Entrevista La Shica

"No importan ni las palabras, ni los acordes. Lo que importa es lo que va por dentro, lo que te toca y te cambia"
La Shica llega a Madrid procedente de Argentina. Viaje en colaboración con una Ong en la que ha pasado unos días junto con Los Toba. Se marchó con la misión de realizar un taller de danza para los niños de la región. Y ya en Madrid, aun con efectos del jet-lag, accede a la cita y puntual se presenta en el sitio pactado. Viste vaqueros anchos con camiseta rosa y oculta sus ojos tras unas grandes gafas oscuras. El jet lag le ha podido trastocar el sueño pero no ha podido con la energía que derrocha la ceutí. Con acento sureño dice que prefiere aprovechar el sol y grabar la entrevista en un lugar abierto y no en la cafetería, que en principio era el lugar donde habíamos quedado. Prefiere caminar bajo el sol hacia orillas del Manzanares. Comienza a explicar lo mucho que le ha cambiado la vida este viaje del que acaba de llegar cuando nos cruzamos con un cartel que anuncia su próximo concierto en Madrid bajo la etiqueta de “Flamenco Hip-Hop” sonríe y explica que ya no sabe lo que es su música ni lo piensa, prefiere usar los estilos que necesita para su música sin pensar en ello. Escoge un lugar donde sentarnos y comenzamos con la charla que da lugar a las próximas líneas.

Experiencia Argentina con Los Toba

La idea en principio era que yo iba ayudar a una gente que es pobrísima y ahora resulta que me he traído mucho más de lo que he dejado allí. Nunca más puedes volver a ver la vida igual después de convivir un rato con esas personas. No tienen nada. No tienen nada y no te piden nada, no se quejan de nada. Yo no soy una persona lo suficientemente resistente como para vivir en ese lugar. Doy gracias por haber nacido donde he nacido, por tener las oportunidades que tengo… Ahora que he descubierto que soy millonaria todo es de puta madre. Tomarse un café es de puta madre, lavarte el pelo es un lujo que ni te explico, darle a un botón y que salga agua caliente es un milagro. En este viaje me han roto el corazón pero me han dado muchísimo. Volvía en el autobús y me iba dando de guantazos por esas veces en las que piensas “Joder ojala tuviera esto, o lo otro” ¡¡Lo tenemos todo!! Tenemos la posibilidad de optar a todo. Allí por más que lo intenten no salen, es muy difícil progresar, simplemente el que puede ir a la escuela y no viva a 10 km andando por la selva ya es afortunado.

Taller con la tribu de Los Toba

El taller fue muy divertido. Los Toba son súper tímidos, son personas que no te hablan. Les hablas y ellos te miran con los ojos muy abiertos pero no te dicen nada. Era precioso como algunos niños nada más llegar me daban la mano y me miraban, pero no me decían nada. Solo una niña se acercó a mí y al oído me dijo “Yo en mi casa bailo reggeton” y aquello fue como una súper confesión y no se separó de mí. Me miraba y sonreía, pero no volvió a decirme nada. Es muy fuerte, muchos niños no querían bailar, no querían nada. Los niños que son un poco más mayores como de diez once años, ya son un poco más conscientes de la realidad, no quieren bailar ni se permiten el lujo de querer nada, ¿por qué? ¿Para qué?, eso sí es triste, son pequeños y están desengañados. Pero vas haces lo que puedes, no sé si servirá de algo… Yo he ganado mucho más conociéndoles.

Presente

Pues ahora en un ratito me voy al local a ensayar, a meterme en mis zapatos, me pongo bailaora y a trabajar el espectáculo nuevo, los temas nuevos… Ya tengo en la cabeza el siguiente paso. Este año o para 2012 yo creo que tiene que salir algo. El espectáculo sí, seguro, porque el disco no es una prioridad. No creo que tenga sentido grabar una cosa cuando no la conoces bien, luego eso queda. Yo creo que hay que grabarlo al final del recorrido. Primero montarlos en directo e ir probándolos, y cuando lo tenga claro… Lo grabo. Sé que es al revés pero bueno… ¿Por qué no?

Va a ser un trabajo bastante más complicado que lo que he hecho hasta ahora y necesita más de estudiar y trabajar. Hasta que consigo contarlo de la manera que quiero contarlo… tengo que romperme la cabeza. Es un trabajo a partir del flamenco, pero utilizando solo unos pedacitos, es decir, como si cogieras el flamenco lo estrellaras contra el suelo y solo te quedas con tres trocitos, el resto no. Es importante para mí que esté claro que es una cosa española. Es un trabajo alrededor de los tópicos de la cultura española pero cambiándolos de sitio y ver que siguen funcionando, que seguimos siendo iguales. Hemos cambiado en cosas pero en esencia somos igual. La gente sigue enamorándose como Lola Flores y Caracol.

Sobre el escenario

Me gusta divertirme y que la gente se divierta. Me gusta que se suelten que hagan el gamberro. Cuando un público es capaz de enseñar el culo en un teatro es porque está muy contento. Es porque se lo está pasando pipa y le importa todo un carajo. Además de lo superficial es que en realidad es que estaban tan contentos que no les ha importado. Me encanta la comunicación, me gusta que el público participe. Yo me siento más como una trabajadora social. Mi misión es divertirles, hacerles olvidarse por un rato de sus cosas. En lugar de tratarles de uno en uno en un centro, pues trabajo con un montón de personas a la vez, una especie de terapia de grupo. La música es como el vehículo, como el cable. No importan ni las palabras, ni los acordes, lo que importa es lo que va por dentro, lo que te toca y te cambia.

Fuera de España

Les fascina lo español. El flamenco incluso para la gente de aquí es un lenguaje complicado. Ellos agradecen que les lleguen cosas muy españolas pero más cercanas a lo que ellos conocen, más sencillo, más próximo a ellos. De los conciertos más alucinantes de este verano fue en la Rep. Checa. No sé ni una sola palabra en checo solo tenía apuntado en la mano para saludar y decir gracias. Estaban locos desde el minuto uno, lloraban de emoción, fue increíble. Comunicarte con gente con los que no compartes el idioma es un milagro, este concierto fue muy emocionante.

Ahora me marcho a Estambul y a la India. Además para Estambul iré con unos días de antelación para pasear. Nunca nos da tiempo… En Estocolmo estuvimos menos de 24h. Del aeropuerto a la sala, de la sala a dormir y del hotel al aeropuerto. Me da lo mismo Getafe que Estocolmo, para lo que vi. Y esta vez… Vamos a vivir ¿no?, que es muy bonito.

Por Iván González