Rickie Lee Jones: “El regreso de una gran artista”

Londres, Royal Festival Hall, 26 de noviembre

La cantante norteamericana tuvo un especial y emotivo reencuentro con el público que asistió a su recital la pasada noche en Londres. Una noche que estuvo marcada por la emoción y el recuerdo. Esta última visita de la cantautora, se llevó a cabo en ese gran centro de las artes llamado Southbank, que engloba distintas instalaciones culturales. Entre ellas se encuentra el Royal Festival Hall, en una de las zonas más bellas de Londres, a orillas del Támesis y con una de las vistas más impresionantes de la ciudad.  



Rickie actuaba esta misma semana en Bilbao, siendo este año la única parada por nuestro país. Así pues, convertida en una oportunidad única para ver en escena una excelente retrospectiva de su vida y obra.


La entrada anunciaba que interpretaría en escena su segundo álbum, el aclamado por crítica y público “Pirates” (1981), disco que sonó entero, intercalando estas canciones con las de su primera y premiada obra de título homónimo “Rickie Lee Jones” (1979).

El imponente Royal Festival Hall se puso de gala para recibir a Rickie Lee Jones, con un lleno absoluto. Tomamos nuestros asientos y mientras contemplábamos la belleza de estas instalaciones, recordábamos la cantidad de artistas que han pasado por este gran escenario, leyendas como Jimi Hendrix, por poner un solo ejemplo, además de ser sede, desde hace bastantes años de la Royal Philharmonica Orchestra de Londres.

Con media hora de retraso de la hora prevista, Rickie salió a escena acompañada de siete músicos, guitarra, bajo y batería, añadiendo vientos que además desempeñaban también la función de coristas. El piano de cola en el centro del escenario, cerca de los teclados de Tom Canning. Una gran banda que consiguió con absoluta fidelidad acercarse al sonido de estos dos álbumes, desde la guitarra de Jeff Pevar, o el bajo con toque funky-jazz de McBride.

Ni en los mejores sueños cualquier fan de la cantante se podía imaginar semejante repertorio, centrado exclusivamente en estas dos grandes obras cruciales en su carrera. Rickie pasó por España hace dos años presentando su últimas canciones hasta la fecha con su disco “Balm in Gilead”, donde estuvimos en la sala Caracol. Esta vez, no había cabida para la actualidad y tocaba un ejercicio al recuerdo y a la nostalgia de una época pasada, siendo tendencia ahora, en nuestros días, a rememorar los discos que hicieron grandes a esos artistas. Me pregunto si dentro de unas décadas se hará lo mismo con las obras que se editan ahora.

Salió a escena y fue directa al centro del escenario, se colocó justo enfrente del micrófono, llevaba la boina calada al estilo 70´s y comenzó a chasquear los dedos mientras seguía el ritmo que marcaba el bajo de McBride, dando comienzo al concierto a ritmo de swing con “Danny's All-Star Joint” de su primer disco. A veces se contoneaba al más puro estilo Hip-hop y finalizaba su “performance” corporal, deleitándonos con bailecitos funk propios de cualquier barriada de Los Angeles.

El sonido en el primer tema le faltó algo de fuerza y la banda le costó arrancar al comienzo, dando la sensación de estar algo agarrotada en los primeros compases, pero no tardó mucho tiempo Rickie en elevar al público con la emoción y sensibilidad de hits como “Chuck E.'s in Love” (un placer escucharla en su tempo original y con banda). Ya todo sería ir alternando canciones de sus dos primeros trabajos, como la divertida “Easy Money” teatralizando la letra con sus movimientos gestuales.

La norteamericana se sentó al piano, donde prácticamente pasó la mayor parte del concierto y es que el set así lo requería, sus baladas más románticas interpretadas con la dulce voz que aún conserva, sus falsetes y sus dobles voces tan características. La preciosa “Night Train” o “Skeletons”, puso los pelos de punta, con todo el público en silencio, con tan sólo voz y piano. La banda se sumaba a veces para interpretar las canciones que requerían arreglos como “We Belong Together”. Mientras, Rickie continuaba en el piano, bromeando con sus músicos y rememorando su vida en canciones, una vida a veces dura y llena de obstáculos, retratándola con la crudeza en unas letras honestas que llegaron a calar y continúan haciéndolo a esos corazones solitarios que tan bien plasma en canciones como “Coolsville” o “The Last Chance Texaco”.

Al final del concierto Rickie se dirigía a la audiencia visiblemente emocionada, recordando la primera vez que visitó Londres, allá por el año 1979, comentando lo cambiado que encontraba todo y lo contenta que se encontraba en su reencuentro con el público londinense. Un regreso triunfal de una gran artista, que la pasada noche volvió a llenar la sala de jazz, blues y sus canciones llenas de melancolía.

Texto y fotos: Alberto Vicente