Por: Fran Llorente.
El octavo disco de estudio de Fito Cabrales y compañía vuelve a dar en el clavo, con las melodías de siempre y unas canciones que enseguida enganchan al oyente. Fito (voz, guitarra y composición), junto a los superlativos Carlos Raya (guitarra solista) y Javier Alzola al saxo, más Alejandro Climent al bajo y Coqui Jiménez a la batería, en formato quinteto clásico, vuelven por sus fueros una vez más, elaborando un dulce licor para paladares de toda clase y condición.
Como viene siendo costumbre, el álbum arranca de forma espectacular con “Los cuervos se lo pasan bien”, uno de los dos singles que eligieron para presentar en sociedad antes que el plástico saliera a la venta. A destacar las tramas guitarreras entrelazadas, el sentido del ritmo y la excelente producción de Carlos Raya en los controles. Tanto Fito como el ex guitarrista de Sangre Azul y M-Clan (y también contramaestre de grandes figuras como o Antonio Vega o Quique González), entre los muchos artistas a los que ha acompañado y producido en su prolija y exitosa carrera, son dos viejos lobos de mar, así que la descomunal calidad que ambos atesoran se les presupone de sobra, del mismo modo que la valentía y gallardía se les infiere a los soldaditos de turno, ahora que el Ejército es “voluntario” (dicho entre comillas siempre, ya que no lo es para los más pobres que se ven abocados a trabajar en la milicia o en los oficios más duros…) y que es Profesional en la mayoría de los países de Europa, afortunadamente para todos nosotros. Aunque al igual que pasa con nuestra tan querida “democracia”, no lo demos todo por sentado y definitivo, que los tiempos están cambiando muy rápido y a peor. Pero donde hay patrón, no manda marinero, y todas estas reflexiones que escribe un servidor, las hace suyas Fito Cabrales y si el oyente es espabilado, las podrá encontrar leyendo entre líneas en varios pasajes del álbum, aunque muchas veces referidas a capítulos estrictamente personales. Esto mismo ya lo apuntó en himnos anteriores como “Medalla de Cartón”, contenida en el genial trabajo “Por la boca vive el pez”(2006). A continuación, y con tintes de blues atmosférico asoma “El Monte de los Aullidos”, la canción homónima que da título al disco.
El propio Fito Cabrales ha comentado que este es un trabajo construido desde un profundo pesimismo y eso se nota en canciones como “Volverá el espanto”. No hace falta mirar mucho a nuestro alrededor viendo los tiempos que nos asolan en esta nueva era medieval, gris y criminal. Solo hace falta ver el telediario y contemplar el Genocidio en Gaza, o la infame guerra de Ucrania, o la tremebunda degradación política e institucional en nuestro sufrido país, en directo y en primicia todos los días. “Todo empezó a oscurecerse y llegaron los malos vientos”. Nunca mejor dicho.
Otro de los bombazos del álbum se llama “A contraluz” (que también salió como segundo single) y que por sus armonías nos recuerda composiciones anteriores del artista, como “Cielo hermético”, “A quemarropa” incluidas en su anterior trabajo “Cada vez cadáver”(2021) o incluso ya apuntaba esas formas musicales en “Garabatos” o “Pájaros disecados” de “Huyendo conmigo de mi”(2015). Es decir, medio-tiempos muy rítmicos y afinados donde el autor perfila sus propios apuntes vitales, pinceladas muy singulares siempre. En ese sentido, Fito subraya “aprendí a poner las comas, eso es lo que tuve que hacer”. Otra de las canciones para quitarse el sombrero, entre las más poéticas de su nuevo trabajo, se llama “Marea imparable”, y es una semi-balada donde el compositor afirma que fue “afortunado vorazmente por el éxito”, devorado en una vorágine súper exitosa de discos y giras (añadimos nosotros), desde aquel ya lejano “Lo más lejos, a tu lado”(2003) que lo convirtió en artista súper-ventas. “Todo fue sucediendo y oscilando, entre lo permitido y lo obligado…”. Apuntes al natural de lo que ocurre ‘al otro lado de mi ventana’. “Mentira y verdad” y una realidad escurridiza que se escapa entre los dedos como arena de playa. “Sé que el amor es complicado y primitivo como una hoguera”, y todo se puede torcer en un instante, un fresco vital que describe a la perfección estos tiempos precarios y confusos, donde parece que el mundo está al revés y que no hay salida ni remedio para nuestras penas. Canciones sin duda perfiladas “A contraluz” y con muy buen pincel. “Para sentirme mal nunca me ha faltado crédito…” Fito Cabrales es capaz de enjuagar esa amargura y convertirla en suave elixir para el deleite de propios y extraños. “Me acostumbre a vivir al otro lado de la tristeza, a mí me daba igual, yo a ella le daba pena…” canta en “La Noche más perfecta”, otra balada existencialista que incide en la temática de aquel viejo himno “Abrazado a la tristeza” incluido en el disco de “Extrechinato y tu”.
Como podrá constatar el lector, la temática no es nueva para el bardo bilbaíno, que atesora dosis de duelo y desánimo en frasco pequeño (o grande, según se mire) y sobre todo, dos tremendas carreras artísticas, la primera con Platero y Tú y la segunda en solitario, rodeado de sus inseparables Fitipaldis, que van cambiando de sitio y de lugar, si bien permanecen juntos desde hace ya bastantes años (la banda base, me refiero), del mismo modo que cambia la biología animal para adaptarse al entorno. Aunque no todo es melancolía y también hay rock’n’roll más clásico y desenfadado en tonadas ‘alegres’ del cariz de “Como un ataúd” o “Una maldita suerte” (de enunciado paradójico y con un certero toque de claro oscuro) o la instrumental “Ardi”, que remata la faena, dejando un excelente sabor de boca sobre un álbum redondo de principio a fin, y que desde esta web recomendamos con sincero entusiasmo. Lo han vuelto a realizar y ya es la enésima vez. Bravo por nuestros protagonistas una vez más.



