Shinova: "Volver"

Por: J.J. Caballero 

Cuarto álbum ya el de los vizcaínos, y tercera ocasión para subir un peldaño que no acaba de conducirles al camino del éxito, al menos en lo que a repercusión en medios y público se refiere. El caso de este quinteto es otro de los típicos en los que las buenas intenciones y la mejora ostensible de los medios a su alcance no cuadran de manera evidente en los resultados artísticos. "Volver" es un nuevo intento, fallido a nivel general, pero con buenos e interesantes momentos que impiden perder la confianza en una banda que prometió quizás demasiado con sus dos anteriores entregas. 

 El pop rock pomposo del que hacen bandera a lo largo de todo el disco puede que no les beneficie en exceso, sobre todo cuando es en los momentos más acústicos cuando demuestran que tienen cierta capacidad para emocionar. Con todo, el aire a Coldplay de temas como "El combate del siglo" dota de majestuosidad y sentido de la melodía a un disco que establece una dirección clara, la de las canciones radiantes y trabajadas a nivel de arreglos (la producción y el cobijo de Warner, que los ha incorporado a su catálogo, tienen mucho que ver en ello), uno de los puntos a favor, así como la contundencia vocal de Gabriel de la Rosa, aportando personalidad y empaque a la propuesta del grupo. Basándose otras veces en forzadas metáforas, como sucede en "El país de las certezas",  pueden recordar a algún que otro pope del indie nacional, a Izal concretamente, lo cual tampoco sabemos si es bueno o malo, pero a ellos les sirve. 

La vertiente folk también tiene cabida en un tema como "Doce meses (El año del maravilloso desastre)", que sirvió de avanzadilla como resumen de las características del nuevo trabajo. Aumentando matices con un poso de electrónica en "Viajero" y otro poco de pop bailable en "A treinta metros", completan un abanico atractivo en forma, de estallido inmediato, que por ahora sigue deshinchándose a cada escucha, bien por remitir a algo ya sobradamente escuchado o bien por carecer del gancho necesario para convertir tantas buenas intenciones en un producto realmente sólido y con visos de fructificar en algo realmente duradero en nuestros oídos. Claro que otros dirán que como ya está todo inventado, no hay ningún problema en entretenerse y disfrutar de cualquier intento honesto y concienzudo, como es el caso.