Por: Javier Capapé.
Tenemos entre manos diez canciones sinceras, con un toque cotidiano que nos fascina y un espíritu puramente rock que nos hace sentir como en casa. Estamos hablando de “50town”, el último trabajo de nuestro hermano Rubén Pozo. Desde El Giradiscos celebramos cada uno de sus pasos y nos consideramos unos privilegiados por sentir una entrevista promocional como una verdadera conversación entre colegas. “50town” fue la excusa para volver a plantarnos cara a cara con Rubén y, entre alegrías, como la entrada en listas de su disco, y confesiones a corazón abierto, fuimos desgranando cada una de estas canciones, que son un nuevo manual del valor del rock como fuente de inagotables experiencias y emociones.
Con los cincuenta por bandera, pero dejando claro que este disco no tiene edad, el pirata nos habló orgulloso de su banda, de la grabación de unos temas desprejuiciados que cubren todos sus palos y de todo lo que le mueve en una vida repleta de canciones. Es lo que mejor sabe hacer y, como bien nos dice, le gustan más cuando le salen “de corrido”. Así fluyó nuestra conversación. Del tirón y “pa ‘lante”, convencidos de volver a pisar terreno conocido, pero descubriendo unas canciones tremendas que, en sus propias palabras, son capaces de arroparte, entenderte y formar para siempre parte de tu vida. Desde luego que “50town” ha venido para acompañarnos, no con resignación por el paso del tiempo, sino con toda la energía y vitalidad que dan los años bien exprimidos, porque mientras quede cuerda no hay nada mejor que seguir rodando.
Han pasado unas semanas desde que lanzaste “50town” y quería saber cómo te encuentras y cuál es tu primera impresión tras ver la reacción de la gente. ¿Cómo está funcionando el disco hasta ahora?
Rubén Pozo: Estoy muy contento. La gente está recibiendo el disco muy bien, con mucho cariño. Parece que les están gustando las canciones. La verdad es que estoy “en palmitas”. He entrado en listas, algo que no estaba en mis expectativas. Las listas a día de hoy dan un poco igual, pero a mí me ha hecho ilusión entrar en listas oficiales, concretamente en el número siete de vinilos vendidos y en el diez de descargas online. No contaba con ello, la verdad. Pero sobre todo la gente, de forma individual y anónima, me está dando un feedback muy guay. Llevamos un par de conciertos de la gira y han sido la hostia. El público está cantando las canciones de “50town” como si hubieran salido hace diez años.
Vienes de un disco mucho más acústico e introspectivo como fue “Vampiro” y en éste vuelves a mostrar tu cara más rock y stoniana. ¿Necesitabas volver al redil?
Rubén Pozo: “Vampiro” lo hice porque tenía que hacerlo y era un disco muy nocturno, como muestra su título. El vampiro es un animal nocturno que se desintegra con la luz del sol, pero esta vez el cuerpo me pedía abrir las ventanas un sábado por la mañana y poner la música a todo trapo, celebrando la vida en la tierra, un día más con sol, luminoso. Eso ha sido el espíritu de “50town”. Me he juntado con una banda que me apasiona. Loza a la batería, Sergio Valdehita con los teclados, Ricky Falkner con el bajo y la producción, más la mezcla de Jordi Mora. Estuvimos seis días maravillosos en Casa Murada y salió todo a pedir de boca. En seis días estaba grabado absolutamente todo. No sé si es lo que necesitaba, pero es lo que ha salido. Un disco muy “de primeras”, con un equipo que ha entendido a la perfección las canciones y ha trabajado por ellas. A toro pasado digo que esto es lo que necesitaba, pero antes no lo sabía, aunque al final compruebo que sí, que éste es el disco que necesitaba hacer.
Da gusto que me cuentes tanto, aunque ya te has comido tres o cuatro preguntas que te iba a hacer (risas). Precisamente te quería preguntar por tu banda, por “Los Chicos de la Curva” con los que ahora te presentas en directo. ¿Son los mismos músicos que han grabado el disco con los que te embarcas ahora en la gira?
Rubén Pozo: Está Loza a la batería, pero los otros dos, Charly Echeverri a la guitarra y Ángel Herranz al bajo no estuvieron en la grabación. Evidentemente Ricky, que ha tocado el bajo en el disco, produce y toca con mucha gente y está siempre muy liado, así que era imposible, pero los músicos que me acompañan también han entendido perfectamente el proyecto y les gustan las canciones. El batería, que es como la piedra angular de una banda, sí que es el mismo, Roberto Lozano “Loza”, que es un músico con el que siempre he querido tocar. Desde los noventa que le vi con Sobrinos pensé que sería afortunado si llegaba a hacer un disco con él y es algo que he logrado con “50town”. Además, él está encantado también con las canciones. “Los Chicos de la Curva” son una banda en directo increíble. Estoy encantado con ellos y el público también se da cuenta de que estoy con una bandaza. Me lo dicen entre canción y canción y opino lo mismo que ellos. Soy un afortunado.
También está contigo Ricky Falkner. En la grabación ha sido clave con su producción, que se nota muy pulida. ¿Qué es lo que te ha aportado la grabación con Ricky?
Rubén Pozo: Ricky me ha aportado confianza. Me dijo: “Tienes unos temas de la hostia, así que déjame ordenar los sonidos en el estudio para que todo eso quede enlatado y la gente lo pueda escuchar lo mejor posible tanto en Spotify como en un vinilo”. Tuve una confianza ciega en él. Grabamos en directo toda la música y después me quedé yo con las voces más algún recording puntual, pero básicamente me he fiado plenamente de él. Me dijo que confiara para que él ordenase toda la música que tenía en mi cabeza y así ha sido. Le tengo que dar la razón porque todo ha salido genial. Siento que tomé la decisión correcta. Ricky ha sido la piedra angular de “50town”. Sin él no hubiera sido posible y le estoy súper agradecido.
“El disco está muy equilibrado, cubre todos los palos de lo que yo hago”
Se nota ese entendimiento y en el disco vemos un equilibrio casi perfecto entre ese espíritu canalla que siempre te ha caracterizado y la calma que pueden darte los años. ¿Cómo brota un disco tan ecléctico y a la par tan anclado al rock de base?
Rubén Pozo: Cuando abro la boca sale rock. Bien es cierto que tengo canciones más pop, pero sobre todo rock, unas veces más reposadas y otras más duras. De alguna manera creo que ese equilibrio lo he logrado gracias a Ricky. Principalmente por la elección de canciones que hemos hecho para el disco, porque tenía como cuarenta canciones para elegir y junto con Ricky he tratado de hacer un disco compensado, que tuviera de todo. Desde una balada a una canción de amor, un rock descarnado como el de “El puto amo”, algo más enérgico pero con guitarras españolas como “Los que ya no están” o un rock pesado como “Efímero”. Por eso creo que el disco está muy equilibrado, cubre todos los palos de lo que yo hago. A veces más pop, otras más rock, pero en “50town” está todo. Un resumen de todos los tipos de canciones con las que trabajo desde hace años.
¿Podría decirse que “50town” es una reivindicación de lo bueno que nos da la experiencia una vez entrados en los cincuenta?
Rubén Pozo: No sé qué es lo bueno de los cincuenta. Yo me sigo equivocando en un montón de cosas. No sé muy bien qué he aprendido, pero tenía una buena colección de canciones y eso ha sido lo primero sorprendente para mí, que con cincuenta años he podido sacar diez canciones que me encantan y apasionan, al nivel de las primeras que hice o las primeras que me gustaron. Y además he tenido la suerte de poder trabajarlas con un equipo de diez, en el que todo el mundo ha aportado el cien por cien y lo ha dado todo por ellas. Así que no lo sé muy bien, pero me siento afortunado por tener cincuenta años y estar sacando un disco a mi edad. Poder tener una gira con una banda que me apasiona, que haya gente en cada ciudad que compra entradas para vernos, que ha comprado el vinilo y ha hecho entrar el disco en listas. Son regalos de la vida que no me esperaba. Lo celebro, lo agradezco y ojalá siga así por muchos años más. Me siento afortunado, de verdad.
Se te nota al hablar, por cómo lo expresas, y es que quizá este “50town” nos haga ver el paso del tiempo como algo positivo.
Rubén Pozo: Sí, bueno, y por qué no hay otra (risas). ¡Es lo que hay! El tiempo pasa, pero aquí sigo. No he cambiado. Sigo haciendo lo que hacía hace treinta años, que son canciones en mi casa, con las que luego trabajo en un local de ensayo, las armo con una banda, grabo un disco y me voy de gira. Sigo haciendo lo mismo, que es lo que he querido hacer toda mi vida. Ojalá pueda seguir muchos más años haciendo esto, pero estoy en el presente, tengo cincuenta años, tengo un disco nuevo que me apasiona, con canciones que me gustan, en las que creo muchísimo, una banda increíble… Algo bueno debí hacer en mi vida anterior porque ahora los dioses me han dado este regalo.
“Creo que la vida me ha tratado bien y no puedo más que estarle agradecido”
Muchos consideramos que tu autenticidad es a prueba de balas, que llevas mucho tiempo bregando con todo porque también has vivido momentos duros, pero quizá con estas canciones quieres decirnos que vale la pena todo lo vivido. ¿De todo has sacado un aprendizaje?
Rubén Pozo: Vida dura la de todo el mundo. Yo he tenido una vida con momentos felices y momentos duros, como la vida de cualquier persona. Eso se plasma en estas canciones, porque cuando compones, aunque no quieras, parte de tu vida se queda reflejada en esas canciones. Echo la vista atrás y considero que he tenido una vida cojonuda, una vida de individuo del primer mundo. No he nacido en una aldea de Kenia sin agua potable, ni he tenido que atravesar lugares donde hay coyotes que te pueden comer. Si hubiera nacido en otro sitio, mis padres lo hubieran tenido más difícil, pero yo, dentro de mi vida de primer mundo, he tenido mis altibajos como en la vida de cualquiera. La vida se mueve y cuanto antes lo asumas mejor. Aquí hay movimiento, no hay nada fijo. Hoy estás aquí y mañana quién sabe. A pesar de todo lo que haya podido vivir, creo que la vida me ha tratado bien y no puedo más que estarle agradecido.
Esto mismo se ve en la portada del disco, que es preciosa, con ese horizonte que se me antoja cálido, con todo por descubrir. ¿Puede hacernos pensar que cualquier tiempo pasado no tiene por qué ser mejor, que en el horizonte queda todavía muchísimo por delante?
Rubén Pozo: A día de hoy, con todo el culto que hay a la juventud, parece que cuando ya has pasado los treinta lo mejor es que te tiren a la basura porque ya no vales. Yo tampoco quiero reivindicar nada, pero yo todavía sigo vivo y sigo teniendo muchas alegrías, muchas decepciones, muchos picos para arriba y para abajo, y eso me hace pensar que cada día tengo que crear mi vida. Y como yo, millones de personas de mi quinta, de mi edad. Pero vamos, yo no he hecho un disco para gente de cincuenta años. He hecho un disco para todo el mundo, para el que se quiera acercar. Bien es cierto que “50town” es una canción que hice por la crisis de los cincuenta. Eso de que me fuera a convertir en “cincuentón” me asustaba. La palabra me sonaba súper fea. Y es cierto que la canción sí que habla de cumplir años, aunque cualquiera que pase de treinta lo va a entender. Pero después está el resto del disco, que son canciones que no tienen edad. Son para cualquiera.
“Este disco ha sido el de atreverme a hacer cosas que nunca había hecho”
Si te parece, vamos a hablar de algunas de estas canciones, empezando por “Efímero”, que es la que más contrasta con tu disco anterior. Ésta es casi una canción de rock duro. ¿Es una manera de llamarnos la atención con ese viraje tan grande con respecto a lo que venías haciendo?
Rubén Pozo: “Efímero” es un riff duro que se repite prácticamente durante toda la canción y encima yo estoy casi rapeando, en una tesitura muy grave, en la que nunca he trabajado. Este disco ha sido el de atreverme a hacer cosas que nunca había hecho. “Efímero” ha quedado como un riff de rock duro sobrevolado por una voz que va rapeando en tonos graves, casi como si fuera Leonard Cohen. No sé muy bien qué estilo es. Es algo nuevo para mí. Yo no he escuchado una canción parecida en el rock o pop español, pero me da igual, no sé lo que he hecho. Cuando Elvis inventó el rock and roll con “It’s Alright, mama” tampoco se preocuparon en ponerle nombre, simplemente le sonaba bien y eso era más que suficiente, así que en este caso es parecido. A mí “Efímero” me suena muy bien aunque no sepa cuál es su estilo. Eso ya que lo digan los demás, pero ¡qué más da!
Tus canciones también han tenido siempre un estilo vocal muy propio, una manera muy natural de cantar. Buena muestra de ello es la canción que se llama precisamente “Cantar”. ¿Es ésta una manera de ver el sentido que le das a tu vida? ¿Mientras haya algo que cantar tenemos a Rubén Pozo enganchado?
Rubén Pozo: “Cantar” es una canción que hice cuando pasé un poco de crisis con mi voz. Hubo un tiempo en que no me encontraba vocalmente y fui a clases de voz con una amiga que se llama Marta Dávila. Ella me dio clases de canto. No sabía lo que iba a aprender, pero ella me dio claves muy buenas que me han servido mucho para mi forma de cantar. Lo primero que me dijo es: “Elige una canción o hazla explicando un poco por qué estás viniendo a clases conmigo”. Así que hice esta canción: “Se me ha olvidado cantar, por eso vengo aquí. Que me recuerdes cómo era ser feliz y cantar, cantar, cantar y no pensar en nada más”. Se la canté a ella y le encantó, así que salió de allí. Poco a poco se fue abriendo camino en el repertorio y de hecho es una de las preferidas de Ricky. Sus preferidas son en las que ha hecho coros y en “Cantar” ha hecho coros (risas). A mí me gusta mucho porque es muy fresca, no está repensada, muy natural. Nació de una primera bocanada. A mí me gustan las canciones que salen de corrido.
“Garabato” es una de mis favoritas. Por su sinceridad y lo que conmueve. ¿Cómo surge una letra tan romántica y a la vez tan pegada a la cotidianeidad?
Rubén Pozo: Es una canción que se la hice a mi chica. Mis mejores discos tienen una canción para mi chica y coincide que son los discos impares. Este es mi quinto disco en solitario, disco impar, y tiene canción para Lauri. “Garabato” es una sucesión de los mismos cuatro acordes todo el rato. Se llama así porque no tienen estribillo, son más bien todo estrofas seguidas. Si alguien me dice que una canción del disco le parece una mierda me jode, pero si lo dice de “Garabato” me da igual porque solo me importaba que le gustara a mi chica y a ella le ha gustado, así que ya puede venir quien quiera a decir que es una mierda porque no es para él (risas).
“No me he cortado porque cada vez tengo menos pudor a la hora de hacer canciones”
En “El puto amo” vuelves a la ironía que tanto nos gusta en ti. ¿Cuánto de necesaria es la ironía en tu vida?
Rubén Pozo: Pues no es ironía. En “El puto amo” pongo lo peor de mí, mi megalomanía y demás. Es un ejercicio de hip hop también. En ese estilo se hacen canciones que dicen “Yo soy el puto amo y tú eres una mierda”. Así que pensé qué es lo que pasaría si hiciera una letra de esas características, pero en lugar de con una base de Mc haciendo un rock y diciendo más o menos lo mismo. Y eso es lo que hice, una canción que es puro ego asqueroso, mi peor ego y mi peor versión. En ella me glorifico todo el rato, pero no me he cortado porque cada vez tengo menos pudor a la hora de hacer canciones y yo quería hacer una canción muy de hiphopero en una batalla de gallos. Eso es “El puto amo” y he tenido la poca vergüenza de grabarla y publicarla.
Mucho más directa que irónica, entonces.
Rubén Pozo: Eso es. Ironía cero. Yo lo digo todo muy en serio. También es verdad que desde el otro lado, desde el que escucha mis canciones, cada uno interpreta lo que quiere, pero de verdad que yo hago todas las canciones muy en serio.
“Los que ya no están” me lleva a agarrarnos a lo que verdaderamente importa. ¿Duele la pérdida o haces de ella una fortaleza?
Rubén Pozo: En las entrevistas estoy mintiendo todo el rato porque digo en todas que “Los que ya no están” está dedicada a los guitarristas que me han gustado en la historia que ya no están y han dejado sus grabaciones para que yo las disfrute. Hay una parte de verdad en eso, pero aunque no lo estaba contando, os lo voy a decir a vosotros. En realidad estoy pensando en mi padre, que falleció. Él es el responsable de que yo, desde muy chaval, escuchara mucha música porque él tenía muchos discos y siempre sonó mucha música en mi casa. Mi padre no era músico, pero sí un gran melómano. En “Los que ya no están” pienso en todos esos discos que me acercaron a la música e hicieron que fuera una pasión para mí, que me volvieran loco las canciones y la guitarra. Y todo eso se lo agradezco a mi padre porque sin él no hubiera tenido esta pasión.
Gracias Rubén. Me encanta que nos hayas contado esto porque le da una visión mucho más especial a la canción.
“Yo hago las canciones sin querer”
El primer single del disco me puso a cien desde la primera vez que lo escuché. “Estamos como queremos” me lleva a los Stones. Me encantó volverte a ver en esa tesitura. ¿Buscas sacar a la luz con ella tu suerte, ese estado mental que nombras para hacer de la vida un ensueño? ¿Es esta canción una manera de decir que hay que disfrutar de lo que tenemos de verdad?
Rubén Pozo: Yo hago las canciones sin querer, pero traté de hacer esta canción como si fuera un directo, con un estribillo muy potente y marcado. Quise encapsular la sensación que te da que estés en un concierto muy masivo y que el grupo toque tu canción preferida. Traté de hacer eso. El resto de canciones ya te digo que las hago sin un plan. Empiezo a hacerlas y sin querer salen, pero en ésta sí que pensé en hacer algo muy enérgico y directo, con un gran estribillo y que hable de lo que es estar en un concierto y que suene la canción que te apasiona. Al final salió de primer single porque para vender una gira enérgica con una banda como la que tengo, tenía más sentido hacerlo con ésta que con “50town”, que a mí me parece, sinceramente, el tema estrella del disco, pero “Estamos como queremos” tenía buenos atributos y sobre todo mucha energía, ideal para vender esa gira que hemos arrancado con “Los Chicos de la Curva”, con los que estoy como realmente quiero.
“La última canción” cierra el disco con esa contención con la que ya disfrutamos en tu anterior trabajo. En ella nos pides que “dejemos rodar al amor”. ¿Siempre encontramos segundas oportunidades? ¿Hay que dejar atrás los lamentos y apostar por esas oportunidades?
Rubén Pozo: Hay que aprender a soltar en la vida, de lo malo y también de lo bueno, porque lo bueno se agota también. Hay veces que piensas que ha llegado el momento de pasar a otra fase porque de algo no puedes tirar más. Hay veces que para poder abrazar lo nuevo tienes que soltar lo viejo. Si tienes las manos ocupadas en lo viejo no vas a poder abrazar lo nuevo. “La última canción” es una reflexión sobre ello, sobre dejarlo rodar y ya está. Y así vamos a estar hasta el día que nos muramos, tratando de echar a rodar nuestra vida hasta que la rueda ya no ruede porque ha llegado al mar y ya no es posible. Entonces empezará otra cosa que no conozco. Si me dejan hacer una canción sobre el más allá la haré, pero es algo que no conozco (risas).
Es muy Fito Páez este verso de “dejarlo rodar”, como sacado de “A rodar la vida”.
Rubén Pozo: “A rodar, a rodar, a rodar y a rodar mi vida…”. No lo pensé cuando la estaba haciendo porque no conocía la canción, pero después me lo han dicho un par de colegas. Está guay, aunque creo que las canciones no hablan de lo mismo. Eso de “a rodar” se lo voy a conceder a Fito Páez, la verdad es que hizo un gran estribillo, pero en mi descargo diré que no conocía la canción.
Hablando de referencias, a pesar de que tú tengas un estilo muy bien definido, en “Fuera de quicio” hay cierto toque castizo muy cerca de Los Rodríguez. Y después tu uso de la guitarra española, que cada vez la veo más presente en tus discos, por ejemplo en “Garabato”, que me lleva a Kiko Veneno.
Rubén Pozo: Totalmente. A Kiko Veneno. No me pega nada, pero lo escucho tanto y me parece tan maestro que algo se pega. Yo tengo más influencia de Kiko Veneno que de Los Rodríguez, pero de alguna manera, como vengo de Pereza y me gusta todo ese rollo de las gafas de sol y demás, me lo dicen a menudo. Me encantan Los Rodríguez, pero bebo los vientos por Kiko Veneno.
¿Cuánto de ellos hay en tus canciones? De todo ese imaginario musical de los que ya son clásicos y que podríamos decir que tú también estás dentro de ellos.
Rubén Pozo: Me inspiran. Escucho sus discos. Los de Kiko los escucho con devoción. Encuentro textos que siento que me pueden estar hablando a mí. En cuanto a “Fuera de Quicio”, por ejemplo, en la entrada estaba intentando copiar el riff de “Edie (Ciao Baby)” de The Cult, pero me salía demasiado parecido y lo cambié para que no fuera un plagio, aunque trataba de reproducir eso. Esa es la única canción del disco que he cogido del baúl. La tenía hecha desde hace diez años y la había dejado maquetada en el ordenador, así que escuchando cosas di con esa, la empecé a enseñar y a todo el mundo le gustaba, así que pensé en meter este descarte de algo pasado. Y eso es “Fuera de Quicio”.
“Trato de escribir sobre algo grande, pero partiendo de cosas chiquititas de la cotidianeidad”
Son cinco discos ya en solitario, más ese al alimón con Lichis, además de tu carrera con Pereza y Buenas Noches Rose. Pero, sobre todo, en tus discos en solitario desde 2012, nos has dejado ese espíritu tuyo tan canalla y personal que tanto nos engancha, con esas imágenes tan cotidianas. ¿Cuánto nos queda por conocer de este Rubén que, gracias a esta personalidad tuya tan cercana, es ya casi como un hermano, también para El Giradiscos?
Rubén Pozo: Para empezar, gracias por el piropazo que me acabas de hacer. No lo sé, pero yo trato de huir de las grandes palabras, de poner, por ejemplo, el “olvido” o el “dolor” en una canción. Trato de expresar esas mismas cosas, pero de una manera más cotidiana porque, a fin de cuentas, la cotidianeidad es donde pasamos la mayor parte de nuestra vida, aunque luego nos pongamos estupendos y demás. Trato de huir de todos esos grandes conceptos como el universo, el dolor o la pérdida. Más bien trato de escribir sobre algo grande, pero partiendo de cosas chiquititas de la cotidianeidad. A veces lo consigo y otras no, pero ese es mi faro y mi guía. Trato de hacer eso, de escribir de conceptos grandes, pero sin que lo parezca, aunque en realidad esté hablando de algo grande como el dolor, la pérdida, las expectativas, las esperanzas o de los fracasos, aunque eso lo disfrace en versos en los que digo que estoy yendo a comprar el pan, por ejemplo.
Por eso hay tanta magia en versos como “ni toda la lluvia es un caladón”. Son maravillosos.
Rubén Pozo: ¡Qué guay! Pues sí, trato de hacer eso, esa es mi intención. Si hay a gente que le llega de ese modo y alguna canción mía le acompaña en su vida, yo me siento más que pagado por ello. Es mi única ilusión y con eso me puedo morir tranquilo.
Ya nos has hablado de la gira, de lo que tienes por delante, del formato que llevas… Además reivindicas la cercanía del local y la conexión con el público. Vas a la esencia del “garito”, que es algo que necesitamos mucho ahora, ese contacto cercano con el artista. ¿Se podría decir que tú eres un músico de “garito”?
Rubén Pozo: Yo he empezado en garitos y me gustan mucho, pero he tocado en todo tipo de sitios, más grandes y más pequeños también. El “garito” me parece que es el mejor sitio para escuchar esto que hago. El pop y el rock son músicas de “garito”, de las once de la noche y para escuchar con dos cervezas en el cuerpo. Es una música para olvidarse del desgaste del día a día y de los problemas de la semana, para soñar durante dos horas y olvidarte de quién eres por un rato. El “garito” me parece perfecto porque no tienes que ir a un sitio muy grande, ni necesitas pantallas led, ni máquinas de humo, ni guitarras que tiren fuego por el mástil. Solo necesitas una banda competente, unas canciones consistentes y un público delante que esté dispuesto a vivir la experiencia de dos horas de canciones y rock and roll. Pasarlo bien por un rato y olvidarnos de lo ardua que ha sido la semana.
Nos has contado sobre tu banda, pero también sabemos que tu hijo Leo está dando conciertos encargándose de una guitarra bastante agresiva. No sé si lo tendremos en alguno de tus conciertos, ya que sabemos que ha hecho algunos coros en el disco.
Rubén Pozo: Sí, Leo ha hecho coros en el disco, al igual que Angie Sánchez. Leo vino a la segunda parte de la grabación, los tres últimos días, cuando hice las voces, y me apoyó mucho. Me encantó que viniera y como él también canta y había que hacer coros hizo algunos. Se metía Angie a la pecera o Leo, o Angie con Ricky… todos hicieron coros. Leo al final ha cantado en las canciones que le gustan. Por ejemplo, en “Cantar”, después de mucho insistirle, no quiso hacer coros porque me dijo que le parecía un pastel (risas). Me encantó que dijera eso porque él está en un momento muy heavy metal. No va a estar en la gira, aunque imagino que cuando toquemos en Madrid se vendrá, pero él está haciendo su camino. Tiene un talento increíble y me da veinte mil vueltas. Está empezando ahora a escribir canciones y pienso: “Ojalá yo hubiera hecho canciones tan chulas con su edad”. Además de lo bien que toca la batería y la guitarra. Se me cae la baba.
Hay esperanza en los jóvenes con el rock, entonces.
Rubén Pozo: Creo que sí. Tanto Leo como sus colegas son gente con mucha cultura musical. Beben de lo antiguo y lo nuevo. Al final lo que les gusta es la gente que hace buenas canciones con sus instrumentos. Da igual si escribes con papel y boli o apuntas todo en una nota de voz, a los jóvenes que les gusta la música les sigue moviendo lo mismo, como me pasa a mí, que lo que busco de una canción es que me emocione. Da igual si lo ha hecho un tipo dándole a un botón en un ordenador. Si me emociona, ¡pa ‘lante!
Para terminar, decirte que el disco me ha interpelado mucho a nivel personal, y no solo por la temática de los cincuenta, aunque es evidente que también ha sucedido esto por mi cercanía en edad contigo. Me gustaría que, más allá de esta apreciación, nos describieras con tus palabras las bondades de este nuevo estado físico y mental, que es esta edad que tiene canas, pero también maravillas.
Rubén Pozo: Tengo que decir que “50town” no es solo un disco para gente de cincuenta años. Es media hora de música, diez canciones, que podría ser tu media hora en el coche para ir a currar o para ir a estudiar, en la que esas diez canciones te entienden, te arropan, te cuidan, te dan calorcito y son parte de tu vida. Que estas diez canciones sean como una isla en medio de un océano. Que “50town” sea esa isla que te encuentras con palmeras mientras tú vas como un náufrago en una balsa hecha de cocos. Una isla donde puedas pisar tierra firme. Con eso me conformo.
Un placer, Rubén. He disfrutado mucho de tu conversación y de lo mucho que te has abierto para contarnos todo lo que traes en estas canciones. Deseo que esas buenas noticias que comentabas al principio de cifras y listas se conviertan en una muy buena acogida también en los escenarios.
Rubén Pozo: En esta casa somos más de letras que de números, pero un diez y un siete son números que me gustan. Un diez en descargas online y un siete de venta de discos me encantan.
Nos quedamos con esas fantásticas cifras.
Rubén Pozo: Un placer y un abrazo, compañero.

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