Por: Txema Mañeru.
Desde luego que el sello independiente y autogestionado Montgrí está consagrado a algunas de las mejores bandas del estado relacionadas con el punk y sonidos adyacentes, mayormente. Eso no quita para que publiquen artistas tan inclasificables como Lorena Álvarez o recuperen a veteranos como Manos de Topo. Pero ahora nos traen, con total lógica y buen criterio, a su segunda referencia internacional, tras los muy especiales Austin TV. Se trata de las neerlandesas, que creemos vienen de Bélgica, Maria Iskariot, porque, realmente, les han hipnotizado, cautivado y seducido.
No era difícil con su propuesta realmente punk y rebosante de auténtica rabia. Dicen que la explosión para esta idea les vino al ver un vídeo tocando su cruda "Leugenaar". Sí, cantan en neerlandés, pero es fácil interiorizar su importante mensaje tan solo si hacemos caso a su sonido y a la rabia que despliegan con él. Al frente de la propuesta está la polifacética Helena Cazaerck, una periodista, poeta y activista política que desborda carisma. A ella y su caos se sumó más gente y juntas han construido algo realmente especial y poderoso. Algo que demostrarán el próximo año entre nosotros, al tener anunciadas varias fechas ya en nuestro país para defender este especial disco que supone su debut en formato de disco grande.
Un trabajo que contiene gritos y susurros, tensión moral y grandes dosis de contradicciones y colapso. Agresividad e intimidad, desorden y meticulosidad, juego y seriedad. "Leugenaar" tiene sus buenos aromas old school punk combinados con la rabia de las Sleater-Kinney mezclada con la violencia de la Nina Hagen Band. Aunque, en esto último, quizás influya también el idioma algo cercano al alemán. Tenemos otros buenos singles y videoclips como es el caso de "Waarondaarom", imponente tema que abre el disco a toda velocidad y que es puro punk con contundente estribillo y buenos riffs. "Dat Vind Ik Lekker" suena más tensa y muy Sonic Youth del “Goo” o del “Daydream Nation”. Buena melodía con gancho y buenas peleas entre guitarras para esta adaptación del tema de Luc De Vos. El potente bajo muy Joy Division marca el arranque de "Vele Mussen", también con su punto Hüsker Dü de los comienzos. "Rozemarijn" tiene la calma de sus casi paisanas de Bettie Serveert, aunque luego tenga explosiones cuasi grunge a lo Babes In Toyland. Cierran la cara A con la urgencia de "Tijm" en un estallido de rabia y gritos que te obliga casi a saltar con ellas cuando la escuchas y que tiene hasta su punto Hole y primeros Nirvana. Sí, lo has adivinado. Es una adaptación con traducción del "Tame" de los Pixies de Frank Black en su espléndido “Doolittle”.
La cara B se abre también con la furia, pero más reposada, de "Toch Uitverkoren" y sus rabiosos riffs que contagian en la interpretación a dúo. "Zes Bekers" es su momento para la calma, aunque sus guitarras continúan arañando. Es el único tema que supera los 5 minutos y da para eso y para mucho más. Seguro que en directo araña aún más. ‘Wereldwaan’ es su locura más cacofónica y sus risas se combinan con sus crudos riffs. "Witte Rook" sigue su estado más contemplativo y nos recuerda a la PJ Harvey del “Dry”, entre otras locuras. "Suiker" sigue derroteros más calmados, tónica que sigue, prácticamente, toda la cara B del disco. Seguro que también flipan con ellas seguidores de Belako o alguna otra de sus aventuras paralelas.
Finalizan con teclados y más calma en los sorprendentes casi 7 minutos de "Niets Gaat Verloren", en los que las acústicas marcan un ritmo casi de cabaret de Berlín de la 2ª Guerra Mundial y que nos pueden recordar hasta a otra bestia excéntrica como Lene Lovich. El artwork de Yves Decamps es también una gozada que gana enteros al tener su carpeta doble o gatefold en su edición en vinilo, lógicamente. ¡Hay que verlas este enero a su paso por estas tierras porque prometen!



