Sr. Chinarro: Genio y figura

Madrid, Sala Joy Eslava, 13 de mayo de 2011.
Volvía a nuestra ciudad el inclasificable Antonio Luque, artista insustituible en el mundo alternativo de nuestro país. Regresaba a la capital para hacer de la Joy Eslava su palacio y de Madrid su reino. Es sin lugar a dudas el sevillano uno de los líderes indiscutibles del movimiento indie, que empezó allá por los años noventa, y lo es en gran medida por haber sido uno de los pocos que han sabido mantenido vigente su propuesta de aquella hornada, llegando inclusive a multiplicar el número de público que le sigue en sus conciertos, como pudimos dar cuenta el pasado viernes, gracias a la gran acogida de la que han disfrutado sus últimos cuatro álbumes de estudio.

La noche empezó fuerte con “Los amores reñidos”, gracias al vibrante toque que supo aportarle la banda de acompañamiento, compuesta por las tres cuartas partes de Maga, Pablo Cabra, a la batería, Javier Vega, al bajo, y Jordi Gil, a la guitarra, la surrealista “Dos Besugos”, y sin pausa la preciosa “Ángela”, en un comienzo de actuación que dejó a más de uno con la boca abierta.

Tras ello nos invitó a ver “El Cabo de Trafalgar” y por fin empezó a presentar los temas de su magnífico nuevo disco, “Presidente”. Canciones como “Vacaciones en el Mar”, o la insuperable “Una Frase Socorrida”, que pedazo de letra señores, sobre todo cuando entona aquello de “Que las chicas malas van a todas partes y las buenas van al cielo, si es que van”. Sembrado Luque, sin lugar a dudas.

También recordó historias hechas canción como “El lejano Oeste”, y entonces fue cuando Antonio empuñó su guitarra y se arrancó con las festivas “Tímidos” y “San Borondón”.

No pudimos más que estremecernos cuando Antonio fraseó los primeros versos de “Babieca”, que rezan algo así como, “La noche pasada soñé que Murcia iba a desaparecer”. Nos dejó helados. Y es que tras los sucesos que habían pasado pocos días antes en Lorca, dicha afirmación tomó un cariz tristemente premonitorio.

La única concesión a sus primeros discos fue la oscura “Quiromántico”, recibida con alegría por sus fans más antiguos, sin duda una de las grandes canciones de su discografía que con el paso de los años ha adquirido la categoría de clásico atemporal de nuestra música independiente.

El fin de fiesta se completó con una triada infalible compuesta por “Una llamada a la Acción”, “Los Ángeles” y, advirtiendo de que iba a ser la última pues no tenían tiempo para hacer un bis, completaron una velada mágica con “El rayo Verde”, con ella cumplieron su palabra, despidiéndose con una cerrada ovación.

El resto, los asistentes, hicimos lo propio, abandonar el recinto, y lo curioso no sólo fue que lo hiciéramos sin protestar, sino que además lo hicimos con cara de felicidad y tarareando las canciones de este genio, convertido en figura.

Texto y Fotos: Jorge Bravo Crespo “El Gurú”.