué me saldrá en el futuro, igual tengo este grupo y se acabó aquí”. Asusta mucho, pero el trabajo de los artistas es estar en la búsqueda de cómo puedo mejorar, disfrutar y hacer cosas que a una le apetecen. Tampoco hemos tenido la intención de pensar en un hit. ¿Habéis visto el documental de Aitana? Al final ni tiene el hit, ni tocará en el Bernabéu… Durante todo el documental están con mucha presión de la discográfica y los mánagers con “tienes que hacer un hit”. ¿Cómo piensas que vas a hacer un hit? Una canción es una canción, sirve, transmite y comunica, que es su función. Si luego de pronto es muy pegadiza, será un hit. Luego hay gente que se dedica literalmente a hacer canciones como churros que suelen funcionar, pero también hay cosas que te sorprenden. A veces sigues patrones eternos, pero no vuelven a funcionar como algo que salió por intuición hace diez años.
Charlotte: Creo que si fuerzas las cosas no salen tan bien. Las mejores canciones salen solas, sin pensar en el resultado final. Si estás metido en el “necesito hacerlo” nada sale. La fórmula debería ser la esencia de cada uno, no algo predeterminado.
Maite: Quizás pensando en algo parecido a tener una intención concreta a la hora de componer te puedo contar algo de mi compañero de piso. Cuando acabamos “Suerte, Chica”, buscando un proyecto nuevo, me dijo “estas canciones están muy bien, pero son muy raras”, “no tienen una estructura mainstream, tienes que probar a hacer algo con una fórmula más comercial”. Le dije, “Mira, Adri, lo siento mucho, pero voy a componer lo que me da la gana”. Es verdad que hubo un momento de composición donde pensé “Vale, mola ser las más raras, con estructuras inesperadas, pero vamos a buscar una fórmula más al uso con la que estar cómodas”. Tuve la idea de canciones que me encantan que son súper pop, rollo la infancia con El Canto del Loco y La Oreja de Van Gogh, cosas que te parecen chulas a través de los años, pues incorporarlas a canciones que eran más raras y cortas. Aquí hay una estructura más al uso.
A Aitana podemos pasarle el teléfono de shego y a Adri podemos ponerle a escuchar a los Pixies.
Maite: Sí, totalmente. Una vez escribimos a Aitana para hacer una colaboración, pero no funcionó. Por lo que sea no lo vio.
Charlotte: Mi niña está ocupada haciendo el hit, le saldrá, le saldrá, porque ella es buenísima.
Otro elemento que os caracteriza es el poder de vuestras voces, que, pese a ser diferentes, se llevan a las mil maravillas, ¿da la impresión de que en el estudio habéis experimentado mucho con ellas?
Maite: Vamos jugando al despiste, vamos cambiando. No siempre canta una grave y la otra, agudo.
Charlotte: Al hablar y cantar se distingue la intención de cada una.
Maite: Me parece genial que teniendo la capacidad la usemos, porque es un instrumento más.
Charlotte: Fue lo último que se hizo, rápido y corriendo. No teníamos claro cómo repartir las voces y los coros se hicieron en el último momento.
Maite: Llegamos al estudio con la intención de dedicar dos o tres días a las voces y al final el último día, deprisa y corriendo. Llevábamos dos semanas desquiciadas grabando en “La Mina”, fumando como hijas de puta. Estaba totalmente afónica. Hay cosas que no sé cómo las hemos grabado porque hay unos gritos… Es guay que aprecies lo de las voces. Pienso que hay que volver a eso. Tengo un colega, Martín, que es muy pureta, puretón, me dice que “guay que cantéis y lo hagáis tan bien, estoy hasta los cojones de los grupos que no cantan”. Es verdad que en las bandas los chicos gritan o hablan, cada vez cantan menos.
Es sorprendente cómo habéis interiorizado muy diversos géneros musicales, en vuestros generosos 13 cortes pasáis de un estilo a otro con toda naturalidad. ¿Es una decisión meditada? ¿Hay algún género en el que os sentís más confiadas?
Charlotte: Queríamos intentar unificar un sonido dentro del mismo disco, esto fue lo que nos salió. Habíamos girado durante mucho tiempo con “Suerte Chica”, por lo que buscábamos una línea de estilo. Necesitábamos un sonido que pudiéramos llevar al directo. Lo más orgánico dentro de lo que nos apetecía. Luego hay canciones como “No Quiero” y “Manifesting” que tienen baterías electrónicas, pequeños detalles y cosas así. Individualmente escuchamos cosas diferentes, aunque luego tenemos otros gustos en común. Cada una pone su granito de arena en estilos diferentes y por eso sonamos así.
Maite: No estamos cerradas a propuestas y sonidos. Creo que en este disco suena muy unificado. Lo chulo de un disco es que haya cosas que te sorprendan, es lo rico.
¿Cómo es la relación que mantenéis en este momento con cada uno de vuestros instrumentos? En el concierto de Madrid transmitisteis mucha seguridad.
Charlotte: Era todo apariencia, yo me estaba muriendo por dentro (Risas). Hablo mucho con mis amigos, estoy tan agradecida de haber girado estos tres años a más no poder que me siento cómoda tocando y cantando a la vez. Estoy muy orgullosa, antes no era así. Que lo digas me pone muy feliz, gracias.
Si os parece, abordamos el asunto del directo que tantas alegrías os está dando. La primera canción, sostenida por el magnífico bajo de Charlotte, “Un secreto”, la interpretáis, ¿se puede contar?, ataviadas como unas vírgenes rojas (igual que en la portada de “No lo volveré a hacer”. ¿Cómo se os ocurrió? ¿Qué queréis contar con ello? Hace poco tiempo descubrí un vídeo que os quiero enseñar: Marianne Faithfull y David Bowie, travestido con sus alas negras de ángel exterminador, cantan “I Got You Babe” en un show del segundo en 1973, nada menos. Marianne Faithful va vestida como una enfermera de antes, con una cofia también.
Charlotte: “Un secreto” al principio tenía una duración más larga. Raúl de “La Mina” es bajista, en su estudio los bajos suenan muy bien.
Maite: Nos las podríamos dar de intelectuales e interesantes con el tema de la portada, pero realmente queríamos amortizar el pastizal que nos costaron los trajes. No hay un mensaje. Era un juego, literal. Queríamos humor puro. Teníamos la idea en la cabeza de las monjas, se le ocurrió a Raquel hace unos años. Reparto Estudio que es una marca de ropa muy chula de Madrid tenía un traje verde de monja muy extravagante, nos dejaron ropa para el primer concierto de El Sol. Raquel se fijó y se le quedó la idea de “cómo sería un concierto vestidas de monja”. Me acuerdo de que me quedé con la cosa y pensando en el disco, rescatamos el hábito y un color llamativo. Tampoco queríamos las fotos de guapas, la intención inicial era mostrar estar hasta las narices.
Charlotte: Justo en esa foto salimos las tres con los ojos en Cuenca y dijimos “ésta”. Han hecho interpretaciones muy bonitas de por qué hemos hecho lo de las monjas. Nos han dicho que es por estar hartas del amor y que por eso nos vestimos de monja, rollo: no lo volveré a hacer. La puta peña. Han llegado a unas conclusiones brutales.
Maite: Luego piensas en los vídeos chulos de Rosalía y los motivos que habrá tenido, quizás solamente tuviera un concepto estético chulísimo. Nos pasó un poco igual.
“Muchas mujeres nos dicen que “ojalá haberos tenido en nuestra época”, creemos que ésta puede ser su época perfectamente”
En el concierto de la Riviera vuestras seguidoras os llevaron en volandas. ¿Qué impresiones recibisteis en el escenario? Vuestras fans son aguerridas. Detecté una energía tremenda, que iba y venía. La filósofa Carol Gilligan afirmaba que cuando las mujeres dejáis de hacer lo que se espera de vosotras, y lo que se supone que tenéis que decir, se libera una increíble energía psíquica. “No lo volveré a hacer”, el tema, se refiere a ello. ¿Creéis que hay algo de esto?
Maite: Es bastante política, creo.
Charlotte: Justo nos pasa que muchas mujeres vienen y nos dicen que tenemos muy buena vibración. Nos dicen “ojalá haberos tenido en nuestra época”, creemos que su época puede ser ésta perfectamente. Me parece muy curioso sinceramente, pertenecemos a una generación donde todo está más normalizado. Y lo agradecemos, aunque hay mucho que recorrer todavía. Sobre cómo lo vivimos, chica, me pongo la gafas de sol e intento disociar completamente, si lo pienso mucho y miro mucho a la gente, te juro que siento que me tiemblan las piernas. Y mira que tengo tremendos zapatos que me agarran al suelo. A veces los nervios van a más y otras a menos, depende del concierto, pero cuando la gente está tan arriba te despreocupas un poco más, se escucha menos porque la gente está cantando. Que la gente disfrute tanto te da mucha paz.
Maite: En Valencia, al subirnos al escenario, que era el tercer concierto que dábamos, en una sala de 700 personas, la gente cantaba las canciones, sobre todo las del disco nuevo. Recuerdo que estaba llorando y sonriendo todo el rato, alucinando. Al final en La Riviera sabíamos que iba a haber “sold out”, que aún así no te lo esperas del todo, pero hay salas que nunca te habrías planteado que algo así sucediera.
Charlotte: Valencia fue la primera ciudad en la que llenábamos una sala de mediano aforo fuera de Madrid. Qué ilusión, qué puto vértigo, qué cojones.
Vuestra relación con el amor es muy paradójica siempre, pero últimamente algo me dice que os estáis inclinando hacia la desconfianza. En una de vuestras canciones proclamáis: “Yo existía antes de que me quisieras”. ¿Es así de problemática vuestra relación con el amor? El punk, por otro lado, defendió el “hazlo tú mismo”, aunque no estuvo exento de relaciones muy negativas (véase los Sex Pistols) y peligrosas para las mujeres.
Charlotte: Se compusieron en una época en que Maite y Raquel estaban pasando un momento concreto de ruptura. Suenan a eso. Ahora estamos en otro punto, pero refleja el instante.
Maite: Creo que es un poco como la vida misma, hay momentos donde el amor te encanta y entusiasma. Y otros que dices “Dios mío, por qué”. Hinds acaban de sacar una canción donde hablan de algo así, “por qué estoy en una relación”. Ahora mismo estoy en una relación chula que me encanta, por fin, después de un montón de años y relaciones terribles, y, a veces, me levanto y me digo “podría estar soltera”, pero creo que es lo mismo con una relación con amigas, el entorno, la familia, y una misma, hay días fantásticos, precioso y fluidos, y otros que son terribles. Escribí estas canciones pasando por una ruptura terrorífica, parece que hay un rechazo heavy, pero en realidad es que las hice en un momento de ruptura que solo te puede llevar a hacer una reflexión sobre lo que estás pasando. No vas a estar en la mierda escribiendo qué bonito es el amor. Por cierto, “Te mataré” no es de amor, no se refiere a una pareja.
“Todo lo que se propone en la sociedad a nivel masculino tiene que ver con la violencia y lo que hacemos nosotras siempre tiene que ver con lo dulce. Si te sales de ahí mínimamente, te castigan”
No sé si conocéis a las Vulpes, unas maravillosas bilbaínas que hace casi cuarenta años, cantaron “Me gusta ser una zorra”. “Si tú me vienes hablando de amor, permíteme que te de mi opinión…” Al igual que ellas os habéis apropiado con orgullo de aquello que ha servido para denostar a las mujeres. Estáis airadas, es justamente el reproche que hace la más reciente reacción machista a las mujeres feministas. Los nuevos machistas repudian que las mujeres se enfaden, griten y aúllen, en lugar de ser apacibles y sumisas criaturas. ¿Es una posición política, además de estética?
Maite: Es bastante curioso. Todo lo que tiene que ver con los hombres y sus terrenos de expresión, a los que se paga por ir, suelen tener que ver con la violencia. El fútbol es violento, aunque los deportistas no lo sean, los hooligans lo son. Los conciertos de rock de tíos son bastante violentos, los pogos no son nada dulce, te metes y sálvese quién pueda. Y todo está perfecto hasta el momento en que una tía dice “esta boca es mía”, entonces se dice que está loca. Hay un doble rasero constante que es muy agotador. Es bastante agotador, pese a que creo que es bastante interesante. Todo lo que se propone en la sociedad a nivel masculino tiene que ver con la violencia y lo que hacemos nosotras siempre tiene que ver con lo dulce. Si te sales de ahí mínimamente, te castigan. Hay espectro para todo. A mí como persona, mujer y artista, no me apetece irme al extremo, ser violenta y ser reactiva constantemente. El arte como medio de expresión te permite expresar que estás enfadada, feliz o triste y expresarlo. Que se te meta en el saco de música violenta hecha por mujeres con una actitud y una intención más activista te limita. Si Carolina Durante en su cuarto disco se ponen súper tranquis, que ya en éste lo han hecho, y se dedican solo a los violines y baladas nadie lo va a cuestionar, dirán que ya no son lo que fueron en su día, pero se acepta, como ha pasado con otros grupos de pibes. Creo que a nosotras nos debería esperar el mismo futuro que a los otros grupos, el que nos dé la gana. Es lo justo.
“Madrid es un sitio adictivo”
En canciones como “La fiesta” hacéis una crítica nada velada contra este Madrid caro y asfixiante que se nos ha quedado en el siglo XXI con una frase que a mí me parece generacional “Da igual dónde sea la fiesta, estamos ahí, todos juntos entre la mierda, ¿te quieres venir?” ¿De qué forma percibís la realidad de la ciudad hoy? ¿Cómo influye en vuestras letras vivir aquí?
Charlotte: No salimos mucho de fiesta. Alguna que otra vez, pero no tanto. Hemos estado muy ocupadas. Vivimos Madrid alejadas del centro.
Maite: Ahora lo veo de una forma distinta a cuando hicimos el disco, cambia mucho con la edad y el lugar donde vivas. Compuse “La fiesta” viviendo en Malasaña. Si la hubiera hecho viviendo en Getafe no sería igual. Madrid era asfixiante, una vorágine y una locura. Es un sitio adictivo. Recuerdo estar viviendo en Granada y al volver me sentía a gusto estresada en el metro. Si estás diez años aquí entras en un bucle hipnótico que engancha. Aunque no tengas nada que hacer, ir en metro a algún sitio te hace sentirte protagonista de “Sexo en Nueva York”.
Charlotte: Si estás dentro ves la ciudad de otra manera. Recuerdo que cuando llegué hace casi once años desde Canarias, venía de una isla pequeñita, llego y veo a la gente corriendo para coger el metro que pasaba cada dos minutos y yo pensaba que era una locura. Si la guagua de al lado de mi casa pasaba cada cuatro horas. Pasan los años y te encuentras haciendo lo mismo y disfrutando por estresarte en el metro.
Entonces os encontráis muy centradas en la música
Maite: Sí, ¿quieres decir que no salimos? Es una pasada poder hacer esto.
“Con shego hemos tenido suerte de encontrarnos a gente muy buena, no solo en lo musical, también eran personas genuinamente amables, lindas y cariñosas”
Otra de vuestras apuestas es que entendéis la música como una actividad de gremio, habéis establecido muchos vínculos y colaboraciones con bandas afines, coetáneas, y con otras que os precedieron. ¿Hasta qué punto es importante para vosotras esta camaradería en el negocio musical?
Maite: Para quien lea esto, si lo lee algún músico, no creemos que tengan que se tengan que forzar las relaciones, ni que crearse obligaciones, ni siquiera la camaradería, si no surge de forma natural. Que tampoco haya rechazo, siento que en la música, ocurría como con la promoción, ha habido unos años que cuantos más vips, más donde rascar. Creo que lo chulo es compartir esta industria que a veces te come y absorbe, que espera cosas de ti, que evoluciones y renueves. Es importante para la salud de una misma tener colegas dentro.
Charlotte: En la carrera me pasaba también lo mismo, que aprendía mucho más viendo el trabajo de los compañeros que estando a lo mío y atendiendo al profe. Poder compartir el proceso de trabajo y fijarte en el resto enriquece mucho al proyecto propio. Hemos tenido suerte de encontrarnos a gente muy buena, no solo en lo musical, también eran personas genuinamente amables, lindas y cariñosas. Ha sido una suerte tremenda y tiene que ver con el grupillo de peña con el que nos hemos juntado.