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Kingfishr: “Nuestro primer disco cierra un capítulo y abre otro”


Por: Àlex Guimerà.

La banda irlandesa Kingfishr acaba de publicar el pasado 22 de agosto su esperado álbum de debut, "Halcyon". Tras arrasar con sencillos como "Killeagh" y conquistar festivales internacionales, el trío formó parte del cartel del reciente Mad Cool Festival con una actuación el pasado 10 de julio y, más adelante, los tendremos de vuelta en Barcelona (7 de noviembre) y Madrid (8 de noviembre).

Nos atienden Eddie Keogh (voz y guitarra) y Eoin “Fitz” Fitzgibbon (bajo). Se disculpan por la ausencia del tercer miembro del trío, Eoghan “McGoo” McGrath (banjo). Charlamos con ellos sobre su trayectoria, sus influencias y lo que viene en el futuro. 

En España aún sois una banda poco conocida, aunque muchos os descubrieron en vuestra actuación del pasado Mad Cool Festival. Además, en noviembre regresáis a Barcelona y Madrid. ¿Cómo valoráis esta primera toma de contacto con el público español? 

Kingfishr: Estamos muy emocionados por tocar en España. Algunos amigos —unos diez o quince— vinieron a vernos desde Irlanda al Mad Cool porque llevaban dos años asistiendo al festival y les encanta. Nos hizo mucha ilusión tocar allí y también regresar en noviembre a Barcelona y Madrid. Creemos que es una oportunidad increíble para conectar con el público español. 

El 22 de agosto publicasteis vuestro álbum debut, "Halcyon". ¿Qué nos podéis contar de este disco?

Kingfishr: Supongo que es casi el cierre de un capítulo, una especie de versión moderna de los álbumes. Obviamente, ya hemos publicado mucha música. Probablemente hayamos lanzado cerca de 30 canciones. Quizás deba verificar la cifra exacta, ya que crece constantemente, pero es más o menos ese el número de temas publicados.

Los tres nos conocimos y nos hicimos amigos en la universidad. Estudiamos ingeniería juntos y no teníamos grandes expectativas musicales. Tocábamos música como pasatiempo y, más tarde, en 2022, lanzamos un par de canciones y las cosas empezaron a avanzar. Pudimos dejar nuestros trabajos y probar suerte. Siempre dijimos que volveríamos a trabajar en seis meses. Eso iba a ser solo una flor de un día. Y aquí estamos, tres años después. El álbum se ha hecho esperar, supongo. Pero solo se puede lanzar un álbum debut una única vez, así que más vale aprovecharlo al máximo. Estamos muy satisfechos, nos encantan las canciones. Todo el viaje ha sido absolutamente increíble. Así que sí, estamos emocionados por ver qué opina la gente. 

¿Cómo recordáis esos primeros tiempos de la banda? 

Kingfishr: Como he dicho, todos nos conocimos en la universidad, estudiando ingeniería. Los tres cursábamos la misma carrera. Aunque probablemente nos llevó un año antes de que realmente conectáramos con la música. Somos amigos por varias razones: traumas compartidos, la pasión por las pintas... La música no llegó hasta quizás un poco después. Creo que empezar la banda fue casi una casualidad. Todos éramos bastante musicales, pero supongo que nunca pensamos en formarla hasta que llegó la COVID-19, el confinamiento, y nos quedamos todos encerrados en casa. No teníamos nada mejor que hacer, solo pasar el tiempo. Así que no queríamos seguir con los estudios y decidimos jugar a la PlayStation y componer música. Hacíamos esas dos cosas durante unas 15 horas al día, todos los días, desde las 2 p. m. hasta las 4 a. m. Las horas de sueño eran raras. Fue en ese momento cuando empezamos a componer música, y la gente de la casa nos decía: «Esto es bastante bueno, deberíais hacer algo con esto». Y entonces nació la banda. No fue hasta seis meses o más después que conseguimos ponerle nombre, porque si nos preguntas a cualquiera de los tres, te dirá que lo más difícil de estar en una banda es elegir el nombre.

Así que fue complicado, pero al final lo conseguimos. Nos conocimos en la universidad y formamos la banda un buen tiempo después, por casualidad. Y estamos muy agradecidos de haberlo hecho, porque no éramos muy buenos ingenieros. Ha sido un accidente muy afortunado. 

Y ya que decís que es tan complicado poner nombre a la banda, ¿nos podéis contar de dónde viene? 

Kingfishr: El nombre lo sugirió la hermana de uno de nosotros porque nos rendimos, la verdad. Crecimos remando en botes, era un deporte. Y en la parte de atrás de nuestra casa hay una zona boscosa donde siempre había martines pescadores (kingfisher) subiendo y bajando. Si remabas, veías a los pájaros pasar en el cielo. Y pensamos que era un bonito símbolo visual. Desde entonces lo vimos como un nombre apropiado. Además, tiene muchas referencias mitológicas e incluso conecta con la leyenda artúrica, del “rey pescador”. Es un nombre que parece surgir mucho en diferentes lugares por alguna razón. Eliminamos la “e” porque nuestro abogado nos dijo que nos demandarían, ya que hay una empresa constructora o algo así con ese nombre. Así que, para evitar ir a juicio, simplemente quitamos la “e”. 

En los últimos años han surgido grandes bandas en Irlanda: Fontaines D.C., The Murder Capital, Inhaler... ahora vosotros. ¿Es Irlanda uno de los grandes salvadores del rock en nuestros días? 

Kingfishr: Irlanda siempre ha tenido una fuerte tradición. Y es algo que se siente y se vive. Incluso desde Thin Lizzy, Rory Gallagher y toda esa gente, parece como si vinieran de hace mucho tiempo. Todo lo relacionado con la música de guitarra, el folk y el rock está tan estrechamente unido que supongo que se presta a eso.

Pero sí, definitivamente también desde Fontaines y Murder Capital, e incluso bandas como The Scratch. No sé qué tiene la música rock y la música de guitarra en Irlanda. Es difícil saber exactamente qué es, pero estamos muy orgullosos de la situación actual en Irlanda, especialmente. Hay muchísima buena música y tenemos el privilegio de que nos mencionen junto con algunas de esas bandas. 

¿Cuáles son vuestras principales influencias musicales? 

Kingfishr: Cambiamos mucho con el tiempo. Crecí escuchando muchísimo a The Killers. Recuerdo que el primer CD que teníamos en el coche era "Sam's Town", una banda fenomenal. Y luego otros grupos como Mumford & Sons o Bon Iver. También nos han marcado cantautores como Dermot Kennedy, Ben Howard y, más recientemente, artistas de country como Tyler Childers.

Además, dos de nosotros crecimos tocando música tradicional irlandesa, lo que sin duda nos ha influido, ya que hay muchos grupos tradicionales irlandeses que están surgiendo y que escuchamos, como Project Smock, e incluso grupos con un toque más folk como Lankum y otros similares. Creo que ese elemento tradicional irlandés nos influye, al igual que todos los que mencioné. 

¿Y qué influencias literarias tenéis? Hago esta pregunta porque sé que la literatura y la poesía son muy importantes para el pueblo irlandés y su música, y percibimos esta importancia en vuestras letras. 

Kingfishr: Sí, absolutamente. Nos encanta que nos hagas esta pregunta. Nos inspiran autores como Seamus Heaney, que siempre nos ha parecido un personaje muy interesante. También está Seamus O'Rourke, que sigue escribiendo un montón de poesía. Escribió un poema que trata sobre su relación con su padre. Es un escritor fantástico que captura algo muy profundo de la cultura irlandesa. Pero también nos gustan John B. Keane o William Butler Yeats. Creemos que la tradición literaria irlandesa impregna nuestras letras, igual que el folk lo hace con nuestra música. 

El próximo noviembre, tocaréis en mi ciudad, Barcelona (7 de noviembre, Sala Wolf), y en Madrid (8 de noviembre, Sala Villanos). ¿Qué podemos esperar de este concierto en nuestro país para los que nunca os hayamos visto en directo? 

Kingfishr: Creo que cuanto más viajamos, más nos damos cuenta de lo que buscamos en cuanto a un concierto en directo. Creo que la cultura irlandesa se basa en cantar o tocar música en comunidad. Nos encanta la idea de que la gente pueda participar y cantar juntos, y que sea menos una banda en el escenario y más un canto colectivo en interacción con el público. Así que espero mucha energía, mucho canto, mucho sudor. Yo sudo muchísimo (risas). No es mi mejor cualidad. 

Habéis tocado en festivales como Glastonbury, Reading o la Isla de Wight. ¿Alguna anécdota especial? 

Kingfishr: Sí, Glastonbury fue una locura. Tocamos el sábado y otra vez el domingo, y tuvimos un público estupendo los dos días. Nos sorprendió mucho. El domingo por la mañana nos despertamos todos. Estábamos un poco cansados y tuvimos que ir a tocar. Estábamos programados a las 12:30, así que nos costó mucho salir del saco de dormir porque era el tercer día del festival. Bajamos a la carpa y nos sorprendió que estuviera llena. Nos quedamos impresionados. Ahora, anécdotas reales... mejor te las decimos en privado, (risas). Digamos que nos lo pasamos genial. 


Lleváis mucho tiempo sobre el escenario y no habéis publicado un álbum hasta ahora. Sin embargo, vuestras canciones han tenido un éxito increíble en las listas. ¿Cómo es que habéis tardado tanto en lanzar el LP? 

Kingfishr: Probablemente sea por el estilo de publicación actual. Supongo que hoy en día la gente asimila la música de forma un poco diferente. Creo que todavía nosotros valoramos mucho un álbum, y puede que tú también, pero creo que a la mayoría de la gente ahora lo que le importan son los sencillos. Así que el álbum, creo, está más enfocado en la comunidad que construyes con tus fans, y los sencillos buscan llegar a nueva gente y atraerla a esa comunidad. Quizás primero hemos estado construyendo esa base. Y el álbum, supongo, cierra este capítulo, y es de ese modo como uno quiere terminarlo.

Ahora era el momento de cerrar ese capítulo y pasar al siguiente. Llevamos tres años siendo “la nueva banda” y parece que ahora era el momento adecuado, al menos, para terminar esa etapa y comenzar otra. Es como el cierre de nuestro primer capítulo, en el que contamos quiénes somos y nuestra historia. De eso trata nuestro primer álbum. 

El sencillo "Killeagh (no sé si lo pronuncié bien)" tuvo 100 millones de reproducciones y alcanzó el número uno en Irlanda. ¿Es vuestra canción más especial hasta el momento? 

Kingfishr: Bueno, es una canción que ha cobrado vida propia, algo que nunca antes había sucedido a esta escala. Esa canción era la cara B de un lanzamiento que teníamos. Ni siquiera era el sencillo principal. Y en cuanto empezó a crecer, nosotros no tuvimos nada que ver. Fue la gente quien la tomó y la impulsó. Sin duda tocó una fibra sensible culturalmente. En Irlanda, ahora es sin duda nuestra canción más reconocible. Aunque para nosotros quizás "Shot in the Dark" sea la canción más representativa a nivel personal, ya que cuenta mejor nuestra historia. No es que estemos restándole importancia a "Killeagh" ni al papel que tiene para nosotros como banda. Pero simplemente fue una canción que surgió de la nada, algo fortuito y nada previsto. Que haya tenido tanto éxito en Irlanda es difícil de asimilar. 

¿Podéis hablarnos sobre vuestro proceso de composición? ¿Qué suele ir primero, la música o la letra? 

Kingfishr: Es algo que ha ido cambiando. Al principio solíamos empezar por la música y después venían las letras. Últimamente ocurre al revés: hemos estado escribiendo para el segundo álbum y nos hemos dado cuenta de que nos dejamos llevar más por las letras. Ahora comenzamos con una idea lírica o melódica. Estamos explorando nuevas formas y eso hace que el próximo material tenga un aire diferente. No sabemos si el sonido será mejor o peor, es algo que tendremos que ver. 

Muchas de las letras de vuestras canciones parecen muy íntimas o nostálgicas. Tocáis música folk irlandesa y también pop. Pero con el folk irlandés, tratáis temas universales que son importantes en otros lugares del mundo. ¿De dónde vienen esas emociones?

Kingfishr: Es difícil de decir. Quizás hayamos cometido muchos errores en la vida. Pero supongo que es simplemente la experiencia. Alguien dijo una vez que todos llevamos una canción en el cuerpo, y creo que es muy cierto. La música folk irlandesa es antiquísima, tiene miles de años. Algunos de los instrumentos más antiguos del mundo se utilizan en ella. Eso está en nuestro ADN cultural, igual que ocurre con la música tradicional española.

¿De dónde vienen los temas de los que cantamos? De la familia, de la tierra, de la experiencia de la gente contando historias en bares, casas, alrededor de chimeneas y disfrutando de la compañía mutua. Creo que de ahí vienen. 

Y después de la gira y el lanzamiento del álbum, ¿cómo veis el futuro de la banda? 

Kingfishr: ¿Quién sabe? El futuro de la banda, como el próximo año, ya está prácticamente definido entre el calendario de lanzamiento del álbum, las giras, los conciertos y demás. Y ya estamos escribiendo el segundo álbum. Hay algunas canciones que probablemente ya sean candidatas. Así que, después de algunas fechas en el calendario que no podemos compartir, probablemente estemos pensando en una campaña para el segundo álbum y una gira que nos lleve a lugares del mundo donde aún no hemos estado, con conciertos más grandes. Es más de lo mismo, pero porque es absolutamente increíble. Nos lo estamos pasando genial y no creo que ninguno de los tres quiera parar pronto. Así que más de lo mismo: más canciones, más álbumes, más conciertos. Va a ser muy divertido. 

Estoy seguro. Personalmente, las últimas dos semanas he estado escuchando mucho vuestra música y tengo una intuición muy clara de que seréis una banda muy famosa y grande. ¿Os habéis preparado para este éxito o para esa posibilidad? 

Kingfishr: No, probablemente no. Creo que lo único que tenemos a nuestro favor es que estamos los tres y somos amigos desde hace mucho tiempo antes de formar la banda, porque vemos a gente que se vio empujada a esto sola, sin un grupo de apoyo a su alrededor, y debe de ser muy difícil para ellos afrontar todo esto solos. Si ves el documental de Lewis Capaldi, cuenta cómo saltó a la fama tan rápido y simplemente no supo manejarlo bien, lo cual le afectó muchísimo. Creo que lo que venga, ya sea éxito o fracaso, tendremos que manejarlo. Todo es una posibilidad, pero ojalá no sea el fracaso. Al menos los tres estamos ahí para apoyarnos mutuamente y creo que estaremos bien.

Los Jaleo: “Nos gusta mezclar letras poéticas encaminadas hacia una lírica dolorosa que creemos que encaja con el dramatismo que le damos a nuestra música”


Por: Javier González. 
Fotografías: Teresa Sánchez.

El próximo sábado 13 de septiembre Los Jaleo estarán actuando en la madrileña sala “El Sol”, lo harán con la magnífica excusa de presentar en directo su primer disco de larga duración, titulado “El Quebranto”, continuación de su Ep editado en el año 2023, “El Duelo”. En el mismo han decidido ir un punto más allá en lo que a propuesta se refiere, ampliando las miras de sus habituales querencias rockeras, ahondando en el folclore hispano y latino, en su más amplia y virtuosa acepción, para rematar diez composiciones que son puro dramatismo lorquiano a las que acompañan con una variada y acertada instrumentación ante la que es complicado no dejarse arrastrar. 

Maravillados ante lo que bien podría ser un “redebut” de los más prometedores de nuestra escena actual, hemos decidido ponernos en contacto con la banda al completo para que nos hicieran partícipes de “El Quebranto” que ahora les recorre, todo ello en el marco de una de las semanas más especiales que recuerde este fenomenal y talentoso cuarteto madrileño. 

Desde hace tiempo un rumor venía avisando de que había un combo llamado Los Jaleo que estaba cocinando a fuego lento un auténtico discazo. Para todas aquellas personas que nos os conocen, ¿dónde y cómo surge una banda como la vuestra? 

La banda surge, como no podría ser de otra manera, en un bar del madrileño barrio de Malasaña, casi como un amor a primera vista. Los Jaleo surge de la fusión del folclore español y latinoamericano con la energía del rock. Hemos definido nuestro estilo como CoplaRock. 

Por fin ese trabajo está entre nosotros, bajo el título de “El Quebranto”; es un álbum de lo más especial que en esta entrevista vamos a intentar desentrañar, pero antes caigamos en el tópico del mal periodista. ¿Por qué un título tan rotundo y sentido como “El Quebranto”? ¿Con cuál de sus múltiples acepciones deberíamos quedarnos? 

Además de tener que ver con los duelos y quebrantos, que es un plato que se come por La Mancha, esto nos pareció que casaba muy bien con nosotros. Por un lado, “El Duelo”, que fue nuestro anterior trabajo, y ahora “El Quebranto”. Son dos piezas que conforman un todo. En nuestras canciones siempre hay un proceso de quiebra interna, de abrirse las tripas, mirarse dentro y sacar ahí una letra o una melodía. Eso es una constante. Y, además, quebranto es una palabra que sale mucho en la lírica de Lorca. Traerle de manera inconsciente ha sido una confabulación de los astros. Hemos trazado un camino que pasa a través del Misterio, la Pasión, el Quebranto, la Pena y la Esperanza. También hemos contado con referencias del neobandolerismo y la cultura mediterránea, manteniendo nuestros propios toques oscuros y rockeros. Las historias que contamos en nuestras canciones dejan ver escenarios de desiertos, iglesias, casas de pueblo antiguas y ruinas, con un simbolismo profano que terminan de adonar nuestro “Quebranto”. 

“Somos exploradores musicales y hemos querido experimentar” 

Hay muchas cosas que desentrañar en el mismo, desde su portada, con una iconografía muy particular y cuidada, hasta en el interior, donde la temática de las canciones, su lírica y sonoridades son capaces de llevarnos hasta otros tiempos musicalmente más cálidos e infinitamente más sentidos. ¿Cómo se aíslan cuatro personas de la inmediatez y los ritmos prefabricados hoy día para crear una decena de canciones que están en las antípodas del mundo actual? 

Creemos que nuestras canciones sí se encuentran en el mundo actual. Consideramos que venimos de una nueva oleada de música folclórica que comenzó con Rosalía y C.Tangana, a la que nosotros estamos mezclando con nuestra realidad del folclore latinoamericano y nuestro rock. Hemos trabajado en lo que creemos que es la clave, no tener prejuicios sobre la creación y aunar nuestras raíces del folclore español, del folclore latinoamericano con el que convivimos, y la razón por la que cada uno de nosotros cogimos un instrumento, que es el rock. Somos exploradores musicales y hemos querido experimentar con el pasodoble, el surf, la jota, la cumbia, la chacarera argentina y estamos muy felices de trabajar en esta línea. 

Es evidente que vuestras influencias son muy heterodoxas. ¿De qué forma se construye esta mezcolanza? ¿De qué forma decidís cómo vais a vestir cada composición? 

Muchas veces, cada uno de los integrantes puede traer una inspiración de un sonido, melodía o género que quiere explorar, así como una letra o una melodía que haya estado trabajando. El siguiente paso es tocarlo en el ensayo, en el que suele mutar mediante nuestros propios manierismos y lenguaje que tenemos con nuestros instrumentos. Ya luego terminamos de encajarlo en una gran imagen que nos permita contar una historia. Al fin y al cabo, contar historias es lo que hacemos. 

Vuestras letras son sentidas y apasionadas, donde el lirismo y la teatralidad y el drama se entremezclan. ¿Cuáles son los referentes de los que bebéis para dar vida a esa peculiar forma de hacer? ¿Hay más influencia de escritores de libros y poemas, o de autores de canciones? 

Parte de nuestra esencia nace de la adoración que tenemos por Federico García Lorca y de su realismo mágico. Nos gusta mezclar letras poéticas o encaminarlas hacia una lírica dolorosa que creemos que encaja con el dramatismo que le damos a nuestra música. También otros grandes referentes para nosotros son Luis García Montero, Gil de Biedma, Ángel González, Piedad Bonet, Mauricio Aznar, Javier Corcobado, Miguel Hernández y por supuesto, Pedro Salinas. A la hora de dar una guía a la gente que os desconozca hemos citado las siguientes referencias: Los Coronas, Andrés Hererra “Pájaro”, Gabinete Caligari, Malevaje, Diego García “El Twanguero”, Los Coyotes, Leone y Javier Corcobado. 

¿Hemos fallado mucho, poco o nada? ¡Está perfecto! Escuchando la forma de frasear de cada canción he observado una innegable cercanía con la forma de cantar del ya mencionado en un par de ocasiones Javier Corcobado. ¿Es una de vuestras grandes referencias? En caso de que así sea. ¿Qué destacaríais de su trayectoria? 

Justo lo mencionamos antes como referencia por su estilo desgarrador. Algunos de nuestros destacables en su trayectoria podrían ser su paso por Mar Otra Vez y Demonios tus ojos en los 80, con su visión oscura y rupturista, al igual que “Boleros enfermos de amor” y “Agrio Beso”. 

Revisitáis de una forma muy particular “Y Sin Embargo”, el clásico de los maestros Quintero, León y Quiroga. ¿Hasta qué punto es una responsabilidad abordar una canción de tal importancia y calado emocional? 

Es una responsabilidad absoluta, pero también queríamos hacer una revisión con mucha zapatilla y vientos a lo Big Band. Siempre nos gusta crear una versión, a nuestro estilo, que encajara con el lienzo que hemos estado dibujando en el trabajo en el que nos encontremos inmersos. Es este caso, “Y Sin Embargo” nos va como anillo al dedo. 

También hay cortes como “Libre”, donde abrazáis abiertamente el folclore del otro lado del Atlántico a ritmo de chacareras, algo que pondría de lo más orgulloso al gran Mauricio Aznar. ¿Hasta dónde llega el cajón sonoro de los Jaleo? ¿Con qué otros ritmos soñáis con jugar en un futuro? 

De momento estamos explorando géneros que tienen que ver con nuestra realidad y nuestra historia. Cada uno de nosotros le gustaba el rock y eso nos condujo a tocar un instrumento, pero también hemos pasado por una época de vuelta a nuestras raíces y mirar a las diferentes culturas que se encuentran cerca de nosotros, como la latinoamericana. Es probable que nos encaminemos a sonidos relacionados con África, pero eso sólo lo puede decir el tiempo cuando salga nuestro siguiente trabajo. 

Venimos hablando para bien de vuestra heterodoxia musical, tras cuya pista nos puso Nerea de BRAVA, todo sea dicho, y más tarde, Nacho Álvaro “El Patillas”. ¿Qué otras bandas del panorama musical sentís relativamente cerca de vuestra propuesta? 

Podríamos decir que bandas como Calexico, The Sadies, Lalom, Derby Motoreta´s Burrito Cachimba, Pájaro, Lila Downs, LaPuraSangre, Café Quijano, Los Rodríguez o Los Coronas. 

Hoy en día las fronteras musicales parecen haberse difuminado y hasta puede que tengáis la certeza de que el proyecto de Los Jaleo nazca con sentido minoritario, buscando paladares selectos, pero me apetece preguntaros algo. ¿Teméis quedaros en tierra de nadie sin encontrar acomodo en una escena concreta? 

Amamos el folclore, la cultura popular y creemos que nuestro directo puede sumar energía, color y raíces a cualquier escenario que pisemos, donde estamos acostumbrados a conectar tradición con modernidad. Creemos que ya existe una escena de proyectos que exploran en términos similares a nosotros, con un público que les sustenta, así que podemos ver casos de éxito. Es algo que nosotros mismos podemos ver en como nuestro público nos responde, como nos piden más y como eso permite a la banda seguir creciendo, así que no tenemos miedo.

El próximo sábado día 13 estaréis presentando “El Quebranto” en la sala “El Sol”. ¿Qué sentís ante la proximidad de una fecha que seguro tendréis marcada en rojo en el calendario? 

Pues sentimos mucha expectación, nervios, ganas de soltarlo todo y quedarnos a gusto. Este es todo un hito en nuestra propia historia como banda y en nuestras carreras como músicos. Es el trabajo en el que más cariño hemos depositado y vamos a contarlo con todo lujo de detalles, con sección de vientos, percusión y un despliegue que pueda sumergir al público en nuestro imaginario teatral y dramático. 

¿Qué podrán ver en directo todos aquellos chuletas madrileños que se acerquen a disfrutar del dulce de drama que encierra vuestra música? 

Folclore evocativo, rock descarnado y una estética lorquiana con detalles neobandoleros y western que les va a hacer experimentar un show único.

Entrevista: Jordi Skywalker


“Nunca me pude imaginar volver a la música con un disco así”

Por: Jorge Bravo Crespo y Javier González.
Fotos: Jorge Bravo Crespo.

De sorprendente puede calificarse el debut de Jordi Skywalker después de su huida hace doce años de Buenas Noches Rose. No, este álbum no tiene nada que ver con aquello, sólo tiene en común con el grupo madrileño la voz del protagonista. "Corazón de Padre Atómico" es un disco en su casi totalidad acústico que ha sido producido por su ex-compañero de banda Rubén Pozo, ahora estrella gracias a Pereza, y que aquí firma bajo el pseudónimo de Rick Ruben.

El álbum empieza fuerte con el rock campestre de "Burriquita", las historias cotidianas se reflejan en "Héroe de mi Casa"; ahora Jordi se ha hecho mayor y es padre de tres retoños. "Babylon" y "Amor Cósmico", revindican el espíritu hippie que recorre todo el disco. "Muerte Súbita" por su parte fue grabada tras su salida del grupo y es un alegato al destino que quiere correr cuando pase a mejor vida, sin dudas una de las grandes joyas del minutaje. "Simple" y "Circulo", también son grandes temas en la línea y temática de todo lo que se esconde dentro de la carta de presentación que ha hecho Skywalker. Quizás por poner algún pero, lo más flojo sean las canciones en francés –Jordi ha pasado parte de los últimos años viviendo allí y su compañera sentimental es de el país vecino, por lo que algo se pega- pero ni por esas podemos hablar mal de este trabajo.

Había ganas de que Jordi volviera a la actividad y desde aquí le recibimos con los brazos abiertos. No contentos con escuchar su nuevo trabajo, decidimos acordar con él una cita en Madrid para que nos hablara de su nuevo proyecto.

Concertamos la cita con él en un caro restaurante de la plaza de Oriente. Era curioso el contraste de ver a nuestro entrevistado en un entorno así. Tras unos cordiales saludos con Pablo Camuñas, nuestro enlace, podemos estrechar la mano al señor Jordi Skywalker. Cuando era casi un adolescente, dinamitó la escena de mitad de los 90 en España como “frontman” y cantante de Buenas Noches Rose, grupo de culto del Madrid de la época. Conocieron esa extraña fama que surge en pocas ocasiones dentro del “underground”, rozaron el éxito y cuando estaban a punto de alcanzarlo, poco después de grabar su segundo disco, Jordi abandonó la banda para cambiar por completo de vida.

Jordi es un tipo afable, cercano, que mira a los ojos con ojos de niño travieso. Transmite mucha paz interior, cree en lo que hace y contagia su entusiasmo, ese que ha plasmado en su primer disco en solitario. Disfrutamos de una amena charla con él que ahora hacemos vuestra.

Pues vamos a empezar por el principio si te parece Jordi. Por el momento en que te plantas y dices “esto se para y se acabó la historia de Buenas Noches Rose”. Explícanos un poco los motivos por los que abandonas el grupo

Jordi: El detonante principal es que empecé a ver una lucecita y unas ganas de revivir una vida mejor, por decirlo de alguna manera. Esa lucecita me hizo darme cuenta de muchos males, muchas angustias que estaba viviendo en aquel momento. Había más factores, desde que el show-bussines era una puta porquería, al hecho de entrar en una multinacional, lo que lleva a la profesionalización del concepto del rock. Todo eso se estaba cargando lo que en realidad éramos o por lo menos, la esencia. Esa esencia la vuelvo a encontrar ahora y de la manera que lo estoy haciendo. Creo que estoy realmente libre y a gusto. Luego también estaba medio abrumado. Estaba en la oscuridad y no veía salida ninguna, estaba muy enganchado. No enganchado en sí a una sustancia determinada, sino muy enganchado a muchas cosas personales. A mis gilipolleces y no podía romperlas si no era realmente cortándolas y desafortunadamente había que romperlas. La única forma era romper ciertos nudos y entre ellos estaba el dejar el grupo.

¿Cómo se desencadenaron los acontecimientos de la ruptura de Buenas Noches Rose?
 
Jordi: Recuerdo que en ese periodo unos seis meses antes de que ocurriera ya no estaba bien. Lo iba soltando en las reuniones con el grupo. Era como si estuviese diciendo es que me apetece un “break” o un descanso, antes de realmente estuviese pasando nada entre comillas. Llevaban ya muchos años pasando cosas y realmente entramos en el periodo en el que pasan cosas de “verdad”. Te empiezan a reconocen los medios, la gente, empezamos a dar bolos muy importantes o a grabar un disco con un gran productor, cambiamos de manager y entramos en una especie de mal sueño, donde te aparecen los personajes y tú dices, si a este pavo no lo conozco, a ese tampoco (Risas). Veníamos de un mundo donde estábamos trabajando con gente de nuestra confianza. Luego dentro del grupo con tus compañeros empieza a haber roces, diferentes puntos de vista, cosas que dicen en una entrevista que a uno no le parecen bien, al otro sí y a nivel de concepto musical. Llega un momento en que dices “¿merece la pena seguir?”, pienso que depende de lo que cada uno busque.

¿Eres consciente de que tu historia, la de Jordi Skywalker, es una de las más paradigmáticas dentro del panorama underground de nuestro país?

Jordi: Sí, si lo ves desde un punto de vista más exterior, alguien puede pensar “¿Por qué cojones este pavo lo deja en este momento que han pegado un pelotazo y que eran un grupo que sonaba muy bien?”. Pero eso pasa en la vida, a mí me paso con Buenas Noches Rose y ha quedado un poco anecdótico, como un personaje publico que desaparece y…eso ha permitido también que ocurriesen cosas que soñaba. Con Buenas Noches Rose veía que teníamos un origen underground y que tenía que continuar siendo así.

Hemos insistido mucho en el tema Buenas Noches Roses por una cuestión. Personalmente creemos que ese momento es el que marca el nacimiento de este disco. Creo que en “Corazón de Padre Atómico” se refleja muy bien esa necesidad de encontrarte contigo mismo y la felicidad. Esos doce años son determinantes. Te has estado dedicando a ir de un lado para otro, a encontraste contigo mismo y siendo feliz con tu familia, tu pareja, teniendo críos. ¿Nos gustaría conocer el proceso hasta llegar aquí?

Jordi: Lo que dices es muy interesante. Si no hubiese tenido esa trayectoria o no hubiese ido por ese camino, quizás no hubiese sacado un disco hoy en día. Estaría dedicándome al campo y a mis cosas, a lo mejor por azares tocaría un poco la guitarra o escribiría o pintaría. Buenas Noches Rose fue mí escuela, pero en un momento dado de mí vida me dije “Tío, tu camino esta ahí”. Me refiero al proceso de crear, no a sacar un disco. De la manera en que lo he hecho me siento muy bien. A Buenas Noches Rose le agradezco todo lo que he pasado en mi juventud, siendo un fan del Rock and Roll y de lo que es la música rock y popular. Eso me ha aportado tanto de chaval, que haber pasado por ahí y ahora mismo verme en la posición que yo estoy. Buenas Noches Rose es como mi familia, son mis amigos de juventud y es lo que ha hecho que hoy en día este sacando un disco.

Y durante este tiempo en estos doce años de silencio, ¿como iban surgiendo las canciones? Da la impresión de que hay temas que son mucho más antiguos que otros. Algunas nos aventuraríamos a decir que son de la época inmediatamente posterior a dejar Buenas Noches Rose.

Jordi: Sí, nada mas dejar el grupo hice algunas. El resto las he ido haciendo según me venían. Había periodos. Yo en Buenas Noches Rose empecé cómo “frontman”, pero luego en mi casa con Rubén hacía mis cosas paralelas, hacíamos unas paranoias intragables, pero guapas. Rubén una vez incluso me decía "no se puede hacer música así, tío" porque yo era muy flipado de grupos como Fugazi. Bandas que hacían música en un garaje. Ese lado mío en Buenas Noches Rose no lo podía desarrollar, lo desarrollaba con Rubén en casa.

Durante aquella época apenas tocabas la guitarra.

Jordi: Bueno rasgaba la acústica de vez en cuando en "Hermana”.Aunque hoy en día tampoco toco muy bien. Se podría decir que me defiendo.

Bueno, en determinadas ocasiones lo importante es el sentimiento. ¿No crees?

Jordi: Me desenvuelvo bien y tengo ritmo (risas). Lo que quiero decir es que ese lado ya existía. Al tomar una vía más personal al margen del grupo, me encontré mas conmigo mismo, empecé a componer y a expresar las cosas que siento. Quizás llegó un momento que no me identificaba al 100% con lo que hacíamos y luchaba por defender las cosas que hacia en directo a niveles estratosféricos. Intentaba que aquello fuese la espectacular.

Nosotros recordamos cosas alucinantes de tu etapa con Buenas Noches Rose. Recuerdo momentos en que te lanzabas al publico, te llevaban hasta el final de la sala y te devolvían al escenario.

Jordi: Sí, sí. Hacíamos cosas de esas habitualmente.

Había momentos apoteósicos. Cuando te tirabas la cerveza por encima. En aquella época flipábamos. No había nadie que hiciera lo que tú hacías.

Jordi: Claro era muy guay. La verdad es que era la “caña” y a nosotros nos parecía que éramos un grupo cojonudo. Me creía el cantante más grande del planeta tierra pero bueno los años te enseñan. Para mí lo que hago hoy en día creo que es de puta madre y me vale. También el concepto personal ha cambiado y te ves a ti mismo de otra manera. Te ves tranquilo, sin ambición, sin histrionismo y disfrutas, ¡joder!

Creo que esto que comentas se refleja mucho en el disco. Habla de los sentimientos de una persona y su percepción del mundo. Hay pocos discos tan sinceros como este, luego gustará o no gustará, pero la sinceridad está ahí.

Jordi: Sí claro, eso ya da igual, eso es el mundo el que lo juzga. Es como si alguien viene y dice “hay gente que piensa que Jordi es de puta madre”. Mucha gente piensa que Jordi es gilipollas, pero da igual. Jordi o cualquier persona tienen su camino. El mío es este.

Jordi, en qué momento te ronda la cabeza la idea de grabar las canciones en una maqueta.

Jordi: Lo cierto es que tengo mucha relación con Mario Torralba, él está muy metido en la música y en el tema del sonido. Siempre tenía la intención de que grabáramos algo. Me decía "Joder, me encantaría grabarte estos temas tío". Un día ordenador en mano, con una tarjeta y dos micros, en Aragón nos lanzamos. Tardamos tres días en grabarlo allá por 2009.

¿Qué ocurre con esa maqueta? ¿Se envía a compañías por si interesa o simplemente se la pasas a tus amigos?

Jordi: Grabé esa maqueta y se la mandé a mis amigos. Dentro de mis amigos está Rubén. De vez en cuando me he visto con él. Ha habido periodos de tres y cuatro años sin vernos. Entonces un día Rubén me llamó en plan colega, y me dijo "tío me encanta, las canciones en francés son la polla, me encanta como cantas". Pablo Pinilla consiguió mí teléfono a través de Rubén, porque iba a sacar un libro de 30 años de su carrera y quería un recuerdo, él me dijo "joder, tío, qué hay de tu vida, cuántos años sin saber de ti". Le dije que había grabado una maqueta me dijo, "mándamela porque estoy montando un sello nuevo". Se la mandé y me llamó a las tres semanas para decirme que le encantaría editarla con su sello. Le dije que genial. La maqueta quedó muy...la grabamos dentro del carromato donde he vivido. La historia es que la gente flipo con el sonido era un sonido cálido, un sonido que molaba, no había que perder esa esencia. De hecho dije, “si grabo un disco lo grabo en el carromato”. (Risas)

El culpable de que hayas vuelto a grabar ha sido Pablo Pinilla.

Jordi: Pinilla ha sido el mecenas. Él ha puesto los tres mil “pavos” que hacían falta para tirarnos un mes grabando. Del carromato nos pasamos a una casa de madera, una vieja bascula de carros y camiones, ahí es donde finalmente lo grabamos. Nos molaban como quedaban los ruidos de fondo.

¿Qué ha aportado a los mandos de la producción Rubén?

Jordi: Rubén estaba allí desbocado y al mismo tiempo súper concentrado haciendo su tarea de productor. A nivel musical lo ha enriquecido enormemente. Yo con la persona que más a gusto me he sentido tocando ha sido con Rubén. Siempre me he entendido muy bien. Tenemos los mismos gustos musicales y además toca cómo Dios.

Podríamos decir que entre unas cosas y otras has encontrado el perfecto equipo de trabajo.

Jordi: Todo fue casual. Le dije estoy haciendo un disco y Rubén me dijo “yo te ayudo”. A Pablo le gusto mucho la idea, pero no pone Rubén de Pereza en ningún sitio, ni queríamos hacer un reclamo de ello. Luego está Pablo que ya me conocía a mí. Él ha hecho producciones muy comerciales que no se adaptan a mí. Él fue el productor del primer disco de Buenas Noches Rose. Yo no creo que nadie me hubiera grabado un disco si no me conoce. Él me dio confianza para que hiciera lo que me diera la gana.

Independientemente del barniz comercial que puedan aportar los nombres de Rubén y de Pablo, evidentemente este no es un disco de “40 principales”, no es un disco de melodías sencillas, no es un trabajo de estribillos fáciles. Volvemos a lo que decíamos antes, es un disco sincero y autentico. Nosotros creemos que con eso es más que suficiente.

Jordi: Nunca me pude imaginar volver a la música con un disco así. Estoy muy orgulloso. Este sonido me encanta. Me dicen, “¿Cual es tu canción favorita?” y digo, “no tengo canción favorita”. Me gusta en un momento dado la una y en otro la otra. Todo el equipo nos sentimos que estábamos haciendo algo arriesgado. Sacando sonidos que Mario decía “esto nos pilla en los setenta y nos hacen un monumento”. Hemos hecho cosas muy experimentales, que luego a lo mejor no se aprecian en su totalidad. Los estudios de sonido son tan antisépticos. Entras en un estudio y no se oye nada, a mí el sonido de fondo en los discos siempre me ha molado. Escuchas un disco de Pink Floyd, el "Wish You Were Here" y oyes a un tío desayunando “Corn flakes” en la cocina. Es cómo un viaje. Mola un montón descubrir ruidos e historias detrás.

A nivel de instrumentación también es un disco complejo. Habéis llegado a utilizar un cubo de basura como instrumento.

Jordi: Sí. Lo llevamos en directo y hay una persona que se dedica exclusivamente a tocarlo. El bidón lo recupere en la escombrera. Me decía Rubén necesitaremos una batería, “ni batería ni nada” le dije. Me subí a la escombrera y les llevé el bidón. Por otro lado también me gusta que haya batería en algunos temas. En el disco la toca Rubén.

Nos llama la atención el hecho de que hay algunas canciones dentro de “Corazón de Padre Atómico” que están cantadas en francés. ¿Por qué has grabado esos cortes en el idioma del país vecino?

Jordi: Lo hablo. Tengo amigos franceses, mí chica es medio francesa, mis hijos lo hablan. Me salió muy natural al hacerlo. Me tiré cinco años en Francia, además me permite componer de otra manera.

A nosotros nos gusta especialmente una canción. Se trata de “Muerte Súbita”. 

Jordi: Es una de las preferidas de la gente en general. Es uno de los cortes más antiguos. Tiene nueve años.

Vamos a ir acabando con la entrevista. ¿Qué planes tienes para salir de gira y sobre todo, con quién?

Jordi: Ya tenemos la banda formada. Somos ocho personas en el escenario más colaboraciones. Hay momentos que somos trece en escena. Nos hemos llamado la “Compost Band”. Estamos preparando una gira en burro por toda España. De pueblo en pueblo. (Risas)

Nos asalta una duda con respecto al directo. ¿Vamos a volver a encontrar a ese chamán que era Jordi Skywalker o por el contrario el paso de los años te ha relajado?

Jordi: No. Estoy todo el rato sentado y aburrido (Risas). Hay que verlo, no puedo prometer nada. No vais a ver a Buenas Noches Rose, pero pienso que la gente que venga a verlo no saldrá decepcionada, puede disfrutar de algo que le puede gustar. De momento quienes han venido a los directos han salido satisfechos. Te hablo de gente de setenta años, de treinta y de doce. Quizás si me quitan la guitarra y tengo una banda detrás pues a lo mejor vuelvo a desmelenarme, aunque ahora tengo que sujetar las canciones con la guitarra.

¿Tenéis algún concierto programado ya en nuestra ciudad?

Jordi: A partir de Octubre, cuando estemos más rodados, os iremos informando.

Una curiosidad…Recuerdo una anécdota que tuvimos con Rubén. Una noche me vio con una camiseta de los Posies y me dijo “este grupo me lo recomendó Jordi”. ¿Te siguen gustando?

Jordi: ¡Hostias los Posies! ¿Todavía siguen? A mí me gustan mucho tío (Risas). Los vi en una sala hace muchos años. Ahora no recuerdo el nombre...

El tiempo se agota. Recogemos nuestras pertenencias. Estrechamos unas cuantas manos y agradecemos a Jordi el trato recibido. Nos perdemos por el centro de Madrid con la satisfacción de haber entrevistado a un tipo de lo más artísticamente sincero que nos hayamos echado a la cara. A día de hoy podemos vanagloriarnos de decir que hace unas semanas entrevistamos a alguien que no entiende la música como negocio, que va más allá, pues la observa como forma de expresión vital. Mucha suerte Jordi y que la fuerza te acompañe.

Julián Hernández: "La supuesta moderación de la derecha se ha convertido en un discurso virulento"


Por: Kepa Arbizu. 

Si hay alguien dotado del suficiente ingenio como para desplegar un espacio donde puedan convivir las historietas de Mortadelo y Filemón con James Joyce, ese es Julián Hernández. Alma máter de la banda Siniestro Total, ahora dedicado a tareas literarias, su nueva novela, tras el debut en dicho formato con “Sustancia negra” (Espasa, 2015), titulada “Han de caer del todo” (Trama, 2025), observa con su habitual punzante ironía los últimos días de vida de Francisco Franco mientras radiografía la sociedad española de la época, un moribundo dictador capaz todavía de blandir su pluma para dictar sentencias de muerte. Un destino sanguinario del que la disparatada y cómica misión que trasladan estas páginas pretenden salvar a José Humberto Baena, uno de los últimos fusilados por el régimen. En una pirueta tan desternillante como apocalíptica, el libro supone una aleación entre la ciencia ficción, el idioma de los tebeos, el surrealismo o el relato costumbrista. Sobre todo ello, y otras cuantas cosas más, hablamos con el siempre locuaz y clarividente autor gallego. 

Siempre has reconocido que tanto para tu anterior novela, “Sustancia negra”, como para ésta fue un encargo el que te llevó a escribirlas, ¿sin ese empujón nunca habrías decidido entrar en el ámbito de la novela o al final era algo que acabaría cayendo por su propio peso? 

Julián Hernández: Dudo que hubiera acabado cayendo por su peso, fue Belén Bermejo quien no me dio otra opción en un contubernio con Mario Tascón, ambos tristemente ya no están con nosotros, quien le facilitó mi contacto y me llamó no para proponerme, sino ordenarme, (risas), que me pusiera a escribir. Yo le dije que no era capaz, que me dedicaba a otras cosas, pero no hubo manera. A partir de ahí cada quince días me pedía una sinopsis de lo que iba haciendo, y me inventé el delirio que luego sería “Sustancia negra”. 

“Han de caer del todo” no fue un encargo tampoco, porque no es que precisamente hubiera sido un "best seller" ni nada parecido el anterior libro, sino que significaba seguir escribiendo e ir mandándole el resultado. El proceso se me atragantó un poco, y después de diez años conseguí rebajar hasta las doscientas páginas el libro, porque en principio iba a ser un novelón con muchas cosas más, pero tampoco es que seamos Thomas Pynchon (risas), así que acabó quedando en lo que es ahora. 

“Han de caer del todo”, aunque parte de la premisa de intentar salvar a José Humberto Baena, uno de los últimos fusilados por el franquismo, transcurre en múltiples direcciones, ¿fue esa idea la central sobre la que surgieron todos los demás afluentes o ha sido más un ejercicio de montar un puzle con distintas piezas? 

J.H.: Desde el principio estaba claro lo de Humberto Baena y también toda la incursión en el monte del Pardo, más que nada porque esa idea viene de "Objetivo: la Luna", una de las aventuras de Tintín, donde aparece en unas instalaciones en Syldavia, hay una avioneta sobre la que pierden la pista y que ya ha conseguido colarse en ellas… A partir de ahí consistía en ir uniendo ambas cosas. Porque esos fusilamientos fueron tremendos, yo tenia quince años, es verdad que habían pasado episodios como los de Salvador Puig Antich, pero esto fue todavía más impactante. Se trataba de un Franco decrépito, con un Parkinson tremebundo, donde en imágenes se veía cómo era incapaz de saludar con la mano… Por eso que firmase sentencias de muerte suena hasta a chusco, y no digamos ya que fuera capaz de escribir perfectamente de su puño y letra un testamento, eso era imposible. Todas esas cosas encajaban para la historia, y para colmo de males, o bienes, di por casualidad con una profecía de los testigos de Jehová que situaba el Armagedón en el otoño de 1975; y por supuesto que lo fue. El problema a partir de ahí era encajarlo todo y que tuviera un sentido, que si eres Herman Melville puedes escribir “Moby Dick”, pero como uno no lo es y no sabe nada de ballenas, alcancé a que tuviera una estructura medianamente coherente. 

Que la nacionalidad del principal protagonista de esta misión sea incierta creo que ayuda a simbolizar la repercusión que tuvo el hecho de aquellos fusilamientos a nivel internacional...

J.H.: La intención era que todo estuviera visto desde fuera, cómo observaban esa España que resultaba totalmente delirante para un entorno que no era así. Valerme de esa mirada me salvaba muchas cuestiones prácticas, por ejemplo el dar por sentado ciertos aspectos religiosos, porque que Franco consultase con el Sagrado Sacramento si firmaba sentencias de muerte, para alguien de fuera debía de sonar a una marcianada, y aquí nos parecía algo normal tal aberración. Me venía mejor que nadie de esos protagonistas externos contara con una nacionalidad concreta y manejar esos puntos de vista, sorprendidos de todo lo que sucedía en España. 

Tus dos novelas comparten muchas y particulares características, desde el formato collage a unos trepidantes y humorísticos diálogos, la mixtura de géneros o incluso esa formula de narrar a una audiencia, ¿dirías que existe una forma diferenciadora e identificativa cuando te dedicas al hecho narrativo?

J.H.: No lo sé, la verdad es que no tengo ni idea, lo que sí es cierto es que el formato de la novela tiene un tipo de intensidad muy diferente a otros, y te permite jugar mucho con los puntos de vista. Miquel de Palol tiene una serie de novelas, “Ejercicios sobre el punto de vista”, donde de una forma muy elegante acaba intercambiando a los narradores, marcando de esa manera el formato; otro caso cósmico sería el “Ulises”, incluso el "Quijote", donde aparece de repente un nuevo narrador, o la ya mencionada "Moby Dick". Yo simplemente lo que he hecho es ir pasando de una otra, dividiéndolas en diferentes partes; la primera y la última pertenecen a una primera persona; las intermedias a una extraña tercera y luego una más periodística. En la práctica el estilo lo marca irte dando de narices con lo que vas escribiendo.

Lo que desde luego sí es común a todas las disciplinas que realizas es esa misma total falta de fronteras entre la llamada cultura popular y alta cultura, en esta ocasión podemos pasar de Tintín a Terry Pratchet, o de Mortadelo y Filemón a Gómez de la Serna o a Joyce…

J.H.: La verdad es que antes yo también tenía cierto prejuicios con eso, pero en una de las grabaciones, con Joe Hardy en Memphis, me cambió la manera de ver las cosas. Él era un lector compulsivo y además estaba escribiendo una novela, me pasó un montón de folios para que los ojeara, yo casi iba al estudio a hacer mi parte y aprovechaba el tiempo para leerlos. Le dije lo mismo que me comentas, sobre ese supuesto escalón insalvable, y hablando sobre la cultura americana me comentó que no era Mark Twain, sino la Coca Cola y Elvis Presley. Al final acabas viendo que puedes utilizar todo lo que te venga en gana y puede servir para lo mismo. Sucede incluso en la literatura clásica, "Ulises" usaba canciones de cabaret, que era baja cultura en ese momento, o Sancho Panza tiraba de refranes. Otra cosa es que luego en un determinado contexto tomen otras cotas y acaben por formar parte de un ejemplo de esa alta cultura. 

También tu forma de escribir tiene mucho de audiovisual, más allá de que en esta novela hay referencias explícitas al cine, como cuando se cita a Jean Gabin, o evidentes homenajes como en ciertos pasajes a "2001: una odisea del espacio", ¿sientes que en la construcción de tus novelas tiene importancia todo ese imaginario fílmico? 

J.H.: Lo que pasa es que el cine es una influencia para todo, incluso para las canciones, no sé cuántas habré escrito a partir de ciertas ideas provenientes de películas, porque es una disciplina que ha cambiado la manera de entender la narrativa, de cómo contar las cosas, fue una transformación global en la manera de ver las cosas. Pero es que lo visual en sí ha sido una influencia toda la vida, la pintura o la escultura siempre ha influido en la narración, lo que sucede es que el cine es muy dinámico y te lo pone en bandeja. 

Uno de los muchos ejemplos que utilizas para caricaturizar esa especie de “marca España” es el intento por crear su propia bomba atómica...

J.H.: La historia de la bomba atómica en realidad es muy divertida, dentro de todo su sentido trágico, porque ver a un país que se estaba muriendo de hambre que de repente se le pase por la cabeza montar una bomba para conseguir ser la hostia, mientras el país estaba en ruinas, es cómico. Todos esos elementos hacen que todo parezca una aventura de Mortadelo y Filemón, porque suena a eso, es como el sulfato atómico del Profesor Bacterio, es propio de un país de cuchufleta. A Ibáñez le vino bien todo eso, y a mí también. 

En el libro hay innumerables referencias, alteradas u originales, de pasajes costumbristas sucedidos durante esos últimos años del franquismo, ¿ha habido un ejercicio de documentación al respecto o al final es una mezcla de recuerdos y ficción? 

J.H.: Es verdad que alguna cosa tienes que mirar, si necesitas ciertas referencias debes recurrir a ellas, porque aunque los personajes sean de ficción algunas menciones son reales y puedes necesitar que encajen las fechas y los acontecimientos. Pero todo ese proceso exhaustivo de documentación y mantener una narración fiel a los hechos históricos me parece excesivo, por supuesto puedes valerte de ello en la medida que te venga bien, pero también decidir no hacerlo. Se trata de literatura, no hay nada obligatorio. 

Desde el inicio, cuando se me presentó aquella orden de Belén Bermejo, siempre pensé en el lenguaje de los dibujos animados, que es muy importante en el libro, y que te enseñan que cualquier cosa puede pasar. En un episodio, por ejemplo, Piolín se escapa de su jaula y mientras le persigue Silvestre, de repente se sube a un poste de teléfonos al que el gato no puede acceder, pero éste inmediatamente reflexiona en voz alta diciendo que es un dibujo animado y que puede hacer lo que quiera, y en ese momento dibuja una escalera para poder subir y alcanzarle. Es algo que sucede recurrentemente también en las historias de El Coyote y El Correcaminos, todo esas cosas son posibles escribiendo. 

Hay algunos momentos del libro especialmente explícitos y violentos, ¿al contrario que la música, donde tiende a identificarse siempre al cantante como protagonista de lo que dice, la literatura proporciona por su formato de ficción y la presentación de personajes una mayor facilidad para poner en boca de otros pensamientos propios? 

J.H.: Creo que estás dando en el clavo. Una vez me decía Josele Santiago que puedes escribir una novela, un cómic, o una película y poner lo que te dé la gana, pero no escribas una canción porque se te cae el pelo. Pero que esté escrito en primera persona no quiere decir absolutamente nada, que hable un asesino no quiere decir que el autor lo sea. En ese sentido la literatura sí que libera de ciertas identificaciones, yo estoy escribiendo en primera persona sobre un personaje con el que no tengo nada que ver. Luego hay una parte curiosa que decía Fellini cuando le preguntaban si sus películas, que fíjate cómo son, eran autobiográficas, y el respondía que todo lo es y nada, porque al final todo acaba por colarse: lo que has vivido, leído o recuerdes, que no tiene que ser la verdad, sino aquello que está en tu memoria. A ese respecto, Ben-Gurión, padre del estado de Israel, decía que el que crea que no se puede cambiar la historia es porque no ha escrito sus memorias. Un perfecto ejemplo de hasta qué punto se puede distorsionar la historia para justificar una acción. 

Sin hacer spolier, por supuesto, todo el humor y la sátira desemboca en un pasaje final desgarrador y apocalíptico, una vez más el humor demuestra ser un idioma perfecto para alojar un pensamiento trascedente… 

J.H.: La verdad es que viene de perlas, eso es innegable, para llegar a las conclusiones que quieras. Pero tampoco es necesariamente obligatorio, porque nada lo es. Si se decide escribir con un afán mucho más serio o solemne puede funcionar igual de bien, sin ningún problema, pero a mí no me sale. Al final la única manera que encuentro para tirar adelante es así, y es donde me encuentro cómodo, si no me acabo riendo yo mismo no funciona, lo de escribir sufriendo no acabo de verlo muy claro. 

En un momento de la narración dos de los protagonistas reconocen su condición de habitantes de una novela, lo que se relaciona directamente con que todos somos manipulados por los "escritores" de esas páginas de la historia que se venden como única verdad y que incluso pueden llegar a estar más noveladas e inventadas que este libro.

PJ.H.: Por supuesto. Hay una frase en "Ulises" que dice que la historia es esa pesadilla de la que hay que despertar. Si estamos viendo a diario lo poco fiable de la prensa, o los testimonios, no hay nada que indique que la historia escrita siglos atrás tenga que ser verdad. Hay cosas que no se pueden creer porque incluso están demostradas. Hay una serie del arqueólogo Israel Finkelstein, poco sospechoso de ser ario precisamente, llamada “La biblia desenterrada” en la que hablan diferentes expertos sobre la importancia en la datación de los hechos. Una de las cosas más curiosas por ejemplo es cuando Yahvé le dice a Abraham que se dirija al oeste, que allí estaba su tierra prometida, pero la ciencia ha demostrado que no existieron migraciones en esa dirección, fueron en sentido contraria, de la costa hacia Mesopotamia, eso es demostrable por los rastros humanos. Por si fuera poco lleva a toda su caravana guiada por camellos hacia el Mediterráneo, pero cuando eso pasa el problema es que el camello no estaba domesticado, es imposible, todo eso tiene que estar escrito siglos después, cuando esos animales eran de uso común. Incluso me fijé hace poco, volviendo a ver “La Biblia”, de John Huston, cuando sale lo de Noé, reuniendo un pareja de elefantes, leones, conejos y de repente también de canguros, que no estaban en Europa ni en Asia, sino aislados en Australia, nadie sabia de su existencia. Ese tipo de cosas me encantan, y si se me ocurre algo de ese estilo lo cuelo. 

Teniendo en cuenta que reconociste que uno de los principales motivos para poner punto final en los escenarios a Siniestro Total era el cansancio físico, ¿en este papel ahora de escritor te sientes cómodo y con vocación de darle continuidad?

J.H.: Decir eso de escritor se me hace cuesta arriba, (risas), pero sí que me resulta muy divertido escribir, cuentas con unos márgenes para hablar de cosas que te pueden gustar. Tengo varias cosas en mente pendientes de terminar, pero no lo considero como una opción totalmente cerrada ni lo tengo claro. Todo ha sido parte de una casualidad, como que se cumpla el cincuenta aniversario de los hechos narrados en esta novela, por muy de ficción que pueda ser. No estaba previsto que coincidiera con los actos del ciclo "España en libertad, 50 años", como si tras la muerte de Franco al día siguiente ya fuera esto un despiporre. Aquel anuncio de Pedro Sánchez sobre la conmemoración se ha ido desinflando, ya casi nadie se acuerda de todo lo sucedido, nosotros hemos dejado las presentaciones del libro para después del verano y que coincidan así las fechas, ¡nosotros sí que vamos a celebrar esos 50 años de historia de España, pero una España de Ibáñez! 

Retomando aquella canción de Siniestro Total, "El regreso del hijo del zombie Paco", vivimos tiempos en los que esa herencia se muestra cada vez más numerosa y envalentonada, supongo que habrá sido casualidad, o quizás no, pero el libro llega en un un momento que resulta tristemente necesario y actual.

J.H.: Es curioso, porque no ha sido premeditado pero es que tampoco creí nunca en un revival de tal calibre. Es muy extraño todo este fenómeno, pero creo que hay un libro, “Malismo”, de Mauro Entrialgo. donde se explican muy bien las razones de ese paso de una derecha medianamente coherente, dentro de lo que cabe, más relajada, que se cortaba un poco, a todo lo contrario. Se ha convertido en una especialmente violenta en lo verbal, y han vuelto a soltar a los perros a la calle, algo que creíamos superadas. Todo deriva de un capitalismo de fondos de inversión, de continua manipulación, antes se decía aquello de “obrero despedido, patrón colgado”, ahora ya no hay a quien a colgar, y eso es mucho peor. Todo está relacionado, incluso la llegada a la Casa Blanca de un gobierno, que si no fuera por lo terrorífico, es ridículo, con un presidente y su gorrita, eso no se le hubiera ocurrido a nadie. No es serio. Tenemos un parlamento español fuera de control con un partido que se quería hacer pasar por moderado, cuando dijo Aznar que se trataba de una derecha heredera de Azaña, y cosas así, estaba mintiendo. La moderación de Feijóo se ha transformado en un discurso virulento, o poner a alguien como Tellado que solo dice barbaridades. Todo eso ha coincido con el libro, pero evidentemente no estaba ni medianamente pensado, ni creo que incluso lo hubieran previsto tampoco los testigos de Jehová .

Diego A. Manrique: “Nunca he dejado de ser un fan que por una serie de circunstancias se ha encontrado con gente como Bob Dylan y Lou Reed”


Por: Javier González. 
Fotografías: Domingo J. Casas.

Pocos nombres tan gloriosos hay en nuestro periodismo musical como Diego A. Manrique. Escasos deben ser los lugares donde no haya estado y menos aún los artistas del panorama internacional a los que no haya dedicado un reportaje, algo que queda perfectamente acreditado en el que hasta la fecha es su último libro, “El mejor oficio del mundo”, que nos llegó hace unas semanas gracias a la siempre acertada labor de los compañeros de la editorial Efe Eme

El mismo es una interesante colección de textos en los que narra aventuras, encuentros y desencuentros acaecidos a lo largo de un periplo profesional vibrante, donde muestra cómo la línea entre el aficionado musical y el crítico reputado quedó unida para siempre, permitiéndole conocer la cara más amable y carismática de un periodismo que vivió su particular “edad de oro” en unos tiempos ya lejanos, un ecosistema que pese a las prebendas propias de aquel periodo tampoco le ocultó su rostro más fiero y sórdido con vivencias que aquí suenan a risa, pero que bien podrían haber acabado de forma trágica, dando como resultado un relato notablemente entretenido y divertido en el que el bueno de Diego A. Manrique no se traga un juramento ni pretende edulcorar una sola línea. 

Semanas atrás descolgamos el teléfono para hablar con él por espacio de media hora, donde impartió una breve cátedra gratuita sobre lo que fue y ahora es un negocio que en su día fue llamado rock and roll. 

En primer lugar, darte las gracias por hablar con nosotros. Es un enorme privilegio hablar con una auténtica enciclopedia musical como tú. ¿Qué tal te trata la vida? 

Diego: Diría que muy bien. Entré en el mundo de la música por pura pasión, al poco descubrí que podía ser una forma de ganarse la vida, algo que mantengo, incluso ahora que el negocio musical está bastante chuchurrío.

Te llamamos por la reciente publicación de “El mejor oficio del mundo”, una recopilación de algunos de tus textos para la revista Efe Eme. En el mismo dices que jamás hubiera visto la luz sin el empeño personal de Juan Puchades. ¿A qué te refieres exactamente con dicha afirmación? 

Diego: Tiendo a ser vago, a pesar de mi fama de trabajador. Se me ocurren actividades mucho más placenteras que sentarme frente al ordenador para readaptar y reescribir textos ya publicados. Fue Puchades quien tuvo la visión de comprender que había lecciones dignas de ser aprovechadas, y sobre todo vivencias personales e interacción junto a estrellas nacionales e internacionales que merecían ver la luz en forma de libro. 

“Me siento afortunado de haber vivido una época de vacas gordas para la industria y el periodismo musical” 

Atendiendo a tu larga experiencia y la cantidad de lugares y anécdotas que has atesorado. ¿Cuál ha sido el criterio que has utilizado a la hora de elegir los textos que darían vida a este trabajo?

Diego: Creo que todos parten de la misma mirada. Nunca he dejado de ser un fan que por una serie de circunstancias se ha encontrado con gente como Bob Dylan y Lou Reed. De no haber estado en este oficio nunca hubiera disfrutado de viajar a Islandia, a Cuba en numerosas ocasiones, México y Argentina, entrando en esos países a fondo en el negocio musical. Me siento afortunado de haber vivido una época de vacas gordas para la industria y el periodismo musical. 

¿En algún momento inicial de tu trayectoria podías imaginar una vida entera dedica a este “oficio” con el nivel y reconocimiento del que has gozado? 

Diego: No, fue una concatenación de circunstancias. Primero escribí a la revista “Triunfo”, que era la principal revista de izquierdas en la España franquista, diciéndoles que lo sacaban sobre rock era malísimo. A lo que me respondieron que si era así mandara un artículo con mi visión del asunto. Mandé el artículo, lo publicaron y pagaron, entonces dije “caramba”. Más tarde comencé a hacer radio y televisión, de pronto me vi metido en el carrusel, pasaron años antes de que las discográficas me hicieran llegar copias promocionales. Ahí también pensé “¡qué bien!”. No necesariamente tenías que ir a buscar los discos a la tienda, te llegan a casa. Era lo más bonito del mundo.

“Hay artistas que son maestros en no decir nada como McCartney, casi prefería enfrentarme a Lou Reed”

Has tenido múltiples experiencias con grandes mitos de la música, en algunos casos teniendo que bregar con artistas con merecida fama de huraños como el enorme Lou Reed. ¿De qué manera se prepara una entrevista que en muchos casos depende más del humor del divo o diva en cuestión que de la pericia de llevar entre manos un buen cuestionario? 

Diego: Hay artistas que son maestros en no decir nada, por ejemplo, Paul McCartney. Es un simpático profesional que te hace los mismos chistes en distintas ocasiones. Casi prefieres enfrentarte a Lou Reed que podía ser extremadamente desagradable. Luego está el caso de David Bowie que buscaba seducirte. Recuerdo una entrevista en Madrid en la que teníamos 25 minutos de entrevista, en ese momento entraba la secretaria y te decía que había que terminar, entonces él decía “cinco minutos más que me lo estoy pasando muy bien”. Al marcharme vi que en el plan de promoción del día esos cinco minutos estaban ya programados. Otra vez le entrevisté en Nueva York, decía cosas ingenuas o que directamente eran mentira. En aquel tiempo no viajaba en avión, lo hacía en barco, y te preguntaba si le dejarían entrar en el Guggenheim el 1 de enero. Bueno, de haber querido le habrían dejado entrar a lomos de un caballo blanco. Bowie sabía el respeto y la fama que se le tenía algo que le facilitaba la vida, que preguntara aquellas cosas sonaba hasta tierno. 

¿Cuál era el truco para salir del atolladero cuando las cosas se ponen feas? 

Diego: Con McCartney no había problemas, era una oleada de simpatía. Con Lou Reed solo quedaba aguantar el tipo. En Atlanta se enfadaba con mi fotógrafo, no le gustaba que le hiciera fotos tumbado en el sofá. Decía que las fotos no le representaban. Según me contó luego, estaba dejando de fumar y estaba súper tenso. De hecho, le hicimos una foto con la chica con la que estaba y nos persiguió para que le diéramos el carrete, cosa que no hicimos. Cada situación es diferente. Luego están los estereotipos nacionales, los artistas británicos podía ser bordes, sin embargo, los estadounidenses entendían mejor la naturaleza del trato. Ellos te daban una hora de su tiempo y tú unas páginas del medio en que estás. Procuraban darte entrevistas correctas, sin grandes revelaciones, pero que cumplían con su parte del ritual. 

¿Cómo era el perfil del entrevistado medio en nuestro país? 

Diego: Es todo más moderado. Hay músicos que son más desconfiados, por ejemplo, Santiago Auserón. Un día fui a entrevistarle a su casa donde estaba su madre que se puso a contarme historias de la familia. Entró Santiago a la cocina y le dijo “mamá, no le digas esas cosas a Diego que luego las cuenta”. Normalmente los artistas nacionales… puedes encontrarte con un borde, como solía ser Loquillo en muchas ocasiones, pero suelen ser amables e incluso hospitalarios como Joaquín Sabina. 

¿Algún desencuentro sonado con mi querido Jorge Martínez? 

Diego: No, era muy amigo y recuerdo una vez que estuvo en mi casa. La gata estaba en celo y se empeñó en que había que meterle un bolígrafo, le dije “Jorge, no seas bestia”. Imagino que estaba jugando básicamente al estereotipo de rockero salvaje. 

Imaginamos que en algunas ocasiones habrás trabado amistad con músicos a los que en algún momento habrás tenido que criticar negativamente. ¿Cómo se juega en una línea tan estrecha y delicada?

Diego: Lo primero es que los músicos acepten que tú tienes el derecho a opinar cómo sea. Les fastidia mucho, pero que se acostumbren. En realidad, tengo la sospecha de que te la guardan, pero no protestan demasiado. El único caso de alguien que me protestó fue Luis Eduardo Aute, siendo muy correcto. Me preguntó porqué había dicho tal cosa, le di mis razones, él a mí las suyas y quedamos tan amigos.

Hoy día, quiero que pensar que por la falta de profesionalización del medio, da la sensación que las críticas negativas y las entrevistas a cara de perro se han tornado imposibles. Hay mucho amiguismo y una conexión constante en redes entre músicos y periodistas. Algo que unido a una falta de tiempo evidente hace que muchos periodistas se limiten a hablar solo de aquello que consideran positivo. ¿Tienes la misma sensación? ¿A qué crees que responde este hecho? 

Diego: Sí, es exactamente como dices. Si te pagan 30 euros por una crítica de un disco no te vas a dedicar a destruirlo, sobre todo si sabes que puedes encontrarte con el artista en un local esa misma noche. La cuestión es mantener tus criterios y que te respeten por lo que dices, aunque no les gusta lo que dices. 

“La obligación del crítico es con el público, ni con el artista ni con la discográfica” 

Personalmente creo que la gente que habla de música no vive de ello, existen como digo muchas “ciber amistades con los músicos” y una escasa importancia de la crítica para el público en general.

Diego: Sí, puede ser verdad, pero te aseguro que los artistas tienen memoria de elefante, aunque no te protesten dicen “ese hijo puta lo que digo de tal disco”. Dije lo que pensaba, sin más. Y en muchos casos a la larga te reconocen que aquel trabajo no se hizo ni con las mejores canciones ni en las mejores circunstancias. Mi regla principal es que no venimos a esto para hacernos amigos, si terminamos amigos, estupendo, pero la obligación del crítico y periodista no es con el artista ni la discográfica, sino con el público. Al público no le puedes mentir. 

En el libro no te guardas nada, describes a personajes de forma amable, efusiva y con cariño, como Carlos Tena, del mismo modo que criticas los usos y formas de moverse de otros profesionales, ya sean directivos de compañía o compañeros de trabajo. 

Diego: No uso los artículos para saldar deudas, por ejemplo, no hay artículos referentes a mis conflictos con Tomás Fernando Flores, director de Radio 3, quien tanto para este libro como para el anterior me ha vetado. Se niega a que vaya a cualquier programa de la emisora. Él dice de su emisora, pero no es su emisora, pertenece a Radio Nacional de España. Son detalles miserables que no tengo prisa por contar, se contarán en algún momento. En general intento ser cordial, incluso cuando son personajes que se hayan portado de forma abominable. Nosotros no estamos en su piel y no sabemos la presión que sienten.

“La vida del rock es muy atractiva y a la vez peligrosa” 

Tampoco te guardas las visitas a los bajos fondos, ni las noches blancas, donde el vicio aparecía en cada esquina. ¿Era una forma de aguantar la tralla, simple afición por pasarlo bien o una parte indispensable del juego? 

Diego: Creo que las tres cosas. La vida del rock, la vida nocturna, es muy atractiva y a la vez peligrosa. Cuento algún momento extremadamente desagradable. Que un policía de México de D.F. te apunte con su arma no tiene ninguna gracia. Luego sales del atolladero y lo recuerdas con risas, pero realmente no fue una situación nada agradable. 

“Willy DeVille era un personaje fantástico, fascinante, pero como cantante era formidable por lo que generaba una atracción” 

Dentro de los nombres que desfilan por las páginas que no son pocos y todos de gran categoría, me ha llamado mucho la atención la inclusión de dos nombres. El primero de ellos es mi adorado Willy DeVille, de quien haces una semblanza breve, pero muy acertada sobre su personaje, al que despides con un cariño sincero. ¿Por qué decidiste centrarte en la figura del “Rey Pachuco”? 

Diego: Tuve muchas ocasiones de tratarle, no solo en Madrid, también en Nueva Orleans o Málaga. La última vez fue en Málaga donde estaba muy agresivo y cabreado, no nos dimos cuenta de la realidad que era que estaba muy enfermo. Willy DeVille como personaje era fantástico y como cantante formidable por lo que generaba una atracción. La capacidad que tuvo para reinventarse con el tema del mariachi, se sumergió en la música de Nueva Orleans. Era un personaje fascinante. Aquella última vez no nos dimos cuenta que estaba de camino al cementerio.

“Cuando la prensa española tiene un muñeco de pim-pam-pum siempre tratan de vapulearle” 

Y ya en las últimas páginas pones en negro sobre blanco la figura de Teddy Bautista, un artista como la copa de un pino, cuya figura no ha sido reparada tras el escándalo de la SGAE. 

Diego: Aprovecho para denunciar los malos hábitos de la prensa española, cuando tiene un muñeco de pim-pam-pum todos intentan vapulearle, pero al terminar el calvario judicial y es declarado inocente todo el mundo se calla. Lo que me asombra de Teddy es que después de haber pasado por esa experiencia dolorosísima, de haber pasado de ser un personaje importante en el mundo musical a tener las cuentas bloqueadas y tener problemas para hacer la compra. Aún así, a nivel superficial, lo ha asumido y no se le nota especial amargura. En eso le respeto mucho, aunque nunca he sido parte de su club de fans por lo que hizo en la SGAE. Como músico es impresionante y hay que reconocerlo, igual que las malas decisiones en la SGAE son poca cosa para lo que hizo con los compositores de pequeñas canciones que vivieron años extraordinarios cuando él estaba en la sociedad. 

En varios capítulos haces referencia a las publicaciones y los programas, tanto radiofónicos como televisivos, en los que has participado. Podemos afirmar que los primeros se mantienen, quizás sin la preeminencia que tenían antaño, pero favorecidos por el formato podcast, sin embargo, asistimos a un panorama donde la música ha desaparecido de la tele, salvo casposas excepciones. ¿A qué crees que se debe dicha carencia? ¿Ausencia de cultura? ¿Desinterés? ¿U oscuros intereses ocultos? 

Diego: El problema es que la música en televisión tiene que competir con la biblioteca universal que es Youtube. Antes estrenabas vídeos, por lo menos en el ámbito español, te las arreglabas para conseguirlos a veces, porque hubo una época estando en FM2 donde TVE decidió que todos los vídeos tenían que ir al programa de Beatriz Pécker, por lo que teníamos que conseguirlos directamente desde Londres mediante trucos. Ahora es difícil crear la anticipación, los artistas difunden sus vídeos a través de redes sociales, quitándote el elemento principal del menú. Y luego hay otro problema básico, es muy complicado grabar música en televisión, sobre todo si estás en Prado de Rey, ya no te cuento hacerlo en locales. Cuando los artistas te ofrecen sus grabaciones te quitan la necesidad de grabarles en un estudio. 

“Vivimos una etapa de un enorme cantidad medios que cubren la música, pero que no tienen una valoración profesional correcta” 

En las páginas das cuenta de una paradoja que muestra muy a las claras la situación actual del periodismo musical, si es que dicha profesión existe actualmente. Hablas de unos comienzos no profesionales, donde casi se escribía por amor a la música, hasta una evolución en la que, al convertirse la música en un bien de consumo masivo, el crítico era tratado como una figura de primer nivel, algo paradigmático si lo comparamos con la situación actual, donde parece que hemos vuelto a una casilla de salida precaria, sin demasiados bisos de cambio. ¿Qué te parece la actual situación? ¿Por qué crees que hemos llegado a la misma? Y, sobre todo, ¿ves algún tipo de solución al tinglado? 

Diego: Sabes la respuesta. Primero, ahora puede haber precariedad profesional, pero abundancia de espacio donde periodistas-aficionados vuelcan sus pasiones y descubrimientos. Es algo que está bien, pero al fragmentarse tanto el universo periodístico-musical hemos disminuido en importancia. Hay medios que ya utilizan las barreras de pago, llegará un momento en que los se darán cuenta de que buena parte de su público, aquel que acude a sus páginas, buscará información musical a través de dicho sistema. Ahora el público es muy belicoso, antes podías decir cualquier barbaridad, en el sentido de salirte de la norma, pero lo más que ocurría es que te llegaban dos o tres cartas a la redacción; si pasa en este momento te crucifican en X o Facebook. Vivimos una etapa de enorme cantidad medios que cubren la música, pero que no tienen una valoración profesional correcta.

“Existe un síndrome del periodista que ha escuchado demasiada música”

¿Qué artistas novedosos no conviene que perdamos de vista? 

Diego: Hay un grupo de Texas que me tiene fascinado, se llaman Kheruxng bin, significa aviones en tailandés. Es una banda mayormente instrumental, un trío con una chica poderosa al bajo, un guitarrista y un baterista negro. Me encanta su sonido, aunque les faltan grandes canciones o melodías. Es uno de los problemas de haber escuchado mucha música, descubres un nuevo grupo que te gusta, pero al mismo tiempo detectas sus carencias, lo que refrena el entusiasmo. Hay un síndrome del periodista que ha escuchado demasiada música.

“Hay que ser “cool” con lo que descubres sin exagerar los superlativos” 

¿Qué le queda por hacer a Diego A. Manrique? ¿Cuál sería el consejo/enseñanza hacia las nuevas generaciones musicales?

Diego: Mantener la curiosidad, no caer en la trampa del “ya no se hace música como antes”. Se hacen todo tipo de música que se hacían antes y se mantienen vivas. Si eres un profesional del periodismo, mantener una cierta distancia para no convertirte en un periodista “hincha” de los que van detrás del artista y ser relativamente “cool” con lo que descubres sin exagerar los superlativos.

Muchas gracias por toda tu labor a lo largo de estos, espero no haberme puesto pesado preguntando por los tópicos de siempre. 

Diego: No, no. Al menos el planteamiento ha sido diferente. Gracias a ti por el interés.