
Tras una jornada fibera de rigor: mañana de playa, comida de chiringuito (pollo o paella ofrecido bajo las siglas MENU FIB en cada uno de los establecimientos costeros) y tarde de siesta, llegan las 19:30 de la tarde, una buena hora para entrar en el recinto y dirigirnos al Escenario Maravillas (escenario principal), el cual a priori no íbamos a abandonar en toda la noche: Nudozurdo, Brandon Flowers, Elbow y The Strokes. No parece un mal plan.
Llegan las 20:15 a nuestro reloj y con una puntualidad británica, el madrileño Leopoldo Mateos aparece en el escenario principal junto a la actual formación de Nudozurdo. Casi la mitad del aforo (algo menos al inicio) verá 45 minutos de un concierto que presenta en sociedad el disco más maduro y reflexivo de la banda, Tara Motor Hembra (ya reseñado en estas líneas hace unos meses). Prometo hacerte daño (segundo corte de su último disco) hace sonar las guitarras y poco después la voz de Leo comienza a dar su discurso oscuro, crítico y amenazador. El ambiente se anima rápidamente y se mantiene así gracias a la revisión de temas de sus dos primeros discos como “Ha sido divertido”, “Mil espejos” o “Dentro de él”, así como la introducción de los temas más directos de Tara Motor Hembra como “No me toques” o “Prueba Error”. Sin embargo, gran parte del público pronto se dio cuenta de que algunos de los temas que estaban escuchando tenían tintes diferentes a los grabados en el estudio (especialmente en la voz y partes de guitarras). Es algo que ya sabemos quienes alguna vez nos hemos acercado a la banda, pero claro, cuando estamos en un Festival (que no un concierto propio), gran parte de los espectadores, que no son fans acérrimos de la banda si buscan eso. Este aspecto fue aún más destacable con la última canción del directo, su celebérrimo “El hijo de Dios” que fue tocado casi a modo de versión, con escasos paralelos al corte del Sintética (2008), lo cual impidió al público llevar en volandas al grupo, pues estaba más pendiente de ver donde podían meter su voz, el estribillo o la frase que da nombre al tema, que de disfrutar del mismo. Fue aquí donde especialmente se echó de menos este aspecto, pues aunque es comprensible que la banda esté cansada de su versión original, si es verdad que en un Festival con público muy heterogéneo se hace necesario.
Tras el concierto, nos emplazamos a realizar la ingesta de un breve refrigerio (cerveza fría para romper la pedantería) mientras escuchábamos de fondo el hit Hotel of Infields de The Paris Riots (banda de Manchester que repetía en el FIB un año más tras haber ganado el año anterior el “Fast Track To FIB”, algo así como un concurso de DEMOS para tocar en el FIB) en un Escenario FiberFib.com casi lleno. Sin embargo, pronto decidimos otorgar nuestro tiempo a Brandon Flowers por el cariño que tenemos hacia The Killers.

Tras la conclusión de Elbow comenzaron los primeros cosquilleos del FIB, no porque fuéramos a ver a la mejor banda del Festival (a mi juicio Arcade Fire), a la más singular (Portishead) o a la que más rabia guitarrera y adolescente posee (Artic Monkeys), sino porque íbamos a ver a una banda que en parte sintetiza esto y tiene un morbo especial, The Strokes. Esa ya mítica banda de New York, que tras una separación de casi 4 años vuelve a presentar disco, Angles, reuniendo así en un mismo escenario a su repoker de ases. Fue así como poco antes de la una de la madrugada (con algo más de diez minutos de retraso) los americanos aparecieron sobre las tablas tocando dos de los hits de su primer disco (Is this it, 2001): “New York City Cops” y “Alone Together”. El abarrotado público se encendió con este chispazo como hojarasca seca en verano. Ahí los teníamos delante de nosotros, liderados por la genial guitarra de Albert Hammond Jr y la singular voz de un Julian Casablancas que no se desprendió en ningún momento de su chupa de cuero, ni de sus gafas de sol verdes (así como de sus poses de “foto casual”). Su concierto ofreció entonces por cada corte del nuevo disco (“Machu Pichu”, “Taken for a Fool”, “Under Cover of Darkness”…), una canción de sus tres primeros trabajos (“Reptilia”, “Modern Age”, “Juicebox”, “Someday”, “Is this it”…). Un concierto vertiginoso, preciosista (salvo el lapsus de Casablancas a inicio de una de sus nuevas canciones), ágil y rápido (demasiado rápido), pues su única pega fue el no ofrecer ni un solo bis.
Tras eso y dar una vuelta por el recinto en busca de carpas y algo que llevarse a la boca (lo cual no era tarea fácil pues tardamos 40 minutos en salir a un espacio que contuviera aire puro), sólo pudimos tratar de asimilar lo que acabábamos de ver y mirar con voracidad el horario del siguiente día.
Por: Rubén López
Fotos: Natalia del Olmo (Brandon Flowers y The Strokes) Y Archivo FIB / Óscar L. Tejada (Elbow y The Strokes)