
Gran expectación ha causado la visita de los norteamericanos, no era la primera vez que nos visitaba la banda de Rhode Island, lo hicieron el pasado año dentro del cartel del Primavera Club en la sala Nasti. Todo fueron alabanzas por parte de la gente que les pudo ver en aquella ocasión. Esta vez no podíamos faltar y comprobar in situ el porqué de tan buenos comentarios y escuchar en vivo un excelente disco como es “The Black Dirt Sessions” toda una sorpresa para los amantes del rock.
Con largas colas en las inmediaciones de la sala, no salió la banda a escena hasta que no entró la última persona por la puerta. Con más de media hora de retraso ya presentaba un lleno absoluto para recibir a McCauley y compañía.
Comenzó a sonar “Choir of Angels”, tema que abre su último disco, desplegando su combinación de folk, blues y country-rock, que unido a la voz y especial carisma de su cantante, hace de este grupo una verdadera revelación, sobre todo para los que les hemos descubierto recientemente con su tercera obra. Disco en el que se están dando a conocer por todo el mundo.
El talento y personalidad de McCauley, no pasan desapercibidos, su voz profunda y desgarrada te seduce desde la primera escucha, transmitiendo dosis de melancolía, intensidad y sentimiento, tanto en sus preciosas baladas o medios tiempos folk, como en las piezas más rockeras, todo ello remozado con algo que debería ser pieza fundamental para cualquier grupo; la improvisación y espontaneidad.

La apoteosis final llegó con temas de su último disco, como la preciosa “Christ Jesus”, mi preferida; “Hand in My Hand”, o “Mange” en uno de los mejores momentos del concierto con McCauley y O`Neil mano a mano con sus guitarras, para despedirse con “Bring it On Home To Me” con O´neil y el simpático batería Dennis M. Ryan cantando el tema de Sam Cooke, mientras McCauley hacía las veces de batería.
“La Bamba” de Richie Valens sería el tema con el que se despidieron, sirviendo como fin de fiesta a un concierto en el que si hay que poner algún pero, este fue el de notar a la banda con síntomas de agotamiento, y en ciertos momentos, –que aunque fueron sublimes–, uno se los imaginaba como sería teniendo a McCauley y compañía a cien por cien.

Texto: Alberto Vicente
Fotos: Alberto Vicente y Jorge Bravo