Ryan Bingham. Canciones de áspera emoción

Kafe Antzokia, Bilbao. Viernes, 2 de octubre del 2015 

Por: Kepa Arbizu 
Fotografías: Lore Mentxakatorre 

Personalmente tenía ganas, e incluso una cierta necesidad si nos ponemos exquisitos, de ver en directo a Ryan Bingham para, entre otras cosas, poder dar un veredicto más o menos definitivo respecto a la posición que otorgarle dentro del rock americano actual. Observando su discografía ésta se ha desarrollado con altibajos, alternando trabajos que desprenden una emotividad y personalidad muy marcada, ya sea “Mescalito” o algunos momentos de este último “Fear and Saturday Night”, con otros en los que parece dispersarse. Por eso observarle sobre las tablas del Kafe Antzokia bilbaíno tenía esa especial relevancia. 

Una actuación que perfectamente podría dividirse en dos partes que curiosamente siguieron incidiendo en esa diferente vertiente, desde lo más íntimo a lo rockero, que se visualiza con facilidad a lo largo de sus grabaciones. En un primer tramo el peso recayó en unas interpretaciones moldeadas por su, realmente solvente, banda. En ella hay que recalcar el papel del violinista, al margen de por su peculiar aspecto con respecto al resto de integrantes (hombre jovial de avanzada edad), por su aportación al estilo de las canciones, capaz de incrementar el poso emocional de éstas como el más festivo (en este ámbito quizás se recurrió con excesiva facilidad a él). 

Este tramo inicial podríamos denominarlo como de calentamiento, lo que no impidió ni mucho menos comprobar y mostrar el potencial que aglutinaban musicalmente sobre el escenario, y en el que se agolparon temas como “Dollar a Day” o “Tell My Mother I Miss Her So”, en ese habitual sonido de rock americano inyectado de raíces folk-country que logró animar al público, pero también el intenso blues-rock de “Top Shelf Drug” y las más emotivas y bellas “Island in the Sky” y especialmente “Snow Falls in June”.

Posteriormente la banda se quedaría en su mínima expresión y en formato acústico: el propio Bingham, también armado de armónica, violín y otra guitarra acústica. Con esos mimbres llegó el momento más especial del concierto y también el cambio de rumbo del mismo. Desde ese instante nada sería lo mismo y vimos al norteamericano en su esencia, dando rienda suelta a su faceta más emotiva y lograda, lo que incluía disfrutar con mayor profusión de su particular tono de voz rasposo. Bajo dichas características sobrevolaron en el ambiente “The Poet”, la preciosa “Hallelujah”, “Nobody Knows My Trouble” y la excelente versión mandolina en ristre del tema de Steve Earle “Galway Girl”. 

De nuevo con el grupo al completo, y en formato eléctrico, arremetieron con la fronteriza “Adventures of You and Me” para seguir luego insistiendo en ese aspecto más íntimo encadenando tres delicias como “My Diamond is Too Rough”, “Broken Heart Tattoos” y “Southside of Heaven”, con su final animoso. Ya en el momento de los bises se presentó en formato solitario para bajo un silencio sepulcral interpretar de manera tan emocionante como magnífica la oscarizada “The Weary Kind” y “Ever Wonder Why”. Si acabar así habría supuesto un final apoteósico optó por, primera vez en todo el concierto, coger la eléctrica y junto a su banda finiquitar el show con el blues-rock atronador de “Sunshine” y “Bread and Water”

La actuación ofrecida por Ryan Bingham sirvió primero para disfrutar de un notable, con algunos repuntes realmente sobresalientes, ejemplo de sonido americano y de paso ratificar el status que ocupa en dicha escena en la actualidad el músico, demostrando  su capacidad, no siempre mostrada en toda su integridad, de emocionar y sobresalir cuando se lanza a su parte más emocional y sobria.