Dorian: "La velocidad del vacío"

Dorian es una de esas bandas nacionales contrastadas que se encuentra en un proceso de maduración musical. En un escalón que debe consolidar su esencia, su sonido y su futuro. Por ello, se han tomado su cuarto disco, "La velocidad del vacío", muy en serio. Tanto, que la banda barcelonesa decidió trasladarse a México para concentrarse y captar nuevas experiencias, sonidos e influencias.

Ahora con el disco en nuestras manos, llega el momento de hacer un análisis y comprobar si ha cumplido con las expectativas puestas en él durante los últimos meses.

En líneas generales estamos ante un álbum expansivo y muy estudiado. No hay espacio para la improvisación, el choque de sonidos o el cambio brusco de ritmos o tiempos (al menos en su primera mitad). Como bien nos introduce la excepcional "Los placeres efímeros", estamos ante un viaje sonoro en el que debemos estar atentos a las diferentes capas musicales, pues hay muchas y muy interesantes. Los sintes cobran el protagonismo y se convierten en nuestro narrador.

El viaje se mantiene bajo estas pautas en "Ningún mar", tema completo, rítmico y característico de la banda, que bajo la característica voz de Marc, pronto se cuela en la imaginería ilusionista, romántica y crítica de los catalenes. Calificativos todos ellos, que se podrían extender también al cuarto corte, "Los amigos que perdí", que encuentra rápidamente acomodo entre el top ten del grupo y se consolida como una de las mejores canciones del 2013.

Sin embargo, no estamos ante un disco que podamos tachar como "más de lo mismo". Pues la genial "Tristeza" muestra unas guitarras desafiantes que apuntan a otros universos, a otros objetivos que a buen seguro captaremos de forma más viva en directo, pues la muestra de auténticas explosiones contenidas se confirma a lo largo del disco, aunque de forma menos ácida y más íntima, en "El temblor" y "Las palabras".

Resulta así curioso, que mientras muchos grupos se acogen actualmente bajo el paraguas y estilo electrónico, buscando primar los sintes; una banda electropop de larga trayectoria, decide mostrar su rabia y critica a través de guitarras y duras percusiones, que logran encontrar acomodo con instrumentos de cuerda, dando así este disco una pátina de elegancia extrema.

La segunda mitad del álbum, aunque toma como base el sonido característico de la formación, modifica sus tiempos, intrumentación y ritmos, pues aquí se percibe claramente la influencia marcada a sangre y fuego tanto por su estacia en el "nuevo continente" ("El sueño eterno"), como por la crítica situación actual ("Arde sobre mojado", "Horas bajas"). Regalándonos un tema, "Soda Stereo", que aunque mantiene la importancia de los sintes, los convierte en un verdadero grupo pop-rock de guitarras, batería y bajo, que tiene un ritmo endiablado y acaba firmando uno de los mejores cortes de su discografía.

En resumidas cuentas estamos ante un gran álbum, que no hace sino confirmar que Dorian son historia viva de la música contemporánea nacional; pues sin seguir modas, mantienen una trayectoria en ascenso que aventura un presente y futuro prometedor.

Rubén López
ruben@elgiradiscos.com