Josele Santiago y Pablo Novoa

La casa encendida, Madrid
Raro se hacía ir a un concierto a las doce de la mañana de un domingo, y más aún si al que tendríamos delante era nada más y nada menos que Josele Santiago. El concierto evidentemente iba dirigido al público infantil, dentro de la programación que La casa encendida tiene para los pequeños.

Dentro del recinto se podía ver a los padres con camisetas de Los Enemigos, junto a sus retoños. “La generación a la que hay que pasar el testigo”, comentaba alguien por ahí, curiosa estampa. Niños y mayores una vez acomodados y ante la algarabía de la muchachada, salieron los músicos con diez o quince minutos de retraso y con un “Hola, buenos días” por parte de Josele, dio comienzo al concierto.

¿El repertorio?, más o menos el habitual de sus actuaciones, dando prioridad a canciones más “digeribles” para los pequeños, que no pasaban de los ocho años. Josele y Pablo Novoa consiguieron mantener el culo de los niños pegado a sus respectivos asientos, más o menos hasta la mitad del concierto, fue ahí, cuando parte del público infantil, –el más difícil de todos los que pueda haber. Me río yo de los “entendidos”–, comenzaron a revolotear, a bailar e incluso a hacer alguna petición personal a los artistas.

Sonaron canciones de sus tres discos, “Vuelo de volar”, “De papel”, “Mar de fondo”, de su último disco “Loco encontrao”, y dando una nueva perspectiva a sus letras, a las que el mismo comentaba que “empezaba a entenderlas”. No hay nada como cantarlas para una audiencia diferente a lo que originalmente están pensadas y encontrar su sentido. Un verdadero placer.

Mientras recitaba Josele, con su acústica enfundada, advertía a las nuevas generaciones de que…“Pensando no se llega a ná”. Mientras, Pablo deleitaba a pequeños y mayores con su habilidad para sacar lo mejor de su guitarra eléctrica y arropar de certeros arreglos y estilos a las canciones medios tiempos o con ritmos más acelerados o bailables.

Ya en la recta final, “Tragón”, “Mi prima y sus pinceles”, “Ole papa”, “Pescao” y tras los aplausos un único bis “Siendo güeno”. Mayores y pequeños contentos, camino de tomar el aperitivo, algunos en forma de biberón.

Texto y fotos: Alberto Vicente