La Habitación Roja: “La Moneda en el Aire”

La Habitación Roja vuelve con “La Moneda en el Aire”, el noveno disco dentro la trayectoria profesional de los valencianos, un trabajo en el que lejos de plantear una evolución sonora en su propuesta vienen a refrendar unas coordenadas con las que por derecho propio han logrado convertirse en una de los grupos de pop más importantes de nuestro panorama. 

Ni que decir tiene que a estas alturas de la película nadie esperaba una salida de tono ni un sorprendente cambio de registro en la propuesta de la banda de La Eliana. Tampoco creemos que fuera era algo necesario puesto que su música sigue sonando tan arrebatadoramente vigente como el primer día, algo de lo quizás haya que culpar a la efectividad que siguen mostrando a la hora de facturar unas melodías repletas de clase, que hace ya bastante tiempo quedaron convertidas en uno de sus signos más reconocibles. 

Es “La Moneda en el Aire” un disco que se mueve en las coordenadas habituales de La Habitación Roja como decimos, pero en el que por encima de todo sobresale el juego de bases contundentes, guitarras cristalinas y unas ambientaciones de clara raigambre británica, otro elemento que va camino de convertirse en uno de sus emblemas característicos, y que en ésta ocasión sirven para revestir unos versos en los que parece predominar la temática amorosa, salpicada de retazos costumbristas y críticas nada para nada veladas que funcionan a la perfección como crónica vital de estos días crudos en que nos toca vivir. 

El álbum se abre con la canción titular, “La Moneda en el Aire”, un corte netamente pop, repleto de aplomo, sentimiento de culpa y madurez, en la que se nos invita a vivir el día a día apostando sin miedo a la derrota, aún a riesgo de que el azar nos juegue una mala pasada, dando paso a “De Cine”, donde se aúna rebeldía y nostalgia a partes iguales, perfectamente guiada por una base rítmica electrónica totalmente ochentera y algún golpe de bajo que recuerda a los New Order de “Love Vigilantes”, elementos que la convierten en candidata a convertirse en clásico atemporal de su repertorio, y la épica ambiental de “Tanto por Hacer” que desemboca en la relativa calma de la dolorosa “Si tú te Vas” (Magnifica Desolación), con el permiso de esa guitarra sinuosa que se va abriendo paso hacia el final de tema. 

Sin tiempo para recuperar el aliento las seis cuerdas vuelven a cobrar protagonismo con canciones del “perfecto manual pop” como es “No Quiero ser como Tú”, donde acudiendo a las enseñanzas de The Smiths se descuelgan con un ritmo deudor de los arpegios de Johnny Marr en temas como “Some Girls are bigger than Others” y una letra de crítica beligerante nada encubierta a la clase dirigente, en la que con tanta mala baba como acierto Jorge Martí se aproxima al lirismo viperino de Morrissey, y “La Casa en Silencio”, de base rítmica trepidante y unas imperiales guitarras cristalinas que en conjunto representan lo mejor de todo el álbum. 

Con la intensidad de “Donde no exista el Miedo” vuelven la mirada atrás a la época más ruidosa de “Nuevos Tiempos” y de canciones como “Nunca Ganaremos el Mundial”, perfecto contraste para la delicada “Quedas Tú”, muy en la onda de los The Cure más poperos y dulces. 

La recta final de “La Moneda en el Aire” se abre con “Carlos y Esther”, en la que se aborda la problemática actual del paro y la posibilidad de un estallido social en una composición a la que parece faltarle un plus para acabar de funcionar como debería, a la que sigue “En Busca del Tiempo Perdido”, sincera, conmovedora y realmente efectiva, y “A dos metros bajo Tierra”, que aborda la temática de la muerte con la que el minutaje se da por cerrado de una manera más que sorprendente. 

Después de escuchar su nuevo trabajo debemos confesar que los chicos de La Habitación Roja han conseguido volvernos a hacer esbozar una sonrisa, repleta de franca satisfacción, gracias a un disco tan reconocible como disfrutable, donde lo que priman son las grandes canciones pop repletas de sensibilidad y una eléctrica emoción de la que muy pocos grupos pueden hacer gala en nuestra música. 

Por: Javier González/javi@elgiradiscos.com