Madrid, Sala Heineken, 13 de octubre 2010
“La celebración de la vida” o “Madrid se rinde a sus pies” son otros tantos titulares que se podrían poner a lo que aconteció el pasado día en la sala Heineken de Madrid. “Punto y aparte”, porque el señor Farris está viviendo una nueva vida, y porque ahora lo celebra cada noche, en un ritual que es difícil de presenciar en los días que nos ha tocado vivir.
No es de extrañar que con cada visita a nuestro país vaya aumentando el aforo, y nuevos fans se incorporen a la fiesta que acabará siendo su recital. El de Nashville venía a presentar, esta vez con la banda al completo, The Roseland Rhythm Revue (exceptuando la sección de viento) su disco en estudio “Salvation in Lights” y el disco en directo “Shout! Live”. Ahora, lleva un tiempo trabajando en nuevas composiciones que podrían aparecer en forma de EP con seis canciones, bajo el nombre de “Already Alright”.
Pasados unos minutos el ex-vocalista de la mítica banda Screaming Cheetah Wheelies, hacía acto de presencia y salía al escenario acompañado por un batería, teclados, bajo, guitarra y un dúo de coristas llamadas McCrary Sister.
La pasada noche además de repasar sus más recientes obras en solitario y anticipar alguna nueva, la coreada "Power of love", se rindió tributo a los Stones y a figura de Solomon Burke, la última triste desaparición en el mundo de la música. Antes, temas como el clásico “Oh Mary don’t you weep”, fueron las que se encargaron de caldear a un público que ya desde el principio disfrutaba del concierto.
El poderío vocal de Farris, junto a su contagiosa vitalidad y carisma, y el contundente sonido de su banda, con las McCrary Sister, derrochando voz y un indudable manejo de la pandereta, complementan muy bien al torrente que desprende el músico de Nashville en clave de soul.
Con su poderosa voz, y en un estado de forma admirable, se despacharon un concierto de dos horas, donde dio cabida al soul, blues, rock, y música espiritual o gospel. Cantó sin micrófono cuando este le jugó malas pasadas, bailó y correteó de un lado a otro del escenario. En un momento pensamos que sacaría a alguien del público a escena, pero sólo fue un intento de plasmar el mismo unas instantáneas desde el escenario con la cámara de fotos de una fan.
Al final todo el público vitoreando a unos artistas que la pasada noche se dejaron el alma en el escenario. Emocionaba ver a gente literalmente llorando o dando saltos de alegría, cuando Mike Farris recuperaba algún clásico de los Cheetah "Gypsy Lullaby", solamente acompañado por su guitarra, arañando el cielo con su voz sacada de sus entrañas, mientras toda la sala enmudecía.
Cómo bien dice Farris en la entrevista que publica el último número de la revista Ruta 66, “Me limito a disfrutar, a ser feliz, sin saber porqué o cómo”.
Texto y fotos: Alberto Vicente
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